Ciudad del Vaticano. - En el primer domingo de Cuaresma, Francisco invita a “entrar en el desierto” como Jesús, para reconocer las pasiones desordenadas, vicios, ansias de poder, vanidad y codicia que se posesionan del alma y vencerlas con el silencio, la oración y la escucha de la Palabra de Dios.

Fieras y ángeles los podemos encontrar cuando entramos en nuestro desierto interior, en silencio y a la escucha del corazón, así nos percatamos de su presencia y enfrentamos las tentaciones que nos desgarran, con las buenas inspiraciones divinas que devuelven al alma el orden y la paz. Es precisamente de la lucha de Jesús en el desierto, tentado por Satanás, que nos presenta el Evangelio de hoy, de donde parte la reflexión del Papa en este primer domingo de Cuaresma.

Las bestias selváticas

A mediodía, ante una Plaza de San Pedro soleada y repleta de fieles y peregrinos del mundo, Francisco, horas antes de su retiro para los Ejercicios Espirituales de esta Cuaresma, habla de las pasiones desordenadas que habitan en nuestro mundo interior, las “fieras” que dividen y tratan de poseer el corazón, que cautivan seducen y que pueden destrozarnos.

“Podemos dar nombres a estas "fieras" del alma: los diversos vicios, el ansia de riqueza, que aprisiona en el cálculo y la insatisfacción, la vanidad del placer, que condena a la inquietud y la soledad, y de nuevo la codicia de la fama, que genera inseguridad y una necesidad constante de confirmación y protagonismo, y así siguiendo. Son bestias “selváticas” y como tales, hay que domarlas y combatirlas: de lo contrario, devorarán nuestra libertad”

El sabor del Cielo

El Santo Padre insiste en la necesidad de “entrar en el desierto” para reconocer y combatir estas presencias, pero teniendo como aliados a los “ángeles”, mensajeros de Dios, que nos ayudan, nos hacen el bien, porque su característica es el servicio y no la posesión del alma.

“Los espíritus angélicos, en cambio, recuerdan los buenos pensamientos y sentimientos sugeridos por el Espíritu Santo. Mientras las tentaciones nos desgarran, las buenas inspiraciones divinas nos unifican en armonía: apagan el corazón, infunden el sabor de Cristo, “el sabor del Cielo”. Así vuelven al alma el orden y la paz, más allá de las circunstancias de la vida, sean favorables o desfavorables”.

La voz de Dios

También para captar los pensamientos sanos y buenos inspirados por Dios, advierte Francisco, hay que entrar en el silencio y en la oración. Por ello, como siempre, antes de la oración mariana, el Papa invita a reflexionar partiendo de dos preguntas que pueden acompañar el camino cuaresmal:   

“Primera: ¿cuáles son las pasiones desordenadas, las "fieras" que se agitan en mi corazón? Es bueno reconocerlas, nombrarlas, comprender sus tácticas. Y un segundo interrogante: para dejar que la voz de Dios hable a mi corazón y lo custodie en el bien, ¿pienso retirarme un poco al "desierto", es decir, dedicar un espacio al silencio, a la oración, a la adoración, a la escucha de la Palabra de Dios?”.

Dos reflexiones que el Pontífice pone en manos de la Virgen Santa, que custodió la Palabra y no se dejó tocar por las tentaciones del maligno, para que nos ayude en el camino cuaresmal hacia la Resurrección de Jesucristo.

El retiro espiritual de Francisco

"Esta tarde, junto con los colaboradores de la Curia, comenzaremos los Ejercicios espirituales. Invito a las comunidades y a los fieles a dedicar momentos específicos durante este tiempo de Cuaresma y durante este año de preparación al Jubileo, que es el "Año de la oración", para recogerse en la presencia del Señor."

Lo anunció el Papa al final de la oración mariana. En efecto, esta tarde comienzan los ejercicios espirituales para la Curia romana. Francisco ha invitado a los Cardenales residentes en Roma, a los jefes de Dicasterio y a los Superiores de la Curia, a vivir este período de modo personal, "suspendiendo el trabajo y recogiéndose en oración hasta el viernes 23 de febrero de 2024". Durante esta semana se suspenderán todos los compromisos del Santo Padre, incluida la Audiencia General del miércoles 21 de febrero

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Domingo, 11 Septiembre 2022 12:23

Poseemos un único guía: Jesucristo

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

(Dejemos al Maestro que obre en nuestras vidas. Alimentémonos de su genuino verbo. Hagamos adoración, nos sentiremos libres. Brindemos de entusiasmo ante su esplendor sin ocasos. Como signos vivientes del amor de Dios, cosecharemos valentía. El esfuerzo será para gloriarse. Porque somos débiles, necesitamos alzar el vuelo para soñar y valor para seguirle. No dejemos que nos engañe la moda de los fuegos mundanos, siempre deslumbrando y oprimiendo).


I.-  EN UNIÓN, CON LA PERSONA DE CRISTO,
CAMINAMOS FORTALECIDOS

Entre nosotros, aquí en la tierra,
todo ha de caminar en comunión,
todo ha de moverse en concordia,
todo ha de vivirse en puro amor,
bajo el son de Cristo como faro.

