• El Santo Padre recuerda en el Ángelus de este cuarto Domingo de Adviento que renunciar a las certezas, planes perfectos o legítimas expectativas, es abrirse al futuro y a la misericordia de Dios.

CIUDAD DEL VATICANO. - Cuarto y último domingo de Adviento, el Papa asomado desde la ventana de su estudio en el Palacio apostólico reflexiona como siempre, sobre el Evangelio de este domingo que ve a san José en su discernimiento sobre la paternidad del hijo de Dios en el vientre de su prometida María. Una Plaza de San Pedro soleada y repleta de peregrinos entra junto al Pontífice en las tribulaciones de un hombre que sueña para el futuro “una hermosa familia, con una esposa afectuosa, muchos hijos buenos y un trabajo digno; sueños simples y buenos.”, pero que se rompen ante la noticia del embarazo de su prometida, María.

“¡María, su prometida, espera un niño, y ese niño no es suyo! ¿Qué pudo haber sentido José? Desconcierto, dolor, desorientación, quizá también enojo y desilusión… ¡El mundo se le vino encima! ¿Qué podía hacer?”

La encrucijada

Una cuestión que según la Ley judía ofrecía dos posibilidades. La primera. – dijo Francisco - denunciar a María y hacerle pagar el precio de una presunta infidelidad. La segunda. – agregó - anular su compromiso en secreto, sin exponer a María al escándalo y a graves consecuencias, tomando sobre sí el peso de la vergüenza.

El camino de la misericordia

“José escoge esta segunda vía: la vía de la misericordia”, subraya el Pontífice, pues en el centro de esa crisis, precisamente mientras piensa y evalúa todo esto, Dios enciende en su corazón una luz nueva, porque la maternidad de María no procede de una traición, sino que es obra del Espíritu Santo, y el niño que nacerá es el Salvador (cfr. v. 20-21).

“María será la madre del Mesías y él será su custodio. Al despertar, José comprende que el mayor sueño de todo pío israelita -ser el padre del Mesías- se está haciendo realidad en él de modo absolutamente inesperado.

Confianza en Dios

Ante esta desconcertante noticia, y más allá de la Ley, José confía en Dios “por encima de todo, acoger a María y a su hijo.

“En otras palabras, José deberá renunciar a sus confortantes certezas, a sus planes perfectos, a sus legítimas expectativas, y abrirse a un futuro enteramente por descubrir. Y a Dios, que estropea sus planes y le pide que se fíe de Él, José responde sí.

El Papa describe esta elección como una “valentía es heroica” y en “silencio”, es decir,  “José se fía, acoge, se hace disponible, no pide más garantías”. Entonces, Francisco plantea una interrogante: ¿qué nos dice José hoy a nosotros?.

“ También nosotros tenemos nuestros sueños, y quizá en Navidad pensamos más en ellos, los discutimos juntos. Quizá añoramos algunos sueños rotos, y vemos que las mejores esperanzas a menudo deben enfrentarse a situaciones inesperadas, desconcertantes. Cuando esto sucede, José nos indica el camino: no hay que ceder a los sentimientos negativos, como la rabia y la cerrazón, ¡este es un camino equivocado! Por el contrario, debemos acoger las sorpresas de la vida, incluidas las crisis, teniendo en cuenta que cuando se está en crisis no hay que decidir apresuradamente, según el instinto, sino que, como José, es preciso “considerar todas las cosas” (cfr. v. 20) y apoyarse en el criterio principal: la misericordia de Dios”.

No ceder a la cerrazón y la rabia

El Santo Padre asegura que cuando se habita la crisis sin ceder a la cerrazón, a la rabia y al miedo, teniendo la puerta abierta a Dios, Él puede intervenir.

“Él es experto en transformar las crisis en sueños: sí, Dios abre las crisis a perspectivas nuevas, quizá no como nosotros nos esperamos, sino como Él sabe. Son los horizontes de Dios: sorprendentes, pero infinitamente más amplios y hermosos que los nuestros”

Francisco, junto a los fieles, antes del rezo mariano, pide a la Virgen María  que nos ayude a vivir abiertos a las sorpresas de Dios.

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Ciudad del Vaticano. - En el Ángelus en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco insta a aprovechar la ocasión de la gracia del Adviento para ”purificarnos del sentido de superioridad, del formalismo y de la hipocresía” y convertirnos a una vida nueva, siguiendo el camino de la humildad. "Con Jesús siempre hay una oportunidad de volver a empezar". "¡Él nos espera y no se cansa jamás de nosotros!"

“Para acoger a Dios no importa la destreza, sino la humildad; hay que bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento”. Fue la indicación del Papa a los miles fieles y peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, en su breve alocución antes de rezar la oración del Ángelus, este segundo domingo de Adviento.

Asomado desde la ventana del Palacio Apostólico, ante una plaza adornada con el Pesebre y el árbol de Navidad inaugurados ayer por la tarde, el Santo Padre centró su reflexión en el pasaje del Evangelio de Mateo (Mt. 3,1-12) propuesto por la liturgia del día, que describe la figura de Juan Bautista, “hombre alérgico a la duplicidad”.

De hecho, el texto evangélico relata que “llevaba un vestido de pelo de camello", que "su comida era langostas y miel silvestre" (Mt 3,4) y que invitaba a todos a la conversión: "¡Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca!".

Es decir, explica Francisco, “un hombre austero y radical, que a primera vista puede parecernos incluso duro e infundir cierto temor”, y que nos lleva a preguntarnos porqué la Iglesia lo propone cada año como principal compañero de viaje durante el tiempo de Adviento. “¿Qué se esconde detrás de su severidad, detrás de su aparente dureza? ¿Cuál es el secreto de Juan? ¿Cuál es el mensaje que la Iglesia nos da hoy con Juan?

En realidad, el Bautista, más que un hombre duro, es un hombre alérgico a la duplicidad. Por ejemplo, cuando fariseos y saduceos, conocidos por su hipocresía, se acercan a él, ¡su "reacción alérgica" es muy fuerte!

Algunos de ellos, de hecho, - precisa el Papa - probablemente acudían a él por curiosidad o por oportunismo, porque Juan se había hecho muy popular. Ellos se sentían satisfechos “y ante la llamada apremiante del Bautista, se justificaban diciendo: ‘Abraham es nuestro padre’”.

El grito de amor del Bautista para volver a Dios

“Así, entre duplicidad y presunción, no aprovecharon la ocasión de la gracia, la oportunidad de comenzar una nueva vida: estaban encerrados en la presunción de ser justos”, comenta el Santo Padre. Por eso Juan les dice: “¡Muestren los frutos de una sincera conversión!". Se trata de “un grito de amor como el de un padre que ve a su hijo arruinarse y le dice: ‘¡No desperdicies tu vida!’”.

De hecho, la hipocresía es el peligro más grave, porque puede arruinar incluso las realidades más sagradas.

Por eso el Bautista -como luego también Jesús- es duro con los hipócritas, para sacudirlos, afirma el Santo Padre. En cambio, los que se sentían pecadores "acudían a él, confesaban sus pecados y Él los bautizaba en el Jordán".

Es así: para acoger a Dios no importa la destreza, sino la humildad; hay que bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento.

Quitarnos las máscaras y reconocer nuestros pecados

El Pontífice evidencia entonces que Juan con sus "reacciones alérgicas", nos hace reflexionar y preguntarnos si no somos también nosotros, a veces, un poco como esos fariseos: “Tal vez miramos a los demás por encima del hombro, pensando que somos mejores que ellos, que tenemos nuestra vida en nuestras manos, que no necesitamos cada día de Dios, de la Iglesia, de nuestros hermanos, y olvidamos que solamente en un caso es lícito mirar a otro de arriba para abajo: cuando es necesario ayudarlo a levantarse”.

    “El Adviento es un tiempo de gracia para quitarnos las máscaras - que cada uno tiene- y ponernos en fila con los humildes; para liberarnos de la presunción de creernos autosuficientes, para ir a confesar nuestros pecados, aquellos escondidos, y recibir el perdón de Dios, para pedir perdón a los que hemos ofendido. Así comienza una nueva vida”

Seguir el camino de la humildad

Y para iniciar una nueva vida, el camino es uno solo, el de la “humildad”:

Purificarnos del sentido de superioridad, del formalismo y de la hipocresía, para ver en los demás a los hermanos y las hermanas, pecadores como nosotros, y en Jesús ver al Salvador que viene por nosotros, tal como somos, con nuestras pobrezas, miserias y defectos, sobre todo con nuestra necesidad de ser levantados, perdonados y salvados.

Con Jesús siempre podemos volver a empezar

Concluyendo su reflexión, el Papa invita a recordar una cosa más:

Con Jesús siempre hay una oportunidad de volver a empezar. Nunca es demasiado tarde,  existe siempre la posibilidad de recomenzar, ¡Tengan coraje! Él está cerca de nosotros y este es un tiempo de conversión. Él nos espera y no se cansa jamás de nosotros. Escuchemos el llamado de Juan Bautista a volver a Dios y no dejemos pasar este Adviento como los días del calendario porque este es un tiempo de gracia, de gracia también para nosotros, ahora, aquí.

“Que María, la humilde sierva del Señor, nos ayude a encontrarnos con Él, Jesús, y con nuestros hermanos en el camino de la humildad” es la oración final del Pontífice.

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CIUDAD DEL VATICANO. - El Santo Padre pronunció su reflexión sobre el Evangelio del día en el primer domingo de Adviento, animando a sacudir nuestro letargo y estar atentos, vigilantes.

“Vendrá tu Señor”. Este es el fundamento de la esperanza cristiana, contenida en el Evangelio que la Liturgia nos regala en el primer domingo de Adviento: según San Mateo: Mt 24, 37-44. Es “una hermosa promesa que nos introduce en el Tiempo de Adviento”. Así lo manifiesta el Papa en su alocución precedente al rezo mariano del Ángelus este domingo 27 de noviembre, desde la Plaza de San Pedro.

