El Santo Padre presidió la misa In Coena Domini (de la Cena del Señor) en la cárcel de menores de Casal del Marmo, ubicada en la periferia romana. Volvió a este lugar diez años después de su última visita, que fue en 2013, a quince días de su elección. Hoy lavó los pies a doce reclusos de distintas nacionalidades, etnias, culturas, lenguas y confesiones religiosas, recordándoles que con este gesto Jesús nos enseña la nobleza del corazón.

Ciudad del Vaticano. - “Llama la atención cómo Jesús, justo el día antes de ser crucificado, hace este gesto”. Así se refiere el Papa Francisco al lavatorio de los pies durante la santa misa de la Cena del Señor que presidió en la tarde de este Jueves Santo, 6 de abril, en la cárcel de menores de Casal del Marmo, situada en las afueras de la capital italiana.

Regresó a este centro penitenciario diez años después de su primera visita, que fue quince días luego de su elección. A lo largo de su Pontificado, Francisco ha concurrido, el día que comienza el Santo Triduo Pascual, a lugares simbólicos de sufrimiento, como centros de refugiados, de acogida y atención a enfermos o jóvenes desamparados. Una tradición que Jorge Mario Bergoglio siempre mantenía como arzobispo de Buenos Aires, asistiendo a sitios en medio de las “periferias existenciales”.

En la capilla de la prisión había unas 100 personas. Los internos eran unos 50 chicos y chicas, de entre 14 y 25 años.

En una breve homilía improvisada, sin papeles y hablando desde lo profundo de su corazón, el Sucesor de Pedro explicó que, en la época de Jesús, lavarse los pies era una costumbre al entrar en una casa, pues las calles eran polvorientas.

La misa se desarrolló de manera privada, sin acceso al público, y en ella participaron los reclusos, el personal del establecimiento penitenciario y miembros del equipo de seguridad. (Vatican Media)

“Pero, ¿quién lavaba los pies?”, preguntó. Y contestó: “Los esclavos, los esclavos, porque era trabajo de esclavos. Imagínense el asombro de los discípulos cuando vieron que Jesús empezaba a hacer esto de un esclavo”. En el caso de Jesús, hizo esto para hacer entender el mensaje del día siguiente, de que moriría como esclavo, para pagar la deuda de todos nosotros, observó.

Según el Obispo de Roma, si escucháramos estas cosas de Cristo, “la vida sería tan hermosa porque nos apresuraríamos a ayudarnos los unos a los otros, en vez de como nos enseñan los listos a engañarnos los unos a los otros, a aprovecharnos los unos de los otros”. En contraposición con esta mentalidad, el Papa dijo que “es tan hermoso ayudarnos los unos a los otros, tendernos una mano”, porque “son gestos humanos, universales, que nacen de un corazón noble”. Y, en esta línea, el Pontífice acotó que “Jesús hoy, con esta celebración, quiere enseñarnos esta nobleza del corazón”.

“Cada uno de nosotros puede decir: ‘Pero si el Papa supiera las cosas que tengo dentro…’. Pero Jesús las sabe, ¡y nos quiere tal como somos! Y nos lava los pies por todos nosotros”, añadió el Papa.

Jueves Santo: El Papa vuelve tras 10 años a la cárcel de Casal del Marmo

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Jesús nunca se asusta de nuestras debilidades

El Señor “nunca se asusta porque ya ha pagado, solo quiere acompañarnos, quiere llevarnos de la mano para que la vida no sea tan dura para nosotros”, puntualizó el Papa.

Al anticipar que lavaría los pies, aclaró que “no es una cosa folclórica”. En realidad, “todos pensamos que es un gesto que anuncia cómo debemos ser unos con otros”, aseveró.

Mirando hacia la sociedad de hoy, Bergoglio constató: “Cuánta gente se aprovecha de los demás, cuánta gente que está en la esquina y no puede salir, está ahí... Cuántas injusticias, cuánta gente sin trabajo, cuánta gente que trabaja y le pagan la mitad, cuánta gente que no tiene dinero para comprar medicinas, cuántas familias rotas, tantas cosas malas”. En este escenario, el Papa consideró que ninguno de nosotros puede decir: “Doy gracias a Dios por no ser así”. En efecto, “cada uno de nosotros puede tropezar, cada uno de nosotros”, reiteró.

El Pontífice lavó los pies de doce reclusos, entre ellos un senegalés, dos chicas sinti (población gitana), un rumano y tres italianos.

Esta certeza de que todos podemos tropezarnos “es lo que nos da la dignidad -escuchen la palabra: la dignidad- de ser pecadores”, sostuvo. Así nos quiere Jesús, prosiguió, y por eso quiso lavarnos los pies y decirnos: “He venido a salvarlos, a servirlos”.

Al final de su prédica, el Pontífice retomó el sentido del lavatorio de los pies. Subrayó que, con él, Jesús “nos enseñó a ayudarnos los unos a los otros y así la vida es más bella y se puede llevar así”. Luego, invitó a cada uno de los reclusos a pensar, mientras el Pontífice les lavaría los pies: “Jesús me lavó los pies, Jesús me salvó, y ahora tengo esta dificultad, ¡pero pasará, porque el Señor está siempre a tu lado, nunca te abandona, nunca!”. “Todos piensen esto”, concluyó.

El Papa en Casal del Marmo, el capellán: Signo de esperanza de una nueva vida para todos

Don Nicolò Ceccolini relata la espera en la cárcel de menores donde, esta tarde, Francisco celebrará la misa in Coena Domini: "Una visita muy esperada, también por los musulmanes ...

"Usted nos desarma con su inmensa dulzura"

Tras la santa misa, la directora de la institución penitenciaria, Maria Teresa Iuliano, dirigió unas palabras al Santo Padre hablando de la "dificilísima tarea de encontrar las palabras justas para poder agradecerle la inmensa alegría que nos ha dado! Pero en realidad no creo estar a la altura...".

