Psicólogos recomiendan que los alimentos contengan altas dosis de azúcar

El rechazo a probar alimentos nuevos que manifiestan bebés y niños en alto porcentaje, es el fenómeno denominado “neofobia alimentaria” o "paradoja del omnívoro".

Este fenómeno, explica el profesor David Benton, de la Universidad de Wales Swansea, se registra  ya que a pesar de que los humanos necesitan una alimentación variada y son capaces de adaptarse a cualquier dieta, se observa la tendencia a considerar una amenaza muchos ingredientes de ésta.

Agrega que se trata de un mecanismo de supervivencia heredado de los antepasados que, inconscientemente, disuade a los seres humanos, a edades tempranas, de probar alimentos que podrían ser tóxicos.

Se ha podido demostrar que la neofobia es mayor en varones que en mujeres, que es hereditaria y que es mínima en los bebés a los que se desteta con alimentos sólidos.

Sobre el tema algunos expertos aseguran que explicar a los niños que una comida nueva es "buena para ellos", no reduce la neofobia. En cambio  se reduce cuando se les dice que "sabe bien".

 Con frecuencia muchos padres, especialmente las mamás, escuchan “eso no me gusta”, “no quiero probarlo”, “me da asco”; y los  berrinches de los pequeños son el pan de cada día; algunos padres sienten miedo de la posible desnutrición y pueden ceder a los caprichos diciendo “Por lo menos que coma algo”.

Menciona lo anterior la psicóloga Cristina Martínez, quien coincide en explicar que los seres humanos desarrollamos en su momento un mecanismo  de supervivencia, que nos disuade de comer alimentos nuevos en edades tempranas, por miedo a que resulten tóxicos.

Afirma: “cuando un hijo se niega a probar algún alimento, no es que sea raro, es que sencillamente  está respondiendo a su instinto”. La clave en estos casos es tener paciencia.

El periodo de aparición de la neofobia suele ser alrededor de los dos años,  y se puede alargar hasta los 5-7 años; esto desconcierta a padres que veían como sus hijos hasta entonces se comían lo que les ponían en el plato. A los dos años es cuando el niño empieza a desarrollar su identidad, y el “no” se convierte es su arma favorita como muestra de opinión propia.

Ante este “no” en las comidas, enfadarse, amenazarlos o castigarlos sólo provocará dolor de cabeza y tensiones en torno a la mesa. Comprender que esto se trata de una etapa y tarde o temprano pasará, resulta esencial para no forzar al niño a comer, y será muy positivo en su salud, más allá de la alimentación.

Con alimentos dulces es muy raro que se produzca neofobia. Es por ello recomendable que la mayoría de alimentos preparados para niños contengan altas dosis de azúcar.

Publicado en SALUD

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