En la catequesis de su Audiencia General de hoy el Papa Francisco reflexionó sobre la carta de San Pablo a los Gálatas (Gal 3,19) en la que el Apóstol explica que Ley mosaica no es parte constitutiva de la Alianza con Dios. "El amor a Jesús es más importante que todos mandamientos", dijo Francisco, destacando, asimismo, la importancia de respetarlos profundamente ya que estos son los "pedagogos" que nos conducen al encuentro con el Señor.

Ciudad del Vaticano. - La mañana del 11 de agosto el Papa Francisco presidió su Audiencia General en el Aula Pablo VI del Vaticano. En su catequesis, el Santo Padre reflexionó sobre la carta del apóstol San Pablo a los Gálatas (Gal 3,19) que presenta la novedad radical de la vida cristiana: "todos los que tienen fe en Jesucristo están llamados a vivir en el Espíritu Santo, que libera de la Ley y al mismo tiempo la lleva a cumplimiento según el mandamiento del amor".

Dejarnos conducir por el Espíritu Santo

El Pontífice explicó que ante la pregunta «¿para qué la ley?» cuestionada por los misioneros fundamentalistas que no comprendían la importancia de respetar los mandamientos recogidos por Moisés para el pueblo, y por tanto "confundían" a los Gálatas; el apóstol escribe: «Si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley» (Gal 5,18).

Condolencias del Papa por el asesinato del padre Olivier Maire, en Francia

A pesar de que los detractores de Pablo sostenían que los Gálatas "tendrían que seguir la Ley para ser salvados", Francisco puntualizó que el apóstol no está en absoluto de acuerdo con esta afirmación, ya que las disposiciones que surgieron en el “primer concilio” de Jerusalén celebrado con Pedro y los demás apóstoles eran muy claras, y decían:

«Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que estas indispensables: abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza» (Hch 15,28-29).

La Ley: Don de Dios para seguir adelante

Asimismo, el Papa destacó que en aquel tiempo había una profunda necesidad de respetar la ley, "porque era tiempo de paganismo" por lo que la ley se convirtió en un gran don de Dios para poder seguir adelante:

“La ley es la expresión de que un pueblo está en alianza con Dios. Cuando Pablo habla de la Ley, hace referencia normalmente a la Ley mosaica. La observancia de la Ley garantizaba al pueblo los beneficios de la Alianza y el vínculo particular con Dios. Estrechando la Alianza con Israel, Dios le había ofrecido la Torah para que pudiera comprender su voluntad y vivir en la justicia. En más de una ocasión, sobre todo en los libros de los profetas, se constata que la no observancia de los preceptos de la Ley constituía una verdadera traición a la Alianza, provocando la reacción de la ira de Dios”

El Santo Padre hizo hincapié en que los misioneros que se habían infiltrado entre los Gálatas sostenían que el vínculo entre Alianza y Ley mosaica "era tan estrecho que las dos realidades eran inseparables".

La Ley no es la base de la Alianza con Dios

Sin embargo, precisamente sobre este punto -dijo Francisco- podemos descubrir la inteligencia espiritual de San Pablo, quien explica a los Gálatas que, en realidad, la Alianza con Dios y la Ley no están vinculadas de forma indisoluble: "la Ley no es la base de la Alianza porque llegó sucesivamente".

Un argumento como este -añadió el Pontífice- pone en evidencia a los que sostienen que la Ley mosaica sea parte constitutiva de la Alianza:

“La Torah, de hecho, no está incluida en la promesa hecha a Abraham. Dicho esto, no se debe pensar que san Pablo fuera contrario a la Ley mosaica. Más de una vez, en sus Cartas, defiende su origen divino y sostiene que esta posee un rol bien preciso en la historia de la salvación. Pero la Ley no da la vida, no ofrece el cumplimiento de la promesa, porque no está en la condición de poder realizarla. Quien busca la vida necesita mirar a la promesa y a su realización en Cristo”

El Papa concluyó su alocución recordando que todos los cristianos caminamos mirando a una promesa, que nos atrae y nos hace avanzar en nuestro camino de fe. De ahí la importancia de no olvidar la novedad cristiana que revoluciona nuestras vidas: el amor a Jesús es más importante que todos los mandamientos, pero al mismo tiempo estamos llamados a respetarlos, puesto que son "los pedagogos" que nos conducen al encuentro con el Señor.

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Ciudad del Vaticano.- Que las obras de solidaridad no desvíen del contacto con el Señor. Es una necesidad que indicó el Papa al afirmar, a la hora del ángelus dominical, que es indispensable que la pastoral de las comunidades esté abierta a las muchas pobrezas y emergencias, pero teniendo en cuenta que “la caridad cristiana no es simple filantropía”

Al comentar el Evangelio del XXI domingo del tiempo ordinario – San Mateo, capítulo 16, versículos del 13 al 20 – y que presenta el momento en el que Pedro profesa su fe en el Señor como Mesías e Hijo de Dios, el Papa comenzó explicando que el mismo Jesús provoca esta confesión mediante un camino de educación de su fe, que comienza con una pregunta dirigida a los Apóstoles: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?”. A lo que agregó:

“Hablar de los demás no es tan exigente, aunque en este caso ya se requiere la perspectiva de la fe y no el chisme”

“¿Quién dicen que soy yo?”

Teniendo en cuenta que Jesús, básicamente, era considerado un profeta, Francisco explicó que con la segunda pregunta, el Señor los toca directamente: “¿Quién dicen que soy yo?”. De manera que cada uno de los interpelados es llamado a involucrarse, manifestando el motivo por el que sigue a Cristo; lo que incluye la legitimidad de cierta vacilación.