Sólo hay que mirarse en la cruz,
para verse en la mística celeste;
conocerse y reconocerse humilde,
como parte de un transitar vivo,
en recta renovación interminable.

Ahogados por el mar de males,
rogamos, oh Redentor nuestro,
fuerza para desaprobar miserias,
y corregir caídas que nos dejan,  
sin fibra para el hallazgo de Dios.

II.- CON CRISTO SIEMPRE REUNIDOS,
VIVIMOS Y REVIVIMOS EL TIEMPO

Abramos las puertas del corazón,
sirvámonos docilidad en el alma,
que la dulzura del querer es vida,
lo que requiere juntarse a Jesús,
no cerrarse ni encerrarse en el yo.

Aprendamos a vivir congregados,
hasta el extremo de que indivisos,
vivamos en un espíritu fraternal;
seamos uno en el glorioso deseo,
de ser hogar y de formar familia.

Dejémonos congregar en la tierra,
por quien nos mora cada amanecer,
para surtir de luz a un orbe nuevo,
donde nadie florece más que nadie,
en un armónico palpitar de gozos.

III.- SEGUIR A CRISTO,  ES DEJAR LAS TINIEBLAS DEL MUNDO,
VOLVER AL VERSO Y REGRESAR A LA POESÍA

El Unigénito, que se exterioriza
en nosotros, nos llama al verso;
y a regresar al baño de la poesía,
del que nunca debimos marchar,
perseverando fiel en lo auténtico.

La multitud de pasajes falsarios,
no entran en el reino del amor;
se requiere la verdad en todo ser,
que es lo que nos hace germinar,
subsistir y dar el pecho en unión.

Lo más importante es escuchar,
entrar en sintonía unos y otros,
y oír lo que el Señor nos indica:
Vivir su palabra y hacerla vida,
tan sólo así podremos alcanzarle.

Víctor Corcoba Herrero
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En el Domingo de la Palabra de Dios, el Papa Francisco preside el Ángelus desde la Biblioteca Apostólica, invitando a la conversión: “se trata de cambiar de mentalidad y cambiar de vida: no seguir más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús”.

Ciudad del Vaticano. - Este domingo el Santo padre ha reflexionado acerca del hodierno pasaje evangélico según el evangelista Marcos: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio». “Jesús no usaba medias palabras” ha dicho el Papa, de hecho “es un mensaje que nos invita a reflexionar sobre dos temas esenciales: el tiempo y la conversión” ha asegurado el Papa Francisco.

El tiempo

Por un lado – dice Francisco – en este texto del evangelista Marcos, “hay que entender el tiempo como la duración de la historia de la salvación realizada por Dios; por tanto, el tiempo “cumplido” es aquel en el que esta acción salvífica llega a su culmen, a su plena actuación: es el momento histórico en el que Dios ha enviado al Hijo al mundo y su Reino se ha hecho más “cercano” que nunca”.

La conversión

Sin embargo, “la salvación no es automática” puntualiza el Papa. “La salvación es un don de amor, y como tal, ofrecido a la libertad humana, siempre que se habla de amor, se habla de libertad, el amor sin libertad no es amor, puede ser interés, miedo, tantas cosas, pero el amor es siempre libre” y siendo libre – señala – “requiere una respuesta libre: requiere la conversión”. Para Francisco, esta “conversión” significa “cambiar de mentalidad y cambiar de vida: no seguir más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús”. El Pontífice explica demás que “es un cambio decisivo de visión y de actitud”, pues el pecado y en concreto “el de la mundanalidad” trajo al mundo una mentalidad “que tiende a la afirmación de uno mismo contra los demás, e incluso contra Dios”.

“Esto es curioso” – dice el Papa – y pregunta: “¿cuál es tu identidad?”, pues según el Papa, “muchas veces sentimos que al expresar nuestra identidad con un término de contra, es difícil expresar nuestra identidad con un término positivo, contra los otros, contra los demás y contra Dios y por este motivo la mentalidad del mundo puede causar la violencia y el engaño”. Y “vemos lo que sucede con el engaño y la violencia” dice el Papa: “ganas de poder, don de servicio, guerras, explotación contra la gente, esta es la mentalidad del engaño que ciertamente tiene origen en el padre del engaño, en el gran mentiroso, el diablo, él es el padre de la mentira”.

El mensaje de Jesús nos invita a a ser acogedores y humildes

“A todo ello se opone el mensaje de Jesús, que nos invita a reconocernos necesitados de Dios y de su gracia; a mantener una actitud equilibrada frente a los bienes terrenos; a ser acogedores y humildes con todos; a conocernos y realizarnos a nosotros mismos mediante el encuentro y el servicio a los demás” asegura el Papa. De hecho, explica que para cada uno de nosotros, el tiempo durante el que podemos acoger la redención es breve, pues “es la duración de nuestra vida en este mundo”. Y puede parecer larga, señala, recordando un día que fue a dar los sacramentos a una persona enferma anciana: “él en ese momento antes de recibir la eucaristía de la unción de los enfermos me dijo: se me ha pasado la vida, pensaba que era eterno pero me voló la vida. Así nos sentimos los ancianos, que la vida se va y vuela” dice el Papa.

