Domingo, 03 Septiembre 2023 20:12

El Papa concluyó viaje apostólico a Mongolia

• El Papa Francisco realizó un viaje histórico al país de Asia central, que recibió por primera vez a un Pontífice. Fue el 43º Viaje apostólico de su pontificado

MONGOLIA. - El encuentro con los operadores de la caridad fue la última actividad oficial del Santo Padre en Mongolia. Desde la "Casa de la Misericordia", Francisco viajó directamente al aeropuerto internacional de Ulán Bator.

La ceremonia de despedida tuvo lugar en una sala interior del aeropuerto, ante la presencia de la misma representante gubernamental que recibió al Pontífice a su llegada, la ministra de Asuntos Exteriores, Batmunkh Battsetseg.

Tras una breve conversación, el Papa Francisco se despidió de la comitiva local y de la delegación mongola y fue el último en embarcar en el avión A330 de ITA Airways que despegó a las 12:03.

Está previsto que el viaje a Roma dure once horas y veinte minutos, tras recorrer 8.230 kilómetros. Al llegar al aeropuerto internacional de Fiumicino, Francisco se dirigirá directamente a la Ciudad Vaticano.

Paz, diálogo y fe

El Pontífice pronunció un total de cinco discursos a lo largo de tres días en Ulán Bator. El Papa se reunió con las autoridades civiles, eclesiásticas y religiosas y presidió la celebración de una misa.

En estas ocasiones, reafirmó su llamamiento a la paz y habló de la responsabilidad de las religiones en la pacificación de los conflictos y de la importancia de la coherencia en el testimonio.

Francisco animó a la pequeña comunidad católica a no temer su pequeñez e indicó el mejor camino de todos: la cruz de Cristo; al fin y al cabo, todos somos "nómadas de Dios", peregrinos en busca de felicidad sedientos de amor. Y sólo la fe cristiana es la respuesta, dijo.

Destacan dos momentos especiales de este viaje pontificio: el encuentro del Papa en el interior de un "ger", la vivienda tradicional de los pueblos nómadas, con la señora Tsetsege, madre de once hijos, quien encontró una imagen de la Virgen en un vertedero. El 8 de diciembre del 2022, la estatua de la Virgen María, "Madre del Cielo", fue entronizada en la catedral de Ulán Bator y bendecida por el Santo Padre durante su encuentro con los obispos y personas consagradas.

Otro momento significativo fue al final de la misa en el gimnasio de la capital, cuando el Papa Francisco tomó de la mano a los obispos emérito y al actual de Hong Kong para enviar un caluroso saludo al "noble pueblo chino".

Ahora el Pontífice regresa a casa con la "misión cumplida", haciendo historia al convertirse en el primer Papa que visita Mongolia.

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CIUDAD DEL VATICANO. - San Juan Diego "era una persona humilde, un indio del pueblo", por eso se convirtió en "mensajero de la Virgen de Guadalupe". Es el testimonio que el Papa Francisco presenta en la audiencia general de este miércoles en el Aula Pablo VI, continuando el ciclo dedicado al celo apostólico. Sobre Juan Diego, dice, se posó la mirada de Dios, que ama hacer maravillas a través de los pequeños. "La Virgen escucha nuestros llantos y cura nuestras penas".

En la audiencia general de este miércoles 23 de agosto, el Papa retoma el ciclo de catequesis dedicadas al tema del celo apostólico, reflexionando sobre la evangelización en el continente americano. Francisco ofrece a los fieles el testimonio de santo mexicano Juan Diego, a quien se le apareció la Virgen de Guadalupe haciendo llegar su mensaje a todo el Pueblo fiel de Dios.

La Virgen María se encarna en la vida de los pueblos

El Evangelio, afirma el Papa al iniciar su catequesis, había llegado al Nuevo Continente antes de la aparición mariana en Guadalupe, pero "había sido acompañado por intereses mundanos":

En lugar del camino de la inculturación, se había tomado con demasiada frecuencia el camino presuroso de implantar y e imponer modelos preestablecidos, faltando el respeto a los pueblos indígenas. La Virgen de Guadalupe, en cambio, aparece vestida con las prendas de los indígenas, habla su lengua, acoge y ama la cultura local.

Juan Diego, una persona humilde

El Papa observa que el Evangelio se transmite en la lengua materna, la más adecuada para ser comprendida por la gente, y aprovecha para agradecer a las madres y a las abuelas que son las primeras anunciadoras de la fe hijos y nietos. A continuación, describe la figura de San Juan Diego diciendo:

Era una persona humilde, un indio del pueblo: en él se posó la mirada de Dios, que ama hacer maravillas a través de los pequeños.

