Dicen que AMLO, ha dividido a México

Miércoles, 24 Junio 2020 17:08 Escrito por Gabriel Sánchez Andraca

Columna | P U L S O    P O L I T I C O

                 Varios columnistas de la prensa llamada nacional (la que se edita en la ciudad de México) afirman una vez y otra también, que el actual presidente de la República, ha propiciado la división de los mexicanos.

                  Se olvidan de la historia: en este país la división de la sociedad ha sido, desde antes de la Independencia, entre ricos y pobres: los ricos han sido muy poquitos y los pobres muchísimos, desde los tiempos en que éramos colonia española.

                  El investigador alemán, Alexander von Humbolt dijo, después de haber recorrido varios países y después de su estancia en la entonces Nueva España, que era el país más desigual que había conocido. Llegó la Independencia y la desigualdad continuó y sigue hasta la fecha en un grado tan alto, que estamos considerados como el quinto país más desigual del planeta.

                  Sumamos ya 130 millones de habitantes y la mitad de esa población vive en situación de pobreza y más de 20 millones viven en pobreza extrema y se teme que por la pandemia del coronavirus, la pobreza se incremente en varios millones más.

                  ¿Porqué suponen que estalló la Guerra de Independencia? Por un gran descontento social contra los que dominaban al país y que explotaban los campos de cultivo y las minas, además de a la población que trabajaba para ellos, en forma inmisericorde.

                  ¿Por qué estalló la Guerra de Reforma? Porque la salida de los españoles, no mejoró las condiciones de vida de la gran mayoría de la población y seguía siendo la Iglesia Católica y los ricos los que seguían gobernando y decidiendo la política económica y social del país. Esa división de los mexicanos, dio lugar a la formación de los partidos Conservador y Liberal.

                  ¿Porqué estalló la Revolución de 1910? Porque el liberal Porfirio Díaz, se olvidó de los ideales de libertad y justicia por los que de joven luchó y cayó en manos de los grupos dominantes. La desigualdad llegó al grado de provocar rebeliones en en norte y sur del país, con líderes populares como Francisco Villa, Emiliano Zapata, Carranza y Obregón. Ese movimiento dio lugar a la Constitución de 1917 y al Partido Revolucionario Institucional, que durante décadas gobernó al país, con un sentido social que no se había visto nunca en la historia, sobre todo en el sexenio de Lázaro Cárdenas, que fundó instituciones vigentes hasta la fecha.

                  Los gobiernos revolucionarios y el partido que los llevó al poder, eran más o menos congruentes con los principios del movimiento que encabezaron, sobre todo en el terreno de la justicia social que dio origen a la educación laica y gratuita y a los servicios de salud para todos. La movilidad social era una realidad. Los hijos de obreros y campesinos, tenían oportunidad de ascender en la escala social, mediante el trabajo y el estudio. Se creó el Instituto Politécnico Nacional, la Seguridad Social, se expidió la Ley Federal del Trabajo, se expropió el petróleo y se creó la Comisión Federal de Electricidad, entre otras muchas cosas. Fueron décadas de progreso lento pero efectivo.

                  Pero llegaron los tecnócratas, educados en universidades gringas como Harvard, entre otras, casi todos o un gran número, hijos de altos funcionarios del sistema priísta, que consideraron atrasado  y lento, el sistema de gobierno al que sirvieron sus padres, y quisieron cambiarlo todo, “para llevarnos al primer mundo” en el que ellos se habían educado.

                  Y la desigualdad social, que iba siendo menos, se ahondó. Al imponer el sistema económico neoliberal con Carlos Salinas de Gortari al frente, descartando, sin decirlo, porque todo se hizo en lo oscurito, los principios y el programa del Partido Revolucionario Institucional. Volvió a surgir el descontento, pues la riqueza se concentró en una minoría, que cabía cómodamente en el estadio Azteca, según algún comentario periodístico, mientras la gran mayoría de la población entraba en un empobrecimiento totalmente explicable: la falta total de sensibilidad social de los gobernantes.

                 Con los gobiernos panistas de Fox y Calderón, se hizo patente la división, siempre latente, de los mexicanos: los gobiernos priístas fueron desplazados por el voto popular y el panista Vicente Fox llegó a la presidencia. Era gerente de alguna distribuidora de la empresa fabricante del refresco Cocacola, no tenía ningún tipo de formación política, excepto su paso por el Congreso de la Unión, como un diputado respondón y medio simpático y luego como gobernador de Guanajuato, cargo que solo utilizó para catapultar su candidatura a la Presidencia con un grupo de amigos, que ni siquiera eran del PAN. Ganó, porque el descontento contra los priístas gobernantes ya había alcanzado hasta a los mismos miembros del partido tricolor, porque además, habían sido desplazados del gobierno por los niños de Harvard que solo admitían a personas con “doctorados” para cualquier puesto más o menos importante y todo lo decidían sin consultar a nadie y sin guardar las mínimas formas de la decencia política.

                   Llegó Felipe Calderón, a la candidatura panista, con la oposición de Fox y se le hizo ganar por la complicidad de Elba Esther Gordillo, que puso a disposición del panismo a las huestes magisteriales, duchas en participar en fraudes electorales y así se logró el triunfo del segundo panista, con un porcentaje de la votación, inferior a un punto, algo totalmente inédito en la historia del país.

                  La desigualdad propiciada por el neoliberalismo unida a la inexperiencia y torpeza del gobernante en turno, dio origen a la “guerra contra el narcotráfico” declarada con bombos y platillos por el propio ex presidente Calderón y entramos en una vorágine de inseguridad y violencia, que todavía estamos padeciendo. Todo por la división del país, entre ricos y pobres, que ha sido la verdadera causa de las divisiones políticas y sociales que aun padecemos. La división pues, no es culpa de López Obrador, sino de los malos gobiernos que hemos padecido durante toda nuestra historia.

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