Viernes, 09 Diciembre 2022 11:38

Del confinamiento a la normalidad

Para Prude y Trinidad, entrañables vecinos

El final del año 2019 fue normal, una reunión familiar en Chiautla de Tapia, enlistando propósitos a lograr el año nuevo, el 2020; degustamos comida tradicional mexicana y todo fue normal, la familia contenta, feliz, esperando el inicio del año. Y como cada año, en la calle 8 poniente el primer día se adorna y barre la calle que es toda una tradición, para luego al atardecer, el paso de una procesión, con una larga fila de fieles devotos, es la Procesión del Santísimo que recorre nuestra calle y su sola presencia nos da alivio y esperanza para el año esperado.

El final del 2020 era especial, contamos con la visita de nuestra nieta, la primera, venían de Europa a pasar unos días de vacaciones a México. Debo confesar que la alegría que nos invadía tanto a mi esposa como a mí fue indescriptible. Ser abuelo es una experiencia nueva, se experimenta la sensación de rejuvenecer y los nietos te despiertan nuevos sentimientos, otra forma de ser, de actuar: el disfrute de nuevos momentos. Días felices, plenos, hasta que llega lo inevitable, la visita concluye. Y la vida parecía tener un curso normal.

Así es, pensamos que la normalidad se imponía, pero a los pocos días de la partida de mi nieta y sus papas, durante la primera semana de febrero, nos sorprende la noticia de la primera persona infectada por el coronavirus en nuestro país. Nunca pensamos las fatales consecuencias que esta situación implicaría ya convertida en pandemia y que en poco tiempo sus fatales estragos estarían presentes en muchos hogares de familiares y amigos. La indicación sugerida fue mantenernos en confinamiento. Nos esperaban con mi esposa estancias tanto en casa de Cholula como en Chiautla de Tapia, enclaustrados.

Quedarse en casa, usar cubre boca, guardar la sana distancia, fueron las recomendaciones hacia la ciudadanía por el gobierno federal. Sin embargo, los decesos pronto aparecieron, y lo peor, aun no se contaba con una vacuna para enfrentar dicha pandemia; los hospitales recibiendo cada vez más pacientes, personal médico medico expuesto al contagio. La situación desbordada y una medida para disminuir y detener los daños fue la de no salir, se insistía. Hasta que finalmente la vacuna apareció, y durante el 2021 la campaña de vacunación apareció y no solo el miedo disminuyó; los decesos bajaron y la confianza afloró.

Fue ya durante el año 2022 cuando poco a poco las medidas sanitarias son retiradas, pero por precaución mucha gente las mantiene y las actividades económicas y comerciales inician su recuperación. Lo mejor de todo esto es que en el seno familiar la normalidad se va recuperando lentamente. Los daños de la pandemia son irreversibles y no hay hogar donde no se sienta la ausencia de un familiar, de un vecino o de un amigo. Las heridas que deja la pandemia – coronavirus-, solo el tiempo las borrara.

La pesadilla concluirá, eso esperamos. Las fiestas de fin de año ya se inician, y con mucha nostalgia nos preparamos para compartir nuevamente ratos de alegría familiar, no será fácil olvidar el pasado, un pasado que debemos superarlo y continuar la vida, la normalidad.

Ya no contaré con mis amigos Abel, Jaime y Amado, ni mis compañeros de escuela Gabriel y Arturo, tampoco mis compadres Pedro y Taurino. También ya no encontraré a mis paisanos que regresaban de los Estados Unidos a las fiestas decembrinas ‘para abrazarnos y detenernos a charlar en plena calle, para recordar un pasado y convertirlo en presente, ya no lo haré con Guillermo y Francisco y mucho extrañare a mi primo José Reynoso. Todos ellos vieron truncados sus sueños con la pandemia y con ello se llevó muchos pasajes de mi vida.

Para este invierno, nos reunimos nuevamente la familia, mi hija, nieta y yerno, volverán a casa. La presencia de nuestros seres queridos será un alivio, pero sin duda la nostalgia aflorará; haremos un esfuerzo para que en cada reunión la celebremos con alegría, una alegría que merece ser desbordada en estas fechas.    

Y para el inicio de un nuevo año. Otra vez mi calle, la 8 poniente esperará el atardecer de ese primer día del calendario; disfrutaremos de ese olor fresco de una calle limpia y el colorido que ofrecerán los tendidos que unen por esta ocasión  las casas de mi barrio, para dar paso a esas largas filas de fieles devotos que entonan cantos y recuperan su alegoría al acompañan una vez más la Procesión del Santísimo, y esas luces que dan las velas que alumbran un camino y una esperanza de un pueblo que se aferra a perder sus tradiciones. Un pueblo que no quiere perder la oportunidad de soñar y que se aferra seguir viviendo. Salud

Cholula, Puebla, diciembre de 2022

*Miembro fundador de Alianza Ciudadana Mixteca de Chiautla de Tapia, A.C.

Publicado en CULTURA