El anuncio requiere constancia y paciencia

A continuación, relata la extraordinaria historia vivida por Juan Diego, que comenzó en diciembre de 1531, a la edad de 55 años. Un día, durante un viaje, el hombre ve en un cerro a la Madre de Dios, que le llama "mi hijito amado Juanito" y le invita a presentarse ante el obispo para pedirle que construya un templo en aquel lugar. Varias veces tiene que volver a hablar con el obispo porque al principio no le creen y varias veces María le consuela y le anima. Francisco subraya:

He aquí la fatiga, la prueba del anuncio: a pesar del celo, llega lo inesperado, a veces de la misma Iglesia. Para anunciar, en efecto, no basta dar testimonio del bien, es necesario saber soportar el mal. No lo olvidemos: para anunciar el Evangelio no basta con dar testimonio del bien, sino que hay que saber soportar el mal. El cristiano hace el bien, pero soporta el mal. Ambas cosas van juntas; la vida es así. Incluso hoy, en tantos lugares inculturar el Evangelio y evangelizar las culturas requiere perseverancia y paciencia, requiere no temer el conflicto, no desfallecer. Estoy pensando en un país donde los cristianos son perseguidos, porque son cristianos y no pueden hacer su religión bien y en paz.

Las sorpresas de Dios

Para poder creer a Juan Diego y cumplir su petición, el obispo pide una señal, la Virgen le anima diciéndole: "¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?".

Es hermoso, esto, la Virgen muchas veces cuando estamos en la desolación, en la tristeza, en la dificultad, también nos lo dice a nosotros, en el corazón: "¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?" Siempre cerca para consolarnos y darnos fuerzas para seguir adelante.

Y es la misma Virgen quien invita al indio a recoger flores en lo alto de la colina y a dárselas, llevándolas en su manto, al obispo:

Y he aquí: en la tela del manto aparece la imagen de Nuestra Señora, aquella extraordinaria y viva que conocemos, en cuyos ojos aún están impresos los protagonistas de aquel tiempo. He aquí la sorpresa de Dios: cuando hay voluntad y obediencia, Él puede realizar algo inesperado, en tiempos y modos que no podemos prever.

Los santuarios oasis de consuelo y misericordia

Así se construye el santuario y Juan Diego dedica su vida a acoger a los peregrinos y a evangelizarlos. Y el Papa concluye:

Esto es lo que sucede en los santuarios marianos, meta de peregrinación y lugar de anuncio, donde todos se sienten como en casa (...). Allí se acoge la fe de modo sencillo, se acoge la fe de modo auténtico, de modo popular, y la Virgen, como dijo a Juan Diego, escucha nuestros llantos y cura nuestras penas. Aprendamos esto: cuando hay dificultades en la vida, acudamos a la Madre; y cuando la vida es feliz, acudamos a la Madre -también- para compartirlo. Necesitamos acudir a estos oasis de consuelo y de misericordia, donde la fe se expresa en lenguaje materno; donde depositamos las fatigas de la vida en los brazos de la Virgen y volvemos a la vida con paz en el corazón, tal vez con la paz de los hijos.

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CIUDAD DEL VATICANO. - A la hora del Ángelus, Francisco reflexionó sobre el encuentro de Jesús con una mujer cananea que le suplica insistentemente que cure a su hija. La reticencia inicial de Cristo a escucharla porque no era "de la casa de Israel" se transforma en compasión y nos invita a cambiar de actitud ante casos concretos, a ser condescendientes.

Dios es así: es amor, y quien ama no permanece rígido en sus propias posiciones, sino que se deja mover y conmover; sabe cambiar sus esquemas. El amor es creativo, y nosotros cristianos, si queremos imitar a Cristo, estamos invitados a la disponibilidad del cambio.

Lo subrayó el Papa en su alocución previa a la oración del Ángelus, reflexionando sobre el pasaje evangélico que narra el encuentro de Jesús con una mujer cananea, que le pide que libere a su hija, atormentada por un demonio. Francisco invitó a “ser dóciles, escuchar verdaderamente, enternecernos en nombre de la compasión y del bien ajeno” en nuestra vida, siguiendo el ejemplo de Jesús.

El Evangelio de Mateo relata que la mujer no es del territorio de Israel. El Señor no la escucha, pero ante su insistencia los discípulos le piden que la atienda para que pare, pero Jesús explica que “su misión está destinada a los hijos de Israel”. Pero ella no desiste y se postra ante Él, suplicándole. Entonces Jesús le dice: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”.

El Pontífice hace notar que Jesús cambia de actitud y lo que le hace cambiar es la fuerza de la fe de aquella mujer y se detiene en estos dos aspectos: el cambio de Jesús y la fe de la mujer.

