Domingo, 06 Enero 2019 21:47

Papa en la Misa de Epifanía

En su homilía el Santo Padre recordó que la Navidad tiene un sentido auténtico cuando, al igual que los Reyes Magos, salimos a buscar a Jesús, “la verdadera luz del mundo”.

Ciudad del Vaticano.- El domingo 6 de enero, Fiesta de la Epifanía, “la manifestación del Señor a todas las naciones”; el Papa Francisco presidió la Santa Misa a las 10 de la mañana en la Basílica de San Pedro, a la que asistieron miles de fieles y peregrinos.
Los Reyes Magos en busca de la Estrella

“De esta manera se revela la hermosa realidad de la venida de Dios para todos: cada nación, lengua y población es acogida y amada por Él. El símbolo de esto es la luz, que alcanza e ilumina todo”, explicó el Pontífice en su homilía haciendo especial hincapié en la figura de los tres Reyes magos de Oriente, quienes en una actitud abierta a las sorpresas de Dios, salieron a buscar al Mesías siguiendo la luz de la estrella: “Lo encontraron, pero no donde ellos pensaban. No en el palacio real de Jerusalén, sino en una humilde morada en Belén”.

Los poderosos no se dieron cuenta

Igualmente, el Santo Padre señaló que la misma paradoja surgió en Navidad, cuando el Evangelio hablaba del censo de toda la tierra en tiempos del emperador Augusto y del gobernador Cirenio (cf. Lc 2,2): “ninguno de los poderosos de la época se dio cuenta de que el Rey de la historia había nacido en su momento”.
Dios ilumina, no deslumbra

La explicación está en que la luz de Dios no va a aquellos que brillan con luz propia. “Dios se propone, no se impone, ilumina, pero no deslumbra”- dijo Francisco- aseverando que siempre hay una gran tentación de confundir la luz de Dios con las luces del mundo.

La Iglesia no es sol, sino luna

“Cuántas veces hemos perseguido los destellos seductores del poder y del protagonismo, convencidos de que estamos haciendo un buen servicio al Evangelio, pero en realidad encendimos las luces en el lado equivocado, porque Dios no estaba allí”, aseguró el Papa; recordando que Jesús es la verdadera estrella del mundo que brilla en humilde amor; y que sólo Él está al centro.

“Cuántas veces, pues, como Iglesia, hemos intentado brillar con nuestra propia luz. Pero no somos el sol de la humanidad. Somos la luna que, a pesar de sus sombras, refleja la luz verdadera, el Señor: Él es la luz del mundo (cf. Jn 9, 5). Él, no nosotros”, afirmó.

Buscar un camino alternativo al mundo

Y en referencia a la conclusión del Evangelio que relata como los Magos de Oriente, habiendo encontrado a Jesús, "regresaron a su país por otro camino". (Mt 2,12); Francisco subraya que se trata de buscar “un camino alternativo al mundo, como el que siguen los que se quedan con Jesús en Navidad: María y José, los pastoresy no la vía de los poderosos, como los escribas consultados por Herodes que sabiendo dónde había nacido Jesús no se movieron”.

Imitemos a los Reyes Magos

“No basta con saber dónde nació Jesús, como los escribas, si no llegamos a ese lugar. No basta saber que Jesús nació, como Herodes, si no lo encontramos. Cuando su dónde se convierte en nuestro dónde, su cuándo en nuestro cuándo, su persona en nuestra vida, entonces las profecías se cumplen en nosotros. Entonces Jesús nace dentro de mí y se convierte en un Dios vivo para mí. Hoy estamos invitados a imitar a los Reyes Magos. No discuten, sino que caminan; no se quedan a mirar, sino que entran en la casa de Jesús; no se ponen en el centro, sino que se inclinan ante Él, que es el centro; no se fijan en sus propios planes, sino que están dispuestos a tomar otros caminos”, concluyó el Pontífice.

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