Además, hace hincapié en que “la vida” es un don del infinito amor de Dios, “pero es también el tiempo de verificación de nuestro amor por Él”. “Por eso, cada momento, cada instante de nuestra existencia es un tiempo precioso para amar a Dios y al prójimo, y así entrar en la vida eterna”.

El Señor nos llama a lo largo de nuestra vida

Por último, el Papa señala que la historia de nuestra vida tiene dos ritmos: uno, medible, hecho de horas, días, años; y otro, compuesto por las estaciones de nuestro desarrollo: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez, muerte. Francisco asegura que “la fe nos ayuda a descubrir el significado espiritual de estos tiempos”, pues cada uno de ellos contiene una llamada especial del Señor, “a la que podemos dar una respuesta positiva o negativa”.

Es por ello que nos exhorta a “estar atentos” y “no dejar pasar a Jesús sin recibirlo”, pues tal y como decía San Agustín: “Tengo miedo de Dios cuando pasa, miedo de no reconocerlo y no acogerlo”. Por último, su invitación a pedir a la Virgen María “que nos ayude a vivir cada día, cada momento, como tiempo de salvación en el que el Señor pasa y nos llama a seguirlo. Y nos ayude a convertirnos de la mentalidad del mundo a la del amor, que son fuegos artificiales, y del servicio”.

El Señor nos llama a lo largo de nuestra vida

Por último, el Papa señala que la historia de nuestra vida tiene dos ritmos: uno, medible, hecho de horas, días, años; y otro, compuesto por las estaciones de nuestro desarrollo: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez, muerte. Francisco asegura que “la fe nos ayuda a descubrir el significado espiritual de estos tiempos”, pues cada uno de ellos contiene una llamada especial del Señor, “a la que podemos dar una respuesta positiva o negativa”. Es por ello que nos invita a pedir a la Virgen María “que nos ayude a vivir cada día, cada momento, como tiempo de salvación en el que el Señor pasa y nos llama a seguirlo. Y nos ayude a convertirnos de la mentalidad del mundo a la del amor y del servicio”.

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A la hora del rezo del Ángelus, el Papa profundizó sobre el Evangelio del día, que nos presenta el milagro de la multiplicación de los panes y peces (cfr Mt 14,13-21). Francisco explicó que con ese gesto "Jesús manifiesta su poder, pero no de forma espectacular, sino como señal de la caridad, de la generosidad de Dios Padre hacia sus hijos cansados y necesitados". Por ello, el Pontífice invitó a los cristianos a vivir "en la lógica de Dios", "en la lógica del hacerse cargo del otro", preguntándonos siempre "¿qué nos ofrece la Providencia para compartir?”.

Ciudad del Vaticano.- El domingo 2 de agosto, décimo octavo del tiempo ordinario; el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus asomado a la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano ante un grupo de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, respetando las medidas de seguridad establecidas en este tiempo de pandemia.

El milagro de la multiplicación de los panes y peces

Profundizando sobre el Evangelio del día, que nos presenta el milagro de la multiplicación de los panes y peces (cfr Mt 14,13-21), el Santo Padre explicó que aunque la escena se desarrolla en un lugar desierto, donde Jesús se había retirado con sus discípulos, igualmente la gente lo alcanza para escucharlo y hacerse curar.

"Sus palabras y sus gestos sanan y dan esperanza. Al caer el sol, la multitud está todavía allí, y los discípulos, hombres prácticos, invitan a Jesús a despedirse de ellos para que puedan ir a buscar comida. Pero Él responde: «Dadles vosotros de comer»", aseveró Francisco invitando a imaginar las caras que pondrían los discípulos ante semejante petición.

En este sentido, el Pontífice afirmó que Jesús "sabe bien lo que va a hacer, pero quiere cambiar la actitud de ellos":

"No quiere decir que se las arreglen, sino... ¿Qué nos ofrece la Providencia para compartir?”, dijo Francisco indicando que Jesús, a través de esta situación, quiere educar a sus amigos de ayer y de hoy en la lógica de Dios, "en la lógica del hacerse cargo del otro".

“La lógica de no lavarse las manos, la lógica de no mirar hacia otro lado. La lógica de hacerse cargo del otro. El "que se las arreglen" no entra en el vocabulario cristiano”

Sin embargo, uno de los Doce respondió al Maestro con realismo: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces».

Jesús manifiesta su poder pero no de forma espectacular

Entonces, Jesús contesta: «Traédmelos aquí» (vv. 17-18).Toma los alimentos entre sus manos, levanta los ojos al cielo, pronuncia la bendición e inicia a partir y a dar las porciones a los discípulos para distribuirlas. Y esos panes y esos peces no se terminan sino que basta y sobra para miles de personas.

Cercanía del Papa por el atentado en la Catedral de Managua y el desempleo en pandemia

El Papa hace hincapié en que con ese gesto "Jesús manifiesta su poder, pero no de forma espectacular, sino como señal de la caridad, de la generosidad de Dios Padre hacia sus hijos cansados y necesitados. Él está inmerso en la vida de su pueblo, comprende los cansancios y los límites, pero no deja que ninguno se pierda o falte: nutre con su Palabra y dona alimento abundante para el sustento".

