Solo la autoridad electoral puede validar o invalidar una elección

Miércoles, 18 Julio 2018 21:42 Escrito por Gabriel Sánchez Andraca

Columna | P U L S O     P O L I T I C O

             La afirmación  del dirigente estatal de Morena, Gabriel Biestro, en el sentido de que la presidenta municipal electa del municipio de Puebla, Claudia Rivera, no debe entrevistarse con el gobernador Antonio Gali, porque eso podría ser aprovechado para convalidar el fraude electoral, no puede ser tomada en serio, por la sencilla razón de que un fraude electoral solo puede convalidarlo una autoridad electoral y el señor Gali, no es autoridad electoral.

              Un presidente o presidenta municipal electo, debe tener absoluta libertad para entrevistarse con las autoridades estatales o municipales salientes, para tratar diversos temas relativos a la administración pública. Es absolutamente recomendable que se establezca un diálogo amable entre las autoridades que salen y las que pronto van a entrar, pues un cambio de impresiones, una información confiable sobre el estado que guarda la administración pública, sobre todo en una época como la actual, con tantos problemas de inseguridad, de pobreza, de desempleo, de delincuencia organizada o desorganizada, etc., es de la mayor importancia, como el propio virtual presidente de la república electo, Andrés Manuel López Obrador, lo ha demostrado al tener una larga plática con el presidente saliente Enrique Peña Nieto.

           Imagínese a López Obrador poniéndose sus moños y negándose a platicar con el presidente saliente, porque ello fuera a ser interpretado como la convalidación de la corrupción, de la impunidad y del éxito de la política económica neoliberal que ha prevalecido en México desde hace casi tres décadas y que ha sido un fracaso.

             Desgraciadamente para algunos políticos poco evolucionados, el pueblo mexicano, sigue siendo un pueblo de ignorantes y de agachones, que todo lo aceptan sin chistar y que si el dirigente del partido al que pertenece la presidenta municipal electa dice que esa reunión con el gobernador Gali en funciones, va a ser para justificar un fraude electoral, así debe aceptarse, pues estaríamos completamente fuera de época.

             Por no entender eso, por pretender que quienes piensan y quienes dan las órdenes que deben ser acatadas sin chistar, deben ser los dirigentes y que los súbditos deben saber que han nacido para callar y obedecer, el PRI se derrumbo estrepitosamente el pasado primero de julio.

             El PRI está por cumplir 90 años de edad; Morena está apenas en el kindergarden. Con actitudes como la que comentamos, imagíneselo cuando llegue a la primaria.

             Y a propósito de PRI, todavía no se sabe qué va a hacer para rehabilitarse; se va a reconstruir o se va a volver a fundar. Dicen sus dirigentes que van a entrar a una etapa de estudio y reflexión.  Pero ojalá de ese estudio y de esa reflexión venga una etapa de arrepentimiento, porque los priístas tienen mucho de que arrepentirse, sobre todo en eso de que en tanto tiempo de vida activa, no hayan podido construir un partido con democracia interna y que por el contrario, además de haber permitido el crecimiento de la corrupción, la impunidad y la ineficiencia, porque con la llegada de la ola neoliberal el Revolucionario Institucional, se volvió ineficiente, pues sus “grandes luminarias” egresadas de Harvard y de otras universidades gringas, carecían de conocimientos básicos de la historia de México y sobre todo, desconocían la realidad de nuestro país y por eso pretendían convertirnos en una potencia del primer mundo, al estilo de su modelo favorito, los Estados Unidos.

             Entre algunos militantes se han venido mencionando nombres para ocupar puestos directivos en el Revolucionario Institucional, que podrían sacudir sus estructuras para dar origen a una nueva etapa de sus existencia, que responda a los retos actuales. Germán Sierra Sánchez, Alberto Jiménez Merino y Alberto Jiménez Arroyo, han sido algunos de los mencionados.

             Pero hay otros más que quisieran ser tomados en cuenta, porque saben qué hacer, pues como militantes del partido tricolor, fueron duros críticos de su partido, cuando la autocrítica no era tolerada por las dirigencias locales y nacional.

                Eso, en estos momentos, debe tomarse como un mérito y no como un defecto. Lo que le hace falta a ese partido, para reconstruirse y salir adelante, es militantes, todavía fuertes y sobre todo decididos a cambiar para bien las cosas.

               José Mario Jiménez Arroyo, fue un diputado local, hace algunos años, que cimbró a las huestes priístas al ponerse del lado de muchos de los luchadores sociales que exigían atención para los problemas de los poblanos menos favorecidos. Eso le valió ser mal visto por sus correligionarios, sobre todo de los que ocupaban puestos de mando. Y si no tomaron medidas drásticas contra él, fue por pertenecer a una familia de abolengo priísta y porque entonces el castigo que se aplicaba a los “rebeldes con causa”, era el congelamiento.

                Simplemente se le congeló y pese a ello, él siguió siendo miembro del partido tricolor, aunque sabía que su futuro político, seguiría en la congeladora.

                  Pero ahora es tiempo de que el PRI rehabilite a mucha de su gente que sufrió la incomprensión y el castigo de sus entonces dirigentes, que son los responsables del derrumbe estrepitoso que el priísmo sufrió en este 2018, que pasará a la historia como uno de los años más trágicos de ese partido.

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