El Papa Francisco presidió la Santa Misa con el rito de canonización de siete beatos. Entre ellos, el Papa Pablo VI y Mons. Óscar Romero, dos sacerdotes, un joven laico y dos religiosas, este domingo 14 de octubre, en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

Ciudad del Vaticano.- “Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo: da un amor total y pide un corazón indiviso. También hoy se nos da como pan vivo; ¿podemos darle a cambio las migajas? A él, que se hizo siervo nuestro hasta el punto de ir a la cruz por nosotros, no podemos responderle solo con la observancia de algún precepto. A él, que nos ofrece la vida eterna, no podemos darle un poco de tiempo sobrante. Jesús no se conforma con un «porcentaje de amor»: no podemos amarlo al veinte, al cincuenta o al sesenta por ciento. O todo o nada”, lo dijo el Papa Francisco en su homilía en la Santa Misa con el rito de canonización de siete beatos, entre ellos, el Papa Pablo VI y Mons. Óscar Romero, dos sacerdotes, un joven laico y dos religiosas, este domingo 14 de octubre, en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.

La Palabra de Dios transforma el corazón

Comentando las lecturas bíblicas que la liturgia propone este XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre señala que, la Palabra de Dios no es un conjunto de verdades o una edificante narración espiritual; no, dice el Papa, es palabra viva, que toca la vida, que la transforma. Allí, Jesús en persona, que es la palabra viva de Dios, nos habla al corazón. En el Evangelio, en particular, afirma el Pontífice, nos invita a encontrarnos con el Señor, siguiendo el ejemplo de ese «uno» que «se le acercó corriendo y que preguntó a Jesús cómo «heredar la vida eterna».

“La respuesta de Jesús lo desconcierta. El Señor pone su mirada en él y lo ama. Jesús cambia la perspectiva: de los preceptos observados para obtener recompensas al amor gratuito y total. Aquella persona hablaba en términos de oferta y demanda – precisa el Sucesor de Cristo – Jesús le propone una historia de amor. Le pide que pase de la observancia de las leyes al don de sí mismo, de hacer por sí mismo a estar con él. Y le hace una propuesta de vida «tajante»: «Vende lo que tienes, dáselo a los pobres […] y luego ven y sígueme». Jesús también te dice a ti: «Ven, sígueme». Ven: no estés quieto, porque para ser de Jesús no es suficiente con no hacer nada malo”.

    “Sígueme: no vayas detrás de Jesús solo cuando te apetezca, sino búscalo cada día; no te conformes con observar los preceptos, con dar un poco de limosna y decir algunas oraciones: encuentra en él al Dios que siempre te ama, el sentido de tu vida, la fuerza para entregarte”

Vaciar el corazón para hacer espacio a Jesús

El Papa Francisco dijo que hoy, Jesús sigue diciendo: «Vende lo que tienes y dáselo a los pobres». El Señor no hace teorías sobre la pobreza y la riqueza, sino que va directo a la vida. Él te pide que dejes lo que paraliza el corazón, que te vacíes de bienes para dejarle espacio a él, único bien. “Verdaderamente – señala el Pontífice – no se puede seguir a Jesús cuando se está lastrado por las cosas. Porque, si el corazón está lleno de bienes, no habrá espacio para el Señor, que se convertirá en una cosa más. Por eso la riqueza es peligrosa y –dice Jesús–, dificulta incluso la salvación. No porque Dios sea severo, ¡no! El problema está en nosotros: el tener demasiado, el querer demasiado sofoca nuestro corazón y nos hace incapaces de amar”.

Jesús es radical. O todo o nada

En este sentido, el Santo Padre precisa que, Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo: da un amor total y pide un corazón indiviso. También hoy se nos da como pan vivo; ¿podemos darle a cambio las migajas? A él, que se hizo siervo nuestro hasta el punto de ir a la cruz por nosotros, no podemos responderle solo con la observancia de algún precepto. A él, que nos ofrece la vida eterna, no podemos darle un poco de tiempo sobrante. Jesús no se conforma con un «porcentaje de amor»: no podemos amarlo al veinte, al cincuenta o al sesenta por ciento. O todo o nada.

