Miércoles, 07 Febrero 2024 09:07

Cuidado con esa tristeza que erosiona el corazón

Ciudad del Vaticano. - Durante la audiencia general de esta mañana el Papa reflexionó sobre una "enfermedad del alma" que puede insinuarse y postrar a una persona hasta derrumbarla: este "demonio astuto" debe combatirse pensando en Jesús, que "nos trae la alegría de la resurrección"

La tristeza entendida como "un abatimiento del alma, una aflicción constante que impide al hombre experimentar la alegría", fue el tema al que el Papa Francisco dedicó su catequesis de este miércoles 7 de febrero, la séptima de su serie dedicada a los vicios y las virtudes que celebró en el Aula Pablo VI, ante la presencia de unas cinco mil quinientas personas entre fieles y peregrinos de los cinco continentes.

    “¿Hasta cuándo se engrosará mi alma de pensamientos, tristeza en mi corazón todo el día? Pero en tu fidelidad he confiado; exultaré en tu salvación, cantaré al Señor, que me ha bendecido” (del Salmo 13, 2-3.6)”

Una tristeza amiga y una tristeza no buena

El Papa dijo que es necesario distinguir entre dos tipos distintos de tristeza: la que forma parte del camino de conversión del cristiano, y que la gracia de Dios transforma en alegría, y la que "se insinúa en el alma y la postra en un estado de abatimiento". Es esta tristeza la que hay que combatir, dijo Francisco.

Hay, pues, una tristeza amiga, que nos conduce a la salvación. Pensemos en el hijo pródigo de la parábola: cuando toca el fondo de su degeneración, siente una gran amargura, y esto le impulsa a entrar en razón y decidir volver a la casa de su padre.

    “Es una gracia gemir por los propios pecados, recordar el estado de gracia del que hemos caído, llorar porque hemos perdido la pureza en la que Dios nos soñó”

La melancolía que exaspera el corazón

El segundo tipo de tristeza, en cambio, es "una enfermedad del alma". Y Francisco explicó que está ligada a la experiencia de una pérdida, que nace en el corazón por el desvanecimiento de un deseo, de un sueño, de una esperanza. El Santo Padre citó el episodio de los discípulos de Emaús que caminaban hacia Jerusalén "con el corazón desilusionado", y observó:

    “Cuando esto sucede, es como si el corazón del hombre cayera en un precipicio, y los sentimientos que experimenta son desánimo, debilidad de espíritu, depresión, angustia. Todos pasamos por pruebas que generan tristeza en nosotros, porque la vida nos hace concebir sueños que luego se hacen añicos. En esta situación, algunos, tras un tiempo de agitación, se apoyan en la esperanza; pero otros se revuelcan en la melancolía, dejando que supure en su corazón”

Cuidado con la tristeza que lleva al egoísmo

Francisco definió este tipo de tristeza como "el placer del no placer", es "alegrarse de que esto no haya sucedido, es como tomar un caramelo amargo, amargo, amargo sin azúcar y chupar ese caramelo".

Y propuso algunos ejemplos: "Ciertos lutos prolongados", observó, así como "ciertas amarguras rencorosas" que llevan a la persona a vivir perpetuamente en un estado de ánimo vengativo o de victimismo que no produce una vida sana, ni mucho menos cristiana. De ser una emoción natural, advirtió el Papa, la tristeza se convierte entonces en algo maligno. Es un demonio astuto, el de la tristeza", dijo y concluyó hablan do espontáneamente:

    “Debemos estar atentos a esta tristeza y pensar que Jesús nos trae la alegría de la resurrección. Pero, ¿qué debo hacer cuando estoy triste? Detenerte y ver: ¿Es una tristeza buena? ¿Esta tristeza no es buena? Y reaccionar según la naturaleza de la tristeza. No se olviden que la tristeza puede ser algo muy malo que nos lleva al pesimismo, nos lleva a un egoísmo difícil de curar”

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Ciudad del Vaticano. - Un Jesús que sale al encuentro de la humanidad herida, que está en movimiento, que visita nuestras casas, que quiere salvar, liberar, sanar, es el que propone Francisco en Ángelus de este domingo, porque la fe no es un consuelo que nos deja tranquilos, sino un impulso para dar a conocer a un Padre lleno de amor y compasión.

Una fe madura nos pone en camino, nos hace salir como Jesús al encuentro de la humanidad herida y nos manifiesta al Dios que ama y consuela. El movimiento, esa es la palabra clave de la reflexión del Papa, este mediodía, a la hora del Ángelus, en la Plaza de San Pedro. Un Jesús que, como propone el Evangelio de hoy, predica en la sinagoga, cura a los enfermos y endemoniados, se retira en oración y retoma su camino. Un continuo movimiento, que nos interpela:

“Jesús, que sale al encuentro de la humanidad herida, nos manifiesta el Rostro del Padre. Puede que en nuestro interior aún tengamos la idea de un Dios distante, frío, indiferente ante nuestra suerte. El Evangelio, en cambio, nos muestra que Jesús, después de haber enseñado en la sinagoga, sale para que la Palabra que ha predicado pueda alcanzar, tocar y sanar a las personas. De este modo nos revela que Dios no es un amo distante que nos habla desde lo alto; por el contrario, es un Padre lleno de amor que se hace cercano, que visita nuestras casas, que quiere salvar y liberar, sanar todo mal del cuerpo y del espíritu”

"Dios está siempre cerca de nosotros", agregó el Pontífice, y su actitud es de "cercanía, compasión y ternura". No hay que olvidar que Dios que se acerca para acompañarnos, con ternura, y para perdonarnos.

