Continuidad? O cambio? Es uno de los dilemas que seguramente deberá dilucidar el Gobernador electo de Puebla, Antonio Gali Fayad, al momento de conformar el próximo gabinete, que le acompañará en su administración el año ocho meses en que ocupará la gubernatura del Estado.

Y señalo esto, porque aunque para muchos el voto que le favoreció el pasado cinco de junio para ganar las elecciones, fue un voto por la continuidad y reconocimiento a la gestión de Rafael Moreno Valle, aprobando su gobierno y sus obras, también lo es que hubo un importante grupo de votantes que se pronunciaron por otras candidaturas y obviamente dieron la señal de estar en contra de la continuidad del proyecto, así como también un alto número de ciudadanos que no votaron por diversas razones, que serían motivo de análisis de otra colaboración. De ahí, que resulta aventurado afirmar que el Triunfo de Tony Gali y la administración que encabezará a partir del 1 de febrero de 2017 debe trabajar en forma obligada, sobre las mismas líneas de acción y políticas públicas implementadas por el actual gobierno, ya que de acuerdo a las cifras finales de la elección, un sector muy amplio de ciudadanos, esperan se produzcan cambios, en los programas estratégicos y no sólo de los funcionarios de primer nivel, sino también en las áreas de la administración gubernamental, donde más problemas burocráticos se han presentado y se dieron los conflictos que afectaron la imagen del gobierno actual, como las áreas de Seguridad pública. Procuración de Justicia, Soapap, por mencionar sólo algunas de ellas. El diagnóstico del estado que guardan las dependencias, resultados  obtenidos, así como la evaluación del trabajo de los responsables de las mismas, debería ser los indicadores, que en su momento podrían justificar la permanencia de los funcionarios en los cargos con su ratificación respectiva o bien con su salida o traslado a otras áreas. Aquí la opinión ciudadana y la percepción del trabajo de los responsables de las dependencias deberían jugar un papel relevante y habrá que esperar a saber, si en el estilo de gobernar de Tony Gali éste será uno de los elementos a aplicar; o si bien las designaciones y ratificaciones se dan de acuerdo a los compromisos partidistas y acuerdos políticos pactados durante la campaña y con el actual Gobernador. Definitivamente, la forma en que llevará a cabo todos estos enroques y cambios, hasta el momento es un enigma, lo que ha originado que la burocracia hoy se dabata en buscar a toda costa su permanencia propiciando una lucha interna para evitar su salida, situación que es normal en todo cambio de administración para lograr la supervivencia en el empleo. Hay una tercera opinión que plantea, que un año ocho meses, es muy poco tiempo para modificar el escenario actual y que lo mejor es conservar a la administración, así como está, ya que a mediados del 2017 el Estado y el país, entrarán de lleno al proceso en la lucha por el proceso electoral tanto Municipal, estatal y federal del 2018, lo que originará que las acciones y programas de gobierno, se orienten a buscar el apoyo ciudadano, para que el candidato o candidata del grupo en el poder, logre continuar gobernando un sexenio más en el Estado; sin embargo en este escenario el próximo gobernador, se vería opacado en su administración y sería considerado como un funcionario transitorio elegido, para preparar el camino al siguiente candidato del grupo, es decir, sin la posibilidad de demostrar su estilo de gobierno y sus capacidades al frente del poder ejecutivo, acotado por las luchas de intereses y acuerdos políticos y empresariales, que hoy mueven los hilos del Estado. El asunto no pinta muy bien. Esperemos a ver que prevalece en el inicio de la nueva administración. Que sea para bien de Puebla y los poblanos.