PRIMER DÍA: Por una gripe mal cuidada, tan fuerte que parecía dengue, zica o chicongunyia (todas juntas más bien) y algún otro virus que últimamente esté de moda, me encuentro en cama. Tan fuerte me ha dado, que ya me dejó, como secuela, una tos perniciosa que obliga a suspender cualquier actividad al aire libre. Con decirles que mi perro inició trámites para adoptarme como uno más de la manada.

SEGUNDO DÍA: De madrugada. La tos ya mejoró mucho, como que estuve ensayando toda la noche. Aún suena horrible, eso sí. Pero lo bueno es que se oye muy fuerte. Tanto, que desperté a más de un vecino y ya vino la patrulla policiaca a investigar.

Y AL TERCER DÍA… Hube de salir a la calle, a todos los que encuentro los saludo al estilo hindú (uniendo las manos al frente, a la altura del plexo y pronunciando –namasté-) y como vivo en México, han de decir que estoy más loco que de costumbre. Evito todo contacto con mis seres queridos. Incluso contacto visual, por la ansiedad que me pueda ganar. Con la suerte que traigo, ahora solo falta que me ataque un virus informático. Me despido dejándoles un consejo de mi abuela que, por sentirme Supermán y no seguirlo; estoy como estoy: “De limpios y tragones, están llenos los panteones”. Un abrazo…perdón, -namasté-.

Corolario: Como bien dicen que “no hay mal que por bien no venga”; el disfraz de hallowen (“calaveras” in spanish.) para ir a pedir –mole, mole para el campanero- ya lo tengo. En la figura de mapache, por aquello de las ojeras o bien caracterizado, como el año pasado, de oso panda.

Publicado en CULTURA

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