Asimismo, Francisco recuerda que en este pasaje evangélico es evidente la referencia a la Eucaristía, "sobre todo donde describe la bendición, la fracción del pan, la entrega a los discípulos, la distribución a la gente".

Acercarnos a la Eucaristía con compasión y confianza

"Antes de ofrecerse a sí mismo como Pan de salvación, Jesús se preocupa por el alimento para aquellos que lo siguen y que, por estar con Él, se han olvidado de hacer provisiones", aseveró el Santo Padre señalando que no hay contraposición entre el pan necesario para vivir y el pan que es la Eucaristía.

Para el Pontífice, la clave está en actuar siempre con compasión, como Jesús lo hizo con aquella multitud. Un gesto que no es sentimentalismo, sino la manifestación concreta del amor que se hace cargo de las necesidades de las personas:

“La compasión no es un sentimiento puramente material; la verdadera compasión es sufrir con, tomar sobre sí los dolores de los demás. Tal vez nos haga bien hoy preguntarnos: ¿tengo compasión? Cuando leo las noticias sobre las guerras, el hambre, las pandemias, tantas cosas, ¿tengo compasión por esa gente? ¿Me compadezco de la gente que está cerca de mí? ¿Soy capaz de sufrir con ellos, o miro hacia otro lado o digo... que se las arreglen? No olvides la palabra compasión, que es la confianza en el amor providente del Padre y significa compartir con valentía”

Recorramos el camino de la fraternidad

Finalmente, el Papa se despidió invitando a todos a pedir a María Santísima que nos ayude a recorrer el camino que el Señor nos indica en el Evangelio de hoy.

"Es el recorrido de la fraternidad, que es esencial para afrontar las pobrezas y los sufrimientos de este mundo, y que nos proyecta más allá del mundo mismo, porque es un camino que inicia en Dios y a Dios vuelve", concluyó.

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"Dios participa en nuestro dolor para vencerlo", y en medio de tanto sufrimiento causado por esta pandemia, "es aliado nuestro, no del virus". Son las palabras del Padre Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, en la homilía de la celebración de la Pasión del Señor, presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro. El fraile capuchino lanzó un mensaje contundente: "No hagamos que tanto dolor, tantos muertos, tanto compromiso heroico por parte de los agentes sanitarios haya sido en vano. Construyamos una vida más fraterna, más humana y más cristiana".

Ciudad del Vaticano. - La tarde del 10 de abril, Viernes Santo, día en el que la Iglesia recuerda la crucifixión y la muerte de Jesús, el Papa Francisco presidió la celebración de la Pasión del Señor en una solemne Basílica de San Pedro vacía, sin la presencia física de los fieles a causa de la pandemia del coronavirus que ha forzado el aislamiento de millones de personas en todo el mundo.

Homilía completa del padre Cantalamessa en la Pasión del Señor

El encargado de pronunciar la homilía fue el padre Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, quien citando las palabras de San Gregorio Magno, "la Escritura crece con quienes la leen" (cum legentibus crescit), recordó que hoy todos los cristianos leemos el relato de la Pasión con una pregunta en el corazón, "más aún, con un grito", que se eleva por toda la tierra y que por lo tanto, "debemos tratar de captar la respuesta que la Palabra de Dios le da".

Dos perspectivas para mirar el relato "del mal más grande"

"Lo que acabamos de escuchar es el relato del mal objetivamente más grande jamás cometido en la tierra", dijo el padre Raniero sugiriendo que podemos mirarlo desde dos perspectivas diferentes: de frente o por detrás, es decir, por sus causas o por sus efectos:

“Si nos detenemos en las causas históricas de la muerte de Cristo nos confundimos y cada uno estará tentado de decir como Pilato: «Yo soy inocente de la sangre de este hombre» (Mt 27,24). Por lo tanto, la cruz se comprende mejor por sus efectos que por sus causas”

En este sentido, el fraile capuchino subrayó que uno de esos efectos que emanan del sacrificio de Jesús, es que su cruz "ha cambiado el sentido del dolor y del sufrimiento humano... de todo sufrimiento, físico y moral. Ya no es un castigo, ni una maldición. Ha sido redimida en raíz desde que el Hijo de Dios la ha tomado sobre sí".

Asimismo, el padre Raniero hizo hincapié en que Jesús murió por todos y no solo por los que tienen fe, con lo cual el plan de Salvación de Dios fue pensado para toda la humanidad, sin excluir a nadie.

La pandemia nos ha despertado del delirio de omnipotencia

En alusión al actual contexto de sufrimiento e incertidumbre que viven millones de personas en todo el mundo, recluidas en sus hogares cumpliendo con la cuarentena para evitar que se siga extendiendo el coronavirus, el Predicador de la Casa Pontificia lanza una pregunta: ¿Cuál es la luz que todo esto arroja sobre la situación dramática que está viviendo la humanidad?