¿Cómo va nuestra historia de amor con Dios?

Asimismo, el Papa Francisco recuerda que, nuestro corazón es como un imán: se deja atraer por el amor, pero solo se adhiere por un lado y debe elegir entre amar a Dios o amar las riquezas del mundo; vivir para amar o vivir para sí mismo. E invita a Preguntarnos de qué lado estamos. “Preguntémonos cómo va nuestra historia de amor con Dios. ¿Nos conformamos con cumplir algunos preceptos o seguimos a Jesús como enamorados, realmente dispuestos a dejar algo para él? Jesús nos pregunta a cada uno personalmente, y a todos como Iglesia en camino: ¿somos una Iglesia que solo predica buenos preceptos o una Iglesia-esposa, que por su Señor se lanza a amar? ¿Lo seguimos de verdad o volvemos sobre los pasos del mundo, como aquel personaje del Evangelio? En resumen, ¿nos basta Jesús o buscamos las seguridades del mundo?”

    “Pidamos la gracia de saber dejar por amor del Señor, dejar las riquezas, la nostalgia de los puestos y el poder, las estructuras que ya no son adecuadas para el anuncio del Evangelio, los lastres que entorpecen la misión, los lazos que nos atan al mundo”

Un corazón desprendido de los bienes, ama libremente al Señor

Así sucedió para ese hombre, que –cuenta el Evangelio– «se marchó triste». Se había aferrado a los preceptos y a sus muchos bienes, no había dado su corazón. Y aunque se encontró con Jesús y recibió su mirada amorosa, se fue triste. La tristeza es la prueba del amor inacabado. Es el signo de un corazón tibio. En cambio, un corazón desprendido de los bienes, que ama libremente al Señor, difunde siempre la alegría, esa alegría tan necesaria hoy. El santo Papa Pablo VI escribió: «Es precisamente en medio de sus dificultades cuando nuestros contemporáneos tienen necesidad de conocer la alegría, de escuchar su canto» (Exhort. ap. Gaudete in Domino, 9). Jesús nos invita hoy a regresar a las fuentes de la alegría, que son el encuentro con él, la valiente decisión de arriesgarnos a seguirlo, el placer de dejar algo para abrazar su camino. Los santos han recorrido este camino.

Los santos han traducido con la vida la Palabra

Pablo VI lo hizo, siguiendo el ejemplo del apóstol del que tomó su nombre. Al igual que él, gastó su vida por el Evangelio de Cristo, atravesando nuevas fronteras y convirtiéndose en su testigo con el anuncio y el diálogo, profeta de una Iglesia extrovertida que mira a los lejanos y cuida de los pobres. Pablo VI, concluye el Obispo de Roma, aun en medio de dificultades e incomprensiones, testimonió de una manera apasionada la belleza y la alegría de seguir totalmente a Jesús. También hoy nos exhorta, junto con el Concilio del que fue sabio timonel, a vivir nuestra vocación común: la vocación universal a la santidad. No a medias, sino a la santidad. Es hermoso que junto a él y a los demás santos y santas de hoy, se encuentre Monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos. Lo mismo puede decirse de Francisco Spinelli, de Vicente Romano, de María Catalina Kasper, de Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y de Nuncio Sulprizio. Todos estos santos, en diferentes contextos, han traducido con la vida la Palabra de hoy, sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgar y de dejar. Que el Señor nos ayude a imitar su ejemplo.

Publicado en RELIGIÓN

Durante el Regina Coeli del VI domingo de Pascua, el Papa explicó que el amor por los demás no puede reservarse para momentos excepcionales, sino que debe convertirse “en la constante de nuestra existencia”.

Ciudad del Vaticano.- En el VI domingo del tiempo Pascual, el Papa Francisco aseguró que “la Palabra de Dios continúa indicándonos estilos de vida coherentes para ser la comunidad del Señor resucitado” y concretamente el Evangelio de hoy, representa “la entrega de Jesús”.

