El virus, que ya no se limita a las aves, ha causado la desaparición de hasta la mitad de las hembras reproductoras en algunas colonias de elefantes marinos y miles de muertes en focas, poniendo en riesgo el equilibrio ecológico del continente blanco.

La llegada de la gripe aviar H5N1 a la Antártida ha marcado un punto de inflexión en la crisis sanitaria global. Lo que comenzó como un virus altamente patógeno en aves migratorias se ha expandido a mamíferos marinos, provocando una mortandad sin precedentes en focas y elefantes marinos. Investigadores confirmaron la presencia del virus en más de un centenar de animales de distintas especies en la península antártica, lo que evidencia su rápida propagación en uno de los ecosistemas más frágiles del planeta.

El impacto es devastador. En colonias de elefantes marinos del sur, particularmente en Georgia del Sur, se ha registrado la desaparición de hasta el 50% de las hembras reproductoras, un golpe que compromete seriamente la supervivencia de la especie. Las focas también han sido víctimas del brote, con miles de ejemplares muertos en las costas subantárticas. La rápida transmisión entre mamíferos demuestra que el virus ya no se limita a las aves, aumentando el riesgo de mutaciones con potencial pandémico.

La situación plantea un escenario crítico para la biodiversidad antártica. La pérdida de individuos reproductores en especies clave amenaza con alterar el equilibrio ecológico de la región, mientras que la posibilidad de que el virus continúe adaptándose a nuevos huéspedes preocupa a los expertos en salud global. El brote de H5N1 en la Antártida no solo es una crisis ambiental, sino también una advertencia sobre la capacidad de los patógenos para expandirse más allá de sus límites tradicionales, poniendo en riesgo tanto a la fauna silvestre como a la salud humana.

Publicado en EMBAJADA

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