    “Les quita la vergüenza Simón, que con ímpetu declara: `Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo’”

El Santo Padre prosiguió explicando que esta respuesta “tan luminosa”, “es fruto de una gracia especial del Padre celestial”, tal como el mismo Jesús lo confirma al decirle:

    “No te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”

Y al reconocer la correspondencia de Simón con la inspiración de la gracia, Jesús le responde con tono solemne: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Afirmación con la cual el Señor hace entender a Simón el sentido del nuevo nombre que le ha dado, “Pedro”:

    “La fe que acaba de manifestar es la ‘piedra’ inquebrantable sobre la cual el Hijo de Dios quiere construir su Iglesia, es decir su Comunidad”

La fe es vida: una respuesta no teórica

Francisco afirmó además que Jesús dirige hoy esta pregunta a cada uno, como a los primeros discípulos, para dar una respuesta no teórica, sino que involucra la fe, es decir la vida, “¡porque la fe es vida!”. A lo que agregó que se “trata de entender quién es Cristo para nosotros”, es decir, “si Él es el centro de nuestra vida y el fin de todo nuestro compromiso en la Iglesia y en la sociedad”.

La vía maestra de la perfección

El Santo Padre recordó: “Es indispensable y loable que la pastoral de nuestras comunidades esté abierta a las muchas pobrezas y emergencias”, porque la caridad es siempre la vía maestra de la perfección.

    “Pero es necesario que las obras de solidaridad no desvíen del contacto con el Señor Jesús”

La caridad cristiana no es simple filantropía

En efecto, como dijo el Papa al concluir, “la caridad cristiana no es simple filantropía”, sino “mirar al otro con los mismos ojos que Jesús” y “ver a Jesús en el rostro del pobre”. Antes de rezar la antífona mariana Francisco terminó diciendo:

   “Que María Santísima, bienaventurada porque ha creído, sea para nosotros guía y modelo en el camino de la fe en Cristo, y nos haga conscientes de que la confianza en Él da sentido pleno a nuestra caridad y a toda nuestra existencia”

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El Papa: “La esclavitud de hoy lleva al hombre a vivir con la dignidad pisoteada”

Este 23 de agosto se conmemora el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, de aquellos hombres y mujeres que allanaron el camino para poner fin a la esclavitud y la deshumanización.

 Ciudad del Vaticano.- “Aún hoy hay tantos esclavos, tantos hombres y mujeres que no son libres de trabajar: se ven obligados a trabajar, para sobrevivir, nada más. Son esclavos: trabajo forzado... son trabajos forzados, injustos, mal pagados y que llevan al hombre a vivir con la dignidad pisoteada… La esclavitud de hoy es nuestra indignidad, porque quita la dignidad al hombre, a la mujer, a todos nosotros”, con estas palabras pronunciadas por el Papa Francisco durante su homilía en la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta, este 1 de mayo de 2020, en la fiesta de San José Obrero y Día del Trabajo, el Pontífice denunciaba que, aún hoy, este flagelo afecta a los más vulnerables de la sociedad.

Una reivindicación universal de libertad

Por ello, este 23 de agosto al recordar el aniversario de la insurrección, que en 1791, los hombres y mujeres sometidos a la esclavitud en Saint-Domingue, la parte occidental de la isla de La Española que, al proclamar su independencia, recuperó su nombre amerindio original: Haití. Esta revuelta comporta una reivindicación universal de libertad, que va más allá de cualquier límite de tiempo y espacio. Apela a toda la humanidad, sin distinción de origen ni de religión, y sigue resonando hoy con la misma fuerza.

La lucha actual contra la esclavitud moderna y la trata

Mediante el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición, la UNESCO desea recordar la importancia fundamental de la transmisión de la historia para poner de relieve la lucha contra todas las formas de opresión y racismo que existen en la actualidad. El efecto expansivo que provocó la revuelta de 1791 ha marcado el curso de las luchas de liberación de los pueblos y de los movimientos de defensa de los derechos humanos y civiles desde hace más de 200 años. Cristaliza los desafíos, los conceptos y los principios que es imprescindible conocer en la lucha actual contra la esclavitud moderna y la trata de personas. Creemos que la enseñanza de esta historia puede colocar a los ciudadanos de mañana en el camino de la paz y la dignidad.

Directora General UNESCO: poner fin a la deshumanización

Mensaje de la Sra. Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, con motivo del Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición. "Este 23 de agosto honramos la memoria de los hombres y mujeres que, en 1791 en Santo Domingo, se  sublevaron y allanaron el camino para poner fin a la esclavitud y la deshumanización. A través de ellos, rendimos tributo a su memoria y a la de todas las demás víctimas de la esclavitud. (...) Para  extraer enseñanzas de esa historia, debemos poner al  descubierto ese sistema, deconstruir los mecanismos retóricos y pseudocientíficos utilizados para justificarlo y negarnos a aceptar cualquier concesión o apología que por sí misma conduzca a comprometer los principios. Esa lucidez es el requisito fundamental para la reconciliación de la memoria y la lucha contra todas las formas actuales de  esclavitud, que  siguen  afectando  a  millones  de  personas,  en  particular  a  mujeres y niños".

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El Papa durante el rezo del Regina Coeli asegura que el Evangelio de hoy “nos invita a vivir nuestra relación con Cristo con plena confianza y familiaridad”. También felicita a las mamás en su día y recuerda que el Señor sigue llamando a las vocaciones.