Antes de rezar la oración mariana del Regina Coeli asomado desde el balcón de la Plaza de San Pedro, el Papa indicó que debemos vivir “en la corriente del amor de Dios” para que nuestro amor no pierda por la calle su ardor y su audacia e invitó a “recibir con gratitud el amor que viene del Padre” tratando de no separarnos “con el egoísmo y el pecado”, algo que – puntualizó – es un programa “difícil pero no imposible”.

Lo primero a tener en cuenta – señaló Francisco – es que “el amor de Cristo no es un sentimiento superficial, sino una actitud fundamental del corazón” que se manifiesta en vivir como Él quiere. Y es por ello que el amor se debe realizar “en la vida cotidiana, en las actitudes y en las acciones” o de lo contrario son sólo "palabras, palabras y palabras". "Eso no es amor" exclamó, el amor es "concreto cada día".

Disponibilidad para amar al prójimo

Y es un amor, que debemos compartir con los demás. “Jesús ha indicado en diversas ocasiones quién es el otro para amar” dijo Francisco, amor que debe ser expresado “no en palabras sino con hechos”.      

Es a él a quien encontramos en nuestro camino – continuó - y quien, con “su rostro y su historia” nos llama. También es “Él” quien, con su propia presencia “me aleja de mis intereses y mis certezas” y quien “espera mi disponibilidad a escuchar y hacer un trozo del camino juntos”. Una disponibilidad – dijo el Papa – que debemos tener hacia “cada hermano y hermana”: “sea quien sea y en cualquier situación que sea, empezando por aquellos cercanos a mí en la familia, en la comunidad, en el trabajo, en la escuela...” detalló. 

El Papa también explicó que “este amor por los demás no puede reservarse para momentos excepcionales”, sino que debe convertirse “en la constante de nuestra existencia”. Y es por eso que estamos llamados – dijo el Santo Padre – a mantener a los ancianos “como un tesoro precioso y con amor”, incluso “si crean problemas económicos e inconvenientes”. Y es por eso que a los enfermos, “incluso en la última etapa, les debemos brindar toda la asistencia posible”. “Esta es la razón por la que los niños por nacer son siempre bienvenidos”, porque “la vida siempre debe ser protegida y amada desde la concepción hasta su ocaso natural”.

Por último, afirmó que somos amados por Dios en Jesucristo, quien nos pide de amarnos como Él nos ama, “pero esto no lo podremos hacer si no tenemos su mismo corazón” y es por ello que estamos llamados a asistir a la Eucaristía cada domingo – explicó el Papa – que tiene como finalidad “formar en nosotros el corazón de Cristo”.

El Papa en el Regina Coeli

Día también en el que además de saludar a todos los peregrinos presentes en la Plaza de San pedro, recordó la beatificación de Clara Fey, que tuvo lugar ayer en Alemania, agradeciendo a Dios por su ejemplo de testimonio del Evangelio, siendo una educadora solidaria de los jóvenes desfavorecidos, y pidió oración por la población de la República Centroafricana, donde en los últimos días se han perpetrado episodios de violencia que han dejado muchos muertos y heridos, entre ellos, el fallecimiento de un sacerdote.

Publicado en RELIGIÓN
Sábado, 03 Marzo 2018 20:39

Abrazar a los que no te abrazan

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

Cristo ha abrazado
y abraza continuamente
en su amor inextinguible.

I.-APRENDER A PERDONAR

Me gustan las manos que acarician,
y los labios del alma que perdonan,
hasta fundirse en el fuego del amor.

De un amor del que florecen sueños,
que son aire para nuestros andares,
y vida para nuestros días de espera.

No desesperemos jamás ante nada,
que con voluntad, al ir al encuentro,
todo se ablanda y también se aplaca.

No te importe pensar en aquellos 
que no te aman, ni querer a quien
no te quiere, abre tu corazón y vive.

