Columna | Desde las Galias.
El sofisma de moda: que quienes apoyamos el SÍ tenemos que quedarnos callados, porque hablar es incendiar. Pues perdónenme por seguir hablando del hecho político más importante del año en Colombia. Esta es la última vez que voy a hablar del tema, y para mí, este asunto quedará enterrado de por vida. Recibo todo tipo de comentarios, prometo solemnemente que no voy a responder a ellos.
En el grupo del SI no todos somos iguales; yo soy capitalista (casi neoliberal), asalariado, ateo y muy liberal y jamás me he sentido identificado políticamente con las FARC o con Juan Manuel Santos, por no decir que ambos me caen al hígado; así las cosas, poco comparto con las posiciones de la Iglesia católica, los manzanillos políticos tradicionales o ese 12% de la población (según encuestas de favorabilidad) que de verdad le cree a las FARC (porque existen). De la misma forma, tengo claro que en la mitad del país que vota que escogió el NO, hay tantas opiniones diferentes como personas, y que no todos caben en el mismo paquete; intentaré sin embargo, responder a las razones que he oído y leído.
Está la porción de ustedes, a la que simplemente, no le interesa negociar; cuando son coherentes, son de hecho, a los que más respeto. Quitémonos las máscaras, porque ahora resulta que todos sí querían la paz, pero no así; como si uno nunca en la vida hubiera oído a su alrededor comentarios del tipo “Es que yo no les creo ni cinco a esos hijueputas”, “Lo que ellos han hecho no tiene perdón de dios”, “¡Es que esos malparidos no merecen sino bala!”, “Esa gente no merece llegar al Congreso” o “Es que van a entregar tres pistolitas”. Por favor, eso se lo he oído y leído, a amigos, conocidos y familiares; y ¿saben qué? En la democracia en la que vivimos, ustedes tienen derecho a expresarse así, a sentir eso, y a votar por esas razones; es un derecho personal, y está más que justificado por lo que han hecho las FARC a lo largo de años, y la soberbia intolerable de su discurso. Pero no finjan ahora que lo que querían era renegociar; si ustedes piensan así, eso no va a cambiar con ninguna nueva negociación, porque ustedes lo que quisieran, es ver exterminadas a las FARC por la vía militar, o verlos humillados, entregados y encarcelados de por vida. Nada de lo que salga de una mesa de negociación les va a ser útil, porque ustedes no quieren negociar, ustedes los quieren someter; las negociaciones se basan en la confianza, y ustedes nunca van a confiar en ellos, digan lo que digan, o hagan lo que hagan (Ver primer comentario). Ustedes se expresaron en derecho, y está bien, su voluntad democrática tiene peso, si lo que quieren es que dejemos de negociar; pero por el amor de dios, no se hagan pasar ahora por pacíficos y negociadores, para aparentar ser políticamente correctos, porque ustedes de verdad no apoyaron que hubiera negociaciones nunca, reclamaron continuamente porque en La Habana se estaban gastando nuestros impuestos mientras engordaban a los guerrilleros, y ahora, tras “cuatro años de sinvergüenzada”, no es creíble que lo que quieren es, volver a lo mismo, sin una fecha de caducidad.
