En fechas recientes, el colegio de la “Compañía de Jesús” establecido en la Ciudad de Puebla desde hace más de ciento cincuenta años, fue escenario de un escándalo inusitado protagonizado por una mujer que, en el estacionamiento del centro educativo en cuestión, se desgañitaba a gritos llamando con ello la atención de todo aquel que se le hallaba cercano, pidiendo auxilio mientras acusaba   ser la víctima de un secuestro.

La información derivada del acontecimiento reseñado, dejó en claro que, su protagonista, no era en realidad víctima de secuestro alguno, sino de la ejecución de una orden de aprehensión girada en su contra como presunta responsable del delito de “trata”.

Otrora reina de belleza de la localidad y con domicilio ubicado en las inmediaciones del añoso colegio de los “jesuitas”, la mujer detenida fue puesta en libertad horas después por decisión del juez de control a quién tocó en turno conocer de la causa, bajo el argumento de que la detención había sido arbitraria por haberse verificado en un inmueble de propiedad privada, criterio cuya validez fue redargüida en declaración pública por el propio fiscal de la entidad.

El propio fiscal, por lo demás, informaría en aquel momento que, conjuntamente con las autoridades de Tlaxcala, el abogado de la presunta tratante había sido detenido acusado de robo ante las autoridades ministeriales de dicha entidad, la cual, dicho sea de paso, se erige en uno de los centros de lenocinio más peligrosos y consolidades del país, precisamente en la zona limítrofe con la Ciudad de Puebla.

Resulta por demás interesante, destacar el hecho de que la institución hubiese emitido, breves momentos después de haberse verificado el hecho, un comunicado redactado en los siguientes términos: “Estimada comunidad: les comunico (sic) que la seguridad de los alumn(a)os, padres de familia y colaboradores del colegio está garantizada. El hecho ocurrido en el exterior fue ajeno a nuestra institución. Atentamente. Comunicación institucional”.

Comunicado que, por principio de cuentas llama la atención al señalar que la ejecución de una orden de aprehensión, cuya destinataria quiso hacer parecer como un secuestro, hubiese ocurrido “en el exterior”, cuando el desestimado criterio del juzgador de control, adujo como causa para liberar a la presunta “tratante” detenida, precisamente el hecho de que ello se hubiese verificado en el interior de un inmueble de propiedad privada.

Llama asimismo la atención, que el comunicado en cuestión ofrezca plena garantía a “ la seguridad de los alumn(a)os, padres de familia y colaboradores del colegio”, dado que en mayo del año pasado, una banda juvenil denominada “el rebaño”, llevó a cabo una agresión tumultuaria contra otro alumno integrante de esa misma comunidad, perpetrando con ello una conducta tipificada como “homicidio en grado de tentativa”, cuya gravedad ha quedado más que de manifiesto en los días que corren con la tragedia vivida en la  Secundaria Oficial 0518 Anexa a la Normal en Teotihuacán.

Dados los sucesos del pasado mes de mayo, la afirmación contenida en el comunicado emitido por la institución, garantizando la seguridad de “alumnos, padres de familia y colaboradores”, resulta por demás endeble, por decir lo menos, atendiendo al hecho de que no se ha informado hasta la fecha el cabal y pleno desmantelamiento de la referida banda juvenil denominada “el rebaño”, cuya actuación y conformación contaría en su momento con el pleno respaldo del entonces director Enrique Flota.

Recordando que, por aquellas fechas, dirigía el colegio Enrique Flota, el ex fiscal anti corrupción del “morenovallismo”, y en cuyo historial, en tal encargo, figura de manera destacada