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El camino a un mundo renovado

Lunes, 21 Abril 2025 08:25 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

Sólo Cristo vivificado, como vía de verdad y vida que es, nos abre el horizonte espiritual para despoblarnos de nuestras miserias y repoblarnos de fosforescencia el alma, sin ocasos que nos enturbien los pasos y con la aurora del amor como marcha. Contemplando sus gloriosas heridas, obradas por nuestro empedrado corazón; nos daremos cuenta que, abrazando la cruz, renacemos al versículo fraterno, reponiéndonos en su perdurable antífona.

I.- UNA NUEVA HUMANIDAD JUNTO A DIOS

Jesús está vivo, vive con nosotros,
nos revive cada día en el acuerdo,
en la alianza de seguir sus sendas,
con el compromiso de ser buenos,
y de invocarle en toda coyuntura.

Hemos de estar en unión y en paz,
unos de otros necesitamos apoyo,
sin quitar ojo pues nada es para sí;
la misma humanidad es clemencia,
que clama y nos reclama el ojearse.

En el nosotros anida la existencia,
y al ser el ser que procede de Dios,
hermanos todos y todos nómadas;
con deseos de querernos y querer,
en total entrega como Cristo moró.

II.- EL VISIBLE SEÑOR HA REAPARECIDO

El que daban por muerto resucita,
es nuestro Salvador el que vuelve,
el que está a nuestro lado siempre;
con Él la esperanza nos robustece,
y la savia del vivir se vuelve gozo.

Dejémonos sorprender por su luz,
por la lámpara viviente de la cruz,
por el actuar de quien lo es todo;
el hábil Redentor que nos redime,
revolviéndonos al mal con el bien.

Respondamos, pues, a su llamada;
tomemos su itinerario de alegrías,
pongamos fe en nuestro transitar,
creemos una única pulsación vital,
loando ese poema sin pena alguna.

III.- ADVERTIMOS DEL TRIUNFO DIVINO

La muerte ya no es lo que se dice,
pues tras el laurel de Cristo Jesús,
se enciende la confianza celestial,
que es un naciente transfigurarse,
fruto de este acto noble de amor.

Volvamos a ese enérgico donarse,
para recibir el fuego del torturado,
que Crucificado sigue eximiendo,  
liberando miradas que le buscan,
y olvidando aconteceres pasados.

Abiertas las puertas de lo glorioso,
nos enternece su tierna eternidad,
con la inmortalidad de abrigarnos,
tras nuestras caídas en sus brazos,
para recobrarnos siempre de todo.

Víctor CORCOBA HERRERO
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