… Y no tuvo que esperar mucho. Parecía que cada tarde seducía para sentarse a charlar y los jóvenes habían quedado intrigados de saber que más les contaría el hombre de la barba. Fueron Luisa y Gabina las primeras en llegar y saludarlo, - ¿y Martín y Sebastián? – ahí ya vienen señor-, ¡Hola señor!, aquí estamos para seguir escuchando sus amenas e interesantes charlas, -gracias por el cumplido, para mi es importante que conozcan la historia, nuestra historia- les contestó-. Muchachos les quiero contar qué pasó cuando en el pueblo de Tlapa fue tomado por los insurgentes sin resistencia y donde nuestro cura, participó en su primera batalla con las huestes del cura Morelos. Esto sirvió para ganarse la confianza y sobre todo que a nuestro cura ya lo seguía un puñado de tlapanecos y que nunca se separarían de él. Después de haber tomado el pueblo de Tlapa con la destacada participación de Mariano Antonio Tapia su relación con el cura Morelos, líder del movimiento, fue más cercana y ahora sí, charlaban sobre temas relacionados a conseguir la independencia y otras importantes demandas.
….-Padre Morelos, cuál es su plan, hacia donde quiere dirigirse ahora-, - me parece importante asestar un buen golpe al virrey, le contestó Morelos- y -continuó-, -creo que ya estamos en condiciones de enfrentar mejor a las fuerzas realistas, antes de llegar a la ciudad de Puebla; debemos organizar a nuestra gente de cada uno de nuestros batallones, seguir avanzando y debilitar al enemigo, podemos lograrlo padre Tapia. Además - continuó el padre Morelos-, cada batalla debe ser una victoria, y para eso debemos organizar bien a nuestra gente en cada uno de nuestros batallones, que nos aseguren victorias en cada uno de los enfrentamientos con los realistas, y de esta forma obtendremos más armamento y más leales a la causa – ¿me entiende, padre Tapia? -, ¡sí señor! El cura de Villagrande prestaba mucha atención al igual que los demás insurgentes que ya se habían acercado a escuchar ésta importante charla. Y Morelos continuó. Padre Tapia, usted que conoce estos terrenos deberá guiarnos para llegar a la ciudad de Puebla. ¡Sí señor!, asintió el padre Tapia.
Podemos primero llegar a mi pueblo, y una vez que lo tomemos. al derrotar al hacendado español Mateo Musitu, jefe de armas y dueño de esa plaza que, mucho daño a hecho a nuestra gente, es demasiado déspota y muy poderoso por sus muy cercanas relaciones con el virrey, pero nosotros contamos con el apoyo de la gente y podemos derrotarlo, sería un triunfo muy valioso y estaríamos en condiciones de continuar avanzando hacia Puebla, la capital, padre, y quiero decirle- continuó el padre Tapia- no se preocupe, tenemos muchos seguidores a la causa y me han mantenido informado. Ahora bien, para llegar a mi pueblo, primero debemos tomar el pueblo de Huamuxtitlán, pienso que no sería mucho problema, no habrá resistencia, también ahí tenemos muchos seguidores. Indíqueme en qué momento partimos señor….
Fue Martín quien aprovecho la pausa. Dirigiéndose al hombre barbado intervino, -esta parte es muy desconocida, señor-, - Martín. Así es, por eso es mi interés de comentar estos pasajes de la independencia de nuestro país-, pero dejen que continue por favor. La confianza que el cura Morelos empezó a tener en nuestro Vicario se dio demasiado pronto. Y quiero decirles que la toma de Huamuxtitlán no implicó ningún problema, hubo muchos de lado de la causa insurgente. Y el cura Mariano Antonio Tapia a la cabeza, seguido de las huestes de Morelos, y pronto se apostarían en las inmediaciones de Villagrande, una plaza muy importante para avanzar a la capital de Puebla y sería una acción de mucha trascendencia para que, dé una vez enfrentar a un ejército que presumía en apagar con facilidad un movimiento que cada día iba creciendo.
