Columna | P U L S O   P O L I T I C O

              ¿Qué implica la trasformación de un gobierno por la vía pacífica? El desmantelamiento de un sistema de gobierno que en vez de propiciar el avance económico, político y social, hace lo contrario, y para sustituirlo por otro más eficaz, realiza los cambios necesarios para lograr el mejoramiento de las condiciones de vida de las clases marginadas.

              El sistema neoliberal impuesto por el gobierno priista de Carlos Salinas de Gortari hace más de treinta años, fue un sistema corrupto e ineficaz para resolver los grandes problemas nacionales. Tuvo opositores dentro del mismo sistema priista y propició la división de ese partido, conformándose grupos políticos para impulsar el cambio y evitar una revolución violenta.

             La oposición al sistema neoliberal, fue fortaleciéndose a medida que pasaba el tiempo. La situación del país se agravó durante los sexenios cubiertos por el PAN, para simular una auténtica democracia y el descontento creció, por el crecimiento de la inseguridad y la violencia, la corrupción y el agravamiento de la situación económica de las clases medias populares, de obreros y de campesinos y los ciudadanos concurrieron en masa a las urnas, para elegir a un gobierno diferente que proponía un cambio total del sistema, que solo beneficiaba a los ricos y poderosos políticamente hablando.

            EL OTRO CAMINO, QUE NADIE QUERÍA, ERA el de la revolución violenta que implicaría la destrucción del país; varios años de lucha armada; la muerte de cientos de miles de mexicanos; sufrir hambre, epidemias, etc., el caos pues.

            Por eso resulta inexplicable la oposición cerrada al desmantelamiento del viejo régimen, para dar paso a uno nuevo que propicie el mejoramiento en la vida de todos los mexicanos y no solo de unos cuantos, por la vía de la democracia y no de la revolución violenta.

            Todo cambio político, implica ruptura. No se puede dar un cambio real, sin ruptura. La llegada del PAN al poder, fue peor de lo mismo. Los gobiernos de Fox y Calderón fueron neoliberales pero más corruptos y más ineficientes que los gobiernos neoliberales priistas. Su alianza contra el actual gobierno, es natural, no fue impuesta por nadie y defienden lo mismo, sus privilegios y la impunidad de que gozaron siempre.

             Hay que echar un vistazo a libros y publicaciones que aparecieron entonces y que denunciaban los graves errores, los grandes latrocinios, los grandes atrasos que se padecieron en ese entonces. La sumisión ante los gobiernos estadounidenses, por parte del gobierno mexicano, era casi total. Sus policías entraban armados a nuestro país cuando se les daba su real gana y el tráfico de drogas en vez de disminuir, se agravaba. Ahora ya sabemos por qué.

             EL PROBLEMA SURGIDO EN ESTA SEMANA, por la invalidación de la Suprema Corte de Justicia  a la primera parte del Plan B electoral, ha arreciado los ataques de uno y otro lado y las críticas al presidente y la denostación a su propuesta de elegir mediante el voto popular a los ministros de la Suprema Corte, han sido descalificadas hasta por quienes se suponía eran políticos serios del PAN.

             El gobierno de este país se conforma por tres Poderes; el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. El Ejecutivo, que recae sobre el Presidente de la República es elegido por el pueblo; el Legislativo compuesto por las cámaras de Diputados y de Senadores, también. Entonces, por qué el Poder Judicial no. Porque el pueblo nada tiene que ver con ese Poder.

           No de ahora, de siempre el Poder Judicial de la Federación ha gozado de muy mala fama. Está conformado, se supone, por abogados de gran prestigio, que se viten con toga y birrete y que siempre estaban sometidos a la voluntad presidencial.

          Ahora se niegan a cumplir con la Constitución que establece que ningún alto funcionario debe ganar más que el Presidente. Ellos se ampararon ante esta disposición y ganan más que el presidente y tienen prestaciones de costo exorbitante, que no tienen ni el Presidente, ni los diputados, ni los senadores. Y es el único poder de la república que nada tiene que ver con el pueblo. Claro que hace falta una reforma en el Poder Judicial, que ahora se siente intocable.

           El pueblo debe elegir a los tres poderes de la Unión: Al Ejecutivo, al Legislativo y al Judicial. Los dos primeros, que representan a los ciudadanos mexicanos en su conjunto, no pueden estar sometido a un tercer poder no elegido por la ciudadanía y con serios compromisos con grupos políticos completamente ajenos a los de la mayoría de los mexicanos.

              AYER FUE DÍA DE LAS MADRES. Este día fue instituido por el diario Excélsior de la ciudad de México que entonces era dirigido por un poblano, don Rafael Alducin, originario de Ciudad Serdán, que antes se llamaba San Andrés Chalchicomula. El pues fue el autor de esta celebración, que se ha extendido por todo el país y por numerosos países extranjeros.

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Viernes, 12 Junio 2020 20:23

¿México está polarizado?

En cualquier periodo de gobierno siempre se destaca la brecha entre las promesas de campaña y los resultados en el ejercicio del encargo y éste no es la excepción, aunque veamos el contexto, porque la forma es fondo.

A partir de la guerra contra el narcotráfico declarada por el Felipe Calderón, el llamado presidente espurio, en la cual imperó la violencia y los altos índices delincuencias debido a las miles de personas asesinadas, desaparecidas, desplazadas, exiliadas, torturadas, extorsionadas, víctimas directas o indirectas de la violencia, según lo concluyó un informe del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez; nos encontramos en una vorágine donde el tejido social está destruido y los demonios andan sueltos.