Movimiento y oración que fortalece

En esa jornada en constante movimiento, Jesús también se retira en oración, “para llevar todo y a todos al corazón del Padre”. Es la oración – subraya el Santo Padre – la que le da fuerzas para seguir, para volver de nuevo a los hermanos. Un incesante caminar el de Jesús, que para el Papa, son una invitación a reflexionar sobre nuestra fe y que nos interpela.

“Podemos preguntarnos: ¿hemos descubierto el Rostro de Dios como Padre de la misericordia, o más bien anunciamos y creemos en un Dios frío y distante? ¿La fe nos mueve a ponernos en camino, o es un consuelo intimista que nos deja tranquilos? ¿Rezamos solo para sentirnos en paz, o la Palabra que escuchamos y predicamos nos hace salir también a nosotros, como a Jesús, al encuentro de los demás para difundir el consuelo de Dios?

Portadores de esperanza

Para responder a estas preguntas, el Obispo de Roma invita a mirar el camino de Jesús, a recordar que el primer “trabajo espiritual” que debemos realizar para alcanzar una madurez en la fe es abandonar la idea de un Dios que creemos distante y convertirnos cada día al Padre del amor y la compasión, ponernos en camino como Jesús y pedir a María, Mujer en camino, que nos ayude a salir de nosotros mismos para anunciar y testimoniar al Señor.

“Cuando descubrimos el verdadero Rostro del Padre, nuestra fe madura: ya no nos quedamos como “cristianos de sacristía” o “de salón”, sino que nos sentimos llamados a ser portadores de la esperanza y la sanación de Dios”.

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Ciudad del Vaticano. - Hay cadenas que nos hacen esclavos, nos devoran energía incluso nos empujan al consumismo y socavan nuestra autoestima, pero hay una luz al final del túnel: existe un remedio eficaz para combatirlas. En el último domingo de enero, el Papa Francisco habla de estas tentaciones y nos da las claves para afrontarlas.

“Debemos cuidarnos de las "cadenas" que sofocan nuestra libertad” ha sido la advertencia del Papa Francisco este domingo, antes de rezar la oración mariana del Ángelus: “Pienso en las adicciones, que nos hacen esclavos, siempre insatisfechos y devoran energía, bienes y afectos; otra cadena: pienso en las modas dominantes, que nos empujan al perfeccionismo imposible, al consumismo y al hedonismo, que mercantilizan a las personas y desvirtúan sus relaciones”.

¿Cuáles son las cadenas que sofocan nuestra libertad?

Las “adicciones” y las “modas” son para el Papa las dos cadenas más fuertes que pueden apresar nuestro corazón, pero no las únicas. El Papa este mediodía, asomado desde el balcón pontificio, también ha agregado a la lista de estas cadenas que atentan contra nuestra libertad, las “tentaciones”, el “miedo”, la “intolerancia” y la “idolatría del poder”: “También están las tentaciones y los condicionamientos que socavan la autoestima, la serenidad y la capacidad de elegir y amar la vida; otra cadena: el miedo, que hace mirar al futuro con pesimismo, y la intolerancia, que siempre echa la culpa a los demás; y luego está una cadena muy fea, la idolatría del poder, que genera conflictos y recurre a las armas que matan o se sirve de la injusticia económica y de la manipulación del pensamiento. Tantas cadenas, tantas están en nuestra vida”.

Si entráis en diálogo con el diablo, él gana, siempre

Francisco ha basado su reflexión de hoy en el Evangelio hodierno según San Marcos, que presenta a Jesús liberando a una persona poseída por un "espíritu maligno" que la destrozaba y la hacía gritar sin cesar, para confirmar que “Jesús vino a liberarnos de todas estas cadenas”: “Jesús tiene el poder de echar al diablo. Jesús libera del poder del mal, pero -tengamos cuidado- ¡expulsa al diablo, pero no conversa con él!”.

Por tanto, otra advertencia de Papa en este último domingo de enero es “no dialogar con el diablo”: “Tened cuidado: con el diablo no se dialoga, porque si entráis en diálogo con él, él gana, siempre”.

¿Qué hacer cuando nos sentimos tentados?

“Invocar a Jesús: invocarlo allí, donde sentimos que las cadenas del mal y del miedo aprietan con más intensidad”

Para Francisco, la manera más eficaz de liberarnos de estas cadenas es “no dialogar con el diablo” pero sobre todo “invocando a Jesús”, pues es Él quien, con la fuerza de su Espíritu, quiere repetir al maligno también hoy: "Vete, deja en paz ese corazón, no dividas el mundo, las familias, nuestras comunidades; déjalas vivir en paz, para que florezcan allí los frutos de mi Espíritu, no los del tuyo. Para que reine entre ellos el amor, la alegría, la mansedumbre, y en lugar de la violencia y los gritos de odio, haya libertad y paz, respeto y cuidado hacia todos".

