Volamos y Aullamos con Ustedes: IBERO Puebla se une a #NiUnaBataMenos

Viernes, 28 Febrero 2020 07:42 Escrito por Redacción

•    Estudiantes de la IBERO Puebla se sumaron a las protestas en torno a los asesinatos de los aspirantes a médicos Ximena Quijano, José Antonio Parada y Francisco Javier Tirado, así como el chofer José Manuel Vital.

Los tiempos bombásticos que nos estallan en el rostro demandan acciones inmediatas. A estas alturas, nadie puede quedarse quieto y los contingentes emergen día tras día, con exigencias heterogéneas, pero, en esencia, correspondientes: paz, justicia, seguridad y empatía.

Como parte de las Jornadas en el marco del Día Internacional de la Mujer de la IBERO Puebla, se tenía programada la participación de la cantautora Pamela Morales, estudiante de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Era difícil sospechar que su interpretación tendría como antesala el asesinato de tres estudiantes de medicina en nuestro estado.

La intérprete tuvo mucho mayor quórum del esperado. Un contingente organizado en menos de 24 horas por las y los estudiantes de la Universidad Jesuita convocó a una manifestación en solidaridad con los compañeros cuyas vidas fueron arrebatadas.

Eran las 13:00 horas cuando la invitada interpretaba el bis de su repertorio. Con la voz ligeramente quebrada, dedicó Julia, tema de su autoría, a las mujeres desaparecidas. “Ayuda, esto no es mi culpa. ¿Haz visto a Julia?”, entonaba el estribillo. Cuando concluyó el tema, las gradas del Foro de las Artes Guillermo Cabello, S.J. (también conocido como el Cenicero) estaban totalmente habitadas.

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“Disculpe las molestias, pero nos están matando””.
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Cada una de sus canciones recibió más aplausos que la anterior. No solo por su pertinencia en materia de violencia de género, sino por ser representante de una de las universidades poblanas que exigen justicia por sus hermanos y hermanas. “México no puede seguir así. Merecemos regresar a casa sanos y salvos. ¡Ni un ser humano menos!”, exclamó. Los lobos viajan en manada.

El contingente en ebullición se preparó en un lapso de 15 minutos. Las pancartas estaban listas; los corazones, encendidos; el objetivo, enfocado. Jorge Arellano Rodríguez, estudiante de Diseño de Interacción y Animación, fue el encargado de dar el banderazo de salida. ¿Qué haremos hoy?

Por decisión conjunta, se determinó cerrar de manera intermitente el Boulevard del Niño Poblano, la principal vía de acceso a esta Casa de Estudios. “Es importante apoyar a la BUAP y UPAEP”, recordó. Y así se hizo. Vitoreo generalizado y en marcha.

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“¿Por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina?”
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Un grupo de más de 250 personas, mayoritariamente alumnas y alumnos, se encaminó hacia la calle para reclamar el derecho fundamental que le es arrebatado a cientos de personas en cada segundo del día: vivir. Algunas risas y cuchicheos vertiginosos se escaparon en el trayecto. La emoción de hacerse escuchar se alimenta de reconocerse en el Otro: no estás sola, no estás solo.

Al llegar a la entrada principal, se entonó la consigna que se convertiría en el leimotiv de la manifestación: “Señor, señora, no sea indiferente: se matan estudiantes en la cara de la gente.” El modus operandi fue simple: verde-rojo-verde, se bloquea la circulación; rojo-verde, siga.

Cuando la simbiosis de las y los presentes se dilató en demasía comenzaron a expandirse: dos, a veces tres carriles de distinta circulación. Cada subgrupo gritaba sus consignas. Del otro lado, choferes documentaban los hechos: prefiero ser viral ahora que estoy vivo y no cuando me haya ido.

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“Ximena… ¡Presente!; José Antonio… ¡Presente!; Javier… ¡Presente!”.
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Muchos vehículos hicieron sonar sus cláxons en solidaridad. Bastaba con que uno silbara para que varios se unieran. Algunos conductores, incluso, con puños en alto y mucitando las consignas recién aprendidas. Muchas de ellas y ellos espabilaron del estrés de la hora pico en la Megalópolis y mostraron su respaldo con señas amistosas y sonrisas discretas. “Sí se ve, ese apoyo sí se ve”, clamó el contingente en retribución.

Eventualmente, algunas estudiantes se cuelan entre los vehículos cuando sus velocímetros marcan cero. Que todo el mundo se entere: nos matan cada día. Cuando una mujer abordo de su sedán no pudo contener la exasperación, el contingente la rodeó. Si no grito, no me escuchas.

Noventa minutos después de iniciar, las y los asistentes regresan al punto de partida. El cielo despejado y 27°C de temperatura son poca cosa para una generación que ya tuvo suficiente de vivir con miedo. El tráfico vehicular es liberado y la protesta encuentra su ocaso en los muros de nuestra Casa de Estudios.

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“La sangre que derramaste la pagarás...”.
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Las pancartas que fueron usadas para visibilizar los sentimientos, miedos, frustraciones y anhelos fueron abrazadas por la fachada de la entrada principal en la que se erigen las cinco letras gigantes que nos dan identidad ante el mundo exterior. Esto es lo que somos.

Con más fervor que cuerdas vocales, las y los manifestantes claman lo que todo Puebla debe escuchar: “¡BUAP, no están solos; UPAEP, no están solos.” En un espacio condensado, con los puños en alto y silencio absoluto, concluyó una pequeña muestra de que la conciencia universitaria nunca ha estado más despierta. Entre los murmullos finales, se escaparon un par de palabras que sintetizan todo lo vivido esta semana: “cuídense mucho”.

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