Por otro lado, el lugar de México en el Índice mundial de Percepción de la Corrupción se fue en picada desde 2012 y hasta 2018: el sexenio en que el priista Enrique Peña Nieto gobernó el país. En diciembre de 2012, cuando inició su mandato, México ocupaba el sitio 105 en el conteo internacional; en 2014 y 2015 tuvo un repunte considerable de hasta 10 puntos, pero a partir de 2016 fue en caída libre hasta llegar al lugar 138 de 180 a nivel global, al final de su administración.

Bajo esas condiciones, llega este gobierno de la Cuarta Transformación.

Denise Dresser, escribió en su columna del 8 de junio de este año, publicada por el diario Reforma, especialista en fake news, que nuestro país se encuentra polarizado, y de ahí se arranca con su discurso: El Presidente exige que dejemos de ser comensales de la democracia; demanda que nos transformemos en colaboradores de una regresión que pone en riesgo la capacidad de componerla. No está en busca de ciudadanos libres, críticos, capaces de pensar por sí mismos, sin necesidad de un caudillo carismático que les diga cómo hacerlo.

Definitivamente, no podemos negar que actualmente hay pendientes varias asignaturas, como el combate a la violencia, a la criminalidad, a la inseguridad, a la corrupción y a la impunidad, aunque esto último les corresponda más a los ciudadanos con sus denuncias y al poder judicial, sin embargo, siempre será necesario que en una democracia, haya voces que den su particular punto de vista y critiquen la forma de gobierno, como la de la misma Dresser, no obstante, siempre será más valioso escuchar argumentos opositores con fundamento, en vez de argumentar sin validar. En efecto, no es válido hacer uso de la libertad de expresión de la cual se goza, sólo elaborando un texto que busque la rima, pero que no arroje datos duros, y para muestra un botón.

Si sacamos un promedio de todas las encuestas de opinión de los últimos meses que midieron y siguen tomándole el pulso a las preferencias electorales, Andrés Manuel López Obrador tiene una aprobación y popularidad de entre 60 y 80%, es decir que al menos 6 y hasta 8 de cada 10 mexicanos lo aprueban, y a esto aquí y en China se le dice mayoría.

Señala Alfredo Jalife: ¿cómo puede existir polarización cuando el presidente López Obrador ostenta 71% de aceptación y la oposición fracturada anda en la lona de los 10 puntos? Eso se llama aplastante mayoría en una genuina Democracia.

Desde el punto de vista estadístico y matemático no hay una polarización en México si consideramos la cantidad de personas que aprueban al presidente y a su equipo, no hay polarización porque son menos las voces que están en contra del actual gobierno federal.

Pero en los Estados del país donde Gobierna Morena, las cosas son distintas, ya que las calificaciones de sus Gobernadores en su mayoría están por debajo de la media nacional o en su caso reprobados por sus gobernados.

Pero además, dichos gobernadores confían en que la gente votará por sus candidatos en las próximas elecciones porque San Andrés Manuel les hará de nueva cuenta el milagro.

Lo que tenemos actualmente en México es una polarización partidista, también conocida como “polarización de élites. Así las cosas, México requiere de un oposición seria y responsable a la altura de las circunstancias, de ahí que el surgimiento de la denominada BOA como bloque opositor, en mi opinión es una jugada del Presidente para victimizarse ante los ciudadanos y lograr que los identifiquen como los “enemigos a vencer” descalificando su trayectoria y culpándolos de los males del país, lo que en mi opinión resultaría innecesario, si de verdad tiene los niveles de preferencias electorales que le dan los analistas. Pero con lo anterior, ya abrió el juego electoral y su labor será todos los días ir minando la confianza y credibilidad de los actores políticos, que sino están con el los vuelve “conservadores”¿ será que Don Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas ya los ubico en ese bloque?

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• A un año de gobierno de López Obrador son más las dudas que las certezas sobre la 4T
• Muchas decisiones tomadas en nombre de la 4T han generado perplejidad y otras, incredulidad
• Nadie puede asegurar a estas alturas que el proyecto es viable y consistente

Pocos gobiernos han concitado mayor expectación y controversia que el actual encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Los ciudadanos hemos escuchado de voz del presidente que nada será igual, que se combatirá la corrupción y la impunidad, la pobreza y la desigualdad, y se establecerán las bases de un nuevo régimen de leyes y prosperidad. A todo ello se le ha llamado “Cuarta Transformación”, pero pocos saben bien a bien a que se refiere. Para algunos, dicho proyecto se ha traducido en desempleo; para otros, en becas y apoyos efímeros que sólo sirven para paliar sus dificultades cotidianas; y para otros más, en un descenso significativo en sus niveles de vida por falta de apoyos. La verdad es que, a casi un año del gobierno de Andrés Manuel, nadie sabe bien a bien hacia donde nos lleva la 4T, si tiene viabilidad o si simplemente terminará rebasado por la historia, como un proyecto más de buena voluntad, pero atrapado en sus inconsistencias y ambigüedades.

En virtud de ello se impone una reflexión seria y madura sobre los límites y las posibilidades de la 4T, toda vez que sus primeros resultados lejos de concitar apoyos unánimes han dividido a la sociedad y despertado todo tipo de dudas y temores. Hoy sería irresponsable hacer cuentas alegres sobre las medidas impulsadas en nombre de dicho proyecto, pues en honor a la verdad muchas de ellas escapan a la comprensión y al sentido común, como los recortes en ciencia y tecnología, la exoneración de políticos señaladamente corruptos de sexenios pasados, la evasiva de emprender una reforma integral a la Constitución, entre otros muchos ejemplos.