Ciudad del Vaticano.- En el Cuarto Domingo de Pascua, también conocido como el Domingo del Buen Pastor, el Papa Francisco narra el Evangelio del día, en el que Jesús habla de la relación que lo une a las ovejas del rebaño, es decir, sus discípulos, resaltando que se trata “de una relación de conocimiento mutuo”: “Mis ovejas - dice - escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen. Les doy vida eterna y no se perderán".

Por tanto – dice el Papa – “el Evangelio de hoy nos invita a vivir nuestra relación con Cristo con plena confianza y familiaridad” y al igual que a sus ovejas, también a nosotros “nos busca y nos ama” y está atento a cada uno de nosotros: “Nos acoge y nos ama tal como somos, con nuestras fortalezas y nuestros defectos. Para cada uno de nosotros "da vida eterna": es decir, nos ofrece la posibilidad de vivir una vida plena, sin fin. Además, nos mantiene y nos guía con amor, ayudándonos a cruzar los caminos inaccesibles y los caminos a veces riesgosos que aparecen en el camino de la vida” ha asegurado frente a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro desde el Balcón del Palacio Apostólico.
La importancia de buscar intimidad con Jesús

Francisco también ha señalado que es importante “escuchar y reconocer su voz” porque esto implica “intimidad con él”, la cual – ha puntualizado – “se consolida en la oración y en la unión de corazón a corazón con el divino Maestro y Pastor de nuestras almas”. Además, esta intimidad de la que habla el Papa “fortalece en nosotros el deseo de seguirlo, saliendo del laberinto de caminos equivocados, abandonando las conductas egoístas, para emprender nuevos caminos de fraternidad y el don de nosotros mismos, a imitación de Él”. A su vez, provoca que atraigamos a él – continua – “a aquellas personas que lo buscan, pero quizás sin saberlo”: “Hay tantas personas, que solo Dios conoce en sus corazones, y que ya son sus "ovejas", pero necesitan un hermano, una hermana que las lleve a Jesucristo”. “¡Ser capaz de hacer esto es una gran gracia y una gran alegría!” ha exclamado.
Jesús es el único Pastor que nos habla, nos conoce y nos da vida eterna

Por último, el Santo Padre ha pedido que no nos olvidemos de que Jesús es el único Pastor que nos habla, nos conoce, nos da vida eterna y nos cuida: “Somos su rebaño y solo debemos esforzarnos por escuchar su voz, mientras que con amor él examina la sinceridad de nuestros corazones. Y de esta continua intimidad con nuestro Pastor, viene la alegría de seguirlo, dejándonos llevar a la plenitud de la vida eterna”. Y esta vida eterna – concluye el Papa – “ya está presente en nuestra existencia terrenal, pero se manifestará plenamente después de la muerte, introduciéndonos en una felicidad infinita, en comunión con Dios y con todas las personas que se dejan guiar por Él”.

Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones

Después del rezo del Regina Coeli, el Papa ha recordado que hoy se celebra el Día Mundial de Oración por las Vocaciones, que este año tiene como tema: "El coraje de arriesgarse por la promesa de Dios" y asegura sus oraciones por las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada. “Esta mañana, en la Basílica de San Pedro, tuve la alegría de ordenar algunos nuevos sacerdotes. Mientras saludo con afecto a estos nuevos presbíteros junto con sus familiares y amigos, los invito a recordar a cuántos el Señor sigue llamando por su nombre, como lo hizo un día con los Apóstoles en la orilla del lago de Galilea, para que puedan convertirse en "pescadores de hombres"”.

En el día de la madre recordemos a todas, también las que nos miran desde el cielo

Finalmente, ha concluido con un recordatorio especial a todas las mamás, cuyo día se celebra hoy en muchos países del mundo y les agradece por su “precioso trabajo en la crianza de sus hijos y protegiendo el valor de la familia”. Además, ha recordado también a las madres que nos miran desde el cielo y “continúan cuidándonos con oración”.

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El Papa preside la Vigilia Pascual en la noche del Sábado Santo y pide dar un lugar central en nuestra vida a “Jesús resucitado”, no dejarnos llevar por el mar de los problemas y mirar la vida como Dios la mira.

Ciudad del Vaticano.- En la noche del 20 de abril, Sábado Santo, el Pontífice preside la Vigilia Pascual en una Basílica de San Pedro envuelta en silencio y reflexión y asegura durante su homilía que al contrario que aquellas mujeres que llevaron los aromas a la tumba y temieron que el viaje fuera en vano – pues una gran piedra sellaba la entrada al sepulcro – nosotros hoy, en cambio, “descubrimos que nuestro camino no es en vano y que no termina delante de una piedra funeraria”.

La Pascua es la fiesta de la remoción de las piedras

“Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad” ha proseguido el Papa Francisco, puntualizando que “la historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la «piedra viva»” que es – dice Francisco – “Jesús resucitado”. Además, ha pedido que nos preguntemos cuál es la piedra que tenemos que remover en nosotros, asegurando que esta noche cada uno de nosotros “está llamado a descubrir en el que está Vivo a aquél que remueve las piedras más pesadas del corazón”, porque es Él – ha dicho el Papa – “quien viene para hacerlo todo nuevo, para remover nuestras decepciones”.

La piedra de la desconfianza

Francisco ha explicado que, a menudo, la esperanza se ve obstaculizada por “la piedra de la desconfianza”: “Cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de los casos, no termina nunca, llegamos a creer con resignación que la muerte es más fuerte que la vida y nos convertimos en personas cínicas y burlonas, portadoras de un nocivo desaliento”.