Por otra parte, están aquellos que votaron para evitar que “Colombia se volviera una nueva Venezuela”, que “nos impusieran los acuerdos en reemplazo de la Constitución”, que nos impusieran “la ideología de género” o que “íbamos hacia el socialismo y las FARC estaban en camino de gobernar el país”. Ay, hombre. Mentiras y más mentiras. El modelo económico del país no estuvo en discusión nunca, en ninguna parte del acuerdo se hablaba de socialismo, no íbamos a dejar de ser un país capitalista y desigual; el ordenamiento político a duras penas cambiaba con las diez curules que les iban a dar en el congreso (como si ellos no tuvieran ya esas curules a punta de farc-política, del mismo modo en que la parapolítica tuvo el 50% del congreso, y quizás, lo tiene todavía). Y si el Centro Democrático, con 19 curules en Senado no es capaz de pasar muchas propuestas ¿Qué capacidad iban a tener las FARC de cambiar el país con cinco curules en el Senado? No sé cómo iba a llegar Timoshenko al poder, con un 12% de popularidad. Y bueno, la ideología de género… Hombre, la supuesta ideología de género es lo que hace 250 años los franceses nos enseñaron, aquello de que todos los seres humanos somos iguales y tenemos los mismos derechos; y por cierto, en ningún punto del acuerdo aparece este tema tampoco. Aunque sí se requerían cambios de orden constitucional para poder permitir su participación política limitada, la Constitución jamás estuvo en veremos en ninguna parte del acuerdo (Ver segundo comentario). Entonces, muchachos, no sé cómo planean renegociar cosas que ni siquiera están sobre la mesa.
Y bueno, está la porción que de verdad piensa que se puede renegociar y obtener un mejor acuerdo. Odio esa actitud soberbia de los mamertos, de los de izquierda, pero ahora también de los de derecha (es increíble, pero ¡Hay mamertos de derecha también!) cuando le hablan a uno con su superioridad intelectual, como que ellos entienden el mundo y uno es un bobito que no lo entiende; pero muchachos, no sé cómo decirles esto sin que suene a eso, a esa superioridad intelectual, entonces lo diré como salga: Son ustedes unos ilusos. De verdad, ustedes creen que estábamos negociando con humanistas y no con terroristas; que de verdad es posible sentarlos con menos concesiones de las que les hemos dado; que es posible llegar al punto donde ellos se entreguen sin mediar palabra, sin concesión alguna y sean juzgados. Hombre, nadie en el mundo se entrega así; si yo fuera guerrillero, no lo haría, porque qué ganaría si ahora que estoy delinquiendo, estoy en la impunidad absoluta. En todos los conflictos del mundo, se han dado concesiones, y si comparamos las concesiones que se dieron en otras partes, siempre son mucho mayores que las que se iban a dar aquí. Hombre, era el primer acuerdo del mundo donde no había amnistía para nadie, elemento que algunos de ustedes están pidiendo ahora (no sobra recordarles que la amnistía sin más sí es verdadera impunidad y no implica ni verdad ni reparación; nada coherente que pidan amnistía ahora para 5700 cuando el lema era “paz sin impunidad”); todo el que quería ser perdonado iba a tener que contar absolutamente todo, y de lo contrario ponía en riesgo su libertad; había unos mecanismos de justicia bien definidos, incluyendo unos tribunales y unas penas de carácter privativo de la libertad. Pues bueno, muchachos, explíquenme ahora cómo van a hacer dos expresidentes para renegociar el acuerdo, concediendo menos; dos expresidentes, uno que le entregó medio país a las FARC y su proceso no llegó a nada, y otro que ni siquiera fue capaz de sentarlos en la mesa de diálogos; si en sus doce años en el poder no lo lograron, ¿Qué les hace pensar que ahora sí lo van a lograr? Ah, y por cierto, algunos de ustedes no se sienten representados por ellos; hombre, interesante, muy bonito, pero les firmaron un cheque en blanco, o acaso ¿A quién invitaron a Palacio o a la Mesa en representación de ustedes?