"Usted en esta situación nos desarma -continuó- por su inmensa dulzura que nos revela y nos reconduce a lo esencial, así que pensé que tendría que recurrir a las palabras que mi mente me dictara de manera refinada, pero en cambio son simplemente las que brotan del corazón las más importantes que quiero dirigirle en nombre de todos nosotros".

"Su sonrisa es una dulce caricia para nosotros, nos sostiene, nos anima ante todas las dificultades cotidianas que encontramos. El ejemplo que nos has dado y el regalo que nos has hecho de estar juntos en este abrazo nos muestra el camino cotidiano, el de estar siempre juntos, abrazados, unidos, cogidos de la mano, mirando siempre hacia arriba, pensando en el bien, sin distinción y buscando en nuestro interior la fuerza que nos da la mirada del otro".

Por eso -concluyó- quiero agradecerle de verdad, en nombre de todos, este maravilloso poema que nos ha regalado hoy. Seguiremos agradeciéndole cada día de nuestra vida esta enseñanza y rezaremos junto a usted por el bien, por la paz en el mundo. Muchas gracias, Santo Padre. Muchas gracias".

La despedida

Como informa la Oficina de Prensa del Vaticano, luego de la misa, el Papa bendijo la placa inaugural de la capilla, dedicada al beato Pino Puglisi. Después, mientras saludaba a algunos reclusos, recibió como regalo una cruz realizada por los jóvenes que siguen el curso de carpintería, unas galletas y un paquete de pasta, ambos elaborados en la fábrica de pasta recientemente inaugurada en el interior de la cárcel. A los jóvenes reclusos, al director y al personal, el Obispo de Roma regaló algunos rosarios y huevos de chocolate.

La Cárcel de Casal del Marmo, una comunidad variopinta

El joven capellán de este centro, el Padre Nicolò Ceccolini, hablando a Vatican News de la expectación de los jóvenes, aseguró que no serían los mismos jóvenes que el Papa conoció hace diez años. "Afortunadamente", bromea el capellán, para luego afirmar que "es un signo de que evidentemente los caminos educativos y de rehabilitación llevados a cabo por la siempre activa comunidad de trabajo para los detenidos, están funcionando". Una palabra, detenidos, que el padre Nicolò nunca utiliza durante la entrevista. Para él, son siempre y solo los "jóvenes", una cincuentena de mujeres y hombres de 14 a 25 años, italianos, árabes, africanos, gitanos, ateos o católicos, ortodoxos e incluso una quincena de musulmanes que en estos días viven el Ramadán. "También para ellos es una ocasión especial, muy esperada", dice el capellán, "aunque solo sea por la curiosidad de conocer a una persona que saben importante y que viene a visitarles".

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Al final de la santa misa del Domingo de Ramos, antes de rezar la oración mariana del Ángelus, el Sucesor de Pedro dirigió un pensamiento especial hacia la atormentada Ucrania, saludó a los participantes de la caravana por la paz e invitó a aumentar las plegarias durante la Semana Mayor.

Ciudad del Vaticano. - Con un saludo a los romanos y peregrinos, en especial a los que han venido de lejos, el Papa Francisco agradeció la participación en la santa misa del Domingo de Ramos, este domingo 2 de abril, en la Plaza de San Pedro. Así comenzó su alocución antes de orar el Ángelus. El Pontífice agradeció, a su vez, las oraciones, que se han intensificado en los últimos días, a raíz de su internación en el Hospital A. Gemelli, del miércoles 29 de marzo al sábado 1º de abril.

Escucha, comparte y descarga el informe con la voz del Papa

El Pontífice dirigió una bendición especial a la Caravana de la paz que en estos días ha partido desde Italia hacia Ucrania, promovida por diversas Asociaciones: Papa Juan XXIII, FOCSIV, Pro Civitate Christiana, Pax Christi y otras. Junto con artículos de primera necesidad, recordó que “llevan la cercanía del pueblo italiano al atormentado pueblo ucraniano, y hoy ofrecen ramos de olivo, símbolo de la paz de Cristo”. “Nos unimos -dijo- a este gesto con la oración, que será más intensa en los días de Semana Santa”.

Francisco: "Para nosotros, discípulos del Abandonado, nadie puede ser abandonado"

En la santa misa del Domingo de Ramos el Pontífice reflexionó sobre la fe que Jesús puso en Dios, sin ceder a la desesperación, sino rezando y encomendándose al Padre. Asimismo, el ...

El Sucesor de Pedro invitó a vivir esta Semana Santa “como nos enseña la tradición del Santo Pueblo Fiel de Dios, es decir, acompañando al Señor Jesús con fe y amor”. Llamó a los fieles a aprender “de nuestra Madre, la Virgen María: ella siguió a su Hijo con la cercanía de su corazón, fue una sola alma con Él y, aun sin comprender, junto a Él se entregó plenamente a la voluntad de Dios Padre”. “Que la Virgen -fue su súplica- nos ayude a permanecer cerca de Jesús presente en las personas que sufren, descartadas, abandonadas”.

Por último, deseó a todos, un buen camino hacia la Pascua e impartió la bendición apostólica.

Terminada la alocución, el Obispo de Roma recorrió la Plaza de San Pedro y la Via della Conciliazione en el papamóvil, saludando y bendiciendo a la multitud de personas que se encontró a su paso.

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En sus saludos a los fieles de lengua española presentes en la audiencia general, el Papa recuerda a las víctimas del incendio de ayer en Ciudad Juárez, que se produjo en un centro del Instituto Nacional de Migración. También hace una nueva petición de oraciones por la "atormentada Ucrania".

Esta mañana durante la Audiencia General, el Papa Francisco ha recordado el incendio que ha tenido lugar en la noche de ayer en Ciudad Juárez, México, y en el que, según fuentes oficiales, al menos 39 personas han perdido la vida y 28 han resultado heridas graves en este siniestro.

“Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Recemos por los migrantes que fallecieron ayer en un trágico incendio en Ciudad Juárez, México, para que el Señor los reciba en su Reino y dé consuelo a sus familias. Recemos por ellos.”

Tras pronunciar estas palabras, el Pontífice conmovido por la noticia, ha entrado en un silencio orante. El voraz incendio, cuyas causas aún no se han establecido, ocurrió en un centro del Instituto Nacional de Migración, en Ciudad Juárez, en la frontera con Estados Unidos. Allí se encontraban un total de 71 migrantes procedentes de Guatemala, que habían sido detenidos en este recinto.

Según el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, todo apunta a que la tragedia se produjo por la quema de colchonetas después de que los migrantes se enteraron de que iban a ser deportados. "Suponemos que sabían que iban a ser deportados y que, en señal de protesta, pusieron colchones en la puerta del centro de acogida y les prendieron fuego, sin imaginar que eso provocaría esta terrible desgracia", ha indicado el presidente durante su rueda de prensa diaria.

El Papa renueva su llamamiento por la paz en Ucrania

Y una vez más, el Papa no se olvidó de dirigir su pensamiento a Ucrania, que desde hace más de un año está siendo probada por la guerra con Rusia, y al final de la audiencia general, en los saludos en italiano, pidió seguir rezando por el país y su pueblo.

“Perseveramos en la oración y en la cercanía a la atormentada Ucrania.”

En sus saludos a los fieles polacos, Francisco recuerda que dentro de unos días "escucharemos una conmovedora descripción de la Pasión de Cristo" y espera que este relato suscite en los corazones "arrepentimiento y apertura al amor de Cristo, que nos amó hasta el extremo". Por ello, Francisco llama a abandonar al hombre viejo y "llevar al Señor con renovado celo" especialmente a los "hermanos y hermanas que sufren en la atormentada Ucrania".

Nueva ayuda enviada por el Papa Francisco a Ucrania

Los enfrentamientos continúan en el país y esta mañana se han oído explosiones en Melitopol, en la región de Zaporizhzhia. Hubo cortes de electricidad en algunas partes de la ciudad, así como en Semenivka, Tambovka y algunos pueblos de los alrededores. Por su parte, el Presidente Volodymyr Zelensky invitó a Kiev al Presidente chino Xi Jinping, que visitó recientemente al Presidente ruso Vladimir Putin.

La bendición de la misión "Spei Satelles"

Al final de la audiencia general, el Papa bendice el nanolibro sobre la Statio Orbis del 27 de marzo de 2020 -que reproduce la publicación editada por Libreria Editrice Vaticana- y el pequeño satélite que lo pondrá en órbita, gracias a la misión "Spei Satelles", concebida y organizada por el Dicastero per la Comunicazione en colaboración con la Agencia Espacial Italiana, el Politécnico de Turín, el Instituto de Fotónica y Nanotecnología del CNR y el Apostolado Digital de Turín. El lanzamiento tendrá lugar el 10 de junio desde California. La misión pretende enviar al espacio mensajes de esperanza para toda la humanidad.

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En el V Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco invita a todos aquellos que están pasando por un momento en el que piensan que “ya no hay nada que hacer” y solamente ven dolor y desesperación a reflexionar acerca del pasaje bíblico de la resurrección de Lázaro: “Hoy Jesús nos dice que no es así, que en esos momentos no estamos solos”.

Ciudad del Vaticano. - Este mediodía el Santo Padre ha presentado frente a los fieles de la plaza de San Pedro el último de los milagros de Jesús narrados antes de la Pascua, la resurrección de su amigo Lázaro:

“Lázaro es un querido amigo de Jesús, quien sabe que está a punto de morir; el Señor se pone en camino, pero llega a casa del amigo cuatro días después de que haya sido sepultado, cuando ya se ha perdido toda esperanza. Sin embargo, su presencia enciende un poco de confianza en el corazón de las hermanas, Marta y María. Ellas, en medio del dolor, se aferran a esa luz, a esta pequeña esperanza. Jesús las invita a tener fe, y pide que abran el sepulcro. Luego reza al Padre, y entonces grita a Lázaro: «¡Sal fuera!». Éste vuelve a vivir y sale” ha narrado el Papa, a la vez que nos envía un mensaje claro: “Jesús da la vida incluso cuando parece que ya no hay esperanza”.

El Papa explica que hay momentos en la vida de una persona en los que “uno se siente sin esperanza, amargado porque han experimentado cosas malas" ya sea por una pérdida dolorosa, de una enfermedad, de un cruel desengaño, de una injusticia o una traición sufrida, de un grave error cometido y siente "qwue ha dejado de esperar". También a veces oímos decir a alguien: “Ya no hay nada que hacer” y cierra la puerta a la esperanza. “Son momentos en los que la vida se asemeja a un sepulcro cerrado – dice el Papa – todo es oscuridad, en torno se ve solamente dolor y desesperación, pero el milagro de hoy nos dice que no es así, que el final no es este, que en esos momentos no estamos solos, es más, que precisamente en esos momentos Él se hace más cercano que nunca para darnos de nuevo la vida”.

Cuando llevamos en el corazón algún sufrimiento que parece aplastarnos, Jesús nos dice: “Quitad la piedra”

Desde el balcón pontificio, este domingo 26 de marzo, el Pontífice también estimula a recordar que Jesús nos invita a no dejar de creer y a no dejar de esperar, a no dejarnos abatir por los sentimientos negativos: “no escondáis el dolor, los errores, los fracasos, dentro de vosotros, en una habitación oscura y solitaria, cerrada”, por el contrario, pide el Papa: “Quitad la piedra”, es decir, “sacad todo lo que hay dentro, ponedlo ante Jesús con confianza, – “Ah, me da verguenza” – “sal fuera” –, Échamelo con confianza, dice el Señor; no me escandalizaré, dice el Señor; échamelo sin temor” y como a Lázaro, repite a cada uno de nosotros: “¡Sal fuera! ¡Levántate, reemprende el camino, reencuentra la confianza!"