Pero también ha hablado de otro concepto: “el sepulcro de la esperanza”; un monumento que en ocasiones construimos dentro de nosotros debido a la insatisfacción: “quejándonos de la vida, hacemos que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma” ha dicho el Papa, explicando que se va abriendo paso así una especie de psicología del sepulcro: “todo termina allí, sin esperanza de salir con vida”. Y aquí entra en juego la pregunta hiriente de la Pascua – dice el Papa –  “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”  y a la cual responde firmemente: “El Señor no vive en la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos” y exclama: “¡No enterréis la esperanza!”.

La piedra del pecado

Junto a la piedra de la desconfianza – ha continuado el Pontífice – está “la piedra del pecado” que “sella el corazón”: “El pecado seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero luego deja dentro soledad y muerte”. Además, el pecado es – ha puntualizado – “buscar la vida entre los muertos, el sentido de la vida en las cosas que pasan”.

Levantemos la mirada, el Señor está con nosotros

Recordando de nuevo a las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús y se quedaron asombradas ante la piedra removida y con las caras mirando al suelo, el Papa explica que al igual que a ellas, también a nosotros muchas veces nos sucede lo mismo y “preferimos permanecer encogidos en nuestros límites, encerrados en nuestros miedos”. Y esto lo hacemos – dice Francisco – “porque es más fácil quedarnos solos en las habitaciones oscuras del corazón que abrirnos al Señor”. Ante esto, afirma el Santo Padre, “el Señor nos llama a alzarnos, a levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el Cielo, no para la tierra”.

La mirada de Jesús nos infunde esperanza

Francisco también ha exhortado, por un lado, a mirar la vida como Dios la mira: “En el pecado, él ve hijos que hay que elevar de nuevo; en la muerte, hermanos para resucitar; en la desolación, corazones para consolar”. Por otro lado, el Papa ha invitado a no quedarnos mirando el suelo con miedo, sino a mirar “a Jesús resucitado” porque su mirada “nos infunde esperanza” y nos dice “que siempre somos amados y que, a pesar de todos los desastres que podemos hacer, su amor no cambia”. Además, el Papa ha señalado que podemos cumplir la Pascua con Él, es decir, el paso: “de la cerrazón a la comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza”.

Estar atentos al riesgo de tener fe de museo y no la fe de pascua

Si no tenemos un amor vivo con el Señor, se corre el riesgo de tener “una fe de museo, no la fe de pascua” ha puntualizado el Papa. Y en ese sentido, ha explicado que Jesús “no es un personaje del pasado” sino “una persona que vive hoy” y que “no se le conoce en los libros de historia” sino que “se le encuentra en la vida”.

“A veces nos dirigimos siempre y únicamente hacia nuestros problemas, que nunca faltan, y acudimos al Señor solo para que nos ayude” ha dicho el Papa concluyendo su homilía y ha puntualizado que “entonces no es Jesús el que nos orienta sino nuestras necesidades”. Ante esto, Francisco asegura que la Pascua nos enseña que el creyente está llamado a caminar al encuentro del que Vive y a darle un lugar central en la vida y pide dejar que el Resucitado nos transforme, pues – finaliza – cuantas veces luego de habernos encontrado con el Señor, “volvemos entre los muertos, vagando dentro de nosotros mismos para desenterrar arrepentimientos, remordimientos, heridas e insatisfacciones”.

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Debemos "dejar caer de nuestras manos las piedras de denigración y de la condena, de las habladurías que a veces queremos lanzar contra los demás”, porque, como constató el Papa este domingo "cuando hablamos mal de los demás, tiramos piedras". En cambio, debemos pedir perdón a Jesús y abrirnos a una vida nueva

Ciudad del Vaticano.- Tomar conciencia de que somos pecadores, y dejar caer de nuestras manos las piedras de denigración y de la condena que a veces queremos lanzar contra los demás: fue la invitación del Papa en este V domingo de Cuaresma a la hora del Ángelus dominical, reflexionando sobre el Evangelio del día, que narra el episodio de la mujer adúltera, a quien los escribas y fariseos presentan a Jesús para que la juzgue.

Los tutores de la ley y la misericordia de Jesús

El Papa Francisco visualizó el contraste entre las dos actitudes, precisamente la de los escribas y fariseos, por una parte, y la de Jesús por la otra:

“Los primeros quieren condenar a la mujer, porque se sienten tutores de la Ley y de su fiel aplicación. En cambio, Jesús quiere salvarla, porque Él personifica la misericordia de Dios, que perdonando redime y reconciliando renueva”.

Jesús es puesto a prueba

Tras describir el acontecimiento que presenta la imagen de Jesús en el templo y la llegada de los escribas y fariseos que le llevan a una mujer sorprendida en adulterio, preguntándole si debe apedrearla como prescribe la Ley de Moisés, el Pontífice expresó lo siguiente:

“El evangelista señala que ellos le hicieron esta pregunta ‘para ponerlo a prueba y tener un motivo para acusarlo’. Se puede suponer que su propósito era éste – vean la maldad de esta gente - : el ‘no’ a la lapidación habría sido motivo para acusar a Jesús de desobediencia a la Ley; el ‘sí’, en cambio, para denunciarlo a la autoridad romana, que se había reservado las sentencias para sí misma y no admitía el linchamiento popular. Y Jesús debe responder”.