En este contexto de dudas e incertidumbres, de promesas y extravíos, el Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla ha decidido dedicar su X Coloquio Internacional de Estudios Mexicanos al tema: “Rehacer la nación: Límites y perspectivas de la Cuarta Transformación”, el cual contará con la participación de importantes personalidades tanto de la academia como del periodismo y la política. Así, por ejemplo, asistirán José Antonio Crespo, José Fernández Santillán, René Valdiviezo, Víctor Manuel Reynoso, Leonardo Valdés Zurita, Víctor Manuel Espinoza, Carlos Figueroa Ibarra, Juan José Rodríguez Prats, entre otros muchos. La cita es en el auditorio del ICI los días 24 y 25 de octubre de 2019.

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Domingo, 08 Septiembre 2019 18:17

Salvando almas

El presidente Andrés Manuel López Obrador ofreció el domingo antepasado una muestra categórica de sus alcances y de su sorprendente contribución a la vida nacional.

Ya había dado bosquejos clarísimos de su propia percepción como estadista y visionario. Nada, sin embargo, como los del domingo.

El primer indicio que tenemos es el bautizo de su sexenio: cuarta transformación.

De un certero estiletazo verbal, el ejecutivo se mete de lleno en la historia nacional. Porque encarnar la cuarta transformación de la patria no es un asunto menor. Es inscribirse en las páginas gloriosas de la historia. Colocarse a sí mismo junto a Hidalgo, Juárez, Madero.
 
Un sexenio que se equipara a sí mismo con 11 años de guerra insurgente, 21 del liberalismo y República restaurada y unos 29 de revolución: del triunfo de Madero al fin del cardenismo.

De ahí el frenesí. No porque, como decía Cosío Villegas de Luis Echeverría, López Obrador confunda el sexenio con un semestre. No. Es que se trata de refundar a la mexicanidad. De la urgencia de comprimir en seis años una labor superior. Lastimosamente, se entiende, este presidente tiene una incómoda limitación legal y democrática: 6 años. Por eso el reloj debe estirarse y muchas cosas, como un huracán, de enorme fuerza destructiva aunque sin gobierno, deben suceder.  

Es el presidente, y sólo él, el vórtice de la transformación. Y por ello su necesidad de prédica diaria, cotidiana. Sería muy injusto pedir a un hombre que cada día, durante dos horas ante la nación, y luego en mítines incontables, diga cuestiones profundas, memorables o luminosas. Por esa razón es a menudo repetitivo. No responde preguntas: catequiza. Sus mañaneras no son ruedas de medios: son mensajes de artesano, dirigidos a moldear pacientes la nueva idiosincrasia nacional.

En el informe, primero constitucional aunque injustamente titulado tercero (porque en realidad él informa cada día tres, cuatro veces a la nación) el presidente definió lo que es su transformación. Lo hizo de manera deshilvanada a los oídos de un escucha poco sagaz. No lo fue. Definió su movimiento en un in crescendo: es, sólo en apariencia, nada más que una ruptura. Una refundación. Un cambio de régimen. La reconquista del estado. Un triunfo moral.

Conceptos tan potentes que son difíciles de asir.

Y lo son porque el presidente se eleva allende de lo material. Por eso desprecia la técnica y la ciencia. ¿Crecer? ¿Para qué?

Eso se mide y sólo se mide lo material, es decir: lo despreciable, lo mundano. Importa poco que antes él había ofrecido crecer no al 0.2, como ocurre y celebra; ni al 4%, como prometió vanamente para este año, sino a lo grande: al 6%. Nada menos. Un crecimiento que no han logrado Japón, Inglaterra o Francia desde hace al menos 40 años y Estados Unidos desde hace 35. Pero los sabios, y sólo ellos, cambian de opinión. Lo importante es el desarrollo, dice ahora. Más difícil de medir, más intangible, pero mucho más profundo.

Aun así, aclara después, el desarrollo no debe confundirse con lo material.
Lo que se compra con dinero, afirma, es barato. Así sea comida, medicinas, o una casa.

La labor de su gobierno, de su paso por la historia, es otro: “conseguir la felicidad de la gente”.

Considérese el salto filosófico sin parangón en el pensamiento político universal. La Declaración de Independencia de los Estados Unidos declaraba que le correspondía al ser humano, como derecho irrenunciable, la búsqueda de la felicidad. Aquí vamos más allá. El gobierno nos la proporcionará. Cambio sutil, si se quiere, pero profundísimo.

Ante nuestra sorpresa, empero, el presidente acomete nuevos horizontes. Va más allá. No se autocorrige: se obliga a trascender ya los linderos de lo humano. La felicidad misma no basta. Hay que romper la última frontera.
 
De inmediato, a lomos de Rocinante, da el último campanazo, que repetirá dos veces en su mensaje: iremos tras el objetivo increíble de llevar a todas y a todos nada menos que “bienestar del alma”.

Ahí ya el verbo presidencial roza los linderos de lo sublime.

Así, de plano, el ejecutivo nos desvela la Gran Revelación. Esta transformación busca la eternidad. La ambición de lo intangible. La búsqueda de lo atemporal.

Vamos a la salvación del alma mexicana. El presidente no se distrae en cómo lograrlo: imposible reducirse al ámbito de la minucia.

Es ésta una batalla por lo grandioso. Por lo único.

La visión no de un mandatario. Sino de un profeta.

Que salga todo bien. O perderemos hasta el alma.