"Cuántas veces en la vida nos hemos encontrado así, en este caso de no tener fuerzas para levantarnos" pregunta el Papa y asegura que Jesús nos dice: "¡Adelante, adelante! Yo estoy contigo". Por tanto, el Santo Padre nos pide hoy: "quita las vendas que te atan, no cedas al pesimismo que deprime, al temor que aísla, al desánimo por el recuerdo de malas experiencias, al miedo que paraliza. ¡Yo te quiero libre y vivo, no te abandono, estoy contigo! No te dejes aprisionar por el dolor, no dejes que muera la esperanza: ¡vuelve a vivir!”.

Recordemos que este pasaje es “un himno a la vida”

El Papa recuerda que este pasaje, que se encuentra en el capítulo 11 del Evangelio de Juan y – que nos hace mucho bien leer – “es un himno a la vida”. "Tal vez nosotros también llevamos en este momento alguna carga o algún sufrimiento en el corazón, que parece aplastarnos; alguna cosa fea, algún viejo pecado que no dejamos salir, algún error de juventud, pero, nunca se sabe. Estas cosas feas deben salir. Y Jesús dice: "¡Vamos, fuera!" recuerda el Papa y nos dice hoy a ti y a mí que “es el momento de quitar la piedra y de salir al encuentro de Jesús que está cerca”.

Por último, hace una advertencia a los confesores: "Queridos hermanos, no olvidéis que también vosotros sois pecadores y que estáis en el confesionario no para torturar: para perdonar, y para perdonarlo todo, como el Señor lo perdona todo".

El Papa pide oración por Ucrania, Siria, Turquía, Mississippi y Perú

Tras la oración mariana, el pensamiento del Papa se ha dirigido a Ucrania, todavía asolada por la guerra, a las poblaciones de Siria y Turquía que luchan contra los daños del terremoto y al Estado de Mississippi golpeado por las inundaciones de los últimos días. También invitó a rezar por la reconciliación y la paz en Perú: "Debemos rezar por el Perú, que tanto está sufriendo".

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Ciudad del Vaticano. - Al comentar el Evangelio de este III domingo de Cuaresma, y antes de rezar el Ángelus, el Papa dijo que al igual que con la samaritana, Jesús se acerca a nuestra vida cotidiana, comparte nuestra sed y nos promete el agua viva de la que brota la vida eterna. Recordó además que “dame de beber” es el grito de tantos hermanos que carecen de agua para vivir, mientras seguimos contaminando y arruinando nuestra casa común que, agotada y reseca, también tiene sed

Antes de rezar el Ángelus de este tercer domingo de Cuaresma, con los fieles y peregrinos que se dieron cita a mediodía en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco comentó el Evangelio propuesto por la liturgia del día, que nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer samaritana cuando los discípulos se habían detenido con él cerca de un pozo de Samaria.

Tal como lo relata san Juan en su Evangelio (4, 5-42), la escena describe a Jesús sediento y cansado, que se encuentra en el pozo con la samaritana, en la hora más calurosa, a mediodía, y como un mendigo le pide que le dé de beber.

El Santo Padre explicó, con esta imagen del abajamiento de Dios, que “en Jesús, Dios se hizo uno de nosotros; sediento como nosotros, sufre la misma sed que nosotros”. Por esta razón, al contemplar esta escena, cada uno de nosotros puede decir: el Señor, el Maestro, "me pide de beber".
Primo Mazzolari

El Obispo de Roma citó al conocido sacerdote y párroco italiano Primo Mazzolari (fallecido en 1959) autor de numerosos libros de apologética y algunos referentes a la Doctrina Social de la Iglesia, entre los cuales el titulado, precisamente, “La Samaritana”, del que glosó un párrafo en el que se lee acerca del Señor:

    “Por tanto, tiene sed como yo. Él tiene mi sed. Tú estás realmente cerca de mí, Señor. Estás unido a mi pobreza... Me has tomado desde abajo, desde lo más bajo de mí mismo, donde nadie puede alcanzarme”

"Tengo sed"

Además, el Papa dijo que la sed de Jesús “no es sólo física, sino que expresa lo más profundo de nuestra vida: es sobre todo sed de nuestro amor”. Y añadió que esta sed “aflorará en el momento culminante de la pasión, en la cruz; allí, antes de morir”, cuando Jesús dirá: "Tengo sed".

    “Pero el Señor, que pide de beber, es el que da de beber: al encontrarse con la samaritana, le habla del agua viva del Espíritu Santo, y desde la cruz derrama sangre y agua de su costado traspasado”

Jesús, sediento de amor

Francisco prosiguió afirmando que “Jesús, sediento de amor, sacia nuestra sed con el amor. Y hace con nosotros como con la samaritana: se acerca a nosotros en nuestra vida cotidiana, comparte nuestra sed, nos promete el agua viva que hace brotar en nosotros la vida eterna”.

El Pontífice abordó asimismo un segundo aspecto de la frase “dame de beber”. Y dijo que estas palabras no son sólo la petición de Jesús a la samaritana, sino un llamamiento – a veces silencioso – que nos alcanza cada día y nos pide que nos hagamos cargo de la sed de los demás”.

Encontrar en la Iglesia un oasis donde beber

Dame de beber nos dice cuántos – en la familia, en el trabajo, en los demás lugares que frecuentamos – tienen sed de cercanía, de atención, de escucha; los que tienen sed de la Palabra de Dios y necesitan encontrar en la Iglesia un oasis donde beber. Dame de beber es el llamamiento de nuestra sociedad, donde la prisa, la carrera por el consumo y sobre todo la indiferencia, esta cultura de la indiferencia generan aridez y vacío interior.