Y bueno, hay una porción que simplemente está cuidando sus espaldas. Eso incluye los que están pendientes de lo que pueda salir cuando en los tribunales se revelen todos los nombres de las personas involucradas en el conflicto de manera directa e indirecta (Ver tercer comentario), los que utilizaron el conflicto para desplazar personas y adueñarse de tierras y ahora por nada del mundo las cederían (Ver cuarto comentario) y los que están haciendo cálculos electorales para el 2018; o acaso, ¿Por qué el discurso de Uribe desde el domingo, misteriosamente se parece al de Alejandro Ordóñez? Hombre, hombre, me quedo sin palabras para hablarles a ustedes, pero la verdad ¡Esto explica tantas cosas! Porque muchachos, no es creíble eso de que “la victoria del NO, no la esperaba nadie”, y por tanto, no había planeación para qué hacer cuando esto pasara. ¿No se supone que estamos hablando de hombres de Estado? ¿De los políticos que han dirigido, dirigen, o quieren dirigir la Nación? Porque cuando uno está formado para trabajar a esos niveles de responsabilidad, maneja una planeación estratégica y tiene capacidad de respuesta para cualquiera de las posibles contingencias. Entonces, no es creíble que durante cuatro años se hubieran opuesto, porque tenían muy claro que así no era, pero al momento de ganar, tenían que aglutinarse y revisar cuál iba a ser su posición… ¿En serio? Si se oponían ¡Era porque tenían las posiciones muy claras y sabían muy bien qué era lo que estaba mal! Hombre, hasta las FARC fijaron posición en las primeras horas tras la sorpresa del domingo, entonces no es creíble que los dirigentes que representan a la mitad del país no tenían claro lo que iban a decir, excepto, claro, si en realidad están pensando en otra cosa.
Siendo sinceros, los del SÍ también tenemos mucha responsabilidad dentro de lo que pasó; Juan Manuel Santos representa a esa élite colombiana que nos ha dirigido durante 200 años, que mira al resto de colombianos con desprecio y superioridad, y que para mal y para bien, han decidido para su bienestar y el de los suyos, sin importar si arrastran al país a la miseria (Ver quinto comentario). Su incapacidad para bajarse al nivel de nosotros, su soberbia, es responsable también de la derrota de la apuesta que hizo; durante los últimos meses, la pedagogía de la paz fue totalmente insuficiente y fueron incapaces de explicarnos y convencernos de los beneficios de lo alcanzado. Es como si a mí, como docente, me pierde el 50,5% de mis alumnos; es ridículo salir a decir que ellos son brutos, porque probablemente, el mal docente que no supo cómo explicarse, cómo enseñar, fui yo. Durante estos meses, su desconexión con el pueblo fue más evidente, cuando sus esfuerzos por vender el acuerdo a la comunidad internacional, fueron mucho mayores que los esfuerzos para que los colombianos entendiéramos lo acordado, mientras que la oposición logró conectarse con la comunidad y vender en términos sencillos sus ideas (Ver sexto y séptimo comentarios). Es evidente que parte del voto del NO, era una simple expresión del odio a Juan Manuel Santos.
Y a los del SÍ de a pie, que leímos el acuerdo, no logramos vender el tamaño de lo alcanzado; no sé si nos habrá faltado hablarle a las personas correctas y en los términos correctos, pero nunca logramos explicarle a la gente:
- Que esto no era la paz, la paz es otra cosa; que esto era un acuerdo con un grupo, pero a la vez, el grupo más sangriento que hemos tenido.
- Que ellos pretendían una reforma constitucional que no lograron nunca en las negociaciones, y la Constitución de los derechos, tal vez uno de los mayores avances en nuestra historia reciente, jamás estuvo en disputa.
- Que nunca estuvo sobre la mesa el modelo económico del país, a pesar de las pretensiones de las FARC.
- Que ellos estaban ahí sentados porque militarmente estaban acorralados, que esta era la verdadera victoria del Estado.
- Que a nadie lo iban a amnistiar a cambio de nada, que lo mínimo que se les exigía era contar toda la verdad, que había mecanismos definidos de reparación y de pago de penas alternativas.
- Que las víctimas iban a saber quién les hizo daño, que iban a tener que ponerles la cara y pedirles perdón, y que tuvieran o no penas privativas de la libertad, iban a pasar por un tribunal que iba a decidir (es mucho más de lo que hay ahora).