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           Mucho se habla y se critica la Cuarta Transformación pregonada por el actual gobierno de la república presidido por Andrés López Obrador, pero nadie ha dicho en forma concreta lo que este nuevo gobierno ha puesto al descubierto: el derrumbe económico del país.

             El robo y tráfico ilegal de gasolinas, no era solo de campesinos pobres con terrenos ubicados por donde pasan los ductos de PEMEX, sino que participaban en el saqueo de la empresa más importante del gobierno mexicano, altos funcionarios de la misma empresa y políticos encumbrados.

             México está ubicado entre los diez países con mayores reservas de gas. Esas reservas nos permitirían satisfacer nuestras necesidades, hasta donde ahora se sabe, en los próximos 200 años y sin embargo, el 85 por ciento del gas que consumimos, es importado.

             A partir de 1994, año en el que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio, hasta el 2018, diez mil pequeños y medianos productores de leche perdieron 14 mil millones de pesos, porque las importaciones de leche en polvo y de fórmulas químicas que se venden como leche, invadieron el mercado y acabaron con la producción lechera nacional. El ganado especializado de los pequeños y medianos productores, tuvo que venderse para el rastro.

              La leche que consumimos de diferentes marcas, es importada de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea.

              Importamos gasolinas de Estados Unidos, país al que le vendemos petróleo crudo, porque las pocas refinerías existentes, estaban abandonadas y tendrán que ser rehabilitadas, además de construir otras empezando por la de Tabasco ya planeada.

               Los productores nacionales de leche, están pidiendo al gobierno de la república, informe sobre los términos del nuevo tratado comercial con los Estados Unidos y Canadá, pues no quieren que pase lo mismo con lo que aun queda de pequeños y medianos establos. Además, afirman que la producción de lácteos, debe ser planificada para su producción, industrialización y venta, para evitar la competencia desleal.

               Importamos maíz, importamos frijol, importamos arroz, alimentos básicos en la dieta mexicana, porque el campo ha sido abandonado desde la llegada de los tecnócratas al poder.

                Regiones, como la mixteca en el Estado de Puebla, sobreviven gracias a las remesas que envían los trabajadores que emigraron hace tiempo a los Estados Unidos.

             Si muchos de estos problemas, originados por la incapacidad o mala fé de nuestros gobernantes, no se resuelven en el corto y mediano plazo, seguiremos padeciendo las consecuencias, como la inseguridad, la impunidad, la corrupción, los altos índices de criminalidad, etc.

              El descontento que se observa en casi todo el país, la rebelión de campesinos, de trabajadores, de burócratas, etc., irá en aumento, si no se transforma nuestra realidad actual.

               Ya se abrió la caja de Pandora, ahora hay que actuar y todos debemos cooperar para que las cosas cambien. El neoliberalismo ya demostró su ineficacia. No podemos vivir en un sistema que enriquece más a los ricos, empobrece a las clases medias y hace polvo a las clases populares.

                Como hemos visto durante los últimos 27 o 30 años, un sistema como ese, es capaz de acabar con la paz social, con el bienestar, con la tranquilidad de millones de personas.

                Hay que estar vigilantes, como dijo ayer el candidato de Morena, a la gubernatura del estado, Luis Miguel Barbosa, porque el gasto público sirva para resolver problemas sociales, para que ayude a las clases populares a superarse y salir adelante y no a realizar obras de relumbrón, como museos de más de siete mil millones de pesos, que nadie tiene interés en visitar.

                Que el gasto público, como afirmó el candidato del PRI a gobernador de Puebla, Alberto Jiménez Merino, sirva para impulsar la producción de alimentos, la educación y la salud pública.

                Para eso hay que combatir la corrupción, la impunidad, causantes de la inseguridad y la violencia que existe en Puebla, como dijo el candidato Enrique Cárdenas, de la coalición PAN, PRD, MC, alianza que por cierto, ha estado en el poder en los últimos años en Puebla, cuando estos problemas arreciaron como nunca antes.

              Ayer se conmemoró el 15 aniversario del fallecimiento de uno de los grandes gobernadores que ha tenido Puebla, el doctor Alfredo Toxqui Fernández de Lara, en la ciudad de Cholula, su tierra natal.

              Ante las autoridades municipales de esa histórica ciudad, de ex colaboradores del ex gobernador y ex alcalde de San Pedro Cholula, familiares y amigos, el orador oficial del acto, licenciado Francisco Adame Díaz, puso de relieve la importancia que tuvo para Puebla, el gobierno del doctor Toxqui, quien llegó al poder en medio de una crisis social y política, derivada por las luchas entre la derecha y la izquierda propiciadas por la disputa del control de la Universidad Autónoma de Puebla, ahora BUAP.

             Con su carácter conciliador, pudo no solo terminar con odios y rencores, sino avanzar hacia un progreso que pudo ser consolidado por gobiernos posteriores.

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            La carencia de políticos con oficio se observa en todos los partidos. Las declaraciones que se publicaron ayer en  los medios nacionales y locales, de la dirigente nacional de Morena, el nuevo partido en el poder, Yeidckol Polevnsky, son una prueba de ello.

            Insultar a militantes de Morena negándoles el derecho a disentir y exigiéndoles que se vayan del partido, sino aceptan sus decisiones que parece que son inapelables, constituye un error muy grave sobre todo viniendo de una dirigente nacional.