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CIUDAD DEL VATICANO. - En su alocución antes de rezar la oración mariana del ángelus, el Santo Padre dijo que el Evangelio de este II Domingo del Tiempo Ordinario “nos invita a hacer memoria de nuestro primer encuentro con Jesús y a renovar la alegría de seguirlo”. Además, pidió que “María Santísima, la primera discípula de Jesús, nos conceda el deseo de buscarlo, el deseo de estar con Él y el deseo de anunciarlo”.

“¿Qué significa ser discípulos del Señor?”. Esta fue la pregunta que estuvo al centro de la reflexión del Papa Francisco en su alocución antes de rezar la oración mariana del ángelus, de este domingo 14 de enero de 2024.

Al comentar el Evangelio (cf. Jn 1,35-42) que la liturgia presenta este II Domingo del Tiempo Ordinario, el Santo Padre señaló que el evangelista Juan nos narra “el encuentro de Jesús con los primeros discípulos”. Esta escena, indicó, nos invita a hacer memoria de nuestro primer encuentro con Jesús y a renovar la alegría de seguirlo, seguir a Jesús significa ser su discípulo. Para ello, el Evangelio nos ayuda sugiriéndonos tres palabras: buscar a Jesús, vivir con Jesús, anunciar a Jesús.
Para ser discípulos de Jesús es necesario ante todo buscarlo

Al explicar el primer verbo: buscar, el Papa Francisco destacó que, gracias al testimonio del Bautista, dos discípulos comenzaron a seguir a Jesús y Él, «al ver que lo seguían, les pregunta: “¿Qué buscan?”». Son las primeras palabras que Jesús les dirige: ante todo les invita a mirar en su interior, a interrogarse sobre los deseos que llevan en el corazón.

“El Señor no quiere prosélitos, no quiere ‘seguidores’ superficiales, sino el Señor quiere personas que se interroguen y se dejen interpelar por su Palabra. Por lo tanto, para ser discípulos de Jesús es necesario ante todo buscarlo, luego tener un corazón abierto, en búsqueda, no un corazón saciado ni conforme”.
La fe es ir a ver dónde vive el Señor y vivir con Él

La segunda palabra: vivir, indicó el Santo Padre, nos puede ayudar a ver lo que buscaban los primeros discípulos. Ellos no buscaban noticias o informaciones sobre Dios, o señales o milagros, sino que deseaban encontrar al Mesías, hablar con Él, estar con Él, escucharlo. Por eso le preguntan inmediatamente a Jesús: «¿Dónde vives?». Y Cristo les invita a estar con Él: «Vengan y lo verán».

“Estar con Él, quedarse con Él, esto es lo más importante para el discípulo del Señor. La fe, en suma, no es una teoría, no, es un encuentro, es ir a ver dónde vive el Señor y habitar con Él. Encontrar al Señor y habitar con Él”.
La alegría del Evangelio es extrovertida hay que anunciarla

Finalmente, la tercera palabra: anunciar, subrayó el Santo Padre, nos ayuda a ver la fuerte experiencia del primer encuentro con Jesús, tan fuerte que los discípulos recordaron para siempre la hora: «era como la hora décima». Y sus corazones estaban tan llenos de alegría que sintieron inmediatamente la necesidad de comunicar el don recibido.

“De hecho, uno de los dos, Andrés, se apresura a compartirlo con su hermano Pedro y lo conduce a Jesús. Buscar al Señor, estar con Él”.
Que la Virgen nos conceda el don de buscar, vivir, anunciar a Jesús

Antes de concluir, el Papa Francisco pidió que, María Santísima, la primera discípula de Jesús, nos conceda el deseo de buscarlo, el deseo de estar con Él y deseo de anunciarlo. Además, invitó a todos a hacer memoria de nuestro primer encuentro con el Señor y a preguntarnos:

“¿Somos todavía discípulos enamorados, buscamos al Señor o nos hemos acomodado en una fe hecha de costumbres? ¿Vivimos con El en la oración, sabemos estar en silencio con Él? Y finalmente, ¿sentimos la necesidad de compartir nuestra alegría del encuentro con Él?”.

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Ciudad del Vaticano. - "El Evangelio pide abrir el corazón". La catequesis de la audiencia general de hoy concluye el ciclo de reflexiones sobre la pasión por la evangelización. Comentando el milagro de Jesús que devuelve el habla y la audición a un sordomudo, Francisco dice que la palabra "ábrete" dirigida a aquel hombre es repetida por Cristo a todo creyente: "Preguntémonos, ¿queremos ser testigos o nos contentamos con ser discípulos?"

"La pasión por el anuncio del Evangelio afecta a todo cristiano": este es el mensaje central de la catequesis del Papa Francisco en la audiencia general de este miércoles en el Aula Pablo VI, que concluye la larga serie de reflexiones sobre la pasión por la evangelización o celo apostólico. El pasaje evangélico escuchado narra cómo Jesús cura a un sordomudo pronunciando sobre él la palabra "efatá". El milagro tiene lugar en una zona habitada principalmente por paganos.