No encerrar al Hijo de Dios en la perspectiva humana

El Santo Padre afirmó que “los interlocutores de Jesús”, estaban “encerrados en los cuellos de botella del legalismo, y quieren encerrar al Hijo de Dios en su perspectiva de juicio y condena”. En cambio, Jesús "no vino al mundo para juzgar y condenar, sino para salvar y ofrecer a la gente una nueva vida”:

“¿Y cómo reacciona Jesús ante esta prueba? En primer lugar, permanece en silencio durante un rato y se inclina para escribir con el dedo en el suelo, casi como para recordar que el único Legislador y Juez es Dios, que escribió la ley en la piedra. Y luego dice: ‘El de ustedes que esté libre de pecado, arroje la primera piedra contra ella’”.

Hombres no pueden adjudicarse el derecho a la vida o a la muerte

Así el Pontífice explicó que de este modo “Jesús apela a la conciencia de aquellos hombres”:

“Ellos se sentían ‘paladines de la justicia’, pero los llama a la conciencia de su condición de hombres pecadores, por la cual no pueden arrogarse el derecho a la vida o a la muerte sobre otro semejante”.

Jesús invita a tomar conciencia que todos somos pecadores

Francisco prosiguió señalando que la escena siguiente, es decir la que narra que “uno tras otro, comenzando por los ancianos", se fueron "renunciando a apedrear a la mujer”, invita también "a cada uno de nosotros a tomar conciencia de que somos pecadores", y a dejar caer de nuestras manos “las piedras de denigración y de la condena, de las habladurías que a veces queremos lanzar contra los demás”. “Cuando hablamos mal de los demás – constató – tiramos piedras, somos como éstos”.

Miseria y misericordia

Con la imagen final de la sola presencia de Jesús y la mujer, “la miseria y la misericordia”, dijo recordando a san Agustín, el Papa reflexionó lo siguiente:

“Jesús es el único sin culpa, el único que podría arrojarle la piedra contra ella, pero no lo hace, porque Dios ‘no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva’. Y Jesús se despide de la mujer con estas maravillosas palabras: ‘Vete y de ahora en adelante no peques más’. Así Jesús abre ante ella un camino nuevo, creado por la misericordia, un camino que requiere su compromiso de no pecar más.  Es una invitación que vale también para cada uno de nosotros: Jesús cuando nos perdona nos abre siempre un camino nuevo para ir adelante”.

Verdadera conversión está orientada hacia un futuro nuevo

“En este tiempo de Cuaresma – continuó – estamos llamados a reconocernos pecadores y a pedir perdón a Dios. Y el perdón, a su vez, mientras nos reconcilia y nos da la paz, nos permite recomenzar una historia renovada”. “Toda verdadera conversión está orientada hacia un futuro nuevo, hacia una vida nueva, una vida bella, una vida libre del pecado, una vida generosa”.

“No tengamos miedo de pedir perdón a Jesús, porque Él nos abre la puerta a esta vida nueva”, exhortó Francisco. Y concluyó orando para que la Virgen María “nos ayude a testimoniar todo el amor misericordioso de Dios que, en Jesús, nos perdona y hace nueva nuestra existencia, ofreciéndonos siempre nuevas posibilidades”.

Valientes testigos de Jesús y del Evangelio

Tras la oración mariana, en los saludos a los fieles de Roma y de otras partes del mundo el Santo Padre Francisco dirigió un saludo especial a los estudiantes españoles de La Coruña y Albacete; a los de Telfs en Austria y a los de Colmar en Francia. También a los alumnos de Bolonia, Nicosia y Génova, así como a los de las escuelas lasallistas de Turín y Vercelli, que recuerdan el tercer centenario de la muerte de San Juan Bautista de La Salle. A los jóvenes de la Confirmación de Settignano, Scandicci, y a los de la diócesis de Saluzzo, acompañados por su Obispo Mons. Cristiano Bodo, dirigió un pensamiento especial, animándolos a ser “valientes testigos de Jesús y del Evangelio”.

Por último saludó a los chicos de catorce años del Decanato “Romana Vittoria” de Milán, y a los fieles de Pescara, Nápoles y Terni. A todos deseó un feliz domingo, y pidió, como cada domingo, que no nos olvidemos de rezar por él.

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El Papa Francisco invita a los cristianos del mundo, a vivir la Cuaresma como un tiempo “para disfrutar de la cercanía con Dios”, y para reanudar “el camino sacrificado de la cruz, que conduce a la resurrección”

Ciudad del Vaticano.- El Papa en este segundo domingo de Cuaresma nos invita a “contemplar el acontecimiento de la Transfiguración, en el que Jesús concede a los discípulos Pedro, Santiago y Juan el anticipo de la gloria de la Resurrección: una visión del cielo en la tierra. El evangelista Lucas (9:28-36) nos muestra a Jesús transfigurado en el monte, que es el lugar de la luz, un símbolo fascinante de la experiencia única reservada a los tres discípulos. Suben con el Maestro al monte, lo ven sumido en la oración, y en cierto momento "su rostro cambió de aspecto" (v. 29).

Asombro de los discípulos

En los tres discípulos esta experiencia genera una reacción primera, afirma el Papa: “Acostumbrados a verle cada día en la simple apariencia de su humanidad, frente a ese nuevo esplendor, que también envuelve toda su persona, se asombran”.

