Imprimir esta página

León XIV habla de Palafox, la Guadalupana y su visita a Puebla

Lunes, 10 Noviembre 2025 21:48 Escrito por Raúl Torres Salmerón

Columna | SIN LÍMITES

*Mensaje del Pontífice en la apertura del Congreso Nacional Misionero 

Del 6 al 9 de noviembre tuvo lugar el XVII Congreso Nacional Misionero (CONAMI), 2025, con el lema Discípulos Misioneros: Peregrinos de Esperanza Artesanos de Paz, organizado por la Arquidiócesis de Puebla a cargo del Arzobispo don Víctor Sánchez Espinosa y las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México (OMPE) y que tiene lugar cada 15 años.

Durante los 4 días, se congregaron en el Centro Expositor, 7 mil misioneros de México y del mundo. Durante la inauguración se leyó un mensaje del Papa León XIV, donde destacó la presencia de la Virgen de Guadalupe, del Obispo Juan de Palafox y de su visita como Superior de la Orden de los Agustinos a Puebla.

En ese sentido las palabras del Pontífice, entre otras, fueron las siguientes:

-Dirijo mi cordial saludo a los Obispos, sacerdotes, consagrados y consagradas y a ustedes, fieles laicos, reunidos en Puebla de los Ángeles con motivo del XVII Congreso Nacional Misionero de México. Me alegra profundamente su numerosa presencia en este importante acontecimiento.

-Me conmueve reconocer en ustedes la generosidad con que sostienen la obra misionera de la Iglesia a través de la oración perseverante, de los sacrificios asumidos y del apoyo espiritual y material que ofrecen. De ese modo, colaboran en la gran tarea evangelizadora de la Iglesia universal, cuyo mayor privilegio y deber es llevar a Cristo al corazón de cada persona.

-A la luz de esta misión común, deseo evocar una breve parábola, un solo versículo, en la que el Señor, a través de una imagen doméstica, nos revela el modo en que su Palabra se expande en la historia: El Reino de los Cielos se parece a un poco de levadura que una mujer mezcla con gran cantidad de harina, hasta que fermenta toda la masa. 

-Esa levadura de la que Jesús habla era distinta de las levaduras secas o industriales que hoy se emplean para hornear. En aquel tiempo, se guardaban pequeños trozos de la masa de días anteriores, ya fermentada, que, al mezclarse con nueva harina y agua, hacían fermentar todo el conjunto.

-San Jerónimo identifica a la mujer de la parábola con la Iglesia misma, que, con paciencia, es capaz de integrar la fe en la historia y en las culturas de los pueblos, hasta transformarlas desde dentro. San Juan Crisóstomo, por su parte, comenta que la levadura, enterrada, no se destruye, sino que cambia todo a su propia condición. Tal es la fuerza de Cristo, que hace nuevas todas las cosas.

-Así también sucedió en México. La levadura del Evangelio llegó en manos de pocos misioneros. Eran las manos de la Iglesia, que comenzarían a amasar la levadura que portaban consigo, el depósito de la fe, con la harina nueva de un continente que aún no conocía el nombre de Cristo. Al integrarse ambas, dio inicio el lento y admirable proceso de fermentación. 

-El Evangelio no borró lo que encontró, sino que lo transformó. Toda la increíble riqueza de los habitantes de aquellas tierras como lenguas, símbolos, costumbres y esperanzas, fue amasada con la Fe, hasta que el Evangelio echó raíces en sus corazones y floreció en obras de santidad y belleza únicas.

-En ese amanecer de la Fe, Dios le regaló a la Iglesia un signo de perfecta inculturación. En el Tepeyac, la Madre del verdadero Dios por quien se vive, apareció como testimonio visible del amor con el que el Señor se hizo cercano a los habitantes de esas tierras y de la respuesta creyente de un pueblo que levantó la mirada hacia su Salvador, decidido a acoger la invitación de nuestra Señora, como en Caná, de hacer todo lo que Él les dijera.

