Rafael Moreno Valle Sánchez, un poblano de excepción

Viernes, 04 Diciembre 2020 23:11 Escrito por Gabriel Sánchez Andraca

Columna | P U L S O    P O L I T I C O

           El recién fallecido contador Rafael Moreno Valle Sánchez, fue un poblano excepcional. No solo fue un empresario serio, respetado y respetable, sino un extraordinario catedrático universitario, que antes de cumplir los 30 años de edad, ya era director de la Escuela de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad Autónoma de Puebla y desde luego, miembro del Consejo Universitario.

           Asumió la dirección de su escuela en 1966, cuando la UAP pasaba por sus momentos más críticos. En 1961 había estallado en la única universidad que entonces existía en la entidad el llamado Movimiento de Reforma Universitaria que dividió a la sociedad poblana y en el que participaron lo mismo estudiantes y catedráticos de la máxima casa de estudios, sino también maestros, trabajadores de las centrales obreras, padres de familia, masones, grupos liberales, por un lado y por el otro, grupos empresariales, agrupaciones religiosas y destacados miembros del clero católico.

            Ese Movimiento de Reforma Universitaria, pretendía recobrar a la institución de manos de la derecha, pues el gobierno de la UAP lo ejercían grupos de esa corriente ideológica, lo que además de dificultar la libertad de cátedra, impedía el desarrollo de escuelas, catedráticos y alumnos que se sentían atrapados en la inmovilidad intelectual y profesional, sin posibilidad de avance.

           Rafael Moreno Valle Sánchez era de pensamiento liberal y se ubicó en esa corriente que los derechistas calificaron de comunista, sin ninguna razón para ello. El grupo comunista que existía en la UAP era muy pequeño, casi intrascendente. Inicialmente la lucha fue entre liberales y conservadores.

            Cuando Rafa, como le llamaban sus amigos, inició su periodo como director de la Escuela de Ciencias Económico Administrativas, el movimiento ya tenía casi cinco años de haberse iniciado. Supo sortear todas las dificultades que se presentaron en todas las escuelas universitarias. Buscó la superación académica de los maestros y alumnos de la institución que tenía bajo su mando e impulso el deporte como nunca se había impulsado.

             En 1968, cuando apenas tenía dos años en la dirección de la Escuela, un pequeño grupo de estudiantes que se decían comunistas y entre los que no había ninguno o tal vez alguno que ni siquiera se notaba, de los estudiantes de contabilidad, tomaron la dirección de la Ciencias Económico Administrativas.

             Acababa de elegirse nuevo gobernador del Estado y este era el doctor y general Rafael Moreno Valle, tío de Rafa, quien aprovechó para renunciar a la dirección por considerar que el cercano parentesco con el nuevo gobernante podría provocar un conflicto entre la UAP y el gobierno estatal, pues las cosas estaban sumamente revueltas y confusas. Los grupos estudiantiles que se afiliaron al Partido Comunista, eran poco numerosos pero sumamente conflictivos y por su misma inmadurez, sentían que la Universidad era suya y que podían hacer lo que quisieran.

             El retiro del contador Moreno Valle Sánchez de la dirección de la ECEA, fue lamentado por estudiantes y maestros, pues lo consideraban un muy buen director.

             Había propuesto en el Consejo Universitario la creación de la Escuela de Economía, que entonces solo había en la UNAM y en una que otra universidad de provincia y esa propuesta había sido aprobada por el Consejo, de modo que fue creada con catedráticos traídos de la Universidad Nacional y entre ellos llegaron dos destacados profesionales, uno poblano, el licenciado Antonio Tenorio Adame y el norteño Francisco Adame Díaz. Hay universitarios de esa época, que afirman que quienes mejor supieron llevar el problema universitario que ya se había prolongado demasiado, fueron precisamente el contador Moreno Valle Sánchez y Francisco Adame Díaz.

             Pero Rafa no solo destacó en la UAP, como catedrático, director y consejero universitario, sino que fue un destacado deportista. Jugó básquetbol en su juventud y junto con el recién fallecido periodista Mauro González Rivera, formaron un equipo que tuvo muchos éxitos en la cancha de San Pedro.

             En el juego de billar, había muy pocos que llegaron a ganarle. Era un experto, como también fue un aficionado permanente al béisbol y llegó a ser el dueño de Los Pericos de Puebla hasta hace poco. Fue dueño también del equipo de Futbol “Puebla” e impulsor de la fiesta brava.

             Pero sobre todo, fue un amigo sincero y leal, un ser humano de excepción, que no hacía distinciones de ninguna clase. Era tan amigo de empresarios, de profesionales, que de boleros, meseros y personas de lo que llaman del común. Amable con todos.

            Nunca se le subió a la cabeza el poder que le daba el ser sobrino del gobernador del estado, o los cargos administrativos que desempeñó cuando joven, como la Dirección Fiscal Federal que atendía a quienes tenían adeudos con el Seguro Social y dejó muchos amigos en el Estado de Guerrero, cuando ocupó la delegación de Hacienda en Acapulco.

             Su fallecimiento ha sido muy sentido en la sociedad poblana en general, máxime que fue por el coronavirus, la pandemia que asola al mundo y cuyo contagio, se piensa, lo tuvo en los Estados Unidos, país donde estuvo días antes de ser internado en un hospital de esta capital, para asistir a un partido de béisbol, que tanto lo apasionaba.

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