El asombro es todavía más grande, afirma el Papa, porque “junto a Jesús aparecen Moisés y Elías, que le hablan de su próximo "éxodo", es decir, de su Pascua de muerte y resurrección. Entonces Pedro exclama: "Maestro, es hermoso que estemos aquí". (v. 33). ¡Él no quería que ese momento de gracia terminara!”.

El lugar de la transfiguración

Para el Papa, “la Transfiguración tiene lugar en un momento muy preciso de la misión de Cristo, es decir, después de haber confiado a sus discípulos que "debe sufrir mucho, [...] ser matado y resucitar al tercer día" (v. 21). Jesús sabe que ellos no aceptan esta realidad, y entonces quiere prepararlos para soportar el escándalo de la pasión y muerte de la cruz, para que sepan que este es el camino por el cual el Padre celestial llevará a su Hijo escogido a la gloria, resucitándolo de entre los muertos. Y este será también el camino de los discípulos: nadie llega a la vida eterna si no es siguiendo a Jesús, llevando su propia cruz en la vida terrena”.

El misterio de la transfiguración, insiste el Papa, “nos muestra la perspectiva cristiana del sufrimiento: es un paso necesario pero transitorio. El punto de llegada al que estamos llamados es tan luminoso como el rostro del Cristo transfigurado: en él está la salvación, la bienaventuranza, la luz, el amor ilimitado de Dios. Al mostrar su gloria, Jesús nos asegura que la cruz, las pruebas, las dificultades en las que estamos luchando tienen su solución y su superación en su Pascua”.

Cristo transfigurado, como parte de la reflexión de la Cuaresma, es una invitación a todos los cristianso a subir al monte: “¿En qué sentido? Con oración. Permanezcamos unos instantes en el recogimiento, fijemos nuestra mirada interior en su rostro y dejemos que su luz nos impregne e irradie en nuestras vidas”.

Para el Papa, el evangelista Lucas subraya “el hecho de que Jesús se transfiguró "mientras oraba" (v. 29). Se había sumergido en una conversación íntima con el Padre, en la que también resonaban la Ley y los Profetas, Moisés y Elías... Es así: la oración en Cristo y en el Espíritu Santo transforma a la persona desde dentro y puede iluminar a los demás y al mundo que la rodea”.

El Papa Francisco finalizó su alocución, invitando a que “continuemos nuestro camino cuaresmal con alegría… Que la Virgen María nos enseñe a permanecer con Jesús aun cuando no lo entendamos a él o a sus caminos. Porque sólo estando a su lado veremos Su gloria”.

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 Ciudad del Vaticano.- Fue la afirmación del Papa Francisco a la hora del Ángelus, explicando que el mundo necesita “personas que siguen el empuje del Espíritu Santo que los envía a anunciar esperanza y salvación a los pobres y excluidos; que siguen la lógica de la fe y no del milagro; dedicadas al servicio de todos, sin privilegios ni exclusiones”

En el domingo 3 de febrero, el IV del tiempo ordinario, el Papa Francisco se asomó a la ventana del Palacio Apostólico para rezar el Ángelus junto a los fieles presentes en la Plaza de san Pedro, exactamente una hora antes de partir hacia su 27º Viaje Apostólico Internacional, esta vez con destino a los Emiratos Árabes Unidos.

Antes de reflexionar sobre el Evangelio del día, Lucas 4, 21-30, que presenta el relato de Jesús en la Sinagoga, recordó a los presentes que este episodio es la continuación del Evangelio del domingo pasado, en el que Jesús lee el pasaje del profeta Isaías revelando que sus palabras se cumplen en Él, y presentándose como Aquel en quien se ha depositado el Espíritu del Señor.

«El Evangelio de hoy – dijo el Papa - es la continuación de este relato y nos muestra el asombro de sus conciudadanos al ver que uno de sus compatriotas, “el hijo de José” pretende ser el Cristo, el enviado del Padre».

La lógica de Jesús es la lógica de Dios

El Pontífice explicó que Jesús, con su capacidad de penetrar en las mentes y los corazones, comprendió “inmediatamente” lo que pensaban sus conciudadanos. A saber, que “siendo uno de ellos”, debía “demostrar” esta extraña “pretensión” haciendo milagros en Nazaret, como lo hizo en Cafarnaún:

«Pero Jesús no quiere y no puede aceptar esta lógica, porque no corresponde al plan de Dios: Dios quiere la fe, ellos quieren los milagros, las señales; Dios quiere salvar a todos, y ellos quieren un Mesías para su propia ventaja. Y para explicar la lógica de Dios, Jesús trae el ejemplo de dos grandes profetas antiguos: Elías y Eliseo, a quienes Dios había enviado para sanar y salvar a personas no judías, de otros pueblos, pero que habían confiado en su palabra».
El ministerio de Jesús comienza con un rechazo

Crisis humanitaria en Yemen: apremiante llamamiento del Papa

El Papa siguió narrando que ante la invitación de Cristo a abrir sus corazones “a la gratuidad y universalidad de la salvación” los ciudadanos de Nazaret se rebelaron, y asumieron inclusive una actitud agresiva, hasta el punto de que empujarlo fuera de la ciudad hasta un lugar escarpado, “con intención de despeñarlo”.  "La admiración del primer instante se transformó en una agresión, una rebelión en contra de Él", dijo. Y así subrayó que este Evangelio nos muestra que el ministerio público de Jesús comienza con un rechazo y una amenaza de muerte, paradójicamente precisamente por parte de sus conciudadanos. Pero Jesús, que “sabe bien que debe afrontar el cansancio, el rechazo, la persecución y la derrota”, no se desanimó,  ni detuvo el camino y la fecundidad de su acción profética:

«Él continuó su camino, confiando en el amor del Padre».