Que tras vivir dentro de uno mismo,
para mejor obrar y servir a los demás,
reconozco que nada somos sin el otro.

No dejemos, pues, de ser sembradores:
que quien concilia será reconciliado,
y aquel que perdona será perdonado.

II.- CULTIVARSE EN LA TERNURA

Estamos llamados a ser más verso
que anverso, más luz que noche,
más espíritu que cámara corporal.

Seamos el verso en el beso de Dios,
instante tan preciso como precioso,
donde toda vida se vierte en gloria.

Así, en  el arte de crecer y recrearse,
como en el amor que nos cautiva,
la ternura es lo que nos pone alas.

Volemos hermanados hacia el cielo,
pongamos firmeza en la acción,
y entusiasmo para poder reunirse.

Volvamos a ser el niño en el alma,
lo más hermoso que puede darse,
en esta pobre tierra de andanzas.

Descendamos a nuestras honduras,
que en medio de tantas desdichas,
hay un Ángel que está en nosotros.

Víctor Corcoba Herrero
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Domingo, 24 Diciembre 2017 08:58

Deseos, Diario de Puebla

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Miércoles, 12 Abril 2017 20:42

El motor del amor

Artículo | Algo Más Que Palabras

    Es tiempo de escucharse, de ponerse en disposición y de desprenderse, para poder entrar en diálogo cada cual  a su modo y manera, pero siempre con respeto y consideración por el otro. La cuestión es entrar en sintonía, y no por lo que uno tiene, sino por aquello que le esperanza. La sociedad creyente mira a Cristo crucificado y de ahí nace la mística del sol, el cantar de los pueblos, el grito y el sollozo, el consuelo y la confianza en la vida eterna. También los que no creen, verán que toda la creación germina del amor, y que una vez desposeídos de todo, nadie es más que nadie y todo será de todos. Lo trascendente, pues, es recapacitar sobre ese amor al que nos debemos y rechazar todas las atrocidades vertidas por el planeta. Ahora sabemos que el número de niños utilizado por el grupo terrorista Boko Haram para cometer atentados suicidas en los países de la cuenca del Lago Chad durante el primer trimestre del año casi iguala al reportado en la totalidad de 2016. ¡Cuánta crucifixión de inocentes!. Pregonemos el encuentro con el verdadero amor. Pongámoslo en práctica.

    Transformados por este amor puro, se nos abre la mirada al futuro. Unos desde el arte sacro, otros desde las procesiones más diversas, el cine, la literatura o la música, lo cierto es que todos intentaremos saciar nuestro espíritu ante el deseo innato por la belleza, la bondad y la verdad. La propia vida, por si misma, requiere de nuestras búsquedas. Así, de la noche del Jueves Santo hasta el Viernes Santo en la mañana es devoción bíblica y católica el visitar siete iglesias, tradición iniciada en Roma por San Felipe Neri y que se ha propagado por el mundo entero. Sin duda, esto puede ayudarnos a la reflexión, a poco que nos adentremos en el abecedario del silencio, y descubramos lo culminante de los diversos momentos vividos por el crucificado.

    No olvidemos que el trono de Jesús, que no germina del poder, sino del amor, es la cruz, una innegable luz por descubrir. Dante, en la Divina Comedia, después de haber confesado su fe ante san Pedro, la describe como una "chispa, / que se convierte en una llama cada vez más ardiente / y centellea en mí, cual estrella en el cielo". Por otra parte, la gran prueba de la fe de Abrahán, el sacrificio de su hijo Isaac, nos permite ver hasta qué punto este amor originario es capaz de garantizar la vida incluso después de la muerte. La Palabra que ha sido capaz de suscitar un hijo con su cuerpo "medio muerto" y "en el seno estéril" de Sara (cf. Rm 4,19), será también capaz de garantizar la promesa de un futuro más allá de toda amenaza o peligro (cf. Hb 11,19; Rm 4,21).