“Es lo que nos sostiene incluso en los momentos más difíciles y dolorosos de nuestra vida: Dios viene. ¡No lo olvidemos nunca!”, insiste el Santo Padre.

“Siempre el Señor viene, nos visita, se hace cercano, y volverá al final de los tiempos para acogernos en su abrazo. Ante esta palabra, nos preguntamos: ¿cómo viene el Señor? ¿Y cómo reconocerlo y acogerlo? Detengámonos brevemente en estas dos cuestiones”.

¿Cómo viene el Señor?

Respecto a la primera pregunta, sobre el modo en el que llega el Señor, dice: “Muchas veces hemos oído decir que el Señor está presente en nuestro camino, que nos acompaña y nos habla. Pero tal vez, distraídos como estamos por tantas cosas, esta verdad nos queda sólo en teoría; sí, sabemos que el Señor viene pero no lo vivimos, ¿verdad? O nos imaginamos que el Señor viene de una manera llamativa, tal vez a través de algún signo prodigioso”.

"¿Y qué hicieron en los días de Noé? Porque Él dice 'como en los días de Noé'. Simplemente las cosas normales y corrientes de la vida: como siempre, "la gente comía, bebía y se casaba" (v. 38)”.

El Obispo de Roma invita a tener en cuenta que “Dios está escondido en nuestra vida, siempre está, está escondido en las situaciones más comunes y corrientes de nuestra vida. No viene en eventos extraordinarios, sino en cosas cotidianas”. "El Señor viene en las cosas de cada día, porque Él está ahí, se manifiesta en las cosas de cada día.

"Él está ahí en nuestro trabajo diario, en un encuentro fortuito, en el rostro de una persona necesitada, incluso cuando afrontamos días que parecen grises y monótonos, justo ahí está el Señor, llamándonos, hablándonos e inspirando nuestras acciones".

“Existe el peligro de no darse cuenta de su venida”

En el segundo punto, el Pontífice reitera la necesidad de estar despiertos, ante el riesgo de no estar preparados para su visita, y cuenta que ha recordado, en otras ocasiones, lo que decía San Agustín: “Temo que el Señor pase y no lo reconozca”. En efecto, Francisco acota que “de aquellas personas de la época de Noé, Jesús dice que comían y bebían "y no se dieron cuenta de nada hasta que llegó el diluvio y arrastró a todos" (v. 39). “Prestemos atención a esto, repite el Sucesor de Pedro: ¡no se dieron cuenta de nada! Estaban absortos en sus cosas y no se dieron cuenta de que el diluvio se acercaba. De hecho, Jesús dice que cuando Él venga, "habrá dos hombres en el campamento: uno será llevado y el otro dejado" (v. 40)”.

“¿Cuál es la diferencia? ¿En qué sentido? Simplemente que uno estaba vigilante, esperaba, capaz de discernir la presencia de Dios en la vida cotidiana; el otro, en cambio, estaba distraído, "arrastrado", así como si nada, y no se daba cuenta de nada”.

¿Soy consciente de lo que vivo?

Hacia el cierre de su mensaje, Bergoglio exhorta a todos los fieles a preguntarse: “¿Estoy tratando de reconocer la presencia de Dios en las situaciones cotidianas, o estoy distraído y un poco abrumado por las cosas? Si no somos conscientes de su venida hoy, tampoco estaremos preparados cuando venga al final de los tiempos. Por lo tanto, ¡permanezcamos atentos!”.

"Por esto, hermanos y hermanas, ¡permanezcamos vigilantes! Esperando que el Señor venga, esperando que el Señor se nos acerque, porque Él está, pero esperando: atentos. Y que nos ayude la Virgen Santa, Mujer de la esperanza, que supo captar el paso de Dios en la vida humilde y oculta de Nazaret y lo acogió en su seno, nos ayude en este camino de estar atentos para esperar al Señor que está entre nosotros y pasa".

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CIUDAD DEL VATICANO. - En la Solemnidad de Cristo Rey del Universo y último domingo del año litúrgico, el Papa Francisco preside la Santa Misa desde la Catedral de Asti, ciudad italiana situada al norte del país, desde donde el padre de Su Santidad emigro hasta Argentina y a donde Francisco ha querido viajar este fin de semana para encontrarse con sus raíces.

El Santo Padre se encuentra en Asti, una pequeña ciudad italiana situada al norte del país, desde donde esta mañana ha presidido la Santa Misa, con mucha emoción, pues se trata de la ciudad desde la que partió su padre para emigrar a Argentina: “He venido a reencontrar el sabor de las raíces. Hoy el Evangelio nos lleva nuevamente a las raíces de la fe” ha afirmado el Papa frente a los fieles presentes.

Observando a Jesús, la idea que tenemos de un rey da un vuelco

“Sobre la cruz aparece una sola frase: «Este es el rey de los judíos» (Lc 23,38). He aquí el título: rey. Pero observando a Jesús, la idea que tenemos de un rey da un vuelco” ha aclarado el Pontífice. De hecho, ha pedido a los fieles presentes que intenten imaginar visualmente un rey: “Nos vendrá a la mente un hombre fuerte sentado en un trono con espléndidas insignias, un cetro en las manos y anillos brillantes en los dedos, mientras dirige a sus súbditos discursos solemnes. Esta es, más o menos, la imagen que tenemos en la mente” dice el Papa.

Pero, en cambio, mirando a Jesús, “vemos que Él es todo lo contrario”: “No está sentado en un cómodo trono, sino más bien colgado en un patíbulo. El Dios que «derribó a los poderosos de su trono» se comporta como siervo crucificado por los poderosos. Está adornado sólo con clavos y espinas, despojado de todo más rico en amor; desde el trono de la cruz ya no instruye a la multitud con palabras, ni levanta la mano para enseñar. Hace mucho más: en vez de apuntar el dedo contra alguien, extiende los brazos para todos. Así se manifiesta nuestro rey, con los brazos abiertos, a brasa aduerte”.

¿Qué rey festejamos hoy?

Francisco ha querido aclarar que rey festejamos hoy, pues celebramos un rey que “se hizo siervo para que cada uno de nosotros se sienta hijo” ha dicho el Papa, pero también un rey que “se dejó insultar y que se burlaran de él, para que en cualquier humillación ninguno de nosotros esté ya solo. Dejó que lo desnudaran, para que nadie se sienta despojado de la propia dignidad, y subió a la cruz, para que en todo crucificado de la historia esté la presencia de Dios”.

“Este es nuestro rey – asegura Francisco – rey del universo, porque Él cruzó los más recónditos confines de lo humano; entró en la oscura inmensidad del odio y del abandono para iluminar cada vida y abrazar cada realidad”.  

    ““No tenemos un dios desconocido que está allá arriba en el cielo, poderoso y distante, sino un Dios cercano, tierno y compasivo, cuyos brazos abiertos consuelan y acarician””

En su homilía, Francisco también explica que Él no mira nuestra vida sólo un momento y ya, sino que permanece ahí, a brasa aduerte (a brazos abiertos), para decirnos en silencio que nada de lo nuestro le es ajeno, que quiere abrazarnos, volvernos a levantar y salvarnos, así como somos, con nuestra historia, con nuestras miserias y con nuestros pecados.

También ha asegurado que nos da la posibilidad de reinar en la vida "si te rindes ante la mansedumbre de su amor, que se propone, pero no se impone; el amor de Dios no se impone jamás, a su amor que siempre te perdona, nosotros tantas veces nos cansamos de perdonar a las personas, les hacemos la cruz y hacemos la sepultura social, él no se cansa de perdonar jamás, jamás, siempre te vuelve a poner en pie, que siempre te restituye tu dignidad real". De hecho - puntualiza - “la salvación nos viene al dejarnos amar por Él, porque sólo así somos liberados de la esclavitud de nuestro yo, del miedo de estar solos, de pensar que no lo lograremos”.  

Al mismo tiempo, nos invita a reflexionar sobre la frase que Jesús pronuncia en el Evangelio de hoy: «Estarás conmigo en el paraíso». “Esto es lo que quiere decirnos Dios cada vez que nos dejamos mirar por Él. Y entonces entendemos que no tenemos un dios desconocido que está allá arriba en el cielo, poderoso y distante, sino un Dios cercano, tierno y compasivo, cuyos brazos abiertos consuelan y acarician” afirma el Papa.

El Papa nos pregunta hoy: ¿Somos espectadores o nos involucramos?

Hoy el Evangelio nos pone ante dos caminos. Frente a Jesús hay quien se queda de espectador y quien se involucra y depende de nosotros decidir si ser espectadores o involucrarnos.

Los espectadores son muchos, la mayoría. De hecho –dice el texto– «el pueblo permanecía allí y miraba». No era gente mala, muchos eran creyentes, pero al ver al Crucificado se quedan como espectadores. No dan un paso adelante hacia Jesús, sino que lo ven desde lejos, curiosos e indiferentes, sin interesarse verdaderamente, sin preguntarse qué podrían hacer. “Todos estos espectadores tienen en común una frase recurrente: “Si eres rey, ¡sálvate a ti mismo!”” recuerda el Papa.

    “¿Eres capaz de mirar a los ojos de ese pobre que te pide limosna?, cuando le das limosna ¿le tocas la mano o le tiras la moneda? ¿eres capaz de tocar una miseria humana?”

La ola del mal

Pero, ese “Sálvate a ti mismo” es contagioso – dice el Papa – es “la ola del mal” que alcanza a casi todos. Y es aquí donde el Pontífice habla del “contagio letal de la indiferencia”, asegurando que "es una fea enfermedad" la indiferencia: "esto no me toca a mi, indiferencia frente a los enfermos, frente a los pobres, a los miserables de la tierra, a mí me gusta preguntar a la gente , sé que cada uno de vosotros da la limosna a los pobres, yo me pregunto: cuando tu das la limosna a los pobres ¿le miras a los ojos? ¿eres capaz de mirar a los ojos de ese pobre que te pide limosna?, cuando le das limosna ¿le tocas la mano o le tiras la moneda? ¿eres capaz de tocar una miseria humana?