Y no lo olvidemos, añadió Francisco:

    “Dame de beber es el grito de tantos hermanos y hermanas que carecen de agua para vivir, mientras seguimos contaminando y arruinando nuestra casa común; y también ella, agotada y reseca, ‘tiene sed’”

Por esta razón y frente a estos desafíos, el Santo Padre afirmó que este Evangelio “nos ofrece a cada uno de nosotros el agua viva que puede convertirnos en fuente de refrigerio para los demás”.

Saciar la sed de los demás

“Y entonces, como la samaritana, que dejó su ánfora en el pozo y fue a llamar a la gente de la aldea, también nosotros ya no pensaremos sólo en saciar nuestra sed, sino que, con la alegría de haber encontrado al Señor, podremos saciar la sed de los demás; podremos comprender su sed y compartir el amor que Él nos ha dado”.

Antes de invocar a la Madre de Dios para que interceda por nosotros y nos sostenga en nuestro camino, el Papa nos dejó su invitación:

    “¿Somos capaces de comprender la sed de los demás? ¿La sed de la gente, la sed de tantos en mi familia, en mi barrio? Hoy podemos preguntarnos: ¿tengo sed de Dios, y me doy cuenta de que necesito su amor como el agua para vivir? Yo que tengo sed, ¿me preocupo de la sed de los demás? ¿Sed espiritual, sed material?”

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En su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa Francisco recordó el Evangelio de hoy, que habla de las tentaciones que sufrió Jesús por parte del diablo en el desierto. Al respecto, el Papa dijo que al diablo “no se le vence tratando con él, sino oponiéndole con fe la Palabra divina. De este modo, Jesús nos enseña a defender la unidad con Dios y entre nosotros, de los ataques del que divide”.

Ciudad del Vaticano. - El Evangelio de este primer Domingo de Cuaresma nos presenta a Jesús en el desierto tentado por el diablo (cfr. Mt 4,1-11). Diablo significa “el que divide”. Su nombre nos dice lo que hace: divide. Eso es lo que se propone también tentando a Jesús. Veamos ahora de quién lo quiere dividir, y de qué modo". Con estas palabras el Papa Francisco dio inicio a su alocución previa al rezo mariano, y recuerda que antes de ser tentado, Jesús, al recibir el Bautismo de Juan en el Jordán, el Padre le llama "mi Hijo amado", y el Espíritu desciende sobre Él en forma de paloma. De esta manera, afirmó el Papa, el Evangelio nos presenta las tres Personas divinas unidas en el amor. Y Jesús dirá, agregó Bergoglio, que ha venido al mundo a hacernos partícipes de la unidad que existe entre Él y el Padre. El diablo quiere separar a Jesús del Padre, quiere apartarlo de su misión de unidad para nosotros, señala el Pontífice.

Los tres venenos del diablo: apego, desconfiaza y poder

En su alocución Francisco dijo que el diablo, aprovechando la "condición humana de Jesús, que se encuentra débil porque ha ayunado durante cuarenta días y tiene hambre, intenta instilar en Él tres “venenos” potentes, para paralizar su misión de unidad": Estos venenos son el apego, la desconfianza y el poder.

El diablo, afirmó, trata de sugestionar a Jesús con razonamientos persuasivos sobre el apego de las cosas y las necesidades, la desconfianza al Padre y sobre el poder.

“Tienes hambre, ¿por qué tienes que ayunar? Escucha tu necesidad y satisfácela, tienes el derecho y el poder para ello: transforma las piedras en pan. Después, el segundo veneno, la desconfianza: “¿Estás seguro de que el Padre quiere tu bien? -insinúa el maligno-. ¡Ponlo a prueba, chantajéalo! Tírate desde el punto más alto del templo y haz que haga lo que tú quieres”. Por último, el poder: “¡No necesitas a tu Padre! ¿Por qué esperar sus dones? ¡Sigue los criterios del mundo, logra todo tú solo y serás poderoso!”. Terrible, ¿no es cierto? Pero es así, también para nosotros:"

El diablo intenta instilar tres venenos en nosotros

El Santo Padre, nos recuerda, que el diablo trata de envenenarnos a cada uno con el apego a las cosas, la desconfianza y la sed de poder. Tres "tentaciones frecuentes y peligrosas que el diablo emplea con el fin de dividirnos del Padre", y que trata de dividirnos, que no nos sintamos más hermanos entre nosotros, para llevarnos a la soledad y a la desesperación, dijo Francisco.

"¡Esto es lo que quiere hacer con Jesús, esto es lo que quiere hacernos a nosotros! Pero Jesús vence las tentaciones. ¿Cómo? Evitando discutir con el diablo y respondiendo con la Palabra de Dios".

Vencer al diablo con la Palabra de Dios

Jesús, dijo el Papa, no dialoga con el diablo, no negocia con él, rechaza sus insinuaciones con "las Palabras benéficas de las Escrituras". Citando tres frases que hablan dijo Francisco, de libertad respecto a las cosas, de confianza y de servicio a Dios.  Tres frases opuestas a las tentaciones.

"Esto supone una invitación para nosotros: ¡con el diablo no se discute! No se le vence tratando con él, sino oponiéndole con fe la Palabra divina. De este modo, Jesús nos enseña a defender la unidad con Dios y entre nosotros, de los ataques del que divide. ¡Y necesitamos unidad!Esto es importante: con el diablo no se discute, con el diablo no se dialoga. Jesús se enfrenta a él con la Palabra de Dios".

¿Qué lugar tiene en mi vida la Palabra de Dios?

Por último, el Pontífice nos cuestiona, qué lugar tiene en nuestras vidas la Palabra de Dios, nos pregunta si recurrimos a ella en nuestras luchas espirituales.