    “Lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y dijo: Efatá", que significa "¡Ábrete!". Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. (Mc 7, 33-35)”

El Evangelio necesita de cada uno de nosotros

El Papa recordó que en la Biblia el mutismo y la sordera indican "cerrazón a las llamadas de Dios", que hay una sordera física, pero que "en la Biblia lo que es sordo a la Palabra de Dios es mudo, porque no habla la Palabra de Dios". La invitación del Maestro a abrirse se dirige a sus discípulos en arameo, pero la repite a los discípulos de todos los tiempos, y también a cada uno de nosotros "que hemos recibido la efatá del Espíritu en el Bautismo". Continúa el Papa:

"Ábrete", dice Jesús a cada creyente y a su Iglesia: ¡ábrete porque el mensaje del Evangelio tiene necesidad de ti para ser testimoniado y anunciado! Y esto nos hace pensar también en la actitud del cristiano: el cristiano debe estar abierto a la Palabra de Dios y al servicio de los demás. Los cristianos cerrados acaban mal, siempre, porque no son cristianos, son ideólogos, ideólogos de la cerrazón. El cristiano debe estar abierto: en el anuncio de la Palabra, en la acogida a los hermanos. Y por esto, esta "efatá", este "abrirse", a abrirse, es una invitación a todos nosotros.

¿Realmente amamos tanto al Señor que queremos anunciarlo?

El Papa ha recordado que Jesús, al final de los Evangelios, nos entrega "su deseo misionero: vayan más allá, vayan a pastorear, vayan a predicar el Evangelio". Y concluyó su reflexión invitando a todos a sentirse llamados a testimoniar y anunciar el Evangelio y a interrogarse sobre la propia disponibilidad para hacerlo.

Hagámonos también nosotros esta pregunta, que cada uno de nosotros se haga esta pregunta: ¿amo realmente al Señor, hasta el punto de querer anunciarlo? ¿Quiero convertirme en su testigo o me contento con ser su discípulo? ¿Tomo en el corazón a las personas que encuentro, las llevo a Jesús en la oración? ¿Quiero hacer algo para que la alegría del Evangelio, que ha transformado mi vida, haga también más bella la suya?

Hoy, como el pasado miércoles, al término de la audiencia general, el Papa Francisco se dirigió a la Plaza de San Pedro, a través del Arco de las Campanas, para contemplar de cerca el árbol de Navidad y el belén instalados en la plaza y cuya inauguración tuvo lugar el pasado sábado.

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CIUDAD DEL VATICANO. - El desierto y la voz son las imágenes que Francisco resalta en el Ángelus de este segundo Domingo de Adviento invitando, nuevamente desde la Plaza de San Pedro, a despojarse de lo que sobra en las palabras, de las cosas inútiles, de los medios y de las redes, para excavar dentro de sí mismo, para escuchar a Dios.

El desierto, lugar vacío, donde no se comunica, y la voz, medio para hablar, las imágenes “contradictorias” con las que el Evangelio en este segundo domingo de Adviento describen a Juan el Bautista, son las que inspiran la reflexión del Papa antes del Ángelus, que nuevamente vuelve a la Plaza de San Pedro, con el Pontífice asomado en la ventana de su estudio y ya recuperado de la infección pulmonar que lo mantuvo apartado o limitado en sus actividades públicas de los últimos días.

Liberarse de las cosas inútiles

A orillas del río Jordán, lugar escogido por Juan el Bautista, precursor de Jesús, para predicar, explica el Papa, es el lugar donde su pueblo siglos antes había entrado a la tierra prometida después de atravesar el desierto, allí donde Dios los acompañó, protegió y educó. “El lugar del silencio y de la esencialidad – subraya Francisco - donde uno no puede permitirse entretenerse con cosas inútiles, sino que es necesario concentrarse en lo que es indispensable para vivir”. Y esto, para el Papa es lo que reclama la actualidad.

“Para proceder en el camino de la vida es necesario despojarse del “de más”, porque vivir bien no quiere decir llenarse de cosas inútiles, sino liberarse de lo superfluo, para excavar en profundidad dentro de uno mismo, para captar lo que es verdaderamente importante ante Dios”

Solo a través del silencio y la oración- insiste el Santo Padre – nos acercamos a Jesús, “que es la Palabra del Padre”, para “liberarnos de la contaminación de las palabras vanas y de la palabrería”.

“El silencio y la sobriedad – en las palabras, en el uso de las cosas, de los medios y de las redes – no son solo “adornos” o virtudes, sino elementos esenciales de la vida cristiana”.
Si no se sabe callar…

La voz, segunda imagen que el Papa propone en su reflexión, el “instrumento” que nos sirve para manifestar los pensamientos y los sentimientos, se vincula al silencio porque con ella se expresa lo que madura en lo interior, expresa también la escucha, lo que “sugiere” el Espíritu.

“Si no se sabe callar, es difícil que se tenga algo bueno que decir; en cambio, cuanto más atento es el silencio, más fuerte es la palabra”.