Por tanto, insiste: "esa ola del mal que se propaga siempre así: comienza tomando distancia, mirando sin hacer nada, sin dar importancia, y luego se piensa sólo en los propios intereses y se acostumbra a mirar hacia otro lado. “Es un riesgo también para nuestra fe – dice el Papa – que se marchita si se queda en una teoría y no se hace práctica, si no hay compromiso, si no se da en primera persona, si no se arriesga. Entonces nos convertimos en cristianos superficiales, que dicen creer en Dios y querer la paz, pero que no rezan ni se preocupan por el prójimo”.

La ola del bien

Para el Papa, también está la ola benéfica del bien. “Entre los muchos espectadores, uno se involucra, el “buen ladrón”. Los otros se ríen del Señor. Él le habla y lo llama por su nombre, “Jesús”. Es así que un malhechor se convierte en el primer santo. Se acerca a Jesús por un instante y el Señor lo tiene consigo para siempre”.

Francisco ha explicado entonces que, el Evangelio habla del buen ladrón por nosotros, para invitarnos a vencer el mal, dejando de ser espectadores. “¿Por dónde comenzar?” pregunta –  “por la confianza, por llamar a Dios por su nombre, tal como lo hizo el buen ladrón, que al final de la vida vuelve a encontrar la confianza valiente que caracteriza a los niños, que se fían, piden, insisten”.

Una mirada a nosotros mismos: ¿Hacemos algo?

Al final de su homilía, el Santo Padre nos hace reflexionar: “Vemos las crisis de hoy, la disminución de la fe, la falta de participación. ¿Qué hacemos? ¿Nos limitamos a elaborar teorías, a criticar, o nos ponemos manos a la obra, tomamos las riendas de nuestra vida, pasamos del “si” de las excusas a los “sí” de la oración y del servicio? Todos creemos saber qué es lo que no está bien en la sociedad, en el mundo, incluso en la Iglesia, pero luego, ¿hacemos algo? ¿Nos ensuciamos las manos como nuestro Dios clavado al madero o estamos con las manos en los bolsillos mirando?”.

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Domingo, 13 Noviembre 2022 20:52

¿Cómo va mi perseverancia? Papa Francisco

En su alocución previa al rezo del Ángelus, el Santo Padre reflexionó sobre la perseverancia y lanzó algunas preguntas a los miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro.
 
Ciudad del Vaticano. - Construir el bien cada día: esta es la definición de la perseverancia que propone el Papa Francisco antes de rezar el Ángelus este domingo 13 de noviembre. Desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, tras la santa misa en la Basílica de San Pedro por la VI Jornada Mundial de los Pobres, el Pontífice reflexionó sobre el Evangelio del día, extraído del capítulo 21 de San Lucas, versículos del 5 al 19.

El texto que la liturgia propone hoy nos lleva a Jerusalén, al lugar más sagrado: el templo, como explicó el mismo Sucesor de Pedro. Allí, en torno a Jesús, algunos hablan de la magnificencia de aquel edificio grandioso, "adornado con piedras preciosas" (Lc 21,5). Pero el Señor dice: "De lo que ven, no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida" (v. 6). Luego aumenta la intensidad, explicando cómo en la historia casi todo se derrumba: habrá, dice, revoluciones y guerras, terremotos y hambrunas, plagas y persecuciones (cf. vv. 9-17).

El Papa: No se dejen engañar por falsos mesías y den testimonio

“Es como si dijera: no hay que confiar demasiado en las realidades terrenales, que pasan”, afirmó el Papa. Según el Pontífice, “son palabras sabias, pero pueden darnos cierta amargura: ya hay tantas cosas que van mal, ¿por qué el Señor también hace discursos tan negativos? En realidad, su intención es otra, es darnos una valiosa enseñanza, a saber, el camino de salida de toda esta precariedad. ¿Y cuál es el camino de salida?”.

El camino de salida, apunta el Sucesor de Pedro, se encuentra en una palabra que quizás nos sorprenda, y sostiene: “Cristo lo revela en la última frase del Evangelio de hoy, cuando dice: "Con su perseverancia salvarán su vida" (v. 19).

Lo que realmente importa

“La perseverancia. ¿Qué cosa es esto?”, se pregunta Francisco. Y contesta: “La palabra indica ser "muy severos"; pero ¿severos en qué sentido? ¿Acaso con uno mismo, considerándose no estar a la altura? No. ¿Acaso con los demás, siendo rígidos e inflexibles? Tampoco”. “Jesús nos pide que seamos "severos", disciplinados, persistentes en lo que a Él le importa, en lo que importa”.

El Papa aclara que “lo que realmente importa, muchas veces no coincide con lo que atrae nuestro interés: a menudo, como aquellas personas en el templo, priorizamos las obras de nuestras manos, nuestros logros, nuestras tradiciones religiosas y civiles, nuestros símbolos sagrados y sociales”. “Estas cosas son importantes, pero pasan”, subraya. “En cambio, Jesús dice que nos centremos en lo que permanece, que evitemos dedicar nuestra vida a construir algo que luego se destruirá, como aquel templo, olvidándonos de construir lo que no se derrumba, de construir sobre su palabra, sobre el amor, sobre el bien”. "Lo que no pasa, perseverante, ser severos, ser decididos en edificar lo que no pasa", insiste Francisco.

¿Soy constante?

“Perseverar es permanecer constantes en el bien, especialmente cuando la realidad circundante empuja a hacer otra cosa”, asevera Bergoglio. El Pontífice argentino ilustra este punto con un ejemplo:

“Sé que rezar es importante, pero yo, como todo el mundo, siempre tengo muchas cosas que hacer, y por eso lo dejo para más adelante. O bien, veo tanta gente astuta que se aprovecha de las situaciones, que "regatea" las normas, y yo también dejo de observarlas, dejo de perseverar en la justicia y la legalidad. "Pero si estos listos lo hacen, también yo lo hago. Estén atentos a esto. Todavía más: hago un servicio en la Iglesia, para la comunidad, para los pobres, pero veo que tanta gente en su tiempo libre solo piensa en divertirse, y entonces me dan ganas de abandonar y hacer como ellos”.

Luego, insiste en que “perseverar, en cambio, es permanecer en el bien” y animó a cuestionarnos: “¿Cómo va mi perseverancia? ¿Soy constante, o vivo la fe, la justicia y la caridad según el momento, es decir, si me apetece, rezo, si me conviene, soy justo, servicial y atento, mientras que, si estoy insatisfecho, si nadie me lo agradece, dejo de hacerlo? ¿Me aburro? En resumen, ¿mi oración y mi servicio dependen de las circunstancias o de un corazón firme en el Señor?”.

Francisco añade que, “si perseveramos -nos recuerda Jesús- no tenemos nada que temer, ni siquiera en los acontecimientos tristes y difíciles de la vida, ni siquiera en el mal que vemos a nuestro alrededor, porque permanecemos anclados en el bien”. Recuerda que “Dostoievski escribió: "No tengas miedo de los pecados de los hombres, ama al hombre incluso con su pecado, porque este reflejo del amor divino es el culmen del amor en la tierra" (Los hermanos Karamazov, II,6,3g). La perseverancia es el reflejo del amor de Dios en el mundo, porque el amor de Dios es fiel, nunca cambia”.

Como siempre, concluye su mensaje con una súplica a la Virgen, esta vez augurando que "María, la sierva del Señor perseverante en la oración (cf. Hch 1,12), fortalezca nuestra constancia”.

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En el vuelo de regreso de Baréin, Francisco habló sobre Ucrania y los numerosos conflictos del mundo. Habló de su amistad con el Gran Imán de Al-Azhar, de la importancia de dar derechos e igualdad a las mujeres, de los migrantes en los barcos, de los abusos a los niños. Y a los católicos alemanes les dijo: 'Alemania ya tiene una gran Iglesia evangélica, no quisiera otra'.

DESDE EL VUELO PAPAL

A continuación, la transcripción de trabajo de la conversación del Papa Francisco con los periodistas en el vuelo de regreso de Baréin.

1) Fatema Alnajem (Bahrain News Agency)

Me gustaría decirle algo antes de formular mi pregunta. Usted ocupa un lugar muy especial en mi corazón, no sólo porque visitó mi país, sino porque cuando fue elegido Papa era el día de mi cumpleaños. Tengo una pregunta: ¿cómo valora los resultados de su histórica visita al Reino de Baréin y cómo valora los esfuerzos que está haciendo Baréin para consolidar y promover la convivencia, en todos los ámbitos de la sociedad, de todas las religiones, sexos y razas?