            El PRI fue un partido antidemocrático siempre, en el que las decisiones de la cúpula, para designar candidatos a la gubernatura, a las diputaciones o a las senadurías y presidencias municipales, eran, como ahora pretende Morena, inapelables. Y esa tendencia a imponer la voluntad de las dirigencias y cúpulas gubernamentales a la militancia, acabó por hartar a quienes de buena o mala fe, eran miembros del partido tricolor y los efectos de ese descontento, se convirtieron en votos para el partido o mejor dicho, el Movimiento, que ofrecía todo lo contrario y lo que estamos viendo, es una repetición del sistema priísta, pero mal hecha.

           Los priístas habían aprendido a disimular, a cubrir su autoritarismo, sus imposiciones, con sonrisas y apapachos para los descontentos. En el llamado partido de la Cuarta Transformación, las cosas se hacen con los modales de los capataces que amenazan con despedir a quienes se atreven a hacer alguna observación o alguna crítica que no guste a sus subordinados.

           Pero en un partido democrático, como dice ser el Movimiento, hay militantes con derechos y obligaciones y no subordinados. Bueno eso es lo que se supone que debe ser.

           Lástima, porque eso nos anuncia un gobierno autoritario, impositivo y “enemigo” de quien se atreve a disentir.

           Entendemos que entre los morenistas que llegaron a un cargo público hay muchos primerizos. Lo vimos sobre todo en el Congreso local, donde algunos diputados creyeron que podían hacer y deshacer a su antojo y poco a poco han ido aprendiendo a comportarse con mayor cuidado, con alguna civilidad política, aunque entre ellos ya hay pleitos que parece que serán irreconciliables,

            ¿No se darán cuenta que con esas actitudes prepotentes y soberbias, perjudican al Movimiento que debería estar empeñado en convertirse en un auténtico partido político, con línea ideológica que le de identidad, con estructura y con organización? pues nada de eso tiene. Por eso su dirigencia nacional anda actuando como aspirante a la presidencia de la mesa directiva de alguna sociedad de alumnos de secundaria, es decir, están en plena adolescencia política.

              Por otro lado, el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, con su actitud autoritaria y soberbia también, no midió las consecuencias que provocaría entre la militancia panista poblana, el designar, sin tomar en cuenta la opinión de los viejos y nuevos militantes de ese partido, a su candidato a la gubernatura.

                Los panistas tradicionales, que durante los seis años del morenovallismo, en los que fueron ignorados, humillados, mal vistos por el grupo adicto al gobernante salido del PRI, sin decir nada, sin ningún reclamo o crítica, ahora salen valientes a protestar por la imposición del doctor Cárdenas Sánchez, también derechista como ellos, pero sin ninguna relación con el partido que ahora lo postula, solo por que lo visten de gran prestigio, su paso por la rectoría de la UDLAP y de la Fundación Espinosa Iglesias y sus grados académicos, muy bien ganados por cierto.

                 El problema es que el PAN a sus casi ochenta años de edad, está a punto de volver a ser el grupito que siempre fue, que más parecía una agrupación religiosa que un partido político.

                  Acción Nacional creció en Puebla, en los años ochenta, cuando por la nacionalización de la banca, hecha por José López Portillo, presidente de la república, decidió convertirse en franquicia de los grupos empresariales, que enojados con el gobierno priísta, determinaron hacerle la guerra, disputándole el poder de tú a tú. Ahora está a punto de disolverse para regresar a su estado natural, por culpa de su presidente nacional, que presume en sus videos  promocionales de  televisión,     que el PAN, “hace bien las cosas”

                También se convirtió en “franquicia” de Moreno Valle, que sin ser del PAN y sin que cubriera los requisitos para serlo, fue su candidato y triunfó por los votos que le dieron muchos priístas que lo conocieron como diputado federal y como funcionario del PRI. La franquicia se acabó y ahora los viejos militantes, que durante seis años estuvieron escondidos en alguna parte, saltan a la palestra y exigen democracia.

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Miércoles, 13 Febrero 2019 18:20

¿Desaparece la CNC?

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                 Al leer ayer un artículo de don Patricio Taboada Cortina, sobre el desmantelamiento que está sufriendo, la Confederación Nacional Campesina, CNC, desplazada por el nuevo régimen, vino a mi memoria la importancia política y social, que dicha organización tuvo en la época post-revolucionaria, surgida durante el cardenismo, en los años treinta, para garantizar el reparto agrario y la legalización de la entrega de las tierras como ejidos, propiedad comunal y pequeña propiedad.

                 Debemos reconocer que la primera etapa, la de la entrega, casi se cumplió, pero se falló en la legalización, pero esto último, casi se abandonó, como se abandonó al campo en general, a raíz del surgimiento de la urbanización del país.

                Los campesinos perdieron importancia política y económica durante el ingreso de México al capitalismo, pero más aun, durante la etapa del neoliberalismo, en la que casi fueron borrados del mapa, pues según los tecnócratas, los campesinos dejaron de ser importantes, hasta como productores de maíz, pues ese grano muy nuestro, los producían los gringos en mucha mayor cantidad y a menor precio.

             Uno de los sectores más descontentos, con los regímenes surgidos de la Revolución Mexicana, fue precisamente el campesino, que se vio abandonado a su suerte y nuestros productores agrícolas tuvieron que emigrar por cientos de miles a los Estados Unidos, en busca de trabajo.

             Ahora tenemos del otro lado del río Bravo, a más de 12 millones de connacionales, que envían una cantidad en dólares, superior a lo que recibimos por la venta del petróleo y nosotros comemos tortillas hechas con maíz forrajero y transgénico, que nos mandan del otro lado.