No es casualidad, observa Francisco, que Juan el Bautista comience su misión después de haber vivido en el desierto, pues la potencia profética de su voz “está ligada a la autenticidad de su experiencia y a la limpidez de su corazón”, una voz que no pasa desapercibida, sino que es capaz de incidir en las vidas de los demás. Y esto, para el Pontífice, es algo que cada quien puede experimentar para sí mismo y con sus palabras.

Una vida sobria o superflua

Como siempre, Francisco interpela a los fieles en una invitación para reflexionar sobre qué lugar ocupa el silencio en nuestras vidas; cómo es ese silencio, si es opresivo y vacío o deja espacio a la escucha y a la oración.“ ¿Mi vida es sobria o llena de cosas superfluas?”, pregunta el Papa.  

"Incluso si quiere decir ir a contracorriente, valoremos el silencio, la sobriedad y la escucha"

Antes de iniciar el rezo mariano junto a los miles de fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, Francisco invoca a María, Virgen del silencio, para que “nos ayude a amar el desierto, para convertirnos en voces creíbles que anuncian a su Hijo que viene”.

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Ciudad del Vaticano. - En el primer domingo de Adviento, el Papa presidió la oración del Ángelus desde la Casa Santa Marta, dejando la lectura del comentario al Evangelio del día a monseñor Paolo Braida, de la Secretaría de Estado. En su catequesis recordó que en este tiempo se puede sentir cerca a Jesús a través de la oración y acogiendo a los más necesitados. Tras la oración mariana, sus pensamientos fueron a Tierra Santa, Filipinas, herida por un atentado en una iglesia y a la COP28

Es el tiempo de la espera del nacimiento de Jesús, un tiempo que se puede aprovechar para preparar cuidadosamente "la casa del corazón". Este fue el centro de la reflexión del Papa quien, por segundo domingo consecutivo, presidió el rezo del Ángelus desde la Casa Santa Marta: una precaución por su salud, que en cualquier caso está mejorando.

    “Aún hoy no podré leerlo todo: estoy mejorando, pero la voz todavía no me da. Monseñor Braida leerá la catequesis”

Queridos hermanos, hoy nos hace bien preguntarnos cómo podemos preparar un corazón acogedor para el Señor. Podemos hacerlo acercándonos a su perdón, a su Palabra, a su mesa, encontrando espacio para la oración, acogiéndolo en los necesitados.

    “Cultivemos su espera sin distraernos con tantas cosas inútiles y sin quejarnos todo el tiempo, sino manteniendo el corazón vigilante, es decir, ansioso de Él, despierto y preparado, impaciente por encontrarlo”

"Estén vigilantes"

Francisco se detuvo en la exhortación que Jesús pronuncia tres veces “Estén vigilantes” y subrayó que la vigilancia no es una virtud que conlleve el miedo al castigo, "como si un meteorito estuviera a punto de caer del cielo y nos amenazara con aplastarnos, si no nos apartamos a tiempo". La vigilancia cristiana está bien expresada en la parábola de los criados que esperan a su amo, sin miedo pero sintiendo un fuerte deseo de encontrarse con él.

    “Se preparan para su regreso porque lo quieren mucho, porque esperan que, cuando llegue, encuentre una casa acogedora y ordenada: están felices de volver a verlo, hasta el punto de que esperan su regreso como si fuera una fiesta para toda la gran familia a la que pertenecen”

Con la misma actitud – dijo el Santo Padre – podemos prepararnos para la Navidad.

Jesús está en los hermanos que encontramos

El Papa Francisco invitó a hacer de nuestro corazón una casa ordenada y acogedora, asumiendo la actitud del centinela que no se deja vencer por el cansancio, sino que permanece vigilante "esperando que llegue la luz". Y a modo de ejemplo recordó a san Martín de Tours quien, después de dar la mitad de su manto a un pobre, soñó con Jesús vestido con esa parte del manto que había dado.

  “He aquí un hermoso programa para el Adviento: encontrar a Jesús que viene en cada hermano y hermana que nos necesita, y compartir con ellos lo que podamos: escucha, tiempo, ayuda concreta”

Al final de la oración mariana, el pensamiento del Papa se dirigió a Tierra Santa expresando su dolor por la violación de la tregua. En su corazón también las víctimas del atentado contra una iglesia en Mindanao, Filipinas. Luego pensando en la COP28, Francisco exhortó a una conversión ecológica global y, por último, con ocasión de la Jornada Mundial de la Discapacidad invitó a no excluir a nadie y a valorar las diferencias.

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CIUDAD DEL VATICANO. - El Papa Francisco no leyó la catequesis de este miércoles, confiando la tarea a monseñor Filippo Ciampanelli, de la Secretaría de Estado, pero sí asistió al habitual encuentro de la audiencia general con los fieles que abarrotaban el Aula Pablo VI. Continuando con la serie sobre el anuncio cristiano se subrayó que "es para el hoy". Es allí donde hoy se vive y se trabaja, se sufre y se estudia donde la Iglesia debe convertirse en "fermento de diálogo y de encuentro"

El Papa Francisco no renunció a esta presente esta mañana en la audiencia general. Su entrada en el Aula Pablo VI fue recibida con calurosos aplausos y gritos de "viva el Papa" dando testimonio así del afecto de los fieles y peregrinos que conocen la indisposición del Pontífice estos días.

