Tradición que recuerda que al morir, el cuerpo se convertirá en polvo

Puebla, Pue.- Imponerse o ´´tomar´´ ceniza este miércoles, en el inicio de Cuaresma en las iglesias  principalmente católica y anglicana, no es sólo una tradición, sino un compromiso personal de destruir egoísmos, soberbia y practicar permanentemente la caridad en ayuda a los más necesitados.

La ceniza además, es un signo bíblico y antigua costumbre que recuerda a quienes acuden a recibirla, que algún día van a morir y su cuerpo se convertirá en polvo, por lo cual son invitados al arrepentimiento sincero y a transformar su vida

En este inicio también de la Cuaresma, el Papa Francisco ha recordado que además de la ceniza hay otros signos, como el ayuno y la abstinencia, y del primero, recalcó, más allá de cumplir con una dieta, debe verse como una acción agradable a Dios; en tanto que la abstinencia no se refiere  únicamente a privarse de comer carne de animales, sino  abstenerse de vicios de la lengua como calumniar y criticar sin razón.
 
Sugiere además el Papa 15 sencillos actos de caridad que ha mencionado como manifestaciones concretas del amor a Dios: Saludar –siempre y en todo lugar-; dar las gracias –aunque no debas hacerlo-: recordar a los demás cuánto los  amas; saludar con alegría a las personas que ves a diario; escuchar la historia de otro, sin prejuicios, con amor.

También, detenerte para ayudar y estar atento para quien lo necesite; levantarle los ánimos a alguien; celebrar las cualidades o éxitos de otro; seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesita; ayudar cuando se necesite para que otro descanse; corregir con amor, no callar por miedo; limpiar lo que usas en casa;  ayudar a los demás a superar obstáculos; y llamar por teléfono o visitar a tus padres, si tienes la fortuna de que vivan aún,

Igualmente: ayunar de palabras hirientes y trasmitir palabras bondadosas; ayunar de descontentos y llenarse de gratitud; ayunar de enojos y llenarse de mansedumbre y de paciencia; ayunar de pesimismo y llenarse de esperanza y optimismo; ayunar de preocupaciones y llenarse de confianza en Dios; ayunar de quejarse y llenarse de las cosas sencillas de la vida;

Ayuna de presiones y llénate de oración; ayuna de tristezas y amargura y llénate de alegría el corazón; ayuna de egoísmo y llénate de compasión por los demás; ayuna de falta de perdón y llénate de actitudes de reconciliación; ayuna de palabras y llénate de silencio y de escuchar a los otros.

Concluye diciendo: si todos intentamos este ayuno, lo cotidiano se llenará de paz, confianza, alegría y vida.

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