Un equipo de investigadores de Stanford Medicine ha publicado un estudio que aporta explicaciones biológicas sobre por qué las vacunas contra la COVID-19 basadas en ARN mensajero (ARNm) pueden, en casos extremadamente poco frecuentes, desencadenar inflamación del músculo cardíaco, conocida como miocarditis. El trabajo fue publicado el 10 de diciembre en la revista Science Translational Medicine y constituye uno de los análisis más detallados hasta ahora sobre este fenómeno. 

Los científicos identificaron que una respuesta inmune exagerada —específicamente la elevación de dos moléculas señalizadoras del sistema inmunitario llamadas citocinas (CXCL10 e interferón gamma)— puede conducir a inflamación y daño en el tejido cardíaco en modelos experimentales. Estas citocinas, que normalmente ayudan a defender al organismo contra virus, cuando se producen en exceso parecen activar células inmunitarias que pueden atacar tejidos del corazón. 

En experimentos con ratones y con “esferoides” de tejido cardíaco humano cultivado en laboratorio, la presencia de estas citocinas provocó marcada actividad inflamatoria, que se tradujo en signos de estrés cardíaco similares a los observados en personas con miocarditis tras vacunarse. Al aplicar fármacos que bloquean estas señales, los investigadores consiguieron reducir considerablemente el daño observado en los modelos de laboratorio.

Los autores del estudio también exploraron por qué este efecto se observa con más frecuencia en hombres jóvenes y adolescentes, señalando que la presencia de hormonas como el estrógeno —que varía entre sexos— podría ofrecer un grado de protección. En sus ensayos, la administración de un compuesto similar al estrógeno redujo la inflamación cardíaca inducida. 

Aunque este hallazgo identifica un mecanismo biológico plausible, los investigadores enfatizan que la miocarditis tras la vacunación sigue siendo muy rara y que los resultados no deben interpretarse como una razón para evitar las vacunas. Según datos de salud pública, la miocarditis ocurre a una frecuencia baja tras la vacunación, y es incluso más común después de una infección por el propio SARS-CoV-2. 

La comunidad científica celebra este avance como una pieza importante para comprender y prevenir eventos adversos poco comunes, pero subraya que los beneficios de las vacunas de ARNm en la prevención de hospitalizaciones y muertes por COVID-19 continúan superando con creces los riesgos potenciales. 



Publicado en EMBAJADA

Tales reacciones acumulan grasa en las arterias, dicen expertos

Enojones e iracundos, sean mujeres u hombres, son personas que hacen mucho daño a su corazón, y cuando padecen ataques de cólera pueden ocasionarse un ataque cardiaco, sin importar si son jóvenes o adultos.

Estudiosos del Johns Hopkins School of Medicine, al  evaluar a 1,337 hombres alumnos de medicina, hallaron que quienes eran propensos al enojo presentaban tres veces más probabilidades de sufrir un ataque al corazón siendo jóvenes, o al menos  estaban más propensos a desarrollar problemas cardíacos a lo largo de su vida.

Por tanto describen que quienes tienen un temperamento irritable y se enojan con facilidad, deben respirar profundo, no sólo porque el enojo por lo general causa reacciones destructivas, sino porque además le hacen daño a su corazón.

Aseguran que cualquiera que sea el motivo de un enojo, provoca que el pulso se  acelere, la sangre se  suba a la cabeza y se sienta un fuerte impulso por hacer algo violento como gritar, romper algo, golpear la mesa con los puños, entre otras acciones violentas.

Es aceptable que aun cuando el enojo es una emoción normal y hasta sana, en exceso no es bueno para la salud.

Estos científicos siguen investigando sobre el tema, por lo cual se sabe que el enojo y otras emociones fuertes, afectan directamente al corazón y a las arterias.

Cuando alguien se enoja,  tiene ira o cólera, su cuerpo activa un mecanismo de combate o pelea, lo pone alerta y es cuando se liberan hormonas como la adrenalina y el cortisol, se aceleran los latidos del corazón, su respiración se hace más agitada y siente una descarga de energía.

Los vasos sanguíneos se contraen y su presión arterial sube. Si  esta reacción ocurre con demasiada frecuencia, su sistema cardiovascular se sobrecarga y se gasta.

Mediante el estudio señalado se han logrado evidencias de que estas reacciones pueden causar acumulación de placas de grasa en las arterias y, por lo tanto, se dañan, ya que  se debilita el sistema cardiovascular y hace que estén, el enojón o el iracundo, a las puertas de sufrir un infarto, aunque sea joven.

Recomiendan expertos que cuando algo cause enojo a alguien, debe éste respirar profundo, contar hasta diez, hacer una pausa, poner las cosas en una balanza y no reaccionar con violencia.

El practicar técnicas de relajación puede ayudar a controlar estos ataques y también a evitar que el corazón sea el más afectado.

Publicado en SALUD

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