            Pero el sector campesino de nuestro país, siempre ha sido el más aguantador, el más discreto, el más sufridor. La CNC que pretendió ser la organización impulsora del desarrollo del campo mexicano en forma integral, se volvió tan burocrática, que en los últimos años, dejó de ser hasta la manipuladora política que siempre fue, para fines de canalizar el llamado voto verde hacia los candidatos propuestos por el partido oficial.

            Antes del derrumbe priísta, en muchas comunidades campesinas ya se había diluido su pertenencia a las tradicionales organizaciones que supuestamente estaban para ayudarla. En muchas partes los campesinos cenecistas, habían dejado de serlo y no fue sorpresa, que en las últimas elecciones federales y locales, su voto tuviera otro destino.

           Ganó el partido que enarboló la Cuarta Transformación y anunció la atención personal a los agricultores mexicanos, para aquirir los insumos, los créditos, la asesoría técnica y jurídica que necesitaran y la “gloriosa” CNC, perdió su razón de ser.

            Lógicamente ya no llegaron los recursos que se destinaban a su sostenimiento, y la organización campesina que fue la más poderosa y numerosa del país, se derrumbó.

            Ya llegó a una de las etapas más dolorosas: el despido de su personal compuesto por personal administrativo, de servicio y profesional muchos de cuyos integrantes tenían hasta casi 40 años de servicio.

            Como buenos campesinos mexicanos, los cenecistas, que tantos olvidos, que tantos desprecios, que tantas humillaciones han soportado, sufren este nuevo golpe con la misma humildad, con la misma sencillez que han aguantado desde la Conquista, hace ya casi 500 años.

            Ayer estuvimos, invitados por nuestro amigo el contador Rafael Moreno Valle Sánchez, en una inusual, para nosotros, conferencia de prensa. Los asistentes eran reporteros y fotógrafos aficionados a la llamada fiesta brava, es decir, a los toros de lidia.

             El motivo era el anuncio de la corrida que se llevará a cabo en esta capital el 22 de este mes de febrero y en la que participarán el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, quien cumple 30 años de haber iniciado su carrera de rejoneador y los matadores Arturo Saldivar y Lagravere, que lidiarán dos toros bravos de Rancho Seco y cuatro de la ganadería Javier Garfias.

            Estuvo presente el senador de la república por Tabasco,  Pedro Haces, gran aficionado a la fiesta brava, que defendió a ésta de sus atacantes permanentes, entre ellos los del partido Verde, de quienes dijo, que sus ataques son totalmente infundados y que hay un amplio sector de aficionados, que defenderán la fiesta hasta sus últimas consecuencias.

            El senador es también el impulsor de la creación de una nueva central obrera, la Central Internacional del Trabajo, que dicen que pude llegar a desplazar a la CTM de la vida nacional.

           La corrida será, como ya le dijimos el 22 de este mes, a partir de las 20 horas en la Plaza El Relicario, que con esto vuelve a la vida.

            Además del rejoneador, los toreros, los empresarios, estuvieron decenas de poblanos aficionados en serio a la fiesta de los toros.

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A partir del inicio del nuevo gobierno encabezado por López Obrador, todos los días hemos sido testigos de una serie de cambios, reformas y decisiones del grupo gobernante, encaminadas a cumplir con los más de cien objetivos que anunció en su toma de posesión y en los que descansa su propuesta de transformar el régimen de gobierno anterior y lograr con ello dar solución a los graves problemas que vive el pueblo mexicano.

Obviamente, una de las partes más importantes de todos estos cambios, son los organismos autónomos cuyo funcionamiento y estructura se encuentran normados dentro de la Constitución General de la República, pero que han sido cuestionados por los mecanismos para la designación de sus titulares y consejeros, así como por los intereses políticos que representan en las denominadas “cuotas partidistas”. Por ello López Obrador, en su afán de lograr el control de todos estos entes, ha anunciado cambios como el quitarles la autonomía para ejercer un control sobre los mismos, es decir, modificar la naturaleza jurídica de los órganos constitucionales que existen hasta el momento en la vida jurídico-político y social de nuestro país, a efecto de reconvertirlos en descentralizados de alguna dependencia del Ejecutivo para mantenerlos acordes a las decisiones y políticas de su gobierno, en diversas declaraciones, dejando ver un claro desdén por los órganos constitucionales autónomos como el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales y sus comisionados, así como dejando entre ver, que si su promesa de un mejor entorno económico no se concreta, será por culpa del Banco de México.

El anuncio de estos cambios, puede representar en un grave peligro y un retroceso en la construcción de un Estado Constitucional Democrático, como el que nos ha llevado más de doscientos años construir, porque con excepción de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuya autonomía constitucional data de 1980, desde 1993 en adelante, en que se otorga autonomía al Banco de México se produjo un vertiginoso incremento de órganos constitucionales autónomos, como el Instituto Federal Electoral en 1996 (hoy Instituto Nacional Electoral, INE) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en 1999; posteriormente el Sistema Nacional de Información Estadística y Geográfica (INEGI), la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), el Instituto Nacional de Evaluación de la Educación (INEE), el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales y la Fiscalía General de la República.

Históricamente, los órganos públicos autónomos surgieron como instituciones coadyuvantes de los Poderes de la Unión; pertenecen y están integrados al Estado y han sido creados en el seno de las repúblicas democráticas para responder a las necesidades y demandas de las sociedades modernas.