“Él estaba dirigiendo su predicación al pueblo elegido; después, el Espíritu Santo empujaría la Iglesia hasta los confines del mundo”, afirma el Santo Padre.

La universalidad de la obra de Dios

En el episodio de la mujer cananea “ya se manifiesta la universalidad de la obra de Dios”. “Es interesante – nota Francisco - esta disponibilidad de Jesús: frente a la oración de la mujer ‘adelanta los planes’, ante su caso concreto se convierte aún en más condescendiente y compasivo”.

Jesús ve la fe concreta

El Obispo de Roma invita también a mirar a la fe de la mujer, que el Señor alaba, diciendo que es "grande".

A los discípulos les parece grande solo la insistencia de la cananea, en cambio, Jesús ve la fe, que “no es rica de conceptos sino de hechos” ya que la cananea se acerca, se postra, insiste, mantiene un diálogo estrecho con Jesús, supera todos los obstáculos con tal de hablar con Él.

He aquí la concreción de la fe, que no es una etiqueta religiosa, sino una relación personal con el Señor. La fe de la mujer no está hecha de protocolo teológico, sino de insistencia; no de palabras, sino de oración. Y Dios no resiste cuando se le reza.

El Francisco invita entonces a hacernos algunas preguntas. Si a partir del cambio de Jesús somos capaces de cambiar de opinión, de ser comprensivos y compasivos o permanecemos rígidos en nuestras propias posiciones. Y a partir de la fe de la mujer invita a interrogarse sobre cómo es la propia fe, si “se detiene en conceptos y palabras o es realmente vivida con la oración y las acciones”, si dialogamos con el Señor, somos insistentes con Él, o nos conformamos con recitar cualquier fórmula hermosa.

De ahí la oración a la Virgen María para que “nos haga disponibles al bien y concretos en la fe”.

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Ciudad del Vaticano. - Sobre la profecía, don que el Espíritu Santo ha distribuido en el Santo Pueblo fiel de Dios, reflexionó el Papa antes de rezar el Ángelus. El Santo Padre hizo presente que cada uno “incluso el más pequeño” tiene un don profético que compartir, por eso pidió escucharse unos a otros con respeto, “porque cada uno de nosotros necesita aprender de los demás”.

“Cuando hay que tomar una decisión importante, viene bien sobre todo rezar, invocar al Espíritu, pero después escuchar y dialogar” porque cada uno “incluso el más pequeño” tiene “un don profético que compartir”. El Papa Francisco rezó el Ángelus al mediodía asomado a la ventana del Palacio Apostólico Vaticano, acompañado de los fieles y peregrinos que se reunieron en la Plaza de San Pedro. Antes de la oración mariana, como es habitual, realizó su comentario sobre el Evangelio del día, hoy, Mateo 10 versículos del 37 al 42. Así introdujo su reflexión:

En el Evangelio de hoy Jesús dice: «El que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta» (Mt 10,41). Tres veces la palabra "profeta". Pero, ¿quién es el profeta? Hay quien lo imagina como una especie de mago que predice el futuro; esta es una idea supersticiosa y el cristiano no cree en las supersticiones, como la magia, las cartas, los horóscopos o cosas similares. Pero...entre paréntesis, tantos, tantos cristianos van a hacerse leer las manos... por favor... Otros pintan al profeta solo como un personaje del pasado, que existió antes de Cristo para preanunciar su llegada. Y Jesús mismo hoy habla de la necesidad de acoger a los profetas; por lo tanto, existen todavía, pero, ¿quiénes son? ¿Quiénes son los profetas? ¿Quién es el profeta?

El profeta es un signo vivo que muestra a Dios a los demás

Cada uno de nosotros es profeta, explicó seguidamente el Pontífice, porque, de hecho, “con el Bautismo todos recibimos el don y la misión de la profecía”. Y más precisamente, es profeta “aquel que, en virtud del Bautismo, ayuda a los demás a leer el presente bajo la acción del Espíritu Santo, a comprender los proyectos de Dios y a corresponderlos”, quien “muestra a los demás a Jesús, que da testimonio de Él, que nos ayuda a vivir el hoy y a construir el mañana según sus planes”. Es muy importante, subrayó el Papa, leer el presente "no como una crónica" sino leerlo "como iluminado y bajo la acción del Espíritu Santo".

Por lo tanto, todos somos profetas, testigos de Jesús «para que la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, familiar y social» (Lumen Gentium, 35). El profeta es un signo vivo que muestra a Dios a los demás, un reflejo de la luz de Cristo en el camino de los hermanos. Y entonces, podemos preguntarnos: Yo, que fui “elegido profeta” en el Bautismo, ¿hablo y, sobre todo, vivo como testigo de Jesús? ¿Llevo un poco de su luz a la vida de alguien? ¿Me interrogo sobre esto? ¿Me pregunto cómo va mi testimonio, mi profecía?