- Que la política agraria que se proponía no era una redistribución de las tierras, y no era ningún camino a la expropiación; por el contrario, se acoge a uno de los principios básicos del capitalismo, que es el derecho de propiedad. Porque es innegable que muchas personas se han adueñado de tierras en este país, desplazando campesinos (y eso incluye a paramilitares, bacrim y guerrilleros); y resulta que a ellos, a los campesinos, el Estado también tiene que garantizarles sus derechos de propiedad. Es su derecho, y es indispensable que ese derecho se le garantice a TODOS, para que la economía capitalista funcione. Tal vez, en el fondo, poder garantizarle a las personas su derecho de propiedad sobre las tierras, era la única garantía de no repetición que tenía el acuerdo.
- Que esto no se parece en nada a Venezuela, tanto que el mandato democrático en las urnas se reconoció de inmediato.
- Que esta era una oportunidad para empoderarnos como ciudadanos. Durante años, el Estado no ha sido capaz de llegar a gran parte del territorio. En estos 52 años, la excusa para no llegar a cada esquina del país con la justicia, la infraestructura, la salud, el acueducto y la educación, ha sido el conflicto: “Ah, no, nosotros por allá no vamos porque es peligroso”. Sin conflicto, ¿Cuál es la excusa de los funcionarios del Estado para no ejercer su labor? Poder exigirle al Estado que cumpla sus funciones, era otra victoria que teníamos.
- Que la ONU y los países que apoyaron esto no son ningunos pintados, que la implementación de estos acuerdos iba a ser verificada por ellos, aparte de por nosotros mismos como país.
Por estas razones, tal vez los del SÍ no hicimos la labor; y eso que logró ese equipo negociador (ese equipo de personas sobrenaturales, que tal vez como país no merecemos), quedó en el aire, porque no todos cumplimos nuestro papel.
Y a esa inmensa mayoría del país, ese 62% que pudiendo votar, no lo hizo, no tengo nada qué decirles. No votar también es un derecho; no asistir a las urnas también es expresarse libremente. No tengo muy claro cuál era el mensaje que nos querían dar, pero libremente dieron su opinión. Me pregunto si su mensaje es que no les importa.
No, no estamos pidiendo guerra, como han insinuado, pero votamos como país que estos cuatro años no nos representan, y bueno, siendo las cosas así, sólo queda la incertidumbre, porque estamos como estábamos al principio. Es muy extraño que ahora pidan que el cese al fuego sea indefinido, cuando les parecía una concesión insostenible (Ver octavo comentario); el cese al fuego es, efectivamente, la renuncia a una de las funciones del Estado, y como tal, es una apuesta a la confianza mutua, pero si nosotros les dijimos que no confiamos en ellos ¿Cómo podemos esperar que ellos confíen en nosotros? Seamos sinceros, las cadenas de mando de las FARC van a empezar a fallar rápidamente, si esto no se resuelve con prontitud. ¿De qué van a vivir los guerrilleros concentrados en zonas de preconcentración, mientras se define qué va a pasar? Pues muchachos, muy simple, rápidamente van a empezar a delinquir, porque los mecanismos de reinserción a la sociedad que les habíamos prometido, ya no aplican. Estamos en un equilibrio totalmente frágil, y las posibilidades de que vuelva la guerra son cada día mayores. Ay muchachos, las elecciones tomadas tienen consecuencias; así es la vida, y no la inventé yo. Esa fue la decisión que como sociedad tomamos, y así son las cosas. Nos toca enfrentar con coraje lo que decidimos; triste, porque en un país 70% urbano, el conflicto no es un problema de la ciudad; es un problema rural, pero los citadinos somos los que estamos decidiendo. Tal vez por eso decidimos, directa o indirectamente, que las cosas sigan así. La peor dictadura de todas, es la de las mayorías que oprimen a las minorías.
Dudo que tengamos alguna vez, o al menos por lo pronto, otra oportunidad así; ojalá y me equivoque. “Porque los pueblos condenados a cien años de soledad, no tendrán una segunda oportunidad sobre la faz de la tierra”.
JULIÁN ESTEBAN QUINTANA PUERTA.
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Lic. Gabriel López Castañeda
Puebla, Mex.
El sofisma de moda
Jueves, 13 Octubre 2016 15:41 Escrito por César Musalem Jop.Deja un comentario
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