Ha sido un viaje de encuentro porque la finalidad era precisamente estar el diálogo interreligioso con el Islam y en el diálogo ecuménico con Bartolomé. Las ideas del Gran Imán de Al-Azhar iban precisamente en esa dirección de buscar la unidad, la unidad dentro del Islam respetando las nuances, las diferencias pero con unidad, la unidad con los cristianos y con otras religiones, y para entrar en el diálogo interreligioso o ecuménico se necesita la propia identidad. No se puede partir de una identidad difusa. Soy islámico, soy cristiano pero tengo esta identidad y por tanto puedo hablar con identidad. Cuando no se tiene una identidad propia, un poco en el aire, es un poco difícil el diálogo porque no hay ida y vuelta y por eso es importante, y estos dos que vinieron, tanto el Gran Imán de Al-Azhar como el Patriarca Bartolomé, tienen una gran identidad. Y esto hace bien. Del punto de vista islámico he escuchado atentamente los tres discursos del Gran Imán y me ha llamado la atención la forma en que ha insistido tanto en el diálogo intraislámico, entre ustedes, no para borrar las diferencias sino para entenderse y trabajar juntos, no para estar en contra. Los cristianos tenemos una historia algo fea de diferencias que nos ha llevado a guerras religiosas: católicos contra ortodoxos o contra luteranos. Ahora gracias a Dios después del Concilio hay un acercamiento y podemos dialogar y trabajar juntos y esto es importante, un testimonio de hacer el bien a los demás. Luego los especialistas, los teólogos, discutirán cosas teológicas, pero nosotros debemos caminar juntos como creyentes, como amigos, como hermanos, haciendo el bien. A mí también me llamaron la atención las cosas que se dijeron en el Consejo de Ancianos sobre la creación y la protección de la creación, y esta es una preocupación común de todos, islámicos, cristianos, de todos.  Ahora, en el mismo avión, van de Baréin a El Cairo el Secretario de Estado del Vaticano y el Gran Imán de Al-Azhar, juntos como hermanos. Esto es algo bastante conmovedor. Esto es algo que ha hecho bien. La presencia del Patriarca Bartolomé - es una autoridad en el ámbito ecuménico - también hizo bien. Lo vimos en la ceremonia ecuménica que hicimos y en las palabras que él dijo antes. En resumen: fue un viaje de encuentro. Para mí la novedad de conocer una cultura abierta a todos. En su país hay sitio para todos. También vi, el Rey me dijo: aquí cada uno hace lo que quiere, si una mujer quiere trabajar, que trabaje. Apertura total, así me dijo. Ya sabes, "you work".  Y también la parte religiosa, la apertura. Me llamó la atención la cantidad de cristianos, filipinos, indios de Kerala que están aquí y que viven el país y trabajan en él.

Fatema Alnajem

Le quieren mucho.

Esta es la idea, he encontrado una novedad y esto me ayuda a comprender e intercambiar más con la gente. La palabra clave es diálogo, diálogo, y para dialogar hay que partir de la propia identidad, tener identidad.

Fatema Alnajem

Gracias, Su Santidad. Rezaré a Alá el Todopoderoso para que lo bendiga con buena salud, felicidad y una larga vida.  

Santo Padre: Sí, reza por mí, no en contra (risas).

2) Imad Atrach

Santo Padre, desde la firma del "Documento sobre la Fraternidad Humana", hace tres años, hasta la visita a Bagdad y luego, recientemente, a Kazajistán: ¿este camino está dando frutos tangibles, en su opinión? ¿Podemos esperar que culmine en un encuentro en el Vaticano? Además, me gustaría agradecerle que haya mencionado hoy al Líbano, porque como libanesa puedo decirle que realmente necesitamos un viaje urgente de su parte, también y sobre todo porque ahora ni siquiera tenemos un presidente, así que iría a abrazar al pueblo directamente.

Gracias. He estado pensando mucho estos días -y lo hemos hablado con el Gran Imán- en cómo surgió la idea del Documento de Abu Dhabi, ese Documento que hicimos juntos, el primero. Él había venido al Vaticano para una visita de cortesía: tras nuestro encuentro protocolar, era casi la hora de comer y se marchaba, y mientras le acompañaba a despedirse le pregunté: "¿Pero a dónde va usted a comer?". No sé lo que me dijo. "Pero venga, almorcemos juntos". Fue algo que salió de dentro. Entonces, sentados ante la mesa, él, su secretario, dos consejeros, yo, mi secretario, mi consejero, tomamos el pan, lo partimos y nos lo dimos unos a otros. Un gesto de amistad, ofrecer el pan. Fue un almuerzo muy bello, muy fraternal. Y hacia el final, no sé a quién se le ocurrió la idea, nos dijimos: ¿pero por qué no escribimos sobre este encuentro? Así nació el Documento de Abu Dhabi. Los dos secretarios se pusieron a trabajar, con un borrador que iba y otro que volvía, un borrador que iba y otro que volvía, y al final aprovechamos el encuentro de Abu Dhabi para publicarlo. Fue una cosa de Dios, no se puede entender de otra manera, porque ninguno de nosotros tenía esto en mente. Surgió durante un almuerzo amistoso, y eso es algo grande. Luego seguí pensando, y el Documento de Abu Dhabi fue la base de los "Fratelli tutti"; lo que escribí sobre la amistad humana en "Fratelli tutti" se basa en el Documento de Abu Dhabi. Creo que no se puede pensar en un camino así sin pensar en una bendición especial del Señor en este camino. Quiero decir esto por justicia, creo que es justo que sepan cómo el Señor inspiró este camino. Ni siquiera sabía cómo se llamaba el Gran Imán, luego nos hicimos amigos e hicimos algo como dos amigos, y ahora hablamos cada vez que nos encontramos. El Documento es actual y se está trabajando para darlo a conocer.

Luego sobre el Líbano... El Líbano es un dolor para mí. Porque el Líbano no es un país en sí mismo, un Papa lo dijo antes que yo, el Líbano no es un país, es un mensaje. El Líbano tiene un gran significado para todos nosotros. Y el Líbano está sufriendo en este momento. Rezo, y aprovecho para hacer un llamamiento a los políticos libaneses: dejen de lado los intereses personales, pongan la mirada en el país y pónganse de acuerdo. Primero Dios, luego la patria, luego los intereses. Pero Dios y la patria. En este momento no quiero decir "salvar el Líbano" porque nosotros no somos salvadores, pero por favor, es necesario sostener el Líbano, ayudar para que el Líbano detenga este descenso, para que el Líbano recupere su grandeza. Hay medios.. está la generosidad del Líbano, ¡cuántos refugiados políticos tiene el Líbano! Tan generoso y está sufriendo. Aprovecho para pedir una oración por el Líbano, también la oración es una amistad.  Ustedes son periodistas, miren hacia el Líbano y hablen de esto para hacer crecer la conciencia. Gracias.

3) Carol Glatz (CNS)

Su Santidad, durante este viaje a Baréin habló de los derechos fundamentales, incluidos los de las mujeres, de su dignidad, del derecho a tener su lugar en la esfera social y pública, y animó a los jóvenes a tener valor, a hacer ruido; a avanzar por un mundo más justo. Dada la situación que se vive aquí cerca, en Irán, con las protestas desencadenadas por algunas mujeres y muchos jóvenes que quieren más libertad, ¿apoya usted este compromiso de las mujeres y los hombres que exigen derechos fundamentales que también se encuentran en el Documento de la Fraternidad Humana?

Hay que decirnos la verdad. La lucha por los derechos de las mujeres es una lucha continua. Porque en algunos lugares las mujeres llegan a tener igualdad con los hombres. Pero en otros lugares no logra. ¿No? Recuerdo que en los años 50, en mi país, se luchaba por los derechos cívicos de las mujeres: para que las mujeres pudieran votar. Porque hasta 1950, más o menos, sólo podían hacerlo los hombres. Y pienso en esta misma lucha en EEUU, famosa, por el voto femenino. Pero ¿por qué -me pregunto- una mujer tiene que luchar tanto para mantener sus derechos? Hay una -no sé si es una leyenda- una leyenda sobre el origen de las joyas de las mujeres -quizás una leyenda- que explica la crueldad de tantas situaciones contra las mujeres. Se dice que la mujer lleva muchas joyas porque en algún país -no lo recuerdo, quizá sea un hecho histórico- existía la costumbre de que cuando el marido se hartaba de la mujer, le decía "¡vete!" y ella no podía volver a entrar para buscar nada. Tenía que irse con lo que llevaba encima. Y (eso sería) el motivo por el que acumulaban oro para al menos llevarse algo. Dicen que este es el origen de las joyas. No sé si es cierto o no, pero la imagen ayuda.

Los derechos son fundamentales: pero ¿cómo es que en el mundo actual no podemos detener la tragedia de la mutilación femenina? Es terrible esto. Hoy, que exista esta práctica, que la humanidad no pueda detener esto que es un crimen, ¡un acto criminal!  Las mujeres, según dos comentarios que he escuchado, son material "usa y tira" - eso es feo ¿eh? - o son " especie protegida ". Pero la igualdad entre hombres y mujeres todavía no se encuentra de forma universal, y existen estos episodios: que las mujeres son de segunda clase o menos. Debemos seguir luchando por esto, porque las mujeres son un don. Dios no creó al hombre y luego le dio un perrito para divertirse. No. Los creó a los dos, iguales, hombre y mujer. Y lo que Pablo escribió en una de sus cartas sobre la relación hombre-mujer, que hoy nos parece anticuado, en aquel momento fue tan revolucionario que escandalizó sobre la fidelidad entre el hombre y la mujer. (Dijo): que el hombre cuide de la mujer como de su propia carne. Esto, en aquel momento, era algo revolucionario. Todos los derechos de las mujeres provienen de esta igualdad. Y una sociedad que no es capaz de poner a la mujer en su lugar, no avanza. Tenemos la experiencia (de esto). En el libro que escribí "Volvamos a soñar", en la parte sobre la economía por ejemplo: hay mujeres economistas en el mundo ahora mismo que han cambiado la visión económica y son capaces de llevarla adelante. Porque tienen un don diferente. Saben gestionar las cosas de otra manera, que no es inferior, es complementaria. Una vez tuve una conversación con una jefa de gobierno, una gran jefa de gobierno, una mamá con varios hijos que había tenido mucho éxito en resolver una situación muy difícil. Y le dije: dígame, señora, ¿cómo resolvió una situación tan difícil? Y empezó a mover las manos así, en silencio. Luego me dijo: cómo lo hacemos (nosotras) las madres. La mujer tiene su propio camino para resolver un problema, que no es el del hombre. Y ambos caminos deben trabajar juntos: la mujer igual al hombre trabaja por el bien común con esa intuición que tienen las mujeres. He visto que en el Vaticano cada vez que entra una mujer a hacer un trabajo, las cosas mejoran. Por ejemplo, la vicegobernadora del Vaticano es una mujer, el vicegobernador es una mujer y las cosas han cambiado bien. En el Consejo para la Economía había seis cardenales y seis laicos, todos ellos varones. Cambié los laicos y puse un hombre y cinco mujeres. Y esto es una revolución porque las mujeres saben cómo encontrar el camino correcto, saben cómo avanzar. Y ahora he puesto a Marianna Mazzuccato, en el Consejo para la Familia (en la Academia Pontificia para la Vida ed). Es una gran economista de Estados Unidos, (la puse) para dar un poco más de humanidad a esto. Las mujeres aportan lo suyo. No tienen que volverse como los hombres. No, son mujeres, las necesitamos. Y una sociedad que cancela a las mujeres de la vida pública es una sociedad que se empobrece. Se empobrece. Igualdad de derechos, sí. Pero también la igualdad de oportunidades. Igualdad de (posibilidades) para salir adelante, porque de lo contrario, uno se empobrece. Creo que con esto he dicho lo que globalmente se debe hacer. Pero aún nos queda camino por recorrer. Porque existe este machismo. Yo provengo de un pueblo machista. Los argentinos somos machistas, siempre. Y esto es feo, pero cuando hace falta vamos a las mamás que son las que resuelven los problemas. Pero este machismo mata a la humanidad.  Gracias por haberme dado la oportunidad de decir esto, que es (algo que) llevo tanto en mi corazón. Luchemos no sólo por los derechos, sino porque necesitamos mujeres en la sociedad que nos ayuden a cambiar.