Se trata de un precio que, según Francisco, “ayer como hoy, la auténtica profecía está llamada a pagar”.

Mundo necesita personas que siguen empuje del Espíritu

La conclusión del Papa fue la afirmación de que también hoy “el mundo necesita ver en los discípulos del Señor, profetas”, es decir, “personas valientes y perseverantes en la respuesta a la vocación cristiana”:

«Personas que siguen el empuje del Espíritu Santo, que los envía a anunciar esperanza y salvación a los pobres y excluidos; personas que siguen la lógica de la fe y no del milagro; personas dedicadas al servicio de todos, sin privilegios ni exclusiones. En pocas palabras: personas que se abren a acoger en sí mismas la voluntad del Padre y se comprometen a testimoniarla fielmente a los demás».

«Oremos a María Santísima, - finalizó Francisco - para que podamos crecer y caminar en el mismo celo apostólico por el Reino de Dios que animó la misión de Jesús. Ángelus domini…»

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El Papa Francisco en su alocución previa al Ángelus, retomando la pregunta del Evangelio de hoy: ¿Quién es Jesús?, nos recuerda que la profesión de fe en Jesucristo no se detiene ante las palabras, sino que pide ser autenticada por elecciones y gestos concretos, por una vida marcada por el amor de Dios y del prójimo

“Jesús nos dice que, para seguirlo, para ser sus discípulos, es necesario renunciar a nosotros mismos, o sea, renunciar a las pretensiones del orgullo propio, egoísta, y tomar la propia cruz”.

Antes de interpelar directamente a los Doce, dijo el Papa, Jesús quiere saber de ellos que piensa de él la gente, y sabe bien que los discípulos son muy sensibles a la popularidad del Maestro.  Pero en realidad, como dijo Francisco, a Jesús no le interesan los sondeos y el chismorreo de la gente. Él no acepta ni siquiera que sus discípulos respondan a sus preguntas con fórmulas ya elaboradas, citando personajes famosos de la Sagrada Escritura, porque una fe que se reduce a las fórmulas es una fe miope.

Instaurar una relación personal con Cristo

Porque como dijo el Pontífice, el Señor quiere que sus discípulos de ayer y de hoy instauren con Él una relación personal, y así lo acojan como el centro de sus vidas. Por esto los empuja a reflexionar sobre sí mismos, y les pregunta: "Y ustedes ¿quién dicen que soy yo?".

Pero esta pregunta de Jesús, directa y confidencial, hoy va dirigida a cada uno de nosotros: “¿quién soy yo para ti?”. Porque como dijo el Santo Padre, cada uno está llamado a responder, dentro de sí mismo, dejándose iluminar por la luz que el Padre nos da para conocer a su Hijo Jesús.  Y nos puede pasar también a nosotros, como a Pedro, que afirmemos con entusiasmo: "Tú eres el Mesías".

La profesión de fe no se detiene ante las palabras

La misión de Jesús no se cumple en el largo camino del éxito, sino que, en el arduo sendero del Siervo sufriente, humillado, rechazado y crucificado, entonces, afirmó el Papa, nos puede pasar también a nosotros, como a Pedro, que protestemos y nos rebelemos, porque esto contrasta con nuestras expectativas. “En esos momentos, también nosotros merecemos el sano regaño de Jesús: ‘¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres’”.

Jesús nos da a todos, una regla fundamental: “El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará". Para entender esta paradoja, dijo el Papa, es necesario recordar que nuestra más profunda vocación es el amor, porque estamos hechos a imagen de Dios que es amor. A menudo en la vida, por tantos motivos, nos equivocamos de camino, buscando la felicidad en las cosas, o en las personas que las tratamos como si fueran cosas.

Pero Francisco nos dijo que la felicidad la encontramos solamente cuando el amor, el verdadero, nos encuentra, nos sorprende, nos cambia. “Lo demuestran los testimonios de los santos”. Afirmó el Papa concluyendo su alocución pidiendo a la Virgen que nos ayude a caminar en su camino, gastando generosamente nuestra vida por Él y sus hermanos.

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El Santo Padre reflexionó sobre el Evangelio Dominical (cf. Mc 7,31-37) que relata la milagrosa curación de Jesús a un sordomudo, y explicó que el modo de actuar del Maestro, "siempre discreto", es el estilo que todos los cristianos estamos llamados a imitar.

Ciudad del Vaticano.- En la soleada mañana del 9 de septiembre, XXIII Domingo del tiempo ordinario, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus junto a miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

Actuar como Jesús: hacer el bien con discreción

Reflexionando sobre el Evangelio Dominical (cf. Mc 7,31-37), que relata la milagrosa curación de Jesús a un sordomudo entre la multitud que lo seguía en las proximidades del mar de Galilea, el Santo Padre destaca la forma de actuar que caracteriza al Señor:

"Siempre con discreción. No quiere impresionar a la gente, no está en la búsqueda de popularidad o éxito, sino que sólo quiere hacer el bien a las personas. Con esta actitud, Él nos enseña que el bien debe hacerse sin clamores y sin ostentación, sin hacer sonar la trompeta, va realizado en silencio".