"Si tengo un vicio o una tentación que se repite, ¿por qué no busco, con la ayuda oportuna, un versículo de la Palabra de Dios que responda a ese vicio? Luego, cuando llegue la tentación, lo recito, lo rezo confiando en la gracia de Cristo. Probemos, nos ayudará en las tentaciones, porque, entre las voces que se agitan dentro de nosotros, resonará la voz benéfica de la Palabra de Dios".

Por último, una súplica a la Virgen María, que "ha acogido la Palabra de Dios y con su humildad ha derrotado la soberbia del que divide", que nos acompañe en la lucha espiritual de la Cuaresma.

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SUDAN DEL SUR. - En su homilía de la Misa celebrada ante el Mausoleo “John Garang” de Yuba, el Papa Francisco animó a los fieles de Sudán del Sur a volverse luminosos, irradiando la luz de Dios, acogiendo la luz de Cristo, y a ser sal también en esta tierra, a pesar de las heridas, la violencia que alimenta el veneno del odio, y la iniquidad que provoca miseria y pobreza

Tras haber saludado al personal y a los benefactores de la Nunciatura Apostólica en Yuba este domingo el Papa Francisco se dirigió en automóvil al Mausoleo “John Garang”, distante poco más de 2 km, al igual que el arzobispo de Canterbury y el Moderador general de la Iglesia de Escocia que lo acompañan en esta última etapa del viaje apostólico, en que primero estuvo en la República Democrática del Congo y ahora, concluye en Sudán del Sur.

A su llegada al Mausoleo el Santo Padre, antes de celebrar la Misa pasó entre los fieles a bordo del papamóvil, junto al arzobispo de Yuba para saludarlos en la gran plaza que puede acoger a poco más de cincuenta mil personas.

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CIUDAD DEL VATICANO. - En su reflexión dominical sobre el Ángelus, el Papa nos invita a aprender de los pobres de espíritu, que reconocen el bien que viene de Dios y atesoran lo que reciben y no lo desperdician. No somos bendecidos por lo que tenemos, sino por lo que somos, hay que difundir una ecología de justicia y caridad, y considerar a cada persona como un don sagrado y único

No desperdiciar: es lo que nos enseñan los pobres de espíritu, entre los que Jesús llama bienaventurados en la página del Evangelio de Mateo del cuarto domingo del tiempo ordinario. Francisco lo subrayó en el Ángelus, explicando que los pobres de espíritu son aquellos que "saben que no se bastan consigo mismos, que no son autosuficientes, y viven como 'mendicantes de Dios': se sienten necesitados de Él y reconocen que el bien viene de Él, como don, como gracia". "Quien es pobre de espíritu", de hecho, añade el Papa, "atesora lo que recibe", por eso “desea que ningún don se desperdicie". "Los pobres de espíritu tratan de no desperdiciar nada". Y Jesús nos muestra la importancia de no desperdiciar, por ejemplo, cuando "después de la multiplicación de los panes y los peces", pide que se recoja la comida que sobra para que nada se pierda".

No desperdiciar nos permite apreciar el valor de nosotros mismos, de las personas y de las cosas. Pero lamentablemente es un principio a menudo desatendido, sobre todo en las sociedades más ricas, en las que domina la cultura del derroche y la cultura del descarte: las dos son una peste. Quisiera proponeros tres desafíos contra la mentalidad del desperdicio y del descarte.

Los desafíos contra el desperdicio

Y "contra la mentalidad del derroche" Francisco propone tres desafíos: "no desperdiciar el don que nosotros somos", "no desperdiciar los dones que tenemos" y "no descartar a las personas".

Cada uno de nosotros es un bien, independientemente de las cualidades que tiene. Cada mujer, cada hombre es rico no solo de talentos, sino de dignidad, es amado por Dios, vale, es valioso. Jesús nos recuerda que somos bienaventurados no por lo que tenemos, sino por lo que somos.  

Se trata, dice el Pap, de cuando una persona "se deja ir y se tira, desperdiciándose a sí misma”. Es necesario entonces luchar, con la ayuda de Dios, "contra la tentación de considerarnos inadecuados, equivocados y de compadecernos de nosotros mismos".

Hoy se desperdician un tercio de los alimentos producidos

Sobre el desperdicio de los dones que tenemos, el Papa recuerda que en el mundo se desperdicia cada año alrededor de un tercio de la producción alimentaria total.

¡Y esto mientras muchos mueren de hambre! Los recursos de la creación no se pueden usar así; los bienes deben ser custodiados y compartidos, de forma que a nadie le falte lo necesario. ¡No malgastemos lo que tenemos, sino difundamos una ecología de la justicia y de la caridad, del compartir!

No se puede descartar a las personas

Y el tercer desafío es la cultura del descarte, que usa a las personas hasta que le sirven, las descarta y las tira cuando ya no son de interés, o son obstáculo. "Y se trata así especialmente a los más frágiles", observa Francisco, "a los niños todavía no nacidos, a los ancianos, los necesitados y a los desfavorecidos".

Pero las personas no se pueden tirar, y los desfavorecidos no se pueden tirar. Cada uno es un don sagrado, cada uno es un don único, en toda edad y en toda condición. ¡Respetemos y promovamos la vida siempre! No descartemos la vida.

Reflexionar sobre las propias actitudes

La invitación del Papa es entonces a plantearse sobre cómo se vive la pobreza de espíritu, sobre el espacio que Dios tiene en la propia vida, si uno lo considera su riqueza y se cree amado por Él o “se tira con tristeza, olvidando que soy un don". Y luego la llamada a un uso responsable de las cosas, y por tanto la atención a no desperdiciar. Por último, Francisco exhorta a hacer un examen de conciencia sobre la propia disponibilidad a compartir los bienes con los demás, sobre cómo se considera a los más frágiles - "dones preciosos, que Dios me pide que custodie"- y si uno se acuerda de "quien está privado de lo necesario".