4) Antonio Pelayo (Vida Nueva)

Santo Padre, la única vez que en este viaje habló sin papel, fue para referirse a la " martirizada Ucrania " y a las "negociaciones de paz ". Me gustaría preguntarle si puede decirnos algo sobre cómo van estas negociaciones por parte del Vaticano, y otra pregunta: ¿ha hablado últimamente con Putin o tiene intención de hacerlo en un futuro próximo?

Bueno, en primer lugar: el Vaticano está continuamente atento, la Secretaría de Estado trabaja y trabaja bien, trabaja bien. Sé que el secretario, Monseñor Gallagher, se mueve bien allí. Después, un poco de historia. Al día siguiente de (el comienzo de) la guerra -pensé que esto no se podía hacer, una cosa insólita- y fui a la embajada rusa, a hablar con el Embajador, que es un buen hombre. Lo conozco desde hace seis años, desde que llegó, un humanista. Recuerdo un comentario que me hizo entonces: "Nous sommes tombés dans la dictature de l'argent" (Hemos caído en la dictadura del dinero), hablando de la civilización. Un humanista, un hombre que lucha por la igualdad. Le dije que estaba dispuesto a ir a Moscú para hablar con Putin, si era necesario. Lavrov (el Ministro de Asuntos Exteriores, ed.) respondió muy amablemente -gracias- (pero) que no era necesario por el momento. Pero desde entonces nos hemos interesado mucho. Hablé dos veces por teléfono con el Presidente Zelesnky; después con el Embajador algunas veces más. Y se hace un trabajo de acercamiento, de búsqueda de soluciones. La Santa Sede también hace lo que tiene que hacer con respecto a los prisioneros, estas cosas... son cosas que se hacen siempre y la Santa Sede las ha hecho siempre, siempre. Y (luego) la predicación por la paz. Lo que me llama la atención -por eso uso la palabra "martirizada" para Ucrania- es la crueldad, que no es del pueblo ruso, tal vez... porque el pueblo ruso es un pueblo grande, están los mercenarios, soldados que van a la guerra como una aventura, mercenarios... Prefiero pensar así porque tengo una gran estima por el pueblo ruso, por el humanismo ruso. Basta con pensar en Dostoievski, que hasta hoy nos inspira, inspira a los cristianos a pensar en el cristianismo. Siento un gran afecto por el pueblo ruso y también por el ucraniano. Cuando tenía once años, había un sacerdote cerca de mí que celebraba en ucraniano y no tenía monaguillos, y me enseñó a servir la misa en ucraniano y todas estas canciones ucranianas las conozco en su idioma, porque las aprendí de niño, así que tengo un cariño muy grande por la liturgia ucraniana. Estoy en medio de dos pueblos que amo. Pero no sólo yo, la Santa Sede ha tenido muchos encuentros reservados, muchas cosas con buenos resultados. Porque no podemos negar que una guerra al principio quizás nos hace valientes, pero luego cansa y hace daño y se ve el mal que hace una guerra. Esto por la parte más humana, más cercana. Después me gustaría quejarme, aprovechando esta pregunta: en un siglo, ¡tres guerras mundiales! La de 1914-1918, la de 1939-1945, ¡y ésta!  Esta es una guerra mundial, porque es cierto que cuando los imperios, tanto de un lado como del otro, se debilitan, necesitan hacer una guerra para sentirse fuertes y también para vender armas eh? Porque hoy creo que la mayor calamidad del mundo es la industria armamentística. ¡Por favor! Me han dicho, no sé si es cierto o no, que si no se fabricaran armas durante un año, se acabaría el hambre en el mundo. La industria armamentística es terrible. Hace unos años, tres o cuatro, un barco lleno de armas llegó de un país a Génova y se debía pasar las armas a un barco más grande para llevarlas a Yemen. Los trabajadores de Génova no quisieron hacerlo... Fue un gesto. Yemen: más de diez años de guerra. Los niños de Yemen no tienen para comer.

Los Rohingya, moviéndose de un lado a otro porque fueron expulsados, siempre en guerra. Myanmar, es terrible lo que está sucediendo... Ahora espero que hoy se detenga algo en Etiopía, con un tratado... Pero estamos en guerra en todas partes y no entendemos esto. Ahora nos afecta de cerca, en Europa, la guerra ruso-ucraniana. Pero hay en todas partes, desde hace años. En Siria doce o trece años de guerra, y nadie sabe si hay prisioneros y lo que pasa allí. Después el Líbano, hablamos de esta tragedia... No sé si esto lo he dicho alguna vez: cuando fui a Redipuglia, en 2014, vi eso -y mi abuelo había hecho el Piave y me contó lo que pasaba allí- y esas las tumbas de los jóvenes... Lloré, lloré, no me da vergüenza decirlo. Después, un 2 de noviembre, que siempre voy a un cementerio, fui a Anzio y vi la tumba de esos chicos americanos, (que murieron) en el desembarco de Anzio. (Tenían) 19-20-22-23 años, y lloré, de verdad, me salió del corazón... Y pensé en las madres a las que llaman a la puerta: 'Señora, un sobre para usted'. Abre el sobre: "Señora, tengo el honor de decirle que tiene un hijo que es un héroe de la patria...". Las tragedias de la guerra. No quiero hablar mal de nadie, pero me ha tocado el corazón: cuando tuvo lugar la conmemoración del desembarco de Normandía, los jefes de tantos gobiernos estaban allí para conmemorarlo. Fue el principio de la caída del nazismo, es cierto. ¿Pero cuántos chicos quedaron en la playa de Normandía? Dicen que treinta mil... ¿Quién piensa en esos chicos? Todo esto lo siembra la guerra. Por eso, ustedes que son periodistas, por favor, sean pacifistas, hablen contra las guerras, luchen contra la guerra. Se los pido como hermano. Gracias.

5) Hugues Lefevre (I.Media)

Santo Padre, esta mañana, en su discurso al clero de Baréin, usted habló de la importancia de la alegría cristiana, pero en los últimos días muchos fieles franceses han perdido esta alegría al descubrir en la prensa que la Iglesia había mantenido en secreto la condena en 2021 de un obispo, ahora jubilado, que había cometido abusos sexuales en los años noventa mientras era sacerdote; cuando esta historia salió en la prensa, cinco nuevas víctimas se presentaron. Hoy en día muchos católicos quieren saber si la cultura del secretismo de la justicia canónica deba cambiar y volverse transparente (y a mí) me gustaría saber si usted cree que las sanciones canónicas deben hacerse públicas, gracias.

Gracias a tí por la pregunta. Me gustaría empezar (con) algo de historia sobre esto. El problema de los abusos siempre ha estado ahí, no sólo en la Iglesia, sino en todas partes. Ustedes saben que el 42-46 % de los abusos sexuales se producen en la familia o en el barrio; esto es gravísimo, pero la costumbre siempre ha sido la de encubrir, en la familia aún hoy se encubre todo, e incluso en el barrio se encubre todo, o al menos la mayoría de los casos; una fea costumbre que empezó a cambiar en la Iglesia cuando se produjo el escándalo de Boston en la época del cardenal Law que, por el escándalo, dimitió; fue la primera vez que (un caso de abuso) salió a la luz como un escándalo. Desde entonces, la Iglesia ha tomado conciencia de ello y se ha puesto a trabajar, mientras que en la sociedad y en otras instituciones normalmente se encubre. Cuando se produjo el encuentro de los presidentes de las conferencias episcopales (sobre este tema) pedí a Unicef, a la ONU, las estadísticas sobre esto, los datos porcentuales: en las familias, en los barrios, en las escuelas, en el deporte... y se hizo un estudio cuidadoso que comprendía también a la Iglesia; y alguien dice que somos una pequeña minoría, pero (yo digo) si fuera incluso un solo caso sería igualmente trágico, porque tú sacerdote, tienes la vocación de hacer crecer a la gente y en cambio comportándote así la destruyes; para un sacerdote, el abuso es como ir en contra de su naturaleza sacerdotal y en contra de la propia naturaleza social, por eso es algo trágico y no tenemos que detenernos, no tenemos que parar.