Todos somos portadores de un mensaje de Dios

Tras estos interrogantes, el Papa Francisco recordó que el Señor, como dice el Evangelio, “pide acoger a los profetas”, motivo por el cual “es importante que nos acojamos unos a otros como tales, como portadores de un mensaje de Dios, cada uno según su estado y su vocación y hacerlo allí donde vivimos: en la familia, en la parroquia, en las comunidades religiosas, en los demás ámbitos de la Iglesia y de la sociedad”. El Espíritu – subrayó el Santo Padre - ha distribuido dones de profecía en el Santo Pueblo de Dios: he aquí por qué está bien escuchar a todos. Y prosiguió:

Por ejemplo, cuando hay que tomar una decisión importante, viene bien sobre todo rezar, invocar al Espíritu, pero después escuchar y dialogar, en la confianza de que cada uno, incluso el más pequeño, tiene algo importante que decir, un don profético que compartir. Así se busca la verdad y se difunde un clima de escucha de Dios y de los hermanos, en el que las personas no se sienten acogidas solo si dicen lo que nos gusta a nosotros, sino que se sienten aceptadas y valoradas como dones por lo que son.

Cada uno de nosotros necesita aprender de los demás

Invitó Francisco a pensar en cuántos conflictos se podrían evitar y resolver “poniéndose en escucha de los demás con el sincero deseo de comprenderse”. Y “porque cada uno de nosotros necesita aprender de los demás”, el Papa concluyó su comentario dejando algunos interrogantes para la reflexión de los fieles:

¿Yo sé acoger a los hermanos y a las hermanas como dones proféticos? ¿Creo que los necesito? ¿Los escucho con respeto, con el deseo de aprender?

A la Virgen María “Reina de los Profetas” rezó hoy para que “nos ayude a ver y a acoger el bien que el Espíritu ha sembrado en los demás”.

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CIUDAD DEL VATICANO. - Antes rezar el Ángelus del XI Domingo del Tiempo Ordinario, Francisco agradeció las oraciones y manifestaciones de afecto durante su convalescencia en el hospital Gemelli. Comentando el Evangelio dominical, subrayó que el corazón del anuncio es "el testimonio gratuito, el servicio" y que estando cerca de Dios "vencemos el miedo y sentimos la necesidad de anunciar" su amor.

    “Quisiera expresar mi gratitud a todas las personas que, durante los días de mi internación en el Hospital Gemelli, me demostraron afecto, atención y amistad y me aseguraron el apoyo de la oración. Esta cercanía humana y espiritual me ha sido de gran ayuda y consuelo. ¡Gracias a todos! ¡Gracias a ustedes! ¡Gracias de corazón!”

Con estas palabras el Papa Francisco agradeció a los fieles, en su primer Ángelus después de ser dado de alta el viernes, la cercanía y oraciones que recibió tras ser sometido a una intervención chirúrgica, el pasado 7 de junio, en el Hospital Gemelli, en el que estuvo internado más de una semana.

Hoy, Francisco se asomó nuevamente desde la ventana del Palacio apostólico y ofreció su reflexión centrándose en el pasaje del Evangelio de Mateo en el que Jesús envía a los doce Apóstoles a proclamar que “el Reino de los Cielos está cerca” (Mt 10,7).

“El reino de Dios, es decir su señorío de amor, se ha hecho cercano, viene en medio de nosotros” afirmó el Papa, y ésta es “la realidad fundamental de la vida: la cercanía de Dios, la cercanía de Jesús".

Dios es un Padre cercano en los momentos difíciles

A los numerosos fieles y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, el Papa explicó que “Dios no es distante, sino que es Padre”, conoce a sus hijos y los ama, “también cuando vas por senderos empinados y difíciles, también cuando caes y te cuesta levantarte y retomar el camino”.

    “Es más, a menudo en los momentos en los que eres más débil puedes sentir más fuerte su presencia. ¡Él conoce el camino, ¡Él está contigo, Él es tu Padre!”

Francisco invitó a los fieles a quedarse en esta imagen, “porque anunciar a Dios cercano es invitar a pensar como un niño, que camina de la mano del padre”, y “el mundo, grande y misterioso, se vuelve familiar y seguro, porque el niño sabe que está protegido”.

    “Es por esto que Jesús parte de aquí, porque la cercanía de Dios es el primer anuncio: estando cerca de Dios vencemos el miedo, nos abrimos al amor, crecemos en el bien y sentimos la necesidad y la alegría de anunciar”

Ser como los niños que miran el mundo con confianza  

“Si queremos ser buenos apóstoles debemos ser como los niños, indicó el Santo Padre, sentarnos ‘en las rodillas de Dios’ y de ahí mirar el mundo con confianza y amor, para testimoniar que Dios es Padre, que Él solo transforma nuestros corazones y nos da esa alegría y esa paz que nosotros mismos no podemos alcanzar”.