“También aquí, más que a las causas, debemos mirar a los efectos. No solo los negativos, cuyo triste parte escuchamos cada día, sino también los positivos que solo una observación más atenta nos ayuda a captar. La pandemia del Coronavirus nos ha despertado bruscamente del peligro mayor que siempre han corrido los individuos y la humanidad: el del delirio de omnipotencia”

Ha bastado el más pequeño e informe elemento de la naturaleza, un virus -continuó diciendo Cantalamessa- para recordarnos que somos mortales, que la potencia militar y la tecnología no bastan para salvarnos. «El hombre en la prosperidad no comprende —dice un salmo de la Biblia—, es como los animales que perecen (Sal 49,21). ¡Qué gran verdad!».

Dios participa de nuestro dolor para vencerlo

Igualmente, en su homilía, el padre Raniero puntualizó que en medio de esta pandemia, "¡Dios es aliado nuestro, no del virus!"... «Tengo proyectos de paz, no de aflicción», nos dice Él mismo en la Biblia (Jer 29,11).

El que lloró un día por la muerte de Lázaro llora hoy por el flagelo que ha caído sobre la humanidad. Sí, Dios "sufre", como cada padre y cada madre. Un día, nos avergonzaremos de todas las acusaciones que hicimos contra Él en la vida. Dios participa en nuestro dolor para vencerlo. «Dios —escribe san Agustín—, siendo supremamente bueno, no permitiría jamás que cualquier mal existiera en sus obras, si no fuera lo suficientemente poderoso y bueno, para sacar del mal mismo el bien».

Solidaridad: un fruto positivo de la crisis sanitaria

Otro fruto positivo de la presente crisis sanitaria que destacó el Predicador es el sentimiento de solidaridad.

“¿Cuándo, en la memoria humana, los pueblos de todas las naciones se sintieron tan unidos, tan iguales, tan poco litigiosos, como en este momento de dolor? Nunca como ahora hemos percibido la verdad del grito de un nuestro poeta: «¡Hombres, paz! Sobre la tierra postrada demasiado es el misterio» . Nos hemos olvidado de los muros a construir. El virus no conoce fronteras. En un instante ha derribado todas las barreras y las distinciones: de raza, de religión, de censo, de poder. No debemos volver atrás cuando este momento haya pasado”

Un mundo más pobre de cosas pero más rico en humanidad

Al concluir, el Padre Raniero, recurriendo a la exhortación del Santo Padre Francisco, recordó que no debemos desaprovechar esta ocasión. No hagamos que tanto dolor, tantos muertos, tanto compromiso heroico por parte de los agentes sanitarios haya sido en vano. "Esta es la «recesión» que más debemos temer".

"Es el momento de realizar algo de esta profecía de Isaías cuyo cumplimiento espera desde siempre la humanidad. Digamos basta a la trágica carrera de armamentos. Gritadlo con todas vuestras fuerzas, jóvenes, porque es sobre todo vuestro destino lo que está en juego. Destinemos los ilimitados recursos empleados para las armas para los fines cuya necesidad y urgencia vemos en estas situaciones: la salud, la higiene, la alimentación, la lucha contra la pobreza, el cuidado de lo creado. Dejemos a la generación que venga, un mundo más pobre de cosas y de dinero, si es necesario, pero más rico en humanidad", concluyó.

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«Pablo nos enseña la perseverancia en la prueba y la capacidad de leer todo con los ojos de la fe. Pidamos al Señor hoy, por intercesión del Apóstol, que reviva nuestra fe y nos ayude a ser fieles hasta el final de nuestra vocación de discípulos misioneros». Pablo prisionero ante el rey Agripa, tema de la catequesis del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles 11 de diciembre de 2019.

Ciudad del Vaticano. - “Siguiendo el viaje del Evangelio que nos narra el libro de Los Hechos, descubrimos que san Pablo, evangelizador lleno de entusiasmo y misionero intrépido, participó también en los sufrimientos de la pasión del Señor Jesús, pues como Él, fue igualmente odiado y perseguido”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General del segundo miércoles de diciembre de 2019, continuando con su ciclo de catequesis sobre la evangelización a partir del Libro de los Hechos de los Apóstoles.

Pablo se asocia a la pasión de su Maestro

El Santo Padre comentando el capítulo 21 del Libro de los Hechos de los Apóstoles, en el que se describe la llegada del Apóstol a Jerusalén, dijo que este evento desencadenó un odio feroz hacia él, como lo fue para Jesús, Jerusalén es también la ciudad hostil para san Pablo. “Fue al templo, fue reconocido, sacado para ser linchado y salvado in extremis por los soldados romanos. Acusado de enseñar contra la Ley y el Templo, fue arrestado y comenzó su peregrinación como prisionero, primero delante del sanedrín, luego ante el procurador romano en Cesarea y finalmente ante el rey Agripa”. El evangelista Lucas, señaló el Pontífice, evidencia la semejanza entre Pablo y Jesús, ambos odiados por sus adversarios, acusados públicamente y reconocidos como inocentes por las autoridades imperiales; y así Pablo se asocia a la pasión de su Maestro, y su pasión se convierte en un evangelio vivo.

