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La alegría unida a la cruz todopoderosa

Lunes, 14 Abril 2025 08:45 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

UN TESTIMONIO GOZOSO: Se nos ha hecho visible el rostro del Poder Celestial y gracias al cual, la palpitación gloriosa, ha dejado de estar invisible. Nos sometemos a él, porque su autoridad es el auténtico ascendente del verso en el verbo, la fuerza de la verdad y la bondad, de la vida y del bien. Es cuestión de abrirse al Ser Supremo, de no encerrarse en nuestras propias miserias, para poder revolvernos y volver al Altísimo, desapegados de lo mundano y apegados a su contemplativa entereza.  

I.- EL SOLEMNE PÓRTICO DE LA LUMINARIA

Uno es o no es, pero sí se ha de ser;
debe reencontrarse con su Creador,
fundirse y refundirse en su mañana,
hasta licuarse de virtud para brillar,
para vivir con vigor el día pascual.

De sol a sol estamos de evocación,
porque entra en la tierra el sosiego,  
el reino del albor y el rey de la paz;
la grandiosidad de la mansedumbre,
con el esplendor del pulcro vocablo.

Aislemos las tinieblas de aquí abajo,
uniéndonos al sacrificio venerable,
a ese don místico que nos restaura,
pues sólo Él nos cambia la esencia,
con la efigie del celeste Resucitado.

II.- EL ATRIO QUE NOS LLEVA A LA PASIÓN

El Domingo de Ramos es el porche,
que nos trasfiere a la semana santa,
a una santa semana en la que Jesús,
se dirige hacia el fin de su itinerario,
hacia el pináculo de su física savia.

Esta angustia convertida en alegría,
manifiesta la claridad omnipotente,
nos descubre los espacios lóbregos,  
con el manto de la bendición divina,
redimiéndolo todo de amor y de luz.
 
Consagrarse totalmente al Salvador,
es ahondar en la fronda de los ramos,
sondear en su muerte y reaparición,
con el sentido mismo de nuestro yo,
que es de Dios y a Dios debe volver.

III.- EL LAUREL CONTRA EL ARROJO DEL MALIGNO

El Señor nos muestra el horizonte,
bajo una perspectiva de comunión,
nos dice cómo hemos de afrontarlo,
para no entregarse a las tentaciones,
labrando el espíritu orante a diario.

La confianza obediente en el Padre,
es lo que nos hace rechazar el mal;
sólo tenemos que seguir a su Hijo,
con la humildad de ser penitentes,
nazarenos despojados y en escucha.

En las situaciones de los calvarios,
hay que tener el valor del silencio,
de oponerse y de reponerse manso,
de no guardar rencor a nadie nunca;
de abrazar la cruz, pues Cristo vive.

Víctor CORCOBA HERRERO
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