El anuncio es testimonio gratuito

Y para “anunciar que Dios está cerca”, hay que seguir lo que Jesús aconseja en el Evangelio: “no decir muchas palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor”:

    “Este es el corazón del anuncio: el testimonio gratuito, el servicio”

Con Jesús estar cerca de quien sufre

Antes de rezar a la Madre de Dios y concluir su reflexión, el Papa invitó a los fieles a preguntarse a sí mismos si confían en el Señor y saben mirar adelante con confianza “como un niño que sabe que es llevado en brazos del padre”, si oran y escuchan la Palabra y se acercan a los Sacramentos.

    “Cerca de Él, ¿sabemos infundir valentía a los otros, hacernos cercanos a quien sufre y está solo, a quién está lejos y también a quien es hostil?”

"Y ahora recemos a María, para que nos ayude a sentirnos amados y a transmitir la cercanía y la confianza", concluyó el Santo Padre.

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Ciudad del Vaticano. - En la audiencia general, continuando el ciclo sobre el celo apostólico, el Papa ofrece a los fieles el ejemplo de san Andrés Kim Tae-gon, mártir y primer sacerdote coreano: el testimonio del Evangelio dado en tiempos de persecución puede dar mucho fruto para la fe.

“El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. (...) Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. (Mt 10,24-25.27)".

"San Andrés Kim Tae-gon. Su vida fue y sigue siendo un elocuente testimonio de celo por el anuncio del Evangelio". A él dedica el Papa Francisco su catequesis en la audiencia general de este miércoles, continuando su presentación a los fieles de figuras ejemplares por el celo apostólico que han vivido. Después de san Francisco Javier, del que habló el miércoles pasado, hoy elige al mártir y primer sacerdote coreano que dio con alegría su vida por el Evangelio en tiempos y tierras difíciles y hostiles. Pero antes subraya que "la evangelización de Corea fue obra de los laicos". Y afirma:

Fueron los laicos bautizados los que transmitieron la fe, no había sacerdotes, porque no tenían. Luego, más tarde... pero la primera evangelización la hicieron los laicos. ¿Seríamos capaces de tal cosa? Pensemos ...

La identidad del cristiano es ser "discípulos de Cristo"

Retomando el texto, el Papa cuenta que hace unos 200 años, la tierra coreana fue escenario de una severísima persecución de la fe cristiana. "Creer en Jesucristo, en la Corea de entonces, significaba estar dispuestos a dar testimonio hasta la muerte". E invita a reflexionar en particular sobre dos aspectos de la vida de san Andrés Kim Tae-gon: el primero es el modo en que se encontraba con los cristianos. Podía hacerlo "de forma no manifiesta, y siempre en presencia de otras personas", por lo que utilizaba "un signo de reconocimiento acordado de antemano" y luego una pregunta, formulada en secreto: "¿Eres discípulo de Jesús?". Así, dice el Papa, "para Andrés Kim, la expresión que resumía toda la identidad del cristiano era 'discípulo de Cristo'". Y discípulo significa seguir el camino del Señor. Continúa Francisco:

La pasión por la evangelización, este celo apostólico tan grande: es un don que nos da el Espíritu. Y aunque el contexto circundante no sea favorable, como el de Andrés Kim en Corea, no cambia, al contrario, se vuelve aún más valioso. San Andrés Kim y otros creyentes coreanos han demostrado que el testimonio del Evangelio dado en tiempos de persecución puede dar mucho fruto para la fe.

Incluso los santos caen

El segundo aspecto de la vida de San Andrés se refiere al modo en que acogió en secreto a los misioneros venidos del extranjero. El Papa recuerda que en aquella época el régimen prohibía la entrada en el país a todos los extranjeros. Y relata el episodio en que una vez tuvo que caminar por la nieve, sin comer, hasta perder el conocimiento, corriendo el riesgo de congelarse. Pero de repente oyó una voz que le animaba a levantarse y reanudar la marcha. Y al despertar, San Andrés vio "como una sombra de alguien que le guiaba". Francisco dice que esto nos muestra un aspecto importante del celo apostólico y es "el valor de volver a levantarse cuando se cae". Y plantea una pregunta:

Pero, los santos, ¿caen? Sí, pero desde los primeros tiempos: pensemos en San Pedro: un gran pecado cometió, ¿eh? Pero tuvo fuerza en la misericordia de Dios y se levantó de nuevo. Y en San Andrés vemos esta fuerza: había caído físicamente, pero tuvo la fuerza de andar, andar, andar para llevar adelante el mensaje. Por difícil que sea la situación, que a veces parece no dejar espacio para el mensaje evangélico, no debemos rendirnos y no debemos renunciar a llevar adelante lo que es esencial en nuestra vida cristiana, es decir, la evangelización.