La persecución a los cristianos en Ucrania y el mundo

El Papa Francisco hablando espontáneamente señaló que, esta mañana tuvo una primera audiencia, con los peregrinos ucranianos de una diócesis de Ucrania. “!Cómo han sido perseguidos esta gente, cuánto han sufrido por el Evangelio! Pero no negociaron la fe. Es un ejemplo. Hoy en el mundo, en Europa, muchos cristianos son perseguidos y dan su vida por su fe, o son perseguidos con guantes blancos, es decir, dejados de lado, marginados”. El martirio, agregó el Papa, es el aire de vida de un cristiano, de una comunidad cristiana. Siempre habrá mártires entre nosotros: esta es la señal de que vamos por el camino de Jesús. Es una bendición del Señor, que exista en el pueblo de Dios, alguno o alguna que sea este testimonio del martirio.

Asimismo, el Santo Padre señaló que, Cristo resucitado hizo cristiano a Pablo y le confió la misión entre los gentiles, él está llamado a defenderse, y al final, en presencia del rey Agripa II, su apología se convierte en un eficaz testimonio de fe. “San Pablo fue llevado ante el rey Agripa para defenderse de las acusaciones que le hacían sus enemigos. Hablando ante el rey – dijo el Papa hablando en nuestro idioma – manifestó su íntimo ligamen con el pueblo de Israel y contó la historia de su conversión: Fue Cristo Resucitado quien lo hizo cristiano y quien le encomendó la misión de ser apóstol de los gentiles. Pablo, obediente al mandato del Señor, se dedicó a demostrar cómo Moisés y los profetas habían preanunciado lo que él les anunciaba: que Jesucristo por su pasión, muerte y resurrección había sido constituido Señor y Salvador”.

Las cadenas de Pablo signo de su fidelidad al Evangelio

El apasionado testimonio de Pablo, explicó el Santo Padre, toca el corazón del rey Agripa, y fue declarado inocente, pero no pudo ser liberado porque apeló al César. Así continúa el viaje incontenible de la Palabra de Dios hacia Roma. “A partir de este momento – puntualizó el Papa – el retrato de Pablo es el del prisionero cuyas cadenas son el signo de su fidelidad al Evangelio y del testimonio dado al Resucitado”.

El Papa a Eparquía de Mukácheve: gracias por su fidelidad a Jesucristo

Las cadenas de Pablo un instrumento misionero eficaz

Las cadenas, subrayó el Papa Francisco, son ciertamente una prueba humillante para el Apóstol, que aparece al mundo como un “malhechor”. Pero su amor por Cristo es tan fuerte que incluso estas cadenas se leen con los ojos de la fe; fe que para Pablo no es "una teoría, una opinión sobre Dios y el mundo", sino es "el impacto del amor de Dios en su corazón, es amor por Jesucristo".

Antes de concluir su catequesis, el Papa Francisco saludó cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y de Latinoamérica. “Pidamos a Dios nuestro Padre que nos conceda perseverar en los momentos de prueba y que nos dé también la capacidad de leer todos los acontecimientos de nuestra vida con los ojos de la fe, para mantenernos fieles en nuestra vocación de discípulos misioneros”.

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En el Ángelus del Domingo XXII del Tiempo Ordinario, el Papa Francisco recordó que, “nadie puede ocupar el primer lugar en la mesa de Aquel que ocupó el último lugar, es decir, el Verbo hecho carne por la más alta humildad, con la finalidad de salvarnos a todos, hasta el último de los hijos del Padre”.

Ciudad del Vaticano.- “Con la enseñanza del Evangelio de hoy, Jesús construye un puente entre la mesa terrenal y la mesa celestial, aludiendo a la comunión final con el Padre en la eternidad. La elección de ocupar el último lugar expresa la conciencia de cuánto hemos sido amados sin nuestro mérito, por pura gracia. Es el Padre quien nos ha llamado, y es sólo Él, la fuente de todo beneficio y honor, quien puede decidir hacernos sentar en el banquete final”, lo dijo el Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del Ángelus del Domingo XXII del Tiempo Ordinario.

Una supuesta superioridad, arruina la fraternidad

El Santo Padre comentando el Evangelio de este domingo que, nos muestra a Jesús que participa en un banquete en la casa de uno de los jefes de los fariseos, y observa cómo los invitados corren para conseguir los primeros lugares señaló que, “esta actitud es bastante común en nuestros días, y no sólo cuando se nos invita a un almuerzo: buscamos el primer lugar para afirmar una supuesta superioridad sobre los demás”. En realidad, precisó el Pontífice, esta carrera hacia los primeros lugares perjudica a la comunidad, tanto civil como eclesial, porque arruina la fraternidad.

La humildad, construye relaciones auténticas

Ante esa escena, el Papa Francisco dijo que Jesús narra dos breves parábolas, a través de las cuales indica dos actitudes que son fundamentales en nuestras vidas: la humildad y la generosidad desinteresada. La primera parábola, señaló el Papa, se dirige a quien es invitado a un banquete, y le exhorta a no ponerse en primer lugar, y recuerda que Jesús nos enseña a tener una actitud opuesta. “Por lo tanto, no debemos buscar por nuestra propia iniciativa la atención y consideración de los demás, sino más bien dejar que sean los otros a dárnosla. Jesús nos muestra siempre el camino de la humildad, porque es el más auténtico, que también nos permite tener relaciones auténticas”.

