Haciendo leña del árbol caído

Miércoles, 08 Junio 2016 12:02 Escrito por Gabriel Sánchez Andraca

Columna | P u l s o    P o l i t i c o
 
Todos, priistas y no priistas, están haciendo leña de quienes encabezaron al PRI durante la pasada campaña electoral, culpándolos de la debacle del que fuera el partido todo poderoso hace solo quince años.

Nadie ha señalado nada sobre el estado en que se encontraba el PRI después de su derrota en el 2010. ¿Quién hizo algo por reestructurar al partido tricolor durante los seis años transcurridos desde su primera derrota en la entidad poblana? ¿Quién o quiénes plantearon ideas para reorganizar a sus comités seccionales, a sus comités municipales y distritales?

Todos hablaban de la necesidad de reunificar al Revolucionario Institucional, pero nadie asumía la responsabilidad para llevar a cabo esa unidad, después de que cientos de priistas habían emigrado al PAN donde habían triunfado o que sin abandonar las filas del partido tricolor, apoyaban al blanquiazul desde sus curules en el Congreso local o federal.

Cuando se inició la campaña electoral recién terminada, el PRI era apenas una sombra de lo que había sido. Mucho se hablaba de la necesidad de unidad dentro del partido, pero todo era de dientes para fuera pues la realidad es que no hubo un plan, un proyecto para lograr la reunificación o por lo menos, para fortalecer la unidad con quienes seguían dentro del partido.

Ahora se habla contra la llamada “ley bala”, se critica la “privatización del agua”, pero hay que recordar que los diputados locales priistas aprobaron esas propuestas en tiempo y forma.

Todavía se recuerda el encendido elogio que la Ley Bala, recibió al día siguiente de su aprobación,  del coordinador de la diputación priista.

Y una buena parte de los diputados federales del PRI, en los hechos se volvieron prianistas, es decir, pragmáticamente apoyaron en mucho al PAN, ya que ambos partidos habían perdido su ideología tradicional para adherirse al neoliberalismo que los convertía a ambos en partidos de centro-derecha.

Durante los doce años que el PAN ocupó la Presidencia de la República, dejando fuera de Los Pinos al PRI, como había ofrecido Vicente Fox, ¿quién hizo algo por reorganizar al partido que había sido dueño y amo del país durante más de setenta años?

Los gobiernos panistas increíblemente torpes para ejercer el poder, no solo no mejoraron nada, sino que empeoraron todo.

Se agudizó la crisis económica al grado de no tener ningún crecimiento en el PIB, o tenerlo en el uno por ciento durante el gobierno de Fox y llegar al nivel más bajo de América Latina, incluyendo a Haití, en los tiempos de don Felipe.

En el renglón de seguridad, fue en la época de don Felipe, cuando se inició la “guerra contra el narcotráfico”, cuando apareció en todo su esplendor la delincuencia organizada, cuando murieron más de 100 mil mexicanos, casi todos jóvenes y cuando desaparecieron más de 30 mil y se registró la ruptura del tejido social más grave desde la Revolución Mexicana.

Y el PAN, según don Ricardo Anaya, dirigente nacional, amenaza con volver y seguramente volverá, si el PRI sigue dormido en sus laureles, si en vez de reorganizarse, de vitalizarse, de abandonar el neoliberalismo que tanto daño ha hecho a la economía nacional, para volver a una política económica moderna pero de fuerte contenido social, sigue contemplando el panorama o peor aún, dividiéndose, con grupos enfrentados entre sí por la disputa de puestos públicos, tanto electorales como burocráticos.

Sinceramente no se puede culpar a los dirigentes priistas actuales, de la debacle electoral sufrida el pasado 5 de junio en Puebla. Los culpables han sido todos los militantes de ese partido, que no han sabido exigir a sus dirigencias, trabajar seriamente por la reorganización, por la reconstrucción de su partido. Todos están esperando que reaccione el centro y nadie hace nada si el centro no lo ordena o no lo autoriza.

El gobernador del estado de Morelos, el perredista Graco Ramírez, afirmó hace unos días, que hasta hace unos años, era característica de los mexicanos ser guadalupanos y priistas, pero por lo menos esto último ha dado un giro extraordinario.

Y todo se debe al burocratismo que ha imperado en el partido surgido de la Revolución Mexicana de 1910, a raíz de que se institucionalizó, pues en vez de militantes, tuvo burócratas agrupados en la CNOP, en las cúpulas de las organizaciones obreras y campesinas, a las que fue muy fácil eliminar en los hechos, por el tecnócrata neoliberal, Carlos Salinas de Gortari y su grupo, que pretendía sustituir al PRI para crear un partido de su propiedad que se llamaría “Solidaridad”.

No, la solución al problema que enfrenta el partido surgido de la Revolución de 1910, no está en  ahondar más las diferencias entre sus miembros agrupados en pequeños grupos de poder, sino en retomar lo mejor de su historia, la política social surgida de la revolución, impulsar un sano nacionalismo en las instituciones de educación pública, garantizar a todos los mexicanos la atención a su salud; impulsar las actividades agropecuarias para producir los alimentos que el pueblo necesita; apoyar a la micro, pequeña y mediana empresa, para la creación de empleos y asociarse con inversionistas de otros países en términos justos para ambas partes, para explotar nuestros grandes recursos naturales y crear empresas necesarias para el desarrollo nacional.

Ningún problema resolverán los priistas entrando en pleitos de adolescentes que solo conducen al fracaso. El ejemplo está en las izquierdas mexicanas que nunca han podido consolidar una fuerza política real y permanente.

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