Falta de unidad; la maldición de la izquierda

Martes, 22 Agosto 2017 21:27 Escrito por Gabriel Sánchez Andraca

Columna | P U L S O    P O L I T I C O

       Hace más de veinticinco años, nació el PRD, dividido y enfrentado entre sí. Lo que en su inicio se llamaron “corrientes ideológicas”, acabaron convertidas en vulgares “tribus”.

        Esa división, ese enfrentamiento que parece ser eterno entre los izquierdistas, produjo hace dos años, el surgimiento de un nuevo partido, el Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, que encabeza quien fuera candidato presidencial del Partido de la Revolución Democrática, Andrés Manuel López Obrador.

       Morena y PRD, iniciaron una guerra que ha dado por resultado, el debilitamiento del de la Revolución Democrática, que ha visto cómo figuras relevantes del perredismo se han pasado a las filas del partido que comanda López Obrador, al grado de que la representación perredista en el Congreso de la Unión, ha sido diezmada y lógicamente muy debilitada, por el abandono de diputados y senadores, que ahora militan en las filas del PT y de Morena.

       Como si fuera una maldición, los morenistas poblanos han iniciado un proceso divisionista en su interior, al asestar un golpe a los recién llegados Alejandro Armenta Mier, salido del PRI; Miguel Barbosa, egresado del PRD y Juan José Espinoza, del Movimiento Ciudadano, aspirantes a la candidatura de Morena para la  gubernatura del Estado.

       Olvidándose de que su líder nacional y virtual candidato presidencial, López Obrador, fue priista, partido del que salió para luego militar y ser dirigente nacional del PRD, desecharon a los recién llegados a Morena para figurar como candidatos a la gubernatura, afirmando que tal posición debe ocuparla un “morenista” auténtico, es decir, uno que no haya sido “contaminado” por otros partidos que sirven a la “mafia del poder”.

        El proceso de división y enfrentamiento interno que durante más de 25 años ha sufrido el perredismo, parece repetirse ahora en Morena.

        Su Consejo Estatal ha propuesto una terna para elegir al candidato al gobierno estatal, conformada por Rodrigo Abdala, Abelardo Cuellar y Alonso Aco, ilustres desconocidos en el medio político, excepto Rodrigo Abdala que ha hecho ya trabajo como diputado federal, logrando que su nombre sea conocido, aunque en forma modesta, por la ciudadanía.

        Ninguno de los candidatos propuestos por los consejeros estatales, podrá competir con figuras priistas de la talla de Enrique Doger, Juan Carlos Lastiri y otros. Morena solo podría luchar con relativo éxito, con candidatos de la talla de Armenta, Barbosa, Manzanilla o Espinoza.

        Morena es un partido que tiene fuerza numérica, por el gran número de simpatizantes, pero no lo es todo, requiere estructura, que todavía no tiene, y organización, que se derivará de una buena estructura.

        Sería bueno que el grito izquierdista de “el pueblo, unido, jamás será vencido” se convirtiera en otro que dijera que “la izquierda dividida, siempre será vencida”. Al tiempo.

        El partido Revolucionario Institucional, tiene la intención, según han dicho sus líderes, de llevar a cabo la paridad de género en la designación de sus candidatos a los diversos puestos de elección popular, al 50 por ciento. Es decir, por cada candidato varón, designar a una candidata mujer. Algo que será difícil lograr, como pretenden los priistas, de la noche a la mañana.

         Pero además, ha acordado designar como sus candidatos, a jóvenes al tres por uno, o sea que por cada dos candidatos mayores de 40 años, vaya uno de 18 a 39 años.

       Generalmente el PRI lanza como candidatos jóvenes, para regidores, diputados locales o diputados federales, a jóvenes, sí, pero siempre y cuando sean hijos de líderes, de viejos militantes priistas, de diputados o de quienes hayan logrado ya formar parte de la llamada “clase gobernante”. Exactamente como se hacía en las monarquías de la Edad Media. Solo destacaban en los gobiernos, los miembros de la nobleza.

       México, se supone, es un país republicano y democrático y teóricamente eso significa, que cualquier ciudadano con cierta preparación, puede aspirar a desempeñar un puesto de representación popular o un puesto administrativo en alguna de las instancias de gobierno.

       No siempre es así y desde la llegada de la “tecnocracia” se ha hecho más difícil para los que no son hijos o familiares de políticos destacados, llegar al poder.

       Conocemos a un abogado penalista, joven pero muy destacado, Roberto Rodríguez Cortés, que aspira a ser candidato a diputado federal por parte del PRI, en el próximo proceso electoral.

        Tiene cualidades para ser representante popular, sobre todo, porque es poseedor de una muy desarrollada sensibilidad social, algo que nuestros políticos han ido perdiendo a pasos agigantados y de ahí su decadencia.

       Ha venido realizando un trabajo muy estrecho con la gente, sobre todo de las personas con mayores carencias.

       Sabe los problemas de las colonias populares, las conoce, las ha apoyado en gestiones ante diversas autoridades; ha canalizado hacia las instituciones de salud, a quienes le han solicitado su intervención para obtener una atención médica urgente, en fin, tiene vocación política y social.

        Es difícil encontrar a personas, sobre todo jóvenes, con características similares. Ahora falta ver si el Partido Revolucionario Institucional, tiene la intención,  de veras, de incluir a los jóvenes en su proyecto, a los jóvenes capaces, honestos y con vocación de servicio o si va a seguir actuando como si fuera  la agencia para colocar en puestos de elección o administrativos, solo a los de la familia real.

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