El Hijo de Dios comprende el dolor humano e interviene

En cuanto al gesto sanador perpetrado por el Maestro, quien "pone sus dedos en los oídos del sordomudo y con su saliva le toca la lengua"; el Pontífice explica que hace referencia a la Encarnación:

Ángelus del Papa del 9 de septiembre de 2018.- "El Hijo de Dios es un hombre plenamente integrado en la realidad humana, por lo tanto, puede comprender la condición dolorosa de otro hombre e interviene con un gesto en el que está implicada toda su propia humanidad", asegura Francisco haciendo hincapié en que, al mismo tiempo, Jesús quiere hacer entender que el milagro se produce por su unión con el Padre:

«Por esta razón, levantó su mirada al cielo. Luego suspiró y pronunció la palabra resolutiva: "Effatá", que significa "Ábrete". Y al instante el hombre fue sanado: sus oídos se abieron, su lengua se soltó. La sanación era para él una "apertura" a los demás y al mundo».

El ser humano necesita una doble curación: del cuerpo y del alma

Por otra parte, el Obispo de Roma señala que esta historia refleja además, la necesidad que tenemos de una doble curación.

"En primer lugar, la curación de la enfermedad y el sufrimiento físico, para restaurar la salud del cuerpo, si bien este objetivo no es plenamente alcanzable en el horizonte terrenal, a pesar de los esfuerzos de la ciencia y la medicina".

"Pero hay una segunda sanación, quizás más difícil, - dice el Papa- y es la sanación del miedo que nos empuja a marginar a los enfermos, a los que sufren, a los discapacitados".

Al respecto, el Santo Padre advierte que hay muchas maneras de marginar, incluso a través de una "pseudo lástima" que experimentamos por el otro, o con la tendencia directa a eliminar el problema:

"Nos quedamos sordos y mudos ante los dolores de las personas marcadas por enfermedades, angustias y dificultades. Demasiadas veces el enfermo y el sufriente se convierten en un problema, mientras que deberían ser una oportunidad para mostrar la preocupación y la solidaridad de una sociedad hacia los más débiles", añadió.

El milagro de"Effatá": vivir en comunión con Dios y los hermanos

De esta manera, «Jesús nos reveló el secreto de un milagro que también nosotros podemos repetir, convirtiéndonos en protagonistas de "Effatá", de esa palabra "Ábrete" con la que Él devolvió la voz y el oído al sordomundo», afirma el Sucesor de Pedro, asegurando que se trata de abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas que sufren y necesitan ayuda, evitando el egoísmo y el cierre del corazón.

«Es precisamente el corazón, es decir, el núcleo profundo de la persona, lo que Jesús vino a "abrir", a liberar, a hacernos capaces de vivir plenamente nuestra relación con Dios y con los demás. Él se hizo hombre para que el hombre, sordomudo interiormente por el pecado, pueda escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que habla a su corazón, y así aprenda a hablar, a su vez, el lenguaje del amor, traduciéndolo en gestos de generosidad y entrega», concluye el Pontífice alentando a todos a encomendarse a la Virgen María «que estuvo totalmente "abierta" al amor del Señor»; para que ella «nos ayude a experimentar cada día en la fe, el milagro de "Effatá", y vivir así en comunión con Dios y con nuestros hermanos».

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Domingo, 09 Julio 2017 00:28

Tres llamadas de Jesús

El evangelio de Mateo ha recogido tres llamadas de Jesús que hemos de escuchar con atención sus seguidores, pues pueden transformar el clima de desaliento, cansancio y aburrimiento que a veces se respira en algunos sectores de nuestras comunidades cristianas.

"Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré".

Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que viven su religión como una carga pesada. No son pocos los cristianos que viven agobiados por su conciencia. No son grandes pecadores. Sencillamente han sido educados para tener siempre presente su pecado y no conocen la alegría del perdón continuo de Dios. Si se encuentran con Jesús se sentirán aliviados.

Hay también cristianos cansados de vivir su religión como una tradición gastada. Si se encuentran con Jesús aprenderán a vivir confiando en un Dios Padre. Descubrirán una alegría interior que hoy no conocen. Seguirán a Jesús no por obligación, sino por atracción.

"Cargad con mi yugo, porque es llevadero, y mi carga, ligera".

Es la segunda llamada. Jesús no agobia a nadie. Al contrario, libera lo mejor que hay en nosotros, pues nos propone vivir haciendo la vida más humana, digna y sana. No es fácil encontrar un modo más apasionante de vivir.

Jesús libera de miedos y presiones, no los introduce; hace crecer nuestra libertad, no nuestras servidumbres; despierta en nosotros la confianza, nunca la tristeza; nos atrae hacia el amor, no hacia leyes y preceptos. Nos invita a vivir haciendo el bien.

"Aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras vidas".

Es la tercera llamada. Hemos de aprender de Jesús a vivir como él. Jesús no complica la vida. La hace más clara y sencilla, más humilde y más sana. Ofrece descanso. No propone nunca a sus seguidores algo que él no ha vivido. Por eso puede entender nuestras dificultades y nuestros esfuerzos, puede perdonar nuestras torpezas y errores, animándonos siempre a levantarnos.

Hemos de centrar nuestros esfuerzos en promover un contacto más vital con Jesús en nuestras comunidades, tan necesitadas de aliento, descanso y paz. Me entristece ver que es precisamente su modo de entender y de vivir la religión lo que conduce a no pocos, casi inevitablemente, a no conocer la experiencia de confiar en Jesús. Pienso en tantas personas que, dentro y fuera de la Iglesia, viven "perdidas", sin saber a qué puerta llamar. Sé que Jesús podría ser para ellas la gran noticia.

14 Tiempo ordinario - A
(Mateo 11,25-30)
09 de julio 2017

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