Pidamos la gracia de anunciar a Jesús allí donde estamos

El Papa invita a reflexionar sobre cómo cada uno de nosotros puede ser evangelizador, mirando al ejemplo de los santos, pero también a nuestro propio ambiente de vida, y afirma:

Pensemos en nuestro pequeño entorno: evangelizar a la familia, evangelizar a los amigos, hablar de Jesús, pero hablar de Jesús y evangelizar con el corazón lleno de alegría, lleno de fuerza. Ésta nos la da el Espíritu Santo. Preparémonos para recibir al Espíritu Santo en el próximo Pentecostés y pidámosle esa gracia, la gracia del coraje apostólico, la gracia de evangelizar, de llevar siempre el mensaje de Jesús.

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Ciudad del Vaticano. - En la Ascensión de Jesús, Francisco afirmó que desde el Cielo, Jesús le presenta sus llagas al Padre para interceder por nosotros. Le dice al Padre: "Ésto es lo que sufrí por los hombres, ¡haz algo!", dijo el Papa y de esta manera le hace ver el precio de la redención, el Padre se conmueve. "Así reza Jesús", es como le gusta pensar al Papa Francisco sobre este momento

En su alocución previa al rezo mariano, el Papa Francisco recordó la solemnidad de hoy, la Ascensión del Señor, que se celebra en Italia y en algunos países. Una fiesta dijo que nos hace surgir dos preguntas:

“¿por qué celebrar la partida de Jesús de la tierra? ¡Su despedida parecería un momento triste, no algo por lo que estar alegre! ¿Y por qué celebrar una partida? Primera pregunta. Segunda pregunta: ¿qué hace ahora Jesús en el cielo?"

Por qué celebramos

Explicando esta solemnidad, el Santo Padre, dijo que con la Ascensión sucedió algo nuevo y hermoso: Jesús ha llevado nuestra humanidad al cielo, nuestra carne al cielo, es decir a Dios. Esa humanidad, afirmó, que había tomado en la tierra, no se ha quedado aquí, Jesús después de ser Resucitado no era un Espíritu, no: tenía su cuerpo humano, la carne, los huesos, todo; y estará ahí para siempre.

“Desde el día de la Ascensión Dios mismo, podríamos decir, ha “cambiado”: ¡desde entonces ya no es solo espíritu, sino que por todo lo que nos ama lleva en sí nuestra misma carne, nuestra humanidad! El lugar que nos espera está indicado, nuestro destino está ahí. Así escribía un antiguo Padre en la fe: «¡Espléndida noticia! Aquel que se ha hecho hombre por nosotros […], para hacernos sus hermanos, se presenta como hombre delante del Padre, para llevar consigo a todos aquellos que están unidos a él» (S. Gregorio de Nisa, Discurso sobre la resurrección de Cristo, 1)”.

Sobre la Ascensión de Jesús, Francisco dijo que hoy celebramos “la conquista del cielo”; Jesús volviendo al Padre, pero con nuestra humanidad. Así que el cielo ya es un poco nuestro. Jesús ha abierto la puerta y su cuerpo está allí, afirmó.

¿Qué hace Jesús en el cielo?

El Pontífice dijo a los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, que Jesús está por nosotros delante del Padre, le muestra continuamente nuestra humanidad, las llagas que ha sufrido por nosotros;

"Me gusta pensar que Jesús, delante del Padre, reza así: haciéndole ver las heridas. "Esto es lo que he sufrido por los hombres: ¡haz algo!". Le muestra el precio de la redención. El Padre se conmueve. Pero, piénsalo bien, así reza Jesús. Por eso no nos ha dejado solos".

De hecho, antes de ascender nos dijo, como dice el Evangelio hoy: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo» (Mt 28,20). Está siempre con nosotros, está «siempre vivo para interceder» (Hb 7,25) a nuestro favor, para mostrar las llagas al Padre por nosotros. En una palabra, afirmó Francisco,  intercede; está en el mejor “lugar”, delante del Padre suyo y nuestro, para interceder por nosotros”.

La intercesión es fundamental

La intercesión de Jesús es fundamental, esta fe también nos ayuda: no perder la esperanza, no desanimarse. Ante el Padre hay alguien que le muestra las heridas e intercede por nosotros, señaló el Papa.