Tras el Ángelus, dolor por Tierra Santa, Nagorno-Karabaj y Ucrania

Tras la oración mariana, el Papa expresa su preocupación por la escalada de violencia en Tierra Santa y lanza un sentido llamamiento a los dos gobiernos implicados y a la comunidad internacional para que encuentren sin demora vías de paz. A continuación, sus pensamientos se dirigen al estancamiento en la región de Nagorno-Karabaj, donde la emergencia humanitaria es aguda. Francisco recuerda también el Día Mundial de los Enfermos de Lepra que se celebra hoy. Junto a él estaban dos jóvenes de Acción Católica, en representación de los congregados en la Plaza de San Pedro para la cita anual de la Caravana de la Paz. Y una vez más se elevó el deseo del fin de la guerra en Ucrania, también a través de sus voces.

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CIUDAD DEL VATICANO. - El Santo Padre continuó con su ciclo de catequesis dedicado a “la pasión por evangelizar”, es decir, por “el celo apostólico”. En esta ocasión, el Pontífice reflexionó sobre la figura de “Jesús como modelo del anuncio”, es decir, sobre el corazón pastoral de Jesús que “sufre y arriesga” por el rebaño.

“Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral, abierto, cercano a todos, para llevar el mensaje del Señor y también sentir la nostalgia de Cristo. Porque, nuestra vida sin este amor que sufre y arriesga, no va y corremos el riesgo de pastar solo nosotros mismos”, lo dijo el Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles, 18 de enero, continuando con su ciclo de catequesis sobre “la pasión por evangelizar”, es decir, por “el celo apostólico” que debe animar a la Iglesia y a todo cristiano.

Jesús, Palabra eterna del Padre que llega a nosotros

Al comentar el pasaje del Evangelio de San Lucas (15,4-7), en el que se narra la parábola de la oveja perdida, el Santo Padre dijo que, Jesús es el modelo insuperable del anuncio, porque Él es el “Verbo de Dios”, tal como lo define el Evangelio del día de Navidad.

“El hecho de que él sea el Verbo, es decir la Palabra, nos indica un aspecto esencial de Jesús: Él está siempre en relación, en salida, jamás aislado, siempre en relación, en salida; la palabra, de hecho, existe para ser transmitida, comunicada. Así es Jesús, Palabra eterna del Padre que llega a nosotros. Cristo no solo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia nosotros. Siempre mirando al Padre que lo ha enviado y viéndonos a nosotros a quienes Él ha sido enviado”.

En la oración descubrimos el sentido de la misión

En este sentido, el Papa Francisco señaló que, Jesús, Palabra eterna del Padre, está siempre en relación íntima con el Padre a través de la oración. Todas las decisiones y las elecciones más importantes, precisó el Pontífice, Jesús las toma después de haber rezado. Precisamente en esta relación, en la oración que le une al Padre en el Espíritu, Jesús descubre el sentido de su ser hombre, de su existencia en el mundo porque Él está en misión por nosotros.

“Jesús no hace un gran prodigio, no lanza un mensaje con efecto, sino que se mezcla con la gente que iba para ser bautizada por Juan. Así nos ofrece la clave de su acción en el mundo: desgastarse por los pecadores, haciéndose solidario con nosotros sin distancias, en el compartir total de la vida. De hecho, hablando de su misión, dirá que no ha venido «a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Cada día, después de la oración, Jesús dedica toda su jornada al anuncio del Reino de Dios y a las personas, sobre todo a los más pobres y débiles, a los pecadores y a los enfermos. Es decir, Jesús está en contacto con el Padre en la oración y además está en contacto con toda la gente en la misión”.

Jesús tiene un corazón pastoral

De aquí, podemos representar con una imagen el estilo de vida de Jesús, es más, Él mismo nos la ofrece, hablando de sí como del buen Pastor, aquel que – dice – «da su vida por las ovejas» (Jn 10,11).

“De hecho, ser el pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da todo, da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral (cfr Ez 34,15). Él es el Pastor con todos nosotros”.
El Buen Pastor, modelo de toda pastoral

Por ello, el Santo Padre señaló que, para resumir en una palabra la acción de la Iglesia se usa a menudo precisamente el término “pastoral”. Y para valorar nuestra pastoral, debemos compararnos con el modelo, confrontarnos con Jesús, con Jesús buen Pastor.

“En primer lugar, podemos preguntarnos: ¿lo imitamos bebiendo de las fuentes de la oración, para que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo? La intimidad con Él es, como sugería el bonito volumen del abad Chautard, «el alma de todo apostolado». Jesús mismo lo dijo claramente a sus discípulos: «separados de mí no pueden hacer nada» (Jn 15,5). Si se está con Jesús se descubre que su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado. ¿Y el nuestro?”.

El corazón pastoral sufre y arriesga

Si queremos entrenar el celo apostólico, precisó el Papa Francisco, hay que tener siempre presente el capítulo 15 del Evangelio de San Lucas, que nos habla de la parábola de la oveja perdida, de la moneda perdida y del hijo pródigo. Ahí descubrimos que Dios no está para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: “¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!”.

“El corazón pastoral reacciona de otra manera: el corazón pastoral sufre y el corazón pastoral arriesga. Sufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido; no rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Es el celo de Dios”.
Testimoniar la alegría de un Padre que nos ama

Finalmente, el Santo Padre invitó a preguntarnos si tenemos sentimientos similares. Quizá vemos como adversarios o enemigos a los que han dejado el rebaño. Encontrándoles en la escuela, el trabajo, en las calles de la ciudad, ¿por qué no pensar más bien que tenemos una bonita ocasión de testimoniarles la alegría de un Padre que los ama y que nunca les ha olvidado?

