En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Santo Padre recordó que “dentro de los pliegues de eventos personales y sociales que a veces parecen marcar el naufragio de la esperanza, debemos permanecer confiados en la acción tenue pero poderosa de Dios”

Por eso, dice el Papa, en los momentos de oscuridad y dificultad, no debemos sentirnos abatidos, sino permanecer anclados en la fidelidad de Dios, en su presencia que siempre salva. Recuerden esto: Dios siempre salva, el Salvador.

Jesús compara el Reino de Dios a un granito de mostaza. Es una semilla muy pequeña, pero se desarrolla tanto que se convierte en la más grande de todas las plantas en el huerto: un crecimiento impredecible, sorprendente. No es fácil para nosotros entrar en esta lógica de la imprevisibilidad de Dios y aceptarla en nuestras vidas. Pero hoy el Señor nos exhorta a una actitud de fe que supera nuestros proyectos, nuestros cálculos, nuestras previsiones.

Es una invitación para abrirnos con más generosidad a los planes de Dios, ya sea a nivel personal como comunitario. En nuestras comunidades debemos prestar atención a las pequeñas y grandes oportunidades de bondad que el Señor nos ofrece, dejándonos involucrar en su dinámica de amor, de bienvenida y de misericordia para con todos nosotros.

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