El virus, que ya no se limita a las aves, ha causado la desaparición de hasta la mitad de las hembras reproductoras en algunas colonias de elefantes marinos y miles de muertes en focas, poniendo en riesgo el equilibrio ecológico del continente blanco.

La llegada de la gripe aviar H5N1 a la Antártida ha marcado un punto de inflexión en la crisis sanitaria global. Lo que comenzó como un virus altamente patógeno en aves migratorias se ha expandido a mamíferos marinos, provocando una mortandad sin precedentes en focas y elefantes marinos. Investigadores confirmaron la presencia del virus en más de un centenar de animales de distintas especies en la península antártica, lo que evidencia su rápida propagación en uno de los ecosistemas más frágiles del planeta.

El impacto es devastador. En colonias de elefantes marinos del sur, particularmente en Georgia del Sur, se ha registrado la desaparición de hasta el 50% de las hembras reproductoras, un golpe que compromete seriamente la supervivencia de la especie. Las focas también han sido víctimas del brote, con miles de ejemplares muertos en las costas subantárticas. La rápida transmisión entre mamíferos demuestra que el virus ya no se limita a las aves, aumentando el riesgo de mutaciones con potencial pandémico.

La situación plantea un escenario crítico para la biodiversidad antártica. La pérdida de individuos reproductores en especies clave amenaza con alterar el equilibrio ecológico de la región, mientras que la posibilidad de que el virus continúe adaptándose a nuevos huéspedes preocupa a los expertos en salud global. El brote de H5N1 en la Antártida no solo es una crisis ambiental, sino también una advertencia sobre la capacidad de los patógenos para expandirse más allá de sus límites tradicionales, poniendo en riesgo tanto a la fauna silvestre como a la salud humana.

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Berlín, Alemania.- Un brote de gripe aviar ha obligado a Alemania a sacrificar cerca de 150.000 aves de corral, en un intento por contener la propagación del virus H5N1. Las autoridades del estado federado de Mecklemburgo-Antepomerania confirmaron que dos explotaciones con más de 148.000 aves fueron afectadas y sometidas a sacrificio sanitario.

El Instituto Friedrich Loeffler, organismo oficial de investigación veterinaria, detectó la presencia del virus en ambas granjas, lo que activó protocolos de emergencia. Además de las aves de corral, miles de grullas y otras especies silvestres han muerto en distintas regiones del país, lo que ha encendido las alertas sobre el alcance ecológico del brote.

El ministro regional de Agricultura, Till Backhaus, pidió extremar precauciones y aplicar medidas inmediatas para frenar el avance de la enfermedad. Varios estados federados han reforzado la vigilancia epidemiológica y restringido el movimiento de animales vivos.



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PRIMER DÍA: Por una gripe mal cuidada, tan fuerte que parecía dengue, zica o chicongunyia (todas juntas más bien) y algún otro virus que últimamente esté de moda, me encuentro en cama. Tan fuerte me ha dado, que ya me dejó, como secuela, una tos perniciosa que obliga a suspender cualquier actividad al aire libre. Con decirles que mi perro inició trámites para adoptarme como uno más de la manada.

SEGUNDO DÍA: De madrugada. La tos ya mejoró mucho, como que estuve ensayando toda la noche. Aún suena horrible, eso sí. Pero lo bueno es que se oye muy fuerte. Tanto, que desperté a más de un vecino y ya vino la patrulla policiaca a investigar.

Y AL TERCER DÍA… Hube de salir a la calle, a todos los que encuentro los saludo al estilo hindú (uniendo las manos al frente, a la altura del plexo y pronunciando –namasté-) y como vivo en México, han de decir que estoy más loco que de costumbre. Evito todo contacto con mis seres queridos. Incluso contacto visual, por la ansiedad que me pueda ganar. Con la suerte que traigo, ahora solo falta que me ataque un virus informático. Me despido dejándoles un consejo de mi abuela que, por sentirme Supermán y no seguirlo; estoy como estoy: “De limpios y tragones, están llenos los panteones”. Un abrazo…perdón, -namasté-.

Corolario: Como bien dicen que “no hay mal que por bien no venga”; el disfraz de hallowen (“calaveras” in spanish.) para ir a pedir –mole, mole para el campanero- ya lo tengo. En la figura de mapache, por aquello de las ojeras o bien caracterizado, como el año pasado, de oso panda.

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