Ayer por la tarde, la Oficina de Prensa de la Santa Sede anunció su renuncia forzosa, por obediencia a los médicos, a su viaje apostólico a Dubái del próximo viernes para asistir en la Cop28.

Una cita que a Francisco le apetecía mucho. El Papa se sentó y dio la bienvenida a todos, explicando que como todavía no está bien y su voz no es buena, sería monseñor Ciampanelli quien leería el texto de la catequesis y de los saludos.

El anuncio cristiano es para el hoy

La catequesis continuó sobre el tema de la pasión por el anuncio cristiano a la luz de la exhortación apostólica Evangelii gaudium. El aspecto que subrayó en esta ocasión fue el valor del tiempo presente. En efecto, el anuncio es para el hoy, ese hoy del que muchos se quejan, viendo las guerras, el cambio climático, las injusticias mundiales y las migraciones en curso, hasta la actual "crisis de la familia y de la esperanza".

En el texto leído por monseñor Ciampanelli, Francisco describió la cultura actual como una cultura basada en el individuo y en la primacía de la tecnología, en un concepto de libertad que rechaza todos los límites y no se preocupa por los más débiles.

    “Y así relega las grandes aspiraciones humanas a las lógicas a menudo voraces de la economía, con una visión de la vida que descarta a quien no produce y se esfuerza por mirar más allá de lo inmanente. Incluso podríamos decir que nos encontramos en la primera civilización de la historia que globalmente intenta organizar una sociedad humana sin la presencia de Dios, concentrándose en enormes ciudades que permanecen horizontales, aunque tengan rascacielos vertiginosos”

El "pensamiento único" y la búsqueda del poder son tentaciones peligrosas

La uniformidad y los delirios de omnipotencia nos traen a la memoria la historia de la torre de Babel. La humanidad habla una sola lengua y quiere llegar hasta el cielo, pero Dios altera las cartas y restablece las diferencias. El llamado "pensamiento único" y la búsqueda de poder son tentaciones peligrosas, subrayó Francisco, por lo que el Señor con su intervención previene un desastre.

    “Esta historia parece realmente actual: aún hoy, la cohesión, en lugar de la fraternidad y la paz, se basa a menudo en la ambición, el nacionalismo, la homologación y las estructuras técnico-económicas que inculcan la persuasión de que Dios es insignificante e inútil: no tanto porque busquemos más conocimiento, sino más bien en aras de más poder”

No mirar al pasado

El Papa recordó que en la Evangelii gaudium había pedido un anuncio del Evangelio que iluminara las relaciones entre las personas y con el medio ambiente y llegara "a los núcleos más profundos del alma de las ciudades" donde se desarrolla la vida, huyendo de la nostalgia y de toda rigidez:

    “Por tanto, no es necesario contrastar la actualidad con visiones alternativas del pasado. Tampoco basta con reafirmar convicciones religiosas adquiridas que, por muy ciertas que sean, se vuelven abstractas con el paso del tiempo. Una verdad no se hace más creíble porque se alza la voz al decirla, sino porque se testimonia con la vida”

Es necesario estar en la encrucijada de hoy

La Iglesia para el Santo Padre debe ser un estímulo al encuentro y a la unidad y su mirada al mundo debe ser acogedora y no expresión de un juicio distante. El Papa Francisco afirmó que para llevar a Jesús a los demás hay que "bajar a la calle, ir a los lugares donde se vive, frecuentar los espacios donde se sufre, se trabaja, se estudia y se reflexiona". No hay que tener miedo al diálogo, advirtió, es más, la confrontación y la crítica pueden ayudarnos, y concluyó:

Es necesario situarse en las encrucijadas de hoy. Abandonarlas empobrecería el Evangelio y reduciría la Iglesia a una secta. Frecuentarlas, en cambio, nos ayuda a los cristianos a comprender de forma renovada las razones de nuestra esperanza, a extraer y compartir del tesoro de la fe "cosas nuevas y cosas antiguas".

    “En resumen, más que querer convertir el mundo de hoy, necesitamos convertir la pastoral para que encarne mejor el Evangelio en el mundo de hoy”

Resumen en español

Queridos hermanos y hermanas:

En las catequesis anteriores vimos que el Evangelio es alegría y es para todos. Y hoy agregamos un tercer aspecto: es para hoy, es decir, que el tiempo propicio para anunciar a Jesús es el momento presente. Esto significa que estamos llamados a testimoniar y compartir nuestra fe acogiendo como un don la cultura y el tiempo que vivimos, para iluminar los nuevos modos de relacionarse con Dios, con los demás y con todo lo creado.

Por eso, para evangelizar hoy es necesario que salgamos a los cruces de los caminos actuales, que vayamos a los lugares donde las personas cada día trabajan y estudian, sufren y reflexionan, para ser, con la fuerza y la luz del Evangelio, fermento de diálogo, de encuentro y de unidad.

La Palabra de Dios es viva y eficaz, y para poder anunciarla aquí y ahora, el celo apostólico nos brinda audacia y creatividad; no nos lleva simplemente a repetir esquemas prefijados sino a encarnarnos en cada realidad.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine para que sepamos dar razones de nuestra fe y nuestra esperanza al mundo de hoy, no sólo con palabras sino con el testimonio de nuestra vida. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias.