En esto, despertarse, hacer investigaciones y mover las acusaciones, no siempre (y en todas partes) ha sido todo igual, algunas cosas se ocultaron, antes del escándalo de Boston se cambiaba a la gente (se trasladaba a los sacerdotes), ahora todo es claro y se avanza en esto, por lo que no hay que extrañarse de que surjan casos como este, ahora me viene a la mente otro caso de otro obispo, los hay ¿saben? Y (ahora) no es fácil decir 'no lo sabíamos' o 'era la cultura de la época y sigue siendo la cultura social el ocultar'. Te digo esto: la Iglesia es decidida sobre esto, y quiero agradecer aquí públicamente el heroísmo del cardenal O'Malley, un buen fraile capuchino, que intuyó la necesidad de institucionalizar esto con la comisión de protección de menores que está llevando adelante, y esto nos hace bien a todos y nos da valor. Estamos trabajando con todo lo que podemos, pero sepan que hay gente dentro de la Iglesia que todavía no ve claro, que no comparte... es un proceso que estamos haciendo y lo estamos llevando a cabo con valentía y no todo el mundo tiene valor; a veces está la tentación de transigir, y también todos somos esclavos de nuestros pecados, pero la voluntad de la Iglesia es aclararlo todo.  Por ejemplo, he recibido dos quejas en los últimos meses sobre casos de abusos que habían sido encubiertos y no juzgados bien por la Iglesia: inmediatamente pedí un nuevo estudio (de los dos casos) y ahora se está haciendo un nuevo juicio; también está esto entonces, la revisión de los antiguos juicios, no bien hechos (que no se han dado correctamente). Hacemos lo que podemos, todos somos pecadores, ¿sabes? Y lo primero que tenemos que sentir es la vergüenza, la profunda vergüenza de eso. Creo que la vergüenza es una gracia. Podemos luchar contra todos los males del mundo pero sin vergüenza.... (no sirve para nada), por eso me sorprendió que San Ignacio en los Ejercicios Espirituales, cuando te hace pedir perdón por todos los pecados que has hecho, te hace llegar hasta la vergüenza, y si no tienes la gracia de la vergüenza no puedes seguir. Uno de los insultos que tenemos en mi tierra es "sos un sinvergüenza" y creo que la Iglesia no puede ser "sinvergüenza", tiene que avergonzarse de las cosas malas, así como dar las gracias a Dios por las cosas buenas que hace. Esto puedo decírselo: (tenemos) toda la buena voluntad de seguir adelante, también gracias a su ayuda.

6) Vania De Luca (Rai-Tg3)

Su Santidad también ha hablado de los migrantes en estos días. Cuatro barcos frente a la costa de Sicilia, con cientos de mujeres, hombres y niños, en dificultades, pero no todos pueden desembarcar. ¿Teme que vuelva a haber una política de "puertos cerrados" por parte del centro-derecha en Italia y cómo valora la posición de algunos países del norte de Europa al respecto? Y luego también quería preguntarle en general: ¿qué impresión tiene del nuevo gobierno italiano, que por primera vez está dirigido por una mujer?

...Eh, es un reto, es un reto. Sobre los migrantes, el principio: hay que acoger a los migrantes, acompañarlos, promoverlos e integrarlos, si no se pueden hacer estos cuatro pasos, el trabajo con los migrantes no puede ser bueno. Acogidos, acompañados, promovidos e integrados, llegar hasta la integración. Y lo segundo que digo: cada gobierno de la UE tiene que acordar cuántos migrantes puede recibir. Por el contrario, hay cuatro países que reciben migrantes: Chipre, Grecia, Italia y España, que son los más cercanos al Mediterráneo, en el interior hay algunos, como Polonia, Bielorrusia... pero (hablando) de los grandes migrantes del mar: la vida debe ser salvada. ¿Sabes que  hoy el Mediterráneo es un cementerio? Quizás el cementerio más grande del mundo. Creo que la última vez les dije que leí un libro en español que se llama Hermanito, es pequeñito se lee rápido, creo que seguramente ha sido traducido al francés y también al italiano. Se puede leer en dos horas. Es la historia de un chico de África, no sé si de Tanzania o de dónde era, que, siguiendo los pasos de su hermano, llegó a España: ¡cinco esclavitudes sufrió antes de embarcarse! Mucha gente, relata, es llevada por la noche a esos barcos -no a esos grandes navíos que tienen otra función- y si no quieren subirse: ¡pum, pum! Y los dejan en la playa - realmente es una dictadura de esclavitud lo que hace esa gente - y luego está el riesgo de morir en el mar. Si tienes tiempo lee esto, que es importante. La política de migrantes debe ser consensuada entre todos los países, no se puede hacer una política sin consenso, y la Unión Europea debe asumir una política de colaboración y ayuda, no puede dejar a Chipre, Grecia, Italia y España, la responsabilidad de todos los migrantes que llegan a las playas. La política de los gobiernos hasta ahora ha sido la de salvar vidas, eso es cierto. Hasta cierto punto se hizo así y creo que este gobierno (italiano) tiene la misma política... los detalles no los conozco, pero no creo que quiera marcharse, pero creo que ya ha hecho desembarcar a los niños, a las madres, a los enfermos, por lo que he oído, al menos estaba la intención.

Italia pensemos aquí... este gobierno, pensemos una vida a la izquierda, no puede hacer nada sin el acuerdo con Europa, la responsabilidad es europea, y luego me gustaría mencionar otra responsabilidad europea sobre África, creo que esto lo dijo una de las grandes estadistas que tuvimos y tenemos, Merkel, ella dijo que el problema de los migrantes debe ser resuelto en África, pero si pensamos en África con el lema: África debe ser explotada, es lógico que los migrantes, la gente huya de esa explotación. Debemos, Europa debe intentar hacer planes de desarrollo para África. Pensar que algunos países de África no son dueños de su propio subsuelo, que siguen dependiendo de las potencias colonialistas. Es una hipocresía resolver el problema de los migrantes en Europa, no, vayamos a resolverlos también a su casa. La explotación de la gente en África es terrible por este concepto. El 1 de noviembre tuve un encuentro con estudiantes universitarios de África. El encuentro fue el mismo que tuve con la Universidad de Loyola en Estados Unidos. Esos estudiantes tienen una capacidad, una inteligencia, una criticidad, un deseo de avanzar, pero a veces no pueden por la fuerza colonialista que tiene Europa en sus gobiernos. Si queremos resolver definitivamente el problema de los migrantes, resolvamos el de África. Los migrantes que vienen de otros lugares son menos, son menos, pero tenemos a África, ayudemos a África. El nuevo gobierno comienza ahora, yo estoy aquí: le deseo lo mejor. Yo siempre le deseo lo mejor a un gobierno porque el gobierno es para todos y le deseo lo mejor para que saque a Italia adelante y a todos los demás que están en contra del partido ganador que colaboren con criticidad, con ayuda, pero un gobierno de colaboración, no un gobierno donde dan vuelta la cara, te hacen caer si no te gusta una cosa u otra. Por favor, en esto hago un llamamiento a la responsabilidad. Dime, ¿es justo que desde principios de siglo hasta ahora Italia haya tenido 20 gobiernos? Dejémonos de estas bromas....

7) Ludwig Ring-Eifel (Centrum informationis Catholicum),

También yo quiero decir algo personal primero, porque me siento muy emocionado, porque después de una pausa de 8 años estoy de vuelta en el vuelo papal. Estoy muy agradecido de estar aquí de nuevo....

Bienvenido de nuevo

Ludwig

Gracias, un placer volver a encontrarlo. En el grupo alemán somos pocos, sólo tres en este vuelo, y pensamos: ¿cómo podemos establecer una conexión entre lo que vimos en Baréin y la situación en Alemania? Porque en Baréin vimos una Iglesia pequeña, un rebaño pequeño, una Iglesia pobre, con muchas restricciones y demás, pero una Iglesia viva, llena de esperanza, que crece. En Alemania, en cambio, tenemos una Iglesia grande, con grandes tradiciones; rica, con teología, dinero y todo, pero que pierde trescientos mil creyentes cada año, que se van, que están en profunda crisis. ¿Hay algo que aprender de este pequeño rebaño que vimos en Baréin para la gran Alemania?

Alemania tiene una vieja historia religiosa. Citando a Hoelderlin diré: "Muchas cosas han vivido, muchas". Su historia religiosa es grande y complicada, de luchas. A los católicos alemanes les digo: Alemania tiene una gran y hermosa Iglesia evangélica; yo no quisiera otra, que no será (nunca) tan buena como esa; pero la quiero católica, a la manera católica, en fraternidad con la evangélica. A veces se pierde el sentido religioso del pueblo, del Santo Pueblo Fiel de Dios, y se cae en discusiones eticistas, discusiones de coyuntura, discusiones que son consecuencias teológicas, pero que no son el núcleo de la teología. ¿Qué piensa el Santo Pueblo Fiel de Dios? ¿Cómo se siente el pueblo santo de Dios? Ir allí a buscar cómo siente, esa religiosidad sencilla, que se encuentra en los abuelos. No digo volver hacia atrás, no; sino a la fuente de inspiración en las raíces. Todos tenemos una historia de raíces de la fe; también los pueblos la tienen: ¡reencontrarla! Me viene a la mente aquella frase de Hoelderlin para nuestra edad: "el anciano debe mantener lo que prometió de niño". Nosotros en nuestra juventud... prometimos muchas cosas, muchas cosas. Ahora nos metemos en discusiones éticas, en discusiones coyunturales, pero la raíz de la religión es la bofetada que te da el Evangelio, el encuentro con Jesucristo vivo: y a partir de ahí las consecuencias, todas; a partir de ahí el coraje apostólico, a partir de ahí ir a las periferias, incluso a las periferias morales de la gente para ayudar; pero a partir del encuentro con Jesucristo. Si no hay encuentro con Jesucristo habrá un eticismo disfrazado de cristianismo. Esto es lo que quería decir, pero desde el corazón. Gracias.

(Transcripción del Dicasterio de Comunicación)

Publicado en RELIGIÓN

Ciudad del Vaticano. - Antes del rezo del Ángelus el Santo Padre reflexiona sobre la parábola del fariseo y el publicano, con sus dos movimientos “subir” y “bajar” que ayudan a lograr el “humilde” encuentro con Dios en la oración.

"Dos hombres subieron al templo a orar" (Lc 18, 10) pero solo uno de ellos lo hace con humildad, recuerda el Papa Francisco en el Ángelus del XXX domingo del Tiempo Ordinario, en la reflexión antes del rezo del Ángelus junto a los peregrinos de la Plaza San Pedro en el Vaticano.