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"No nos dejemos abrumar por el presente, sino sigamos a Cristo, que es el camino hacia la felicidad". A la hora del Regina Caeli el Papa Francisco recordó las palabras del Evangelio del día e indicó la brújula para llegar al lugar preparado por Dios para nosotros: amar a Jesús, creer en Él, imitarlo con gestos de cercanía y misericordia hacia los demás

CIUDAD DEL VATICANO. - Cuando el miedo atenaza la garganta, cuando se está agotado por la enfermedad, por el dolor de la pérdida de un ser querido, o turbado por las tormentas de la vida, cuando se experimenta el cansancio y el fracaso, a menudo se emprende el camino equivocado, se buscan recetas inútiles, se encierra uno en la soledad incapaz de afrontar ese mal que parece más grande y más fuerte que todo. En cambio, hay un Camino y es Cristo.

Dios no abandona a nadie

A la hora del Regina Caeli, mirando la Plaza de San Pedro llena de fieles y peregrinos, y a los ojos del mundo entero, el Santo Padre se hizo eco de aquel "no tengan miedo" que Jesús dirige a los discípulos poco antes de su muerte. Palabras tranquilizadoras – dijo – que imprimen en los corazones perdidos, certeza y esperanza. En efecto, prosiguió diciendo Francisco:

    “Él no los está abandonando, sino que va a preparar un lugar para ellos y los va a guiar hacia aquella meta. De este modo, el Señor nos indica hoy a todos nosotros el maravilloso lugar al que debemos ir y, al mismo tiempo, nos dice cómo ir hasta allí, mostrándonos el camino que debemos recorrer”

Jamás olvidar la belleza de la meta

Jesús – agregó el Santo Padre al comentar el Evangelio de hoy – va a preparar un lugar, "una casa", la del Padre, donde hay espacio para todos, donde todos son acogidos, amados y consolados por el calor de un abrazo. Él no se separó de nosotros, sino que nos abrió el camino anticipando el destino final: el encuentro con Dios.

    “Entonces, cuando experimentemos cansancio, desconcierto e incluso fracaso, recordemos hacia dónde se dirige nuestra vida. No debemos perder de vista la meta, incluso si hoy corremos el riesgo de olvidarlo, de olvidar las preguntas finales, las importantes: ¿Adónde vamos? ¿Hacia dónde caminamos? ¿Por qué vale la pena vivir?”

“Sin estas preguntas sólo exprimimos la vida en el presente, pensamos que debemos disfrutarla lo máximo posible y terminamos por vivir al día, sin un objetivo, sin una finalidad. Nuestra patria, en cambio, está en el cielo (cf. Fil 3, 20), ¡no olvidemos la grandeza y la belleza de la meta!”.

La brújula para alcanzar el Cielo

“He aquí la brújula para alcanzar el Cielo: amar a Jesús, el camino, convirtiéndose en señales de su amor en la tierra, dijo el Obispo de Roma.

    “Hermanos y hermanas, vivamos el presente, tomemos con nuestra mano, tomemos con la mano el presente, pero no nos dejemos arrasar por él; miremos hacia arriba, miremos al Cielo, recordemos la meta, pensemos que estamos llamados a la eternidad, al encuentro con Dios. Y, desde el cielo al corazón, renovemos hoy la elección de Jesús, la elección de amarlo y de caminar detrás de Él. Que la Virgen María, que siguiendo a Jesús ya llegó a la meta, sostenga nuestra esperanza”

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Antes de rezar el Regina Caeli en este tercer domingo de Pascua, el Papa reflexionó sobre el Evangelio del día, destacando la necesidad de dedicar cada noche un tiempo para realizar un examen de conciencia, pasando por el corazón la historia de nuestra vida, de un cierto período, de nuestras jornadas, con las desilusiones y las esperanzas.

Ciudad del Vaticano. - Comentando el Evangelio del día (Lc 24, 13-35) en el tercer domingo de Pascua antes de orar a la Madre de Dios, el Papa Francisco hizo notar que, mientras los discípulos de Emaús caminan, Jesús los ayuda a releer los hechos de un modo diverso, a la luz de la Palabra de Dios, de todo lo que fue anunciado al pueblo de Israel. "Releer: es lo que Jesús hace con ellos, ayudarlos a releer", dijo. A los 30.000 fieles congregados en la Plaza de San Pedro les propuso detenerse en este aspecto.

El Pontífice subrayó la relevancia de releer nuestra historia junto a Jesús: la historia de nuestra vida, de un cierto período, de nuestras jornadas, con las desilusiones y las esperanzas. Porque, también nosotros, "como aquellos discípulos, podemos encontrarnos perdidos en medio de los acontecimientos, solos y sin certezas, con muchas preguntas y preocupaciones". "El Evangelio de hoy -acotó- nos invita a contarle todo a Jesús, con sinceridad, sin temer molestarlo, sin tener miedo de decir algo equivocado, sin avergonzarnos de lo que nos cuesta comprender".