-El mensaje de Guadalupe se convirtió en impulso misionero. Los primeros evangelizadores, diocesanos, franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas, asumieron con fidelidad la tarea de hacer lo que Cristo mandaba. 

-Donde predicaron, prosperó la Fe y con ella la cultura, la educación y la caridad. Así, poco a poco la masa siguió fermentando y el Evangelio se hizo pan capaz de alimentar el hambre más profunda de ese pueblo.

-Entre aquellos que continuaron amasando la Fe en esas tierras, destaca en Puebla la figura del Beato Juan de Palafox y Mendoza, pastor y misionero que entendió su ministerio como servicio y fermento. 

-Recuerdo bien, cuando visité Puebla como Prior General de los Agustinos, cómo la figura del Beato seguía viva en la memoria poblana; su paternidad había dejado una huella tan profunda que todavía hoy se percibe en la fe sencilla de los fieles.

-El ejemplo de este Obispo modelo interpela a los pastores de hoy, pues enseña que gobernar es servir, que formar con seriedad es evangelizar y que toda autoridad, cuando se ejerce según el criterio de Cristo, se convierte en fuente de comunión y de esperanza. 

-En su vida y escritos, Palafox nos muestra que el verdadero misionero no domina, sino que ama; no impone, sino que sirve y no instrumentaliza la Fe para obtener ventajas personales ni materiales, ni de poder, ni de prestigio, sino que reparte la fe como pan.

-Sé que la Iglesia católica en México se esfuerza por vivir plenamente el llamado de Cristo; por eso, agradezco sus generosos esfuerzos y los animo a ser siempre misioneros según su divino Corazón, peregrinos de esperanza y artesanos de paz. 

-Que el Señor Jesús haga fecundas todas sus iniciativas y que Santa María de Guadalupe, Estrella de la Evangelización, los acompañe siempre con su ternura de Madre, indicándoles el camino que lleva a Dios. Con afecto, les imparto de corazón mi bendición, asegurándoles mi oración y cercanía. Sigan trabajando con fidelidad, hasta que “fermente toda la masa”.

El Congreso Misionero culminó el domingo con la llegada de los contingentes procedentes de la Iglesia Catedral, donde fueron recibidos por don Víctor Sánchez Espinosa, Arzobispo de Puebla, quien dirigió unas palabras de ánimo y una oración especial por todos los misioneros, recordándoles que la misión nace en el corazón de Cristo y se alimenta en la Eucaristía.

La peregrinación misionera fue un recorrido lleno de color, cantos y alegría, en el que los participantes caminaron con sus estandartes y signos representativos de sus diócesis hacia el Centro Expositor de Puebla. 

La celebración eucarística fue presidida por Joseph Spiteri, Nuncio Apostólico en México y en la homilía, el representante del Papa, recordó que cada bautizado está llamado a ser signo de esperanza en medio del mundo, y que la misión no termina con el Congreso, sino que continúa en la vida cotidiana de cada cristiano.

El Padre Sergio Vallejo Martínez, Director de Misiones de la Arquidiócesis de Puebla, dirigió unas palabras de agradecimiento a todos los que hicieron posible este encuentro nacional y la jornada concluyó con el anuncio oficial de la sede del próximo Congreso Nacional Misionero (CONAMI 2030), que se celebrará en la Diócesis de Tlalnepantla, Estado de México.

Durante los cuatro días del Congreso, hubo conferencias, celebraciones eucarísticas, reflexiones, horas santas y oraciones.

Estuvo presente, además de los obispos auxiliares Tomás López Durán y Francisco Javier Martínez, el poblano Roberto Domínguez Couttolenc, Obispo de Tulancingo y Responsable de la Dimensión Episcopal para la Pastoral de la Misión.

En fin, como escribió Luis M. Ortiz en su poema Yo quiero ser Misionero:

Yo quiero ser misionero,
aunque el calor me faltare,
y el frio me persiguiere,
en las noches más heladas.
Aunque no tuviere manta,
ni abrigo ni me arropara,
misionero quiero ser,
por qué lo llevo en el alma.

Correo | Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Valora este artículo

Consola de depuración de Joomla!