•    El proyecto que instituyó Lázaro Cárdenas y que consolidó el presidente López Mateos se vio amenazado en sexenios anteriores al ser avalada la privatización gradual del sector energético mexicano.
•    La CFE mantiene los principios y valores que le hicieron posible electrificar al país: trabajo, compromiso, vocación de servicio, unidad y amor por México.

CDMX.- La Comisión Federal de Electricidad (CFE) cumple hoy 83 años de servicio al pueblo mexicano y a la nación. A pesar de los reiterados intentos, avalados por administraciones anteriores, de saquearla y desmantelarla para favorecer intereses particulares, la CFE reafirma su vocación social y su misión de fortalecer al desarrollo de México.

La misión de la CFE fue clara desde su creación. En 1937 el entonces presidente, general Lázaro Cárdenas, instruyó: “La Comisión Federal de Electricidad tendrá por objeto organizar y dirigir un sistema nacional de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, basado en principios técnicos y económicos, sin propósitos de lucro y con la finalidad de obtener con un costo mínimo, el mayor rendimiento posible en beneficio de los intereses generales”.

El crecimiento de la CFE fue exponencial, en solo 10 años contaba ya con 23 plantas generadoras, para 1952 sumaban 215 plantas. En 1960, la distribución de electricidad era controlada principalmente por empresas privadas que no veían rentable electrificar más allá de los principales núcleos urbanos por lo que sólo el 44% de la población tenía acceso a la electricidad. 

Ante esta situación, el presidente Adolfo López Mateos decidió nacionalizar la industria eléctrica y adjudicar al Estado mexicano la electrificación del país. “Y a fin de integrar definitivamente el sistema nacional de generación, distribución y abastecimiento de energía eléctrica, y de que el pueblo mexicano sea el único dueño de la que se produce, hemos adquirido la Compañía Mexicana de Luz y Fuerza Motriz y sus filiales”, dijo el mandatario.

A partir de ese momento, inició la segunda etapa en la historia de la CFE, una etapa el que se definió su fortaleza y se reafirmó su vocación social. A partir de ese momento el Estado podía generar electricidad y distribuir en su totalidad la energía producida, con lo que se garantizaba el suministro eléctrico al pueblo mexicano.

El crecimiento continuó por décadas, se logró brindar acceso a la electricidad a más del 90 por ciento de la población, se incrementó y modernizó la infraestructura de la CFE, con lo que se consolidó como una empresa del Estado mexicano con miles de trabajadores organizados, altamente calificados, distribuidos en todo el país. Pero las amenazas llegarían, tal como lo advirtió el presidente López Mateos en su carta a los mexicanos cuando nacionalizó la industria eléctrica.

“Les devuelvo la energía eléctrica, que es de exclusiva propiedad de la nación, pero no se confíen, porque en años futuros algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país intentarán por medios sutiles entregar de nuevo el petróleo y nuestros recursos a inversionistas extranjeros. Ni un paso atrás, fue la consigna de Don Lázaro Cárdenas, al nacionalizar nuestro petróleo. Solo un traidor entrega su país a los extranjeros”.

El proyecto que instituyó Lázaro Cárdenas y que consolidó el presidente López Mateos se vio amenazado en los dos sexenios anteriores al ser avalada la privatización gradual del sector energético mexicano. El punto cumbre llegó con la aprobación de modificaciones a la Constitución en materia de energía. Esa propuesta, aprobada en el Congreso, contravenía todo lo logrado y atentaba contra los intereses del pueblo mexicano.

Muchas voces se levantaron en contra, pero fueron silenciadas con una fuerte campaña en la que participaron empresarios, medios de comunicación y actores políticos. Aseguraban que la reforma energética era una gran oportunidad que traería a México cientos de miles de nuevos empleos con mejores salarios y que bajaría el precio de la luz y del gas, promesas que nunca se cumplieron.

La reforma energética otorgó privilegios exorbitantes a las empresas privadas y dejó a la CFE en estado de vulnerabilidad con contratos inequitativos, imposición de pago de indemnizaciones, eliminación de inversión en mantenimiento, imposición de compra de energía a terceros. Sumado a esto, la CFE debía cumplir con la “Estricta Separación Legal”, medida con la que se le debilitó y se le obligó a competir contra sí misma para otorgar ventaja a generadores privados.

El objetivo era claro, debilitar a una de las instituciones que por décadas impulsaron el desarrollo de México, saquearla y desmantelarla.

Sin embargo, en la nueva etapa de transformación de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador estableció como programa prioritario, el rescate de la CFE que, tras la Reforma Energética, se encontraba al borde de la quiebra.

Se diseñó el Programa Nacional de Electricidad, que tiene como objetivo rescatar la industria eléctrica nacional a través de un fuerte impulso a la generación eléctrica, la modernización de las plantas y líneas de transmisión, el combate a la corrupción y sobre todo, garantizar el servicio de energía eléctrica sin fines de lucro y como un derecho de todos los mexicanos.

En diciembre de 2018, en Chiapas, el presidente López Obrador instruyó: “Que se frene, esa ya es una instrucción, el desmantelamiento de la Comisión Federal de Electricidad. No se va a cerrar una sola planta más. Se acaba la política de estar cerrando las plantas de generación de energía eléctrica de la Comisión Federal de Electricidad (…) Yo estoy seguro de que vamos a lograr el propósito de fortalecer a esta gran empresa, la Comisión Federal de Electricidad, por el bien del pueblo, por el bien de los trabajadores, por el bien de México”.

El Director General, Manuel Bartlett Díaz, recibió la encomienda de liderar los esfuerzos al interior de la CFE para devolverle su capacidad de generación, sanear las finanzas de la empresa, eliminar prácticas de corrupción y modernizar las plantas existentes con el objetivo de recuperar vocación social y de servicio de la CFE y de convertirla nuevamente en la empresa nacional orgullo de todos los mexicanos.

Entra las medidas implementadas con este propósito se encuentran: la suspensión de proyectos que ponían en riesgo la soberanía energética de México, renegociación de contratos, mantenimiento de centrales generadoras, así como la implementación de controles más estrictos en el ejercicio del presupuesto para compras y contrataciones. Todo esto ha fortalecido a la CFE y ha generado grandes ahorros para México y los mexicanos.

Hoy la CFE cuenta hoy con 192 centrales generadoras de energía, 109 mil kilómetros de redes de transmisión y más de 890 mil kilómetros de redes de distribución. Atiende a 45 millones de hogares mexicanos y cada año, se suman un millón más. Su capital humano y capacidad técnica la vuelven referente mundial en la atención a contingencias como huracanes, ciclones tropicales, sismos y otras eventualidades.

Pese al proyecto de desmantelamiento a través de la Reforma Energética, la CFE mantiene los principios y valores que le hicieron posible electrificar al país: trabajo, compromiso, vocación de servicio, unidad y amor por México. Ha sido una larga historia sostenida por cada trabajador y trabajadora en el campo y en oficinas dando lo mejor de sí para llevar el servicio de energía eléctrica a todo el país. Una historia de mexicanos trabajando para mexicanos. Ya lo ha dicho en sus mensajes el Director General de la CFE “somos una empresa que vive para el pueblo de México”.

Publicado en NACIONAL

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