Columna | P U L S O     P O L I T I C O

              Se hicieron demasiadas ilusiones en el 2018 y acabaron sepultados por el sunami llamado Morena que arrasó parejo, al PRI y al PAN, y casi desapareció al PRD, aliado extra lógico del panismo.

               El PRI tiene gente con oficio político, con gran experiencia en el manejo de los asuntos públicos y con muchos de sus militantes que todavía creen en el liberalismo mexicano y por eso hay la llevan. Muy madreados, pero van con cierta dignidad, sin hacer los ridículos que está haciendo el PAN, que da muestras de no saber realmente lo que está pasando y que sigue con esa idea que tienen desde hace ya casi ochenta años, de que ellos, los panistas, son la “divina garza” pese a que los dos gobiernos federales que presidieron, el de Fox y el de Calderón, fueron un desastre, políticamente hablando y no se diga varios de sus gobiernos estatales.

             El dirigente nacional anda protestando por todo y se anda oponiendo a todo lo que hace el gobierno morenista y la dirigente local del panismo, ya le aprendió. Está pidiendo la revocación de mandato al ayuntamiento de Claudia Rivera y a todos los gobiernos surgidos de Morena.

             En este espacio hemos comentado que los nuevos gobernantes, surgidos del partido de Andrés Manuel López Obrador, tienen muchas fallas al grado de que ese partido, que todavía no es partido sino que sigue siendo movimiento, ha entrado en un proceso de descomposición interna que lo mantiene dividido internamente y que puede tener una sorpresa en las elecciones federales intermedias, como la tuvo el propio PAN a la mitad del periodo de Vicente Fox, en que pese a que el presidente tenía una amplia aprobación, al iniciar su gobierno, a la mitad perdió 50 diputaciones federales y con ello dejó de tener mayoría en el Congreso.

             Dicen que en política, el que no cae, resbala y eso está pasando en el PAN.

              Su dirigente nacional, Marko Cortés, es acusado de haber impuesto, sin consulta alas bases de su partido al actual candidato a la gubernatura, Enrique Cárdenas, que según todos los que lo conocen, afirman que es un muy buen maestro universitario, pero que ni es panista, ni nunca ha militando o ejercido algún cargo político y la política es un oficio, que se aprende con la práctica.

              El derrumbe del priísmo, se debió a que los doctores de Harvard, que Salinas trajo para sustituir a la clase política mexicana en los cargos más importantes del gobierno federal, ni tenían oficio político, ni conocían la realidad y la historia nacional y eso los hizo cometer numerosos errores que fueron creando un descontento cada vez más creciente, hasta terminar sacando al PRI de Los Pinos.

             La sensibilidad política se adquiere con el ejercicio del oficio político, lo mismo que la sensibilidad social, ambas sumamente necesarias para que los políticos del partido que sea, realicen un buen gobierno. Los malos gobiernos que hemos padecido, independientemente del partido al que pertenezcan, se han debido a eso, a la falta de oficio, a la falta de sensibilidad y sus dirigentes parece que no se han dado cuenta de eso.

               Ayer en conferencia de prensa, el dirigente de la CTM, en el estado, Leobardo Soto Martínez, sorprendió al hacer una airada defensa del gobernador interino Guillermo Pacheco Pulido; del secretario general de gobierno Fernando Manzanilla y del titular de Finanzas, Charbel Estefan Chidiac, de los ataques de que han sido objeto por parte del ex aspirante a la candidatura de Morena, la gubernatura del Estado, Alejandro Armenta Mier.

              En realidad Pacheco Pulido no ha recibido ataques hasta donde sabemos, pero Fernando Manzanilla y Charbel Chidiac, sí han sido acusados por el senador Armenta, de estar interviniendo en el proceso electoral y de amenazar a los presidentes municipales y dirigentes morenistas, con represalias, sino se someten a sus dictados. El gobernador Pacheco Pulido, ya ha hecho un llamado a todos los funcionarios públicos, de no intervenir en el proceso electoral, para no incurrir en faltas que son sancionadas por la ley.