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Domingo, 26 Noviembre 2023 15:05

Ángelus desde la Casa Santa Marta

CIUDAD DEL VATICANO. - Según la Oficina de Prensa del Vaticano, la oración será retransmitida en directo por televisión y en las pantallas gigantes de la Plaza de San Pedro. Ayer, la noticia del leve estado gripal del Papa y el TAC negativo al que se sometió para descartar complicaciones pulmonares

No aparecerá desde su estudio en la Plaza de San Pedro, como es su tradición pluridecenal. Por una vez, será la ventana mediática abierta en la capilla de la Casa Santa Marta la "ventana" desde la que Francisco aparecerá idealmente para el rezo del Ángelus a mediodía. La novedad para este domingo, 26 de noviembre, fue anunciada hace poco a través de Telegram por la Sala de Prensa del Vaticano, que precisó que la oración mariana presidida por Francisco "será transmitida en directo por televisión y en las pantallas de la Plaza de San Pedro por Vatican Media y retransmitida en streaming en el sitio web Vatican News".

La gripe leve y el examen de los pulmones

Un inédito -distinto también del encierro pandémico, durante el cual se había rezado el Ángelus desde el Palacio Apostólico sin comparecer- aconsejado evidentemente por precaución por lo que había sucedido ayer, cuando en dos comunicaciones entre la mañana y la tarde, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede Matteo Bruni había informado a los medios sobre la cancelación de las audiencias del sábado en la agenda papal debido al "ligero estado gripal" que se había apoderado de Francisco.

A primera hora de la tarde Bruni había actualizado entonces sobre el TAC al que se había sometido el Papa en el Hospital Gemelli Isola de Roma, "para excluir el riesgo de complicaciones pulmonares", precisando que el examen había dado "resultados negativos".

¿Me siento personalmente implicado en las necesidades de los que sufren?

En la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, el Papa nos cuestiona si creemos que la verdadera realeza consiste en la misericordia, si creemos en el poder del amor. Si creemos que la caridad es la manifestación más noble del hombre y una exigencia indispensable para el cristiano. Por su estado de salud, el Papa presidió el Ángelus desde la Capilla de Santa Marta, y por la inflamación de su pulmón, leyó Mons. Paolo Braida, de la oficina que se encarga de los documentos papales

No apareció desde su estudio en la Plaza de San Pedro, como es su tradición.  La ventana mediática abierta fue en la capilla de la Casa Santa Marta la "ventana" desde la que Francisco apareció idealmente para el rezo del Ángelus a mediodía. Por la inflamación de su pulmón a causa de esta gripe, leyó por él, el Angelus y Post Angelus, Mons. paolo Braida, encargado de los documentos papales en la Secretería de Estado.

El Papa explica que la escena que narra el Evangelio y que se nos presenta es la de una sala real, en la que Jesús, "el Hijo del hombre", está sentado en un trono. Todos los pueblos están reunidos a sus pies y entre ellos están "los bienaventurados" (v. 34), los amigos del Rey. Pero, ¿quiénes son? nos pregunta el Santo Padre  ¿Qué tienen de especial estos amigos a los ojos de su Señor?

El Pontífice nos recuerda que "según los criterios del mundo, los amigos del rey deberían ser aquellos que le han dado riqueza y poder, que le han ayudado a conquistar territorios, a ganar batallas, a engrandecerse entre otros gobernantes, tal vez a aparecer como estrella en las primeras páginas de los periódicos o en las redes sociales, y a ellos les debería decir: "Gracias, porque me han hecho rico y famoso, envidiado y temido". Esto según los criterios del mundo", dijo.

La Corte de nuestro Rey, el Hijo del Hombre

En cambio, afirma Francisco, los criterios de Jesús, sus amigos son aquellos que han servido a los más débiles, porque "el Hijo del hombre es un Rey completamente distinto, que llama "hermanos" a los pobres, que se identifica con los hambrientos, los sedientos, los forasteros, los enfermos, los encarcelados, y dice: "Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (v. 40)".

Es un Rey sensible al problema del hambre, de la necesidad de un hogar, de la enfermedad y del aprisionamiento (cf. vv. 35-36): todas realidades desgraciadamente siempre muy actuales, agregó el Pontífice, hoy día nuestras calles siguen "abarrotadas" de personas que padecen hambre, sin hogar, vestidas como pueden.  Y cada uno de nosotros sabe lo que significa la enfermedad y la cárcel. Estar enfermo y pagar las cosecuencias en prisión por errores cometidos.

Bienaventurado quien responde al necesitado con amor

El Santo Padre recuerda que el Evangelio dice que si uno responde a estas necesidades con amor, con servicio, es  "bienaventurado". Si como cristianos, no nos apartamos del necesitado, le damos de comer, de beber, vistiendo, acogiendo, visitando, en una palabra, dijo el Papa, estando cerca de los necesitados. Y esto porque Jesús, nuestro Rey, que se llama a sí mismo Hijo del Hombre, agregó el Santo Padre, tiene sus hermanas y hermanos predilectos en las mujeres y hombres más frágiles.