“Hay una buena palabra para ellos y nosotros tenemos el honor y la carga de llevarla. Porque la Palabra, Jesús, nos pide esto. ¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con su corazón pastoral! No se trata de hacer proselitismo, lo he dicho, para que los otros sean “de los nuestros”, no, eso nos es cristiano: se trata de amar para que sean hijos felices de Dios”.

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En la Audiencia General el Papa Francisco comenzó un nuevo ciclo de catequesis dedicado a la "pasión por la evangelización". Y afirmó que el anuncio gozoso del Evangelio hasta los confines de la tierra es una dimensión vital para la Iglesia, partiendo cada uno de su propio ambiente, sin proselitismos sino por atracción, como enseñaba Benedicto XVI

    “En esta catequesis comenzamos un nuevo argumento: la pasión por la evangelización o, dicho de otro modo, el celo apostólico”

La pasión por la evangelización, es decir, el celo apostólico, es el tema del nuevo ciclo de catequesis que el Papa Francisco comenzó este miércoles durante la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI.

El Santo Padre introdujo su reflexión afirmando que es "un tema urgente y decisivo para la vida cristiana" y para la Iglesia, que nace misionera y está llamada a ser "testigo contagioso de Jesús”, que se extiende para “irradiar su luz hasta los confines de la tierra".

    “Cuando esta dimensión se pierde, la comunidad se enferma, se cierra en sí misma y se atrofia”

Además, Francisco aclaró que ser misionero no significa hacer proselitismo, puesto que evangelización y proselitismo son cosas distintas.
La misión, oxígeno de la vida cristiana

El deseo de salir y llegar a los demás a los que hay que anunciar el Evangelio, observó a continuación el Pontífice, puede borrarse. Y destacó que a veces parece eclipsarse. Pero cuando la vida cristiana pierde de vista el horizonte del anuncio, enferma: se encierra en sí misma, se vuelve autorreferencial, se atrofia. Sin celo apostólico, la fe se marchita.

    “La misión, en cambio, es el oxígeno de la vida cristiana: la vigoriza y la purifica”

Además, el Santo Padre explicó que el objetivo de estas catequesis será el de "reavivar el fuego que el Espíritu Santo quiere hacer arder siempre en nosotros". De ahí que se halla referido a un episodio tomado del Evangelio: la llamada del apóstol Mateo.
La conversión de Mateo

    “Hoy reflexionamos sobre la conversión de Mateo, en particular sobre tres elementos que podemos distinguir en este relato del Evangelio. Todo comenzó cuando Jesús vio a un hombre, Mateo, y no lo juzgó por lo que hacía – era un publicano – sino por su realidad íntima, con sus virtudes y sus defectos”

En efecto – prosiguió explicando el Pontífice – Jesús ve en aquel publicano despreciado por todos por considerarlo "un colaborador, un traidor del pueblo", a “un hombre”.

    “Al llamarlo, Mateo se levantó, dejó su puesto de autoridad y sus seguridades, y se puso a disposición de Jesús, en una actitud de servicio a los demás. Después de su conversión, Mateo no se fue a un lugar lejano e idílico, sino que regresó a su casa. Al volver, ya no era el mismo. El encuentro con Jesús lo había cambiado, convirtiéndolo en un auténtico testigo de la alegría del Evangelio”

¿Cómo miramos a los demás?

El Obispo de Roma sugirió preguntarnos: ¿cómo miramos a los demás? Y exclamó: “¡Cuántas veces vemos sus defectos y no sus necesidades; cuántas veces etiquetamos a las personas por lo que hacen o piensan! Incluso como cristianos nos decimos: ¿es de los nuestros o no es de los nuestros? Esta no es la mirada de Jesús”.

    “Él mira siempre a cada persona con misericordia y predilección. Y los cristianos están llamados a hacer como Cristo, mirando como Él especialmente a los llamados lejanos”

De manera que Mateo se puso en marcha, pero ¿para hacer qué?, se pregunta el Papa. Nos inclinaríamos a pensar en quién sabe qué nuevas experiencias, y en cambio el futuro discípulo regresa a su propia casa para preparar, como narra el Evangelio de Lucas, "un gran banquete", en el que "participa una gran multitud de publicanos, gente como él". Y el Francisco comentó:

Mateo vuelve a su entorno, pero vuelve cambiado y con Jesús. Su celo apostólico no comienza en un lugar nuevo, puro e ideal, sino allí donde vive, con la gente que conoce. He aquí el mensaje para nosotros: no tenemos que esperar a ser perfectos y haber recorrido un largo camino detrás de Jesús para dar testimonio de Él; nuestro anuncio comienza hoy, allí donde vivimos. Y no comienza tratando de convencer a los demás, sino testimoniando cada día la belleza del Amor que nos ha mirado y nos ha levantado.

Como decía Benedicto XVI

El Santo Padre también recordó una expresión de su predecesor, Benedicto XVI, que decía al respecto: "La Iglesia no hace proselitismo. Se desarrolla más bien por atracción". Y es a "este testimonio atrayente y gozoso", concluyó Francisco, la meta a la que nos conduce el amor de Jesús.

Saludos del Papa

Al saludar cordialmente a los fieles y peregrinos de lengua española, Francisco les dejó una invitación:

    “Pidamos a Dios la valentía de Mateo, para que, también nosotros, al sentir la mirada del Maestro – que nos interpela y nos descubre cómo somos – seamos capaces de alzarnos de nuestra postración y ser sus testigos en nuestra vida cotidiana. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Muchas gracias”

Afecto por el pueblo ucraniano

Tras la catequesis, en su saludo a los fieles de lengua italiana, el Papa Francisco no dejó de dirigir un pensamiento al drama que se vive en Ucrania. "No olvidemos a la atormentada Ucrania, siempre en nuestros corazones – dijo –  a este pueblo que experimenta crueles sufrimientos le expresamos nuestro afecto, nuestra cercanía y nuestra oración".

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