Sus funciones básicas son especializar, agilizar y transparentar procesos de carácter administrativo y jurídico, que el Estado brinda a la sociedad, y su principal característica es, que ninguna autoridad pública, privada o política, tiene poder jerárquico sobre ellos, es decir, su autonomía de gestión los hace garantes de imparcialidad y objetividad en sus decisiones, más allá de las circunstancias de gobierno o las veleidades del poder.

Son instituciones establecidas fuera de los poderes tradicionales del gobierno, aunque al mismo nivel jerárquico, su objetivo es desempeñar funciones altamente especializadas y técnicas, concebidos como órganos contramayoritarios, que ejercen un control institucional dentro de la estructura estatal, especialmente en referencia a los órganos tradicionales del poder.

Pues bien, esta función de contrapeso en el ejercicio del poder se ve amenazada por la retórica de una cuarta transformación, que lejos de abonar a equilibrar las fuerzas en el ejercicio del poder, están por construir un autoritarismo absoluto.

Lo preocupante es que los cambios pretenden regresar al control unipersonal del Ejecutivo una serie de facultades y retornar a un centralismo que por nocivo se fue acotando en los últimos años, esto es, empatar el País real con el país formal. Algunos cambios constitucionales y legales preocupan, y mucho, porque pareciera que existe un menosprecio y manipulación del Estado de derecho.

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Después de la elección del pasado 1 de julio, con el apabullante triunfo de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República, así como de la mayoría de los candidatos a las gubernaturas  postulados por MORENA en Estados como Tabasco, Chiapas, Veracruz, Morelos, (Puebla aún indefinido)y la Ciudad de México, así como el haber obtenido la mayoría en las cámaras de Diputados y Senadores, todo ello además de los triunfos de sus candidatos a diputaciones locales y de las alcaldías de las ciudades más importantes de los Estados donde obtuvieron las gubernaturas, el panorama para el nuevo gobierno, no podía ser más promisorio y favorable, por la enorme expectativa que tienen la gran mayoría de los ciudadanos que los favorecieron con su voto; sin embargo, ahora viene la etapa más difícil, al asumir el cargo este 1 de diciembre, que consiste en  lograr cumplir las promesas y compromisos hechos por el Presidente electo a lo largo y ancho del país en los meses de campaña, tales como: terminar con los privilegios de las élites y grupos políticos que han detentado el poder presidencial durante los tres últimos sexenios, investigar y combatir la corrupción y los escándalos como el de la casa blanca del Presidente Peña Nieto, el caso Odebrecht, los desvíos de recursos y enriquecimiento ilícito de exgobernadores como el de Veracruz Javier Duarte y de Chihuahua César Duarte, a los que habría que agregar los de Humberto Moreira de Coahuila, Rosario Robles en la SEDATU y una larga lista de exfuncionarios que a lo largo de estos meses de la transición comienzan a ser señalados con información que los involucra en dichas conductas, el terminar con las pensiones y privilegios de los expresidentes, fijar un tope a los salarios de los funcionarios, desde el Presidente de la República, bajo la premisa de que ningún servidor público puede ganar un salario superior al del Presidente, combatir a los grupos de la delincuencia organizada y del narcotráfico que han impuesto su ley, en varias zonas del país originando un clima de violencia e inseguridad, echar abajo reformas estructurales como la educativa y revisar la de energía, eliminar la figura del fuero para los funcionarios y legisladores, apoyar a los grupos más vulnerables de la sociedad como los adolescentes, mujeres, personas de la tercera edad, discapacitados, reactivar el apoyo al campo y sobre todo combatir la pobreza y la marginación en la que se encuentran sumidos más de cincuenta millones de mexicanos, entre otras. Dichas promesas, que han comenzado a cumplirse con las reformas y leyes aprobadas en las Cámaras de Diputados y Senadores , han tocado a grupos del poder económico del país, como los empresarios y bancos, así como a una clase política acostumbrada a hacer y deshacer con los recursos públicos y que ahora seguramente darán la batalla por las vías a su alcance, a fin de evitar que se logren las transformaciones y cambios que el país demanda y que nos han llevado a una sociedad, donde la riqueza se concentra en unos cuantos y la pobreza en millones de mexicanos, quienes hoy tienen la esperanza de que efectivamente nuestro país cambie para despegar a una etapa donde se termine con la desigualdad y se brinden a las nuevas generaciones mejores oportunidades para el desarrollo de nuestra economía y sacar a México de los últimos lugares en los rubros de corrupción, opacidad, impunidad, inseguridad, delincuencia y narcotráfico que hoy representan un obstáculo para el avance del país.

El caso de la presidencia de López Obrador que formalmente inicia este 1 de diciembre, es inédito en la historia de los procesos electorales del país, ya que ningún candidato a la Presidencia ha logrado más de treinta millones de votos para alcanzar el triunfo. Ni siquiera Vicente Fox del PAN en el primer gobierno de la alternancia política logró tal número de votos. Por ello el bono democrático que obtuvo el nuevo Presidente le permitirá llevar a cabo todas las transformaciones y cambios a las leyes y políticas públicas que propuso en campaña, siempre y cuando logre alcanzar los acuerdos y consensos con las fuerzas políticas y grupos que por ahora, lejos de respaldarlo, se están uniendo para buscar no ser afectados y conservar el poder en las zonas del país donde gobiernan, como los Gobernadores de los Estados del PAN que se han pronunciado en contra de los Delegados Estatales del Gobierno Federal que entrarán en funciones el 1 de diciembre y cuyo poder en el manejo del presupuesto a los Estados, traerá muchos dolores de cabeza e inconformidad a los Ejecutivos estatales, que verán mermado su poder político y deberán negociar con ellos el manejo de los recursos, obras y proyectos de gobierno.