La avanzada pronto piso los terrenos del cura Tapia, los aires frescos y las noches estrelladas con silencios acompañados del trinar de parvadas de aves de la región, aquellas que pernotan en el follaje de árboles que no pierden su color verde intenso que, en tardes candentes obsequian la sombra que cobija al caminante, que reposa en tan acogedores lugares de Villagrande. Estamos en San Juan de los Ríos – dice el cura Tapia a Morelos—. El jefe de la insurgencia quedo maravillado por el lugar.
De pronto se acercan gente insurgente custodiando a dos personas de aspecto campesino. Padre Tapia, estas personas quieren hablar con usted, dicen que le conocen -y al estar cerca de ellos exclamó-, ¡José!, ¡Alejandro!, que hacen ustedes por aquí, - padre venimos de Villagrande, queremos avisarle algo, - hablen hijos, - padre ya están esperándolos los gachupines, alguien les avisó, tienen armas y unos cañones, venimos pa´ prevenirlos padre. Gracias, no se preocupen, regresen con cuidado, por favor, - no padre, nos quedamos con usted-. El vicario se dirigió al cura Morelos. Padre permítame un momento. Me informan que los realistas ya saben de nuestra llegada, se están preparando. Que le parece – continuo el padre Tapia- si llegamos de madrugada y organizamos nuestros frentes para replegar al enemigo, - como usted diga padre-, contestó Morelos. Señor, tenemos gente para cubrir los cuatro costados del centro de la población, vamos a obligarlos a recular, logrando avanzar por cada frente. Es probable que se concentren en un convento, un inmueble ideal para cubrirse y con vistas por todos lados, me parece que es una estrategia que pueden utilizar, señor – el vicario se le dirigía con mucho respeto-, -sí ese es su plan, adelante, asintió Morelos-.
… El barbado hizo una pausa y rompió el silencio. Muchachos por favor escuchen lo que les contaré, - sin pena saco de su morral su frasco y agitó lo poco que quedaba, suficiente para los dos sorbos que dio- : Y efectivamente la estrategia del cura Mariano Antonio Tapia funcionó. Las huestes insurgentes avanzaron como lo planeado, obligando a los realistas comandados por Mateo Musitu, que se iban replegando a la parroquia de san Agustín Obispo; disponían de cañones y fusiles, ocuparon todos los espacios que les permitía descubrir cualquier movimiento del enemigo que ingresara por el enorme atrio, era un espacio despejado con mucha visibilidad. Alrededor de las 4 de la madrugada del amanecer del día 5 de diciembre del año 1811 dio inicio el enfrentamiento y al pasar las horas, los insurgentes lograron apoderarse del atrio para luego avanzar y tomar el claustro de la parroquia, porque una vez diezmado el enemigo, se apoderaron de las habitaciones altas, donde el enemigo respondió con granadas y disparos de cañones que aun disponían para repeler a los insurgentes de su avance, mientras llegaban los refuerzos solicitados al virrey, cosa que no sucedió, y conforme avanzaron las horas la pólvora y granadas se les agotaban sin que tuvieran ningún éxito. Antes de mediodía los insurgentes habían aprehendido a gran número y otros más optaron por entregarse, además, se habían apoderado a esa hora de buena cantidad de pertrechos importantes.
… Muchachos -el barbado se dirigió a los jóvenes-. quiero decirles que, de esta batalla, conocida como “La Toma de Villagrande” que narran los libros de historia, dice que el comandante realista Mateo Musitu ofreció dinero en oro para que le perdonaran la vida, no le fue aceptada su oferta y Morelos ordeno que fuera fusilado.
Después de la batalla las tropas insurgentes permanecieron conviviendo con los naturales y dicen que una mañana el cura Morelos reunió a sus mandos, Nicolás Bravo, Miguel Bravo y también al padre Mariano Antonio Tapia y muy cerca, escuchaba el joven Vicente Guerrero: Padre Tapia quiero felicitarlo a usted y a su gente, los que lo acompañan desde Tlapa y los que se unieron aquí en Villagrande, quiero que acepte el nombramiento que le voy a otorgar, a partir de hoy lo nombro Coronel de mi ejército, ¿qué contesta padre?, - señor le agradezco el nombramiento, tenga la seguridad que mi gente y yo, continuaremos con usted luchando hasta que logremos nuestra independencia del reino de España, la abolición de la esclavitud y nuestra ansiada libertad. ¡¡Acepto!!.
Manantiales Cholula, 10 de septiembre de 2025