Columna | Desde el portal

 Exactamente cuando la LXV Legislatura inicia sus actividades con una histórica equidad de género (50% mujeres 50% hombres) y los partidos son conminados a postular candidatas a las gubernaturas y demás puestos de elección popular, en la ciudad de México la disputa por el poder se realiza a golpes entre las contendientes.

 La alcaldesa electa de Álvaro Obregón, Lía Limón (PRI-PAN-PRD), quien ha denunciado el saqueo de las arcas públicas de la referida demarcación ahora en manos del morenista Alberto Esteva, fue agredida por un granadero en forma salvaje con su escudo causándole escoriaciones en la cara, y pese a que el secretario de Gobierno, Martí Batres niega que haya represión, los hechos demuestran lo contrario.

 La ciudad de México es gobernada por la izquierda desde hace varias décadas y los resultados a los problemas sociales no tienen para cuando acabar, al contrario, se han agudizado a consecuencia de la densidad demográfica, la falta de empleos e ingresos para miles de migrantes del interior del país y del extranjero que invaden cualquier espacio público para ganarse la vida mediante la venta de artículos diversos.

 Los problemas de tráfico vehicular y de transporte siguen siendo los mismos y las supuestas vías rápidas han quedado sepultadas ante el aumento desenfrenado del parque vehicular, y toda la gama de problemas se han complicado derivado de la pandemia que azota al mundo y que, lejos de resolverse, tiende a agudizarse. En ese contexto, la lucha política se da en diversos frentes en el presente y en futuro.

 Si al frente del gobierno capitalino se encuentra Claudia Sheinbaum, no por la equidad de género sino por su talento y capacidad demostrada como dirigente social, académica y funcionaria, y en la alcaldía de Álvaro Obregón ganó Lía Limón postulada por la coalición Va por México, también de amplia trayectoria en la administración pública, no se explican los golpes y la intervención policiaca frente al Congreso Local capitalino.

 Primero, porque los alcaldes electos de oposición han gestionado audiencias con Sheinbaum para exponerles los problemas particulares de cada delegación -aunque evidentemente los conoce-, y proponerle salidas, sin encontrar respuestas adecuadas. Los alcaldes de la oposición están unidos y afirman que darán la batalla para ser escuchados, pero luego de la agresión frente al Congreso las cosas toman otro viraje.

 Porque si en el Congreso, el parlamento, el diálogo civilizado y el respeto a la Ley son los principales instrumentos de trabajo, no se explica la irracionalidad policiaca, sobre todo si se toma en consideración que la policía no actúa por iniciativa propia ni golpea por su gusto, sino porque tiene instrucciones precisas de los mandos que a su vez dependen de sus superiores, entonces la agresión viene directo o, de lo contrario, habrá que aclarar el proceder policiaco.

 En tanto, los alcaldes de oposición entrantes han dicho que exigirán ser atendidos, aunque Batres ya anunció que serán recibidos en septiembre, pero el adelanto de una golpiza se puede interpretar como un anticipo de que, si hay insistencia en mantener una línea independiente y de confrontación, encontrarán la acción de la fuerza. Lamentable que esto ocurra cuando el país da la bienvenida a las mujeres que se incorporarán a los puestos de elección popular (teniendo como ícono a la flamante presidenta del Senado, Olga Sánchez Cordero), pero no como en los viejos tiempos: pan y palo.

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