En este momento de arranque formal de la nueva Presidencia, lo que impera en el ánimo de la mayoría de los mexicanos, es la esperanza de que todos los cambios y medidas que se echen a andar, se traduzcan en una mejora de sus condiciones de vida y se logre recuperar la confianza en nuestros gobernantes, el respeto al estado de derecho y con una perspectiva de que antes de los intereses de los partidos, grupos empresariales y gobernantes, se encuentra el futuro y bienestar de todos los mexicanos. 

*Director General del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla A.C.

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La promesa de realizar  una cuarta transformación de México se convirtió en un poderoso lema de campaña de Andrés Manuel López Obrador y ayudó a dar al entonces candidato ese aire mesiánico que entusiasmó a millones de sus seguidores, y que a la postre le redituó en el triunfo electoral, a pesar de que muchos de quienes le dieron su voto, no entendieron de que se trataba de fondo dicha promesa, sino más bien lo que buscaron fue darle un nuevo aire a la tan deteriorada imagen del Presidente de la República.

Sin embargo, hablar de una cuarta transformación del país, representa realizar un movimiento integral de todos los componentes sociales, económicos y políticos que integran a este país, tal como sucedió con la Independencia, primer movimiento transformador del contexto social mexicano, el cual mediante las armas pudo liberar el dominio español que había durado 300 años y que se llevó a cabo de 1810 a 1821.

Posteriormente, la Reforma, guerra entre liberales y conservadores de 1858 a 1861, movimiento del que surgieron las “Leyes de Reforma”, de entre las que destaca, la separación de la Iglesia y el Estado, donde Benito Juárez, el personaje estandarte de López Obrador, fue el protagonista central de este movimiento; y por último, la Revolución, conflicto armado contra la dictadura de Porfirio Díaz entre 1910 y 1917, tras el cual, se promulgó la Constitución que rige actualmente en México.

Del mismo modo que los anteriores Andrés Manuel López Obrador, pretende equiparar su sexenio, del que dice llevará a México a un cambio profundo, cambio del que varios analistas coinciden en que los objetivos planteados son bastante ambiciosos, convirtiéndolos en una apuesta sumamente elevada sobre lo que pudiera ser el ejercicio del nuevo gobierno, es decir, una cosa es querer y otra es poder real y objetivamente cumplir con las transformaciones que necesita nuestro país.

Lo anterior en razón de que, en seis años se puede avanzar poco, si tomamos en cuenta que también dependemos de los intereses internacionales que gravitan sobre México, y que por ello, la cuarta transformación, sobre todo en materia de economía, quedaría un tanto lejos a la conclusión del próximo sexenio.

Aunado a que a pesar de aún no tomar posesión del encargo, las principales promesas sobre las que descansaba esa cuarta regeneración nacional se han diluido y solo quedaron nuevamente en promesas incumplidas, como en los casos de, congelar y bajar gradualmente el precio de la gasolina, ya que el próximo secretario de Hacienda, Carlos Urzúa señaló que, en términos reales no habrá más gasolinazos, pero que los precios se “acomodarán” conforme a la inflación, es decir, el plan del equipo de AMLO, de acuerdo con Urzúa, es mantener la estrategia de la actual administración, estrategia que ellos mismos criticaron y calificaron de ser una vejación, un golpe al bolsillo de los ciudadanos.

Otra de las problemáticas que el nuevo gobierno deberá enfrentar, son el aumento de la violencia y de la ola delictiva que día a día crece en nuestro país, ya que a pesar de lo que se dijo en el último informe, López Obrador va a gobernar un México Salvaje, un México caduco, un México fallido, donde el repunte de delitos como el secuestro, crece sin encontrar resistencia alguna, puesto que en septiembre pasado aumentó 7.5%, abriéndose 129 carpetas de investigación, nueve más que en agosto, cuando se contabilizaron 120 casos.

Donde la escalada, sin fin, del precio de las gasolinas; impacta de forma trascendente el bolsillo y la precaria economía de las familias mexicanas, ya que la tipo Magna rebasó los 20 pesos por litro la semana pasada, en algunas estaciones de la Ciudad de México, llegándose a vender hasta en 20.19 pesos, según datos de la Comisión Reguladora de Energía.

Y por último la desalentadora noticia que nos dio el Índice de Competitividad Global 2018, del Foro Económico Mundial, donde nos indica que el país retrocedió dos posiciones, de la 44 a la 46, y señala que las principales debilidades de nuestra nación siguen siendo la fragilidad de las instituciones, la percepción acerca del crimen organizado, la elevada tasa de homicidios, el incumplimiento de los derechos de los trabajadores, la elevada carga impositiva laboral y los pobres resultados educativos expresados sobre todo en las dificultades que la mayoría de los niños presenta para pensar y razonar, sumar y restar, leer y comprender.

Ante todo lo anterior la promesa de una posible cuarta transformación realmente es poco esperanzadora, necesitaríamos de un movimiento integral y revestido de capacidad de organización, sin embargo el pesimismo de no alcanzarlo está fundamentado en la capacidad de reacción y organización de los nuevos encargados de organizar el movimiento, puesto que muchos de los responsables son viejos conocidos que tuvieron en sus manos esa posibilidad y simple y sencillamente actuaron como siempre, como políticos.

Para poder soñar con lograr una transformación como la que plantea el presidente electo , deberíamos  contar con personajes de una calidad intelectual y moral como la de aquellos que propiciaron las tres anteriores, de lo contrario preparémonos a presenciar una transformación de cuarta.

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