La generosidad desinteresada nos lleva al amor de Dios

En la segunda parábola, explicó el Santo Padre, Jesús se dirige a aquel que invita y a la manera de seleccionar a los invitados a la fiesta. También aquí, subrayó el Pontífice, Jesús va completamente contracorriente, manifestando como siempre la lógica de Dios Padre. Y añade también la clave para interpretar su discurso: “Porque recibirás tu recompensa en la resurrección de los justos” (v. 14). Esto significa que quien se comporte de esta manera tendrá la recompensa divina, muy superior al intercambio humano que nos espera. El intercambio humano, de hecho afirmó el Papa, suele distorsionar las relaciones, introduciendo intereses personales en una relación que debe ser generosa y gratuita. En cambio, Jesús nos invita a la generosidad desinteresada, para abrirnos el camino hacia una alegría mucho más grande: la de ser partícipes del mismo amor de Dios.

El Papa: “Proteger nuestra casa común con un estilo de vida sostenible”

Hemos sido amados sin nuestro mérito, por pura gracia

Antes de concluir su alocución, el Papa Francisco recordó que, con la enseñanza del Evangelio de hoy, Jesús construye un puente entre la mesa terrenal y la mesa celestial, aludiendo a la comunión final con el Padre en la eternidad. “La elección de ocupar el último lugar expresa la conciencia de cuánto hemos sido amados sin nuestro mérito, por pura gracia. Es el Padre quien nos ha llamado, y es sólo Él, la fuente de todo beneficio y honor, quien puede decidir hacernos sentar en el banquete final”. Nadie puede ocupar el primer lugar en la mesa de Aquel que ocupó el último lugar, concluyó el Papa, es decir, el Verbo hecho carne por la más alta humildad, con la finalidad de salvarnos a todos, hasta el último de los hijos del Padre.

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Domingo, 06 Enero 2019 21:47

Papa en la Misa de Epifanía

En su homilía el Santo Padre recordó que la Navidad tiene un sentido auténtico cuando, al igual que los Reyes Magos, salimos a buscar a Jesús, “la verdadera luz del mundo”.

Ciudad del Vaticano.- El domingo 6 de enero, Fiesta de la Epifanía, “la manifestación del Señor a todas las naciones”; el Papa Francisco presidió la Santa Misa a las 10 de la mañana en la Basílica de San Pedro, a la que asistieron miles de fieles y peregrinos.
Los Reyes Magos en busca de la Estrella

“De esta manera se revela la hermosa realidad de la venida de Dios para todos: cada nación, lengua y población es acogida y amada por Él. El símbolo de esto es la luz, que alcanza e ilumina todo”, explicó el Pontífice en su homilía haciendo especial hincapié en la figura de los tres Reyes magos de Oriente, quienes en una actitud abierta a las sorpresas de Dios, salieron a buscar al Mesías siguiendo la luz de la estrella: “Lo encontraron, pero no donde ellos pensaban. No en el palacio real de Jerusalén, sino en una humilde morada en Belén”.

Los poderosos no se dieron cuenta

Igualmente, el Santo Padre señaló que la misma paradoja surgió en Navidad, cuando el Evangelio hablaba del censo de toda la tierra en tiempos del emperador Augusto y del gobernador Cirenio (cf. Lc 2,2): “ninguno de los poderosos de la época se dio cuenta de que el Rey de la historia había nacido en su momento”.
Dios ilumina, no deslumbra

La explicación está en que la luz de Dios no va a aquellos que brillan con luz propia. “Dios se propone, no se impone, ilumina, pero no deslumbra”- dijo Francisco- aseverando que siempre hay una gran tentación de confundir la luz de Dios con las luces del mundo.

La Iglesia no es sol, sino luna

“Cuántas veces hemos perseguido los destellos seductores del poder y del protagonismo, convencidos de que estamos haciendo un buen servicio al Evangelio, pero en realidad encendimos las luces en el lado equivocado, porque Dios no estaba allí”, aseguró el Papa; recordando que Jesús es la verdadera estrella del mundo que brilla en humilde amor; y que sólo Él está al centro.

“Cuántas veces, pues, como Iglesia, hemos intentado brillar con nuestra propia luz. Pero no somos el sol de la humanidad. Somos la luna que, a pesar de sus sombras, refleja la luz verdadera, el Señor: Él es la luz del mundo (cf. Jn 9, 5). Él, no nosotros”, afirmó.

Buscar un camino alternativo al mundo

Y en referencia a la conclusión del Evangelio que relata como los Magos de Oriente, habiendo encontrado a Jesús, "regresaron a su país por otro camino". (Mt 2,12); Francisco subraya que se trata de buscar “un camino alternativo al mundo, como el que siguen los que se quedan con Jesús en Navidad: María y José, los pastoresy no la vía de los poderosos, como los escribas consultados por Herodes que sabiendo dónde había nacido Jesús no se movieron”.

Imitemos a los Reyes Magos

“No basta con saber dónde nació Jesús, como los escribas, si no llegamos a ese lugar. No basta saber que Jesús nació, como Herodes, si no lo encontramos. Cuando su dónde se convierte en nuestro dónde, su cuándo en nuestro cuándo, su persona en nuestra vida, entonces las profecías se cumplen en nosotros. Entonces Jesús nace dentro de mí y se convierte en un Dios vivo para mí. Hoy estamos invitados a imitar a los Reyes Magos. No discuten, sino que caminan; no se quedan a mirar, sino que entran en la casa de Jesús; no se ponen en el centro, sino que se inclinan ante Él, que es el centro; no se fijan en sus propios planes, sino que están dispuestos a tomar otros caminos”, concluyó el Pontífice.