    A pesar de todo, la cruz verdaderamente nos atemoriza, aunque nos restaura y nos redime como el Señor de nuestra vida, con la sola omnipotencia del amor, misericordia del Padre que nos abraza. En consecuencia, estos días nos harán bien a todos pensar en ese amor tan grande, de la humillación de una pasión y muerte, por la que no se ofende y no condena. Porque el amor del Crucificado jamás se desdice, es motor de vida plena. Con razón, mientras una saeta popular dice: "Quién me presta una escalera/ para subir al madero,/ para quitarle los clavos/ a Jesús el Nazareno"; Jesús continúa con la cruz y sigue siendo el camino, porque no hemos nacido para la nada, sino para el verso interminable, y nadie dona un verso más puro que aquel que anida y anuda sus latidos por los demás.

    Bien es verdad que, en ocasiones, tenemos la sensación de que Dios no responde al mal, parece que dormita en silencio, dejando hacer; y, en realidad, Dios ya nos ha hablado y respondido, con la cruz; la más sublime oda misericordiosa y reconciliadora. Está claro que los cristianos deben responder al mal con el bien, tomando sobre si la cruz, como Jesús. La humanidad, toda unida como familia, debería repensar esto; pues lo importante no es acrecentar la venganza, sino la bondad, y esto lo suscribo sin el menor asomo de farsa. Sólo hay que rumiar la idea aristotélica de que "solamente haciendo el bien se puede realmente ser feliz". Recordémosla siempre, con el lenguaje de la cruz en el alma y la métrica del amor en el oído. Todo sea por la cruz que nos aguarda. No le temamos. Jesús está con nosotros.
     
Víctor Corcoba Herrero /  Escritor
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Sábado, 24 Septiembre 2016 10:39

El retorno a la poesía viviente del amor

Reflexión Poética | Compartiendo diálogos conmigo mismo

Al morir la tarde descubrí que tras la procesión de las estrellas,
se van deshojando sentimientos y enhebrando visiones
cual corazón que se purifica para que al romper la aurora,
volvamos a ser el poema perfecto, la invocación del Creador.

Abrámonos a su llamada con el espíritu del caminante,
siempre dispuesto a tomar aliento para abrazar horizontes,
pues tras  los mantos celestes, el santuario de lo eterno,
nos llama a ser un alma para todos y todos para un alma.

Que nadie abandone la esperanza de ser para la vida el amor,
y de poblarse de sosiego como incensario que arde lentamente,
a la espera de clarificar nuestras raíces en la nívea poesía,
de la que somos sustento cada cual consigo mismo en los demás.

El ser humano no puede matar al humano ser que lleva consigo.
Perdería las vísceras del yo y el dominio de los ojos soñadores.
Cualquier savia merece dejarla brotar para que sea cauce de luz,
en un mundo tan ciego como cruel, tan satánico como diabólico.

Regresemos al silencio e interroguémonos en soledad con el verbo.
Nada se nos ha dado en exclusiva, todo es de toda la humanidad.
Hagamos donación antes de que sea demasiado tarde,
vaya que nos sorprenda la muerte haciendo acopio de lo ajeno.

Demos fortaleza, que coexistir y trascender es liberarse de sí.
No seamos deslucidos palacios, sino moradas de acogida.
Acompañémonos unos a otros, y otros a unos acompasándonos.
¡Qué el poema de Dios resplandece en el pulso del hombre!.

En efecto, nos creaste Señor de la nada y somos todo para ti.
Nos hiciste, Padre, para ser amor y de amor estamos hambrientos.
Vuélvenos a ti, que nuestra voluntad nada es sino es contigo.
Por eso andamos impacientes y tensos hasta morar en ti.

Necesitamos nutrirnos de la fuente del cielo para ser vivientes.
Vivientes de un mar de bondades donde las olas sean aliento,
que nos activen el deleite, pues los lamentos nacen en mí,
cada vez que nos aferramos a vivir donde no hay amor.

Víctor Corcoba Herrero
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