“El Evangelio de la liturgia de hoy nos presenta una parábola que tiene dos protagonistas, un fariseo y un publicano (cf. Lc 18,9-14), es decir, un religioso y un pecador declarado”, dice Francisco en su meditación dominical. Y destaca los dos movimientos del pasaje bíblico, “expresados por dos verbos: subir y bajar".

Subir al encuentro con Dios

Sobre la acción de quien sube a orar, explica el Santo Padre que “este aspecto recuerda muchos episodios de la Biblia, en los que para encontrar al Señor se sube a la montaña de su presencia: Abraham sube a la montaña para ofrecer el sacrificio; Moisés sube al Sinaí para recibir los mandamientos; Jesús sube a la montaña, donde se transfigura”.

Por tanto, resalta que “subir”, dice: “expresa la necesidad del corazón de desprenderse de una vida plana para encontrarse con el Señor; de levantarse de las llanuras de nuestro ego para ascender hacia Dios; de recoger lo que vivimos en el valle para llevarlo ante el Señor”.

Bajar al encuentro con Dios

Y luego el Papa Francisco reflexiona sobre el segundo movimiento de la parábola: “bajar”. Indicando que para experimentar en la oración el encuentro con Dios, también es necesario “descender dentro de nosotros mismos: cultivar la sinceridad y la humildad de corazón, que nos permiten mirar con honestidad nuestras fragilidades y nuestra pobreza”.

Insiste el Papa en que “la humildad nos hacemos capaces de llevar a Dios, sin fingir, lo que somos, las limitaciones y las heridas, los pecados y las miserias que pesan en nuestro corazón, y de invocar su misericordia para que nos cure y nos levante. Cuanto más descendemos en humildad, más nos eleva Dios”, afirma.

El fariseo y el publicano

Contrastando el comportamiento de los dos personajes de la parábola resalta como el publicano “se pone humildemente a distancia (cf. v. 13), pide perdón y el Señor lo levanta”. En cambio, el fariseo “se exalta a sí mismo, seguro de sí mismo, convencido de que está bien: de pie, se pone a hablar con el Señor sólo de sí mismo, alabándose, enumerando todas sus buenas obras religiosas, y desprecia a los demás”.

La actitud del fariseo, el Papa Francisco la denomina “soberbia espiritual: te lleva a creerte bueno y a juzgar a los demás. Y así, sin darte cuenta, adoras a tu propio yo y borras a tu Dios”, dice.

El Pontífice invitó a los fieles a examinar de manera personal "la presunción interior de ser justos" (Lc 18, 9) que como el fariseo “lleva a despreciar a los demás”.

“Ocurre, por ejemplo, cuando buscamos cumplidos y enumeramos siempre nuestros méritos y buenas obras, cuando nos preocupamos por aparentar en lugar de ser, cuando nos dejamos atrapar por el narcisismo y el exhibicionismo”, dijo el Papa.

La vanagloria del narcisismo y exhibicionismo

Y finalmente exhortó a cuidarse del narcisismo y del exhibicionismo, “basado en la vanagloria, que también nos lleva a nosotros los cristianos, a nosotros los sacerdotes, a nosotros los obispos, a tener siempre la palabra "yo" en los labios: yo hice esto, yo escribí aquello, yo dije aquello, yo entendí aquello, etc. Donde hay demasiado yo, hay poco Dios”.

El Papa rezó la oración del Ángelus pidiendo la María Santísima su intercesión: “la humilde esclava del Señor, imagen viva de lo que el Señor ama realizar, derrocando a los poderosos de sus tronos y levantando a los humildes (cf. Lc 1,52)”.

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CIUDAD DEL VATICANO. - Tantas veces mandamos “mensajes a las personas que queremos, hagámoslo también con el Señor”. Para estar “en sintonía” con Él y no permitir que nuestra fe “se enfríe” - aun cuando estamos concentrados en muchas cosas urgentes, pero secundarias - el Papa Francisco sugirió este domingo “una sabia práctica espiritual”: las jaculatorias

Si el Señor llegara hoy a la tierra: ¿encontraría quien le dedique tiempo y afecto, quien lo ponga en primer lugar? Es la pregunta que planteó el Papa Francisco en el mediodía de este domingo 16 de octubre, el XXIX del tiempo ordinario, al reflexionar, antes de la oración mariana del Ángelus, sobre el Evangelio del día. Así comenzó su alocución:

El Evangelio de la Liturgia de hoy se concluye con una pregunta que preocupa a Jesús: «cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?» (Lc 18,8). Sería como decir: cuando llegue al final de la historia -pero, podemos pensar, también ahora, en este momento de la vida- ¿encontraré un poco de fe en ustedes, en su mundo?

“Es una pregunta seria”, afirmó el Santo Padre que, siguiendo con su reflexión, se refirió a lo que vería el Señor hoy, a saber, “muchas guerras, pobreza y desigualdades”, “grandes conquistas de la técnica, medios modernos y gente que va siempre deprisa, sin detenerse nunca”. Añadió pues, a la pregunta mencionada, una más específica:

¿Qué encontraría en mí, en mi vida, en mi corazón? ¿Qué prioridades vería?

A menudo, constató el Papa, “nos concentramos sobre muchas cosas urgentes, pero no necesarias, nos ocupamos y nos preocupamos de muchas realidades secundarias; y quizá, sin darnos cuenta, descuidamos lo que más cuenta y dejamos que nuestro amor por Dios se vaya enfriando, se enfríe poco a poco”. Pero Jesús nos ofrece “el remedio para calentar una fe tibia”:  la oración.

Sí, la oración es la medicina de la fe, el reconstituyente del alma. Pero es necesario que sea una oración constante. Si tenemos que seguir una cura para estar mejor, es importarte cumplirla bien, tomar los medicamentos en la forma correcta y a su debido tiempo, con constancia y regularidad.

Constancia y regularidad: el Santo Padre subrayó que esto “se aplica a todo en la vida”:

Pensemos en una planta que tenemos en casa: tenemos que nutrirla con constancia, cada día, ¡no podemos empaparla y después dejarla sin agua durante semanas! Con mayor razón para la oración: no se puede vivir solo de momentos fuertes o de encuentros intensos de vez en cuando para después “entrar en letargo”. Nuestra fe se secará. Necesita el agua cotidiana de la oración, necesita un tiempo dedicado a Dios, de forma que Él pueda entrar en nuestro tiempo, en nuestra historia; de momentos constantes en los que abrimos el corazón, para que Él pueda derramar en nosotros cada día amor, paz, gloria, fuerza, esperanza; es decir nutrir nuestra fe.

Por esto, continuó Francisco, Jesús hoy habla a “todos sus discípulos”, “¡no sólo a algunos!” – subrayó -. Y recordó lo que dice el Señor en el Evangelio de hoy: «es preciso orar siempre sin desfallecer» (v. 1). Planteando seguidamente la situación de alguien que podría objetar que no tiene tiempo para rezar, porque no vive “en un convento”, explicó que puede aplicarse “una sabia práctica espiritual”, hoy un poco olvidada, que nuestros mayores, en especial las abuelas, “conocen bien”: las “jaculatorias”. Son “oraciones muy breves, fáciles de memorizar, que podemos repetir a menudo durante el día, durante las diversas actividades, para estar ‘en sintonía’ con el Señor”, dijo el Santo Padre, que propuso algunos ejemplos:

Nada más levantarnos podemos decir: “Señor, te doy las gracias y te ofrezco este día”. Esta es una pequeña oración. Después, antes de una actividad, podemos repetir: “Ven, Espíritu Santo”; y entre una cosa y la otra rezar así: “Jesús confío en ti, Jesús te amo” Pequeñas oraciones que nos mantengan en contacto con el Señor.

Tras estas sugerencias el Papa hizo presente las muchas veces que mandamos “mensajes” a las personas que queremos, exhortando a hacerlo también con el Señor “para que el corazón permanezca conectado a Él” e invitando a no olvidarse de “leer sus respuestas” porque Él "responde siempre".

¿Dónde las encontramos? En el Evangelio, que hay que tenerlo siempre a mano y abrir cada día, para recibir una Palabra de vida dirigida a nosotros.

Volvamos a ese consejo que he dado tantas veces: llevar un pequeño Evangelio de bolsillo, en el bolsillo, en el bolso, y así cuando tengan un minuto lo abren y leen algo, y el Señor les responderá.

Así, en este día, elevó su oración a la Virgen María “fiel en la escucha” para que ella “nos enseñe el arte de rezar siempre, sin cansarnos”.

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•    En la audiencia general, Francisco lanzó un nuevo llamamiento por Ucrania: que el Señor "transforme los corazones de quienes tienen en sus manos el destino de la guerra para que cese el huracán de la violencia".

CIUDAD DEL VATICANO. - La paz y el atormentado pueblo ucraniano. El hilo de las palabras pronunciadas por el Papa Francisco en la audiencia general después de la catequesis se entrelaza con las sombras de nuestro tiempo sacudido en particular por el drama de la guerra en Ucrania.

“En estos días, mi corazón se dirige siempre al pueblo ucraniano, especialmente a los habitantes de las localidades sobre las que han arreciado los bombardeos. Llevo dentro mío su dolor y, por intercesión de la Santa Madre de Dios, lo presento en oración al Señor. Él siempre escucha el grito de los pobres que lo invocan: que su Espíritu transforme los corazones de quienes tienen en sus manos el destino de la guerra, para que cese el huracán de la violencia y se reconstruya la convivencia pacífica en la justicia”

El Papa Roncalli, servidor de Cristo y de la Iglesia

Saludando a los peregrinos de lengua italiana, Francisco recordó la figura de San Juan XXIII, que hace 60 años, el 11 de octubre de 1962, inauguró el Concilio Vaticano II.

