Lunes, 09 Julio 2018 21:21

30 años, son la mitad de mi vida

No es que le reclame a la vida, en lo personal me ha regalado momentos muy significativos y me los sigue dando. En lo profesional, como municipalista pude conocer y contar con la amistad del Doctor Raúl Olmedo artífice de las reformas del artículo 115 constitucional, con tales reformas, el municipio mexicano adquiere importantes atribuciones y el pleno reconocimiento de su autonomía. Temas importantes para mi trabajo de tesis en el Politécnico Nacional. El Doctor Olmedo nos compartió sus trabajos en la BUAP, en mi paso como maestro. En la vida política si algo me ha preocupado es precisamente todo lo que se relaciona a la vida municipal. De ahí mi interés de publicar artículos periodísticos de las tareas que le corresponden al gobierno municipal mexicano.

En la administración pública donde colaboré, en la federación, en el estado y en el municipio, mis empleos tuvieron que ver con lo municipal: en la Secretaria de Programación y Presupuesto Federal con los programas  sociales y de obra pública, en el estado, con la cultura y; en el municipio con lo relacionado al control presupuestal, el ejercicio del gasto y la elaboración del presupuesto.

Estoy hablando de más de 20 años en el sector público, la administración pública se vive con rasgos diferentes; la forma de ser ejercida por los diferentes gobiernos tenía un sello especial en cada sexenio o trienio según el caso. La burocracia brinda satisfacciones, pero también momentos no muy gratos. Vi  surgir la apuesta de profesionalizar el servicio público a través del Servicio Civil de Carrera, cosa que después fue abandonada; en mi vida laboral en los tres órdenes de gobierno recibí infinidad de cursos, muchos muy importantes para mejorar nuestro desempeño, pero en la práctica, enfrentamos al amiguismo, compadrazgo, lo que para poder ascender a un puesto por méritos, tendría que ser postergado para la llegada de la siguiente administración, era la esperanza de que llegara por fin el reconocimiento..

Con los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971, heredamos ideales de carácter socialista alimentado por libros y folletos tanto de la extinta Unión Soviética y de Cuba. Dichas ideas afloraban en nuestras campañas para ganar el voto en una planilla estudiantil; los derechos que como estudiantes del Politécnico teníamos y por ello luchábamos; tener voz y ser escuchados por las autoridades tanto de la vocacional como de las propias autoridades del Politécnico, hacerlo realidad era un logro que compartíamos con la comunidad politécnica. Y sin duda a nuestra generación la distingue nuestra forma de pensar, en soñar, en cambiar y transformar a ese México que tiene todo para ser un mejor México; una generación que se atrevió a levantar la voz y a organizarse. Jóvenes que tuvieron que continuar extrañando a un compañero de banca, sin duda 1968 y 1971 fueron dos episodios que nos acompañaron como estudiantes hasta concluir nuestra carrera profesional.

A partir de 1988, los de mi generación, instalados tanto en el sector público o en el privado, alcanzábamos nuestras expectativas ejerciendo nuestras carreras. Sin embargo si algo me queda claro, es que muchos ya como profesionistas y con madurez,  en nuestra forma de pensar, nuestra  experiencia y formación laboral fue importante, sin embargo, para muchos de esa generación, aquel ideal de que era posible otro México seguía latente. Llevarlo a cabo, cristalizar ese sueño parecía a veces tan cerca pero también muy lejano, dependiendo de los actores en la escena política. Con la formación del Frente Democrático Nacional de ese año de 1988, pensamos que se iniciaría un proceso democrático para transformar al país. Gobierno y  políticos para esos años, se alejaban cada vez más de sus representados. Así, y a partir de dichas elecciones si bien el mapa político se transforma, también es cierto que en las sucesivas elecciones presidenciales surgen las dudas en el ganador en cuanto a su legitimidad, las instituciones
electorales juegan un papel importante.

Ser servidor público ha sido lo mejor en mi vida. No solo fue una brillante escuela, es la mejor universidad que tuve para conocer y entender la cosa pública. Conocer lo entramado que representa el gobierno, la administración y la política, no hay mejor lugar que el sector público, la burocracia te premia pero también te castiga. Tus ideales, tus principios se enfrentan a tu responsabilidad laboral. En muchas ocasiones se olvida el compromiso de conducirse con ética, aquella que con tanto entusiasmo juramos al concluir nuestra carrera profesional. Parece que cargar un título universitario en la práctica y la vida profesional termina menospreciado, pero lo más delicado para un profesionista es, terminar devaluados ante la sociedad.

Lo antes expresado, fue como una película de mi vida que transcurrió durante la noche anterior de las elecciones del día domingo 1 de julio de 2018. Para mí, votar ha sido importante. Como electores cada vez que vamos a votar, en cada boleta que depositamos en la urna, no solo elegimos nuestro candidato, en la boleta depositamos muchas esperanzas; que nuestro país cambie y los ciudadanos gocemos de mejores servicios públicos, de escuelas, de carreteras, de fuentes de trabajo y seguridad, entre otras demandas y, para ello reiteramos nuestra confianza a los políticos. Y para estos momentos democráticos que vive nuestro país, me viene a la mente un dialogo de revolucionarios zapatistas, cuando entran a la ciudad de México, al estar en la antesala del Palacio Nacional, asombrados de su majestuosidad subiendo las gradas comentan algo parecido a lo siguiente: “ya hemos hecho lo nuestro en el campo de batalla. Ahora esperamos tener un buen gabinete”. Cuánta razón tenían, seguimos pensando igual.

*Miembro fundador de Alianza Ciudadana Mixteca de Chiautla de Tapia, A.C.

Publicado en CULTURA