El Papa evoca su viaje a Hungría y los "gélidos vientos de guerra"

Al final del rezo del Regina Caeli del domingo 23 de abril, el Papa Francisco confió a las oraciones de los fieles su próximo viaje apostólico, que realizará a Hungría del 28 al 30 ...

El Señor está contento cuando nos abrimos a Él

Solo con la apertura al Señor Él puede tomarnos de la mano, acompañarnos y volver a hacer que arda nuestro corazón (cfr. v. 32), observó Francisco.

"También nosotros, como los discípulos de Emaús, estamos llamados a dialogar con Jesús, para que, al atardecer, Él se quede con nosotros (cfr. v. 29)".

Una manera para aprender a mirar las cosas con ojos diversos

El Obispo de Roma propuso un buen modo para dialogar con Jesús: dedicar un tiempo, cada noche, a un breve examen de conciencia. Se trata de releer la jornada con Jesús, abrirle el corazón, llevarle las personas, las decisiones, los miedos, las caídas, las esperanzas, todo lo que sucedió, para aprender gradualmente a mirar las cosas con ojos diversos, con los suyos y no solo con los nuestros.

"Así podremos revivir la experiencia de aquellos dos discípulos. Ante el amor de Cristo, incluso lo que nos parece fatigoso e inútil puede aparecer bajo otra luz: una cruz difícil de abrazar, la elección de perdonar una ofensa, una victoria no alcanzada, el cansancio del trabajo, la sinceridad que cuesta, las pruebas de la vida familiar"...

"Nos aparecerán -prosiguió- bajo una luz nueva, la del Crucificado Resucitado, que sabe transformar cada caída en un paso adelante. Pero para hacer esto es importante quitar las defensas: dejar tiempo y espacio a Jesús, no esconderle nada, llevarle las miserias, dejarse herir por su verdad, permitir que el corazón vibre con el aliento de su Palabra.

Algunas preguntas para la reflexión

El Sucesor de Pedro sugirió que podemos comenzar hoy dedicando esta noche un momento de oración durante el que preguntarnos:

"¿Cómo ha sido mi jornada? ¿Cuáles han sido las alegrías, las tristezas, los fastidios, cómo fue, qué sucedió? ¿Cuáles han sido sus perlas de la jornada, quizá escondidas, por las que dar gracias? ¿Ha habido un poco de amor en lo que he hecho? ¿Y cuáles son las caídas, las tristezas, las dudas y los miedos que he de llevar a Jesús para que me abra vías nuevas, me conforte y me anime?".

Al terminar su mensaje, Bergoglio deseó "que María, Virgen sapiente, nos ayude a reconocer a Jesús que camina con nosotros y a releer -la palabra: releer- ante Él cada día de nuestra vida".

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Domingo, 09 Abril 2023 06:50

Cristo ha resucitado: Papa Francisco

Obtengamos la fuerza para preservar en el bien, buscando el Bien que no defrauda. Apresurémonos dijo el Papa en su mensaje Urbi et Orbi, a crecer en un camino de confianza recíproca, entre las personas, entre los pueblos y las naciones. Apresurémonos a superar los conflictos y las divisiones, y a abrir nuestros corazones a quien más lo necesita. A recorrer senderos de paz y de fraternidad.

Ciudad del Vaticano. - El papa Francisco en su mensaje Urbi et Orbi pidió que obtengamos hoy la fuerza para perseverar en el bien, hacia el encuentro del Bien que no defrauda. … «el mayor pecado es no creer en la fuerza de la Resurrección», hoy, afirmó, creemos y «sabemos que Cristo verdaderamente resucitó».

“Creemos en Ti, Señor Jesús, creemos que contigo la esperanza renace y el camino sigue. Tú, Señor de la vida, aliéntanos en nuestro caminar y repítenos, como a los discípulos la tarde de Pascua: «¡La paz esté con ustedes!»”

El Resucitado nos pide que nos dejemos sorprender por el gozoso anuncio de la Pascua, por la luz que ilumina las tinieblas y las oscuridades que se ciernen tantas veces sobre el mundo.

Quiero decirles a todos: Feliz Pascua

El Pontífice quiso desearles a todos, con alegría en el corazón: ¡feliz Pascua!

“Que sea para cada uno de ustedes, queridos hermanos y hermanas —en particular para los enfermos y los pobres, para los ancianos y los que están atravesando momentos de prueba y dificultad—, un paso de la tribulación a la consolación”.

A todos dijo, que no estamos solos, Jesús, el Viviente, está con nosotros para siempre. Que la Iglesia y el mundo se alegren, señaló, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte; el Señor nos ha abierto un puente hacia la vida.

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