“Ayer celebramos la memoria litúrgica de san Juan XXIII, que sirvió a Cristo y a la Iglesia con una dedicación ejemplar, trabajando con diligencia por la salvación de las almas. Que su protección los ayude a todos ustedes en el esfuerzo de sincera fidelidad a Cristo y los sostenga en las cotidianas fatigas”

El Papa Juan XXIII se puso al servicio de la paz en una coyuntura histórica muy delicada. En octubre de 1962, la crisis de los misiles en Cuba llevó a la humanidad al borde de la Tercera Guerra Mundial. Unos meses más tarde, se publicó la carta encíclica "Pacem in Terris", en la que el Papa Roncalli instaba a los hombres, especialmente a los que están investidos de responsabilidad pública, a no escatimar esfuerzos para dar un rumbo razonable y humano a las cosas, de modo que se eliminara también el trágico riesgo de una guerra nuclear. Incluso en esta época, la dramática y no irreal perspectiva de un conflicto atómico avanza. Y también hoy resuenan las palabras de Juan XXIII, que en la encíclica "Pacem in Terris" se unen a una frase siempre actual pronunciada en 1939 en un mensaje radiofónico por Pío XII: "Nada se pierde con la paz. Todo puede estar perdido con la guerra".

Pruebas de diálogo entre misiles y bombas

La guerra sigue avanzando en varias regiones del planeta. Este horror sigue afectando, en particular, a la martirizada población ucraniana. En las últimas horas emerge una noticia: el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serghei Lavrov, afirma que Rusia está dispuesta a considerar una propuesta de reunión sobre Ucrania entre el presidente Vladimir Putin y Joe Biden en el G20 de Indonesia. El jefe de la Casa Blanca califica a Putin de "persona racional que se ha equivocado mucho en sus cálculos". El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, teme una escalada y subraya que no puede haber espacio para el diálogo con el jefe de Estado ruso. Mientras tanto, hoy está previsto que el presidente Putin se reúna con el jefe de Estado turco, Recep Tayyip Erdogan. También está prevista una reunión de los ministros de Defensa de la OTAN en Bruselas. El presidente de los Emiratos AÁrabes Unidos, Mohammed bin Zayed Al Nahyan, confirmó la disponibilidad de su país para mediar entre Rusia y Ucrania. Durante la noche, las bombas rusas cayeron d en Nikopol, en la región del sur de Ucrania. Varios civiles, entre ellos una niña de 6 años, resultaron heridos. Al menos 30 edificios, entre ellos dos guarderías y una escuela, resultaron dañados. Esta mañana se ha escuchado una fuerte explosión en Melitopol, ciudad del sur de Ucrania ocupada por las fuerzas rusas. Estos son sólo los episodios más recientes de una guerra que, desde el 24 de febrero de 2022, sigue sembrando sufrimiento, muerte, terror. Hay una pregunta, en particular, que desafía el corazón de todo hombre. Y resuena en la encíclica "Pacem in Terris": ¿Quién, en efecto, no anhela con ardentísimos deseos que se eliminen los peligros de una guerra, se conserve incólume la paz y se consolide ésta con garantías cada día más firmes?

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Miércoles, 05 Octubre 2022 22:01

Conocerse a sí mismo: Papa Francisco


Ciudad del Vaticano. - En la audiencia general, el Papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre el discernimiento: "La vida espiritual tiene sus contraseñas: palabras que se refieren a lo que somos más sensibles. Es importante conocerlas para protegernos de quienes se presentan con palabras persuasivas para manipularnos y presentan con excesiva importancia cosas bellas pero ilusorias"

Estamos nosotros con nuestras "contraseñas" espirituales, las "palabras que tocan el corazón porque se refieren a lo que somos más sensibles". Y está el diablo, el "tentador", que "conoce bien estas palabras clave" y toca los nervios en carne viva, tentándonos, hipnotizándonos, engañándonos "con el señuelo" de las carreras, las cualificaciones, las relaciones.

Cosas "bellas pero ilusorias". Luego está Dios, el único que puede darnos la "confirmación" de nuestro valor: "Nos lo dice cada día desde la cruz: murió por nosotros, para mostrarnos lo valiosos que somos a sus ojos". En su audiencia general, el Papa Francisco prosiguió con su ciclo de catequesis sobre el discernimiento y en este primer miércoles de octubre, dirigiéndose a miles de fieles en la Plaza de San Pedro, los invitó a escarbar en el fondo del alma para "conocerse a sí mismos". Lo que nos hace alegrarnos, lo que nos hace sufrir, lo que nos hace capitular.

Conocerse a sí mismo

"El buen discernimiento también requiere el autoconocimiento. En efecto, implica nuestras facultades humanas: memoria, intelecto, voluntad, afectos", explicó el Papa.

    “A menudo no sabemos discernir porque no nos conocemos lo suficientemente bien a nosotros mismos, y por eso no sabemos lo que realmente queremos”

Es precisamente de este "insuficiente diálogo entre la vida religiosa y nuestra dimensión humana, cognitiva y afectiva" de donde surgen "las dudas espirituales y las crisis vocacionales".

    “Han oído muchas veces: "Pero esa persona, ¿por qué no arregla su vida? Nunca supo lo que quería...". Hay gente que... Y entonces sí, su vida va así, porque tampoco sabe lo que quiere. Sin llegar a ese extremo, pero también nos pasa que no sabemos lo que queremos, no nos conocemos bien”

La tentación de disfrazarse

El Papa citó a este respecto El trigo y la cizaña, de Thomas Green, quien "señaló cómo muchas dificultades en el tema del discernimiento apuntan a problemas de otro tipo, que deben ser reconocidos y explorados". Así escribe este "autor de la espiritualidad":

"He llegado a la convicción de que el mayor obstáculo para el verdadero discernimiento (y el verdadero crecimiento en la oración) no es la naturaleza intangible de Dios, sino el hecho de que no nos conocemos suficientemente a nosotros mismos, y ni siquiera queremos conocernos como realmente somos. Casi todos nos escondemos detrás de una máscara, no sólo ante los demás, sino también cuando nos miramos al espejo".

"Todos tenemos la tentación de estar enmascarados incluso delante de nosotros mismos", dijo Francisco. "Olvidar la presencia de Dios en nuestras vidas va de la mano con el hecho de ignorarnos a nosotros mismos – ignorando a Dios e ignorándonos a nosotros – las características de nuestra personalidad y nuestros deseos más profundos".  
Desconectar el "piloto automático”

Conocerse a sí mismo no es difícil, pero es agotador: implica una paciente excavación interior. Requiere la capacidad de parar, de "desconectar el piloto automático", de tomar conciencia de nuestra forma de hacer las cosas, de los sentimientos que nos habitan, de los pensamientos recurrentes que nos condicionan, muchas veces sin que nos demos cuenta.

También requiere que uno "distinga entre las emociones y las facultades espirituales". “Siento no es lo mismo que estoy convencido; sentir no es lo mismo que querer”, explicó el Pontífice. Así llegamos a "reconocer que la mirada que tenemos sobre nosotros mismos y sobre la realidad está a veces un poco distorsionada". Para el Papa, "darse cuenta de esto es una gracia". De hecho:

    “Muchas veces puede ocurrir que convicciones erróneas sobre la realidad, basadas en experiencias pasadas, nos influyan fuertemente, limitando nuestra libertad para jugar por lo que realmente cuenta en nuestra vida”

Las contraseñas espirituales y las manipulaciones del diablo

Francisco profundizó en su reflexión con una metáfora informática, la de las contraseñas, necesarias para entrar en los programas donde se almacena la información personal.

    “Incluso la vida espiritual tiene sus contraseñas: hay palabras que tocan el corazón porque se refieren a aquello a lo que somos más sensibles”

El tentador, es decir, el diablo, conoce bien estas palabras clave, y es importante que nosotros también las conozcamos, para no encontrarnos donde no queremos estar.

    “La tentación no sugiere necesariamente cosas malas, sino a menudo cosas desordenadas, presentadas con excesiva importancia. De este modo nos hipnotiza con la atracción que despiertan en nosotros estas cosas, que son bellas pero ilusorias, que no pueden cumplir lo que prometen, dejándonos al final una sensación de vacío y tristeza. Esa sensación de vacío y tristeza es una señal de que hemos "tomado" un camino que no era el correcto, que nos ha desorientado”

"Pueden ser, por ejemplo, un título, una carrera, las relaciones, todas cosas en sí mismas loables, pero hacia las que, si no somos libres, corremos el riesgo de albergar expectativas irreales, como la confirmación de nuestra valía", advirtió el Papa Francisco. Y agregó hablando espontáneamente:

    “Tú, por ejemplo, cuando piensas en un estudio que estás haciendo, ¿piensas en él sólo para promocionarse, para tu propio interés, o también para servir a la comunidad? Ahí se puede ver cuál es la intencionalidad de cada uno de nosotros”

Protegernos de quien nos manipula

Es de esta incomprensión de la que a menudo resulta "el mayor sufrimiento, porque ninguna de esas cosas puede ser la garantía de nuestra dignidad", observó el Obispo de Roma. "Por eso – dijo – es importante conocernos a nosotros mismos, saber las contraseñas de nuestro corazón, aquello a lo que somos más sensibles, para protegernos de quienes se presentan con palabras persuasivas para manipularnos, pero también para reconocer lo que es realmente importante para nosotros, distinguiéndolo de las modas del momento o de los eslóganes llamativos y superficiales".

    “Muchas veces lo que se dice en un programa de televisión, en algún anuncio que se hace, nos toca el corazón y nos hace ir por ahí sin libertad. Tengan cuidado con eso: ¿soy libre o me dejo llevar por los sentimientos del momento, o las provocaciones del momento?”

El examen de conciencia

El Obispo de Roma añadió que una ayuda es el examen de conciencia, es decir, "el buen hábito de releer con calma lo que ocurre en nuestro día, aprendiendo a notar en nuestras evaluaciones y elecciones a qué damos más importancia, qué buscamos y por qué, y qué encontramos finalmente".

Sobre todo, aprender a reconocer lo que sacia el corazón. Porque sólo el Señor puede darnos la confirmación de nuestro valor... No hay obstáculo ni fracaso que pueda impedir su tierno abrazo.

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