"Su 'sala real' está instalada donde hay quienes sufren y necesitan ayuda. Esta es la "corte" de nuestro Rey. Y el estilo con el que sus amigos, los que tienen a Jesús por Señor, están llamados a distinguirse es su propio estilo: compasión, misericordia, ternura. Estas ennoblecen el corazón y descienden como aceite sobre las heridas de cuantos están heridos por la vida".

De allí la invitación de Francisco a cada uno a preguntarnos: ¿creemos que la verdadera realeza consiste en la misericordia? ¿Creemos en el poder del amor? ¿Creemos que la caridad es la manifestación más noble del hombre y una exigencia indispensable para el cristiano? Y, por último, una pregunta particular: ¿soy yo amigo del Rey, es decir, me siento personalmente implicado en las necesidades de las personas que sufren y que encuentro en mi camino? Y concluye pidiendo a María, Reina del Cielo y de la Tierra, que nos ayude a amar a Jesús, nuestro Rey, en sus hermanos más pequeños.

Publicado en RELIGIÓN
Domingo, 12 Noviembre 2023 10:48

Preparar el aceite del alma

El Papa: La diferencia entre la sabiduría y la necedad está en el cuidado de la vida interior.

Ciudad del Vaticano. - En su reflexión antes del Ángelus, Francisco invita a renunciar al tiempo pasado delante de la pantalla del teléfono para mirar la luz en los ojos de los demás, en el propio corazón, en la mirada de Dios hacia nosotros.

La diferencia entre la sabiduría y la necedad centra la alocución del Papa antes del Ángelus de este domingo. Ante los fieles y peregrinos presentes en una Plaza de San Pedro sumergida en un gris otoñal, Francisco habla de la preparación y el cuidado de la vida interior, que implica abandonar las apariencias, mirarnos a nosotros mismos y detenernos a escuchar el corazón, atender los pensamientos y los sentimientos.

La diferencia entre la sabiduría y la necedad

Inspirado en el Evangelio de hoy que propone la parábola de las diez vírgenes, llamadas a salir al encuentro del esposo (cf. Mt 25,1-13), el Pontífice habla del sentido de la vida, que es “una gran preparación” para cuando seremos llamados a salir al encuentro con Jesús. Y justamente en la parábola se plasma la diferencia entre la sabiduría y la necedad, de esas diez vírgenes, cinco son prudentes y cinco necias.

“Todas esas damas de honor están allí para acoger al esposo, es decir, quieren encontrarse con él, como también nosotros deseamos una feliz realización de la vida: la diferencia entre la sabiduría y la necedad no está, pues, en la buena voluntad. Tampoco radica en la prontitud con la que llegan al encuentro: todas están allí con sus lámparas, a la espera. La diferencia entre las sabias y las necias es otra: la preparación”.

El cuidado de la vida interior

Y esa preparación en el texto evangélico está en la premura con que las sabias "junto con sus lámparas, tomaron también aceite" y las necias, no. Una diferencia que – afirma el Papa – está en el aceite, sin el cual las lámparas no dan luz.

“Nos miramos a nosotros mismos y vemos que nuestra vida corre el mismo riesgo: hoy estamos muy atentos a las apariencias, lo que nos importa es cuidar bien nuestra imagen y dar una buena impresión ante los demás. Pero Jesús dice que la sabiduría de la vida está en otra dimensión: en cuidar lo que no se ve, pero que es más importante, porque está dentro de nosotros. Es el cuidado de la vida interior”.

Dar espacio a Dios

Francisco explica que el cuidado de la vida interior implica detenerse a escuchar al corazón, atender los pensamientos y sentimientos.

“Significa saber dar espacio al silencio, para ser capaces de escuchar. Significa saber renunciar al tiempo pasado delante de la pantalla del teléfono para mirar la luz en los ojos de los demás, en el propio corazón, en la mirada de Dios hacia nosotros. Significa, sobre todo para quienes desempeñan un rol en la Iglesia, no dejarse atrapar por el activismo, sino dedicar tiempo al Señor, a la escucha de su Palabra, a la adoración”.

Preparar el aceite del alma

El Santo Padre recuerda que es el mismo Evangelio el que propone la preparación como la clave para no descuidar el aceite de la vida interior, "el aceite del alma". De hecho, Francisco refiere que las vírgenes, si bien tienen las lámparas, las deben preparar, comprar el aceite, colocarlo en las lámparas, y los mismo, nos dice, debemos hacer nosotros.

“La vida interior no se improvisa, no es una cuestión de un momento, de vez en cuando, de una vez para siempre; hay que prepararla dedicando un poco de tiempo cada día, con constancia, como se hace para cada cosa importante”.

Como siempre, el Papa concluye el Ángelus con una invitación a reflexionar, esta vez, para saber cómo está el aceite de nuestras almas, si lo alimentamos y conservamos, o si distraídos en la cotidianidad de la vida “intentando ahorrar algo”, “pensando en una casa o en un coche nuevo o en proyectos concretos”, no estamos dedicando tiempo “al corazón, a la oración, al servicio a los demás, al Señor que es la meta de la vida”. Y así, el Pontífice encomendó a la Virgen a que nos ayude a custodiar el aceite de la vida interior.

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