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“La tumba vacía de Jesús quiere animarnos a creer y a confiar que Dios «acontece» en cualquier situación y en cualquier persona", dijo el Papa en su homilía de la Vigilia Pascual

“Inmersos en la oscuridad de esta noche y en el frío que la acompaña, sentimos el peso del silencio ante la muerte del Señor, un silencio en el que cada uno de nosotros puede reconocerse y cala hondo en las hendiduras del corazón del discípulo que ante la cruz se queda sin palabras”. Con estas palabras el Papa Francisco inició su homilía de la celebración de la Vigilia Pascual, que presidió en una Basílica de San Pedro envuelta por un ambiente de reflexión, en este Sábado Santo en el cual los cristianos profundizan sobre la Pasión y Muerte del Señor, y esperan en oración velante su Resurrección.
El discípulo de hoy también calla ante las injusticias
 
En alusión a las horas posteriores a la muerte de Jesús, donde el dolor y el miedo paralizaron a los discípulos, “que callaron frente a la injusticia, las calumnias y el falso testimonio que condenó al Maestro”, el Santo Padre planteó un interrogante fundamental, invitando a los cristianos de hoy a preguntarse:

“¿Qué decir ante tal situación?”, puesto que al igual que miles de años atrás los discípulos experimentaron de forma dramática su incapacidad de «jugársela» y de hablar en favor de Jesús, escondiéndose, escapando, callando... (cfr. Jn 18,25-27); también en la actualidad de nuestros tiempos, “el discípulo de hoy permanece enmudecido ante una realidad que se le impone haciéndole sentir, y lo que es peor, creer; que nada puede hacerse para revertir tantas injusticias que viven en su carne nuestros hermanos, un discípulo que vive atolondrado por estar inmerso en una rutina aplastante que le roba la memoria, silencia la esperanza y lo habitúa al siempre se hizo así».
El anuncio más grande la historia: Ha resucitado

Asimismo, el Pontífice explicó que a pesar de nuestros silencios tan contundentes, la piedra del sepulcro gritó y en su grito anunció para todos un nuevo camino.
“Fue la creación la primera en hacerse eco del triunfo de la Vida sobre todas las formas que intentaron callar y enmudecer la alegría del evangelio.

Fue la piedra del sepulcro la primera en saltar y a su manera entonar un canto de alabanza y admiración, de alegría y de esperanza al que todos somos invitados a tomar parte; y así dejar espacio para el mayor anuncio que jamás la historia haya podido contener en su seno: «No está aquí ha resucitado» (Mt 28,6).

“Este es el fundamento y la fuerza que tenemos los cristianos para poner nuestra vida y energía, nuestra inteligencia, afectos y voluntad en buscar, y especialmente en generar, caminos de dignidad: ¡No está aquí…ha resucitado!”, añadió el Sucesor de Pedro destacando el valor de este anuncio “que sostiene nuestra esperanza y la transforma en gestos concretos de caridad”.

La tumba vacía de Jesús nos habla

Por otra parte, el Obispo de Roma, profundizó sobre el sentido del sepulcro vacío de Jesús, que interpela constantemente a hombres y mujeres de todos los tiempos y de todas las generaciones, a no dejarse vencer por la indiferencia y lograr ahondar en el misterio más grande la humanidad:

“La tumba vacía quiere desafiar, movilizar, cuestionar, pero especialmente quiere animarnos a creer y a confiar que Dios «acontece» en cualquier situación, en cualquier persona, y que su luz puede llegar a los rincones menos esperados y más cerrados de la existencia”, dijo Francisco, reiterando que Jesús resucitó de la muerte, “resucitó del lugar del que nadie esperaba nada y nos espera —al igual que a las mujeres que llegaron al sepulcro— para hacernos tomar parte de su obra salvadora”.

El Sentido de la Pascua

El Papa concluyó su homilía recordando que celebrar la Pascua, “es volver a creer que Dios irrumpe y no deja de irrumpir en nuestras historias desafiando nuestros «conformantes» y paralizadores determinismos”; y que por consiguiente “celebrar la Pascua es dejar que Jesús venza esa pusilánime actitud que tantas veces nos rodea e intenta sepultar todo tipo de esperanza”.

Y antes de proseguir con la ceremonia, el Pontífice propuso una cuestión “dirigida a todos allí donde estemos, en lo que hacemos y en lo que somos; con la «cuota de poder» que poseemos”: ¿Queremos tomar parte de este anuncio de vida o seguiremos enmudecidos ante los acontecimientos?

Una pregunta a la que cada uno debe responder, a través de un encuentro profundo con Dios, que en cada Pascua nos desvela el misterio más grande de su amor por la humanidad, un Dios que vuelve a decirnos: “¡No está aquí ha resucitado! Y te espera en Galilea, te invita a volver al tiempo y al lugar del primer amor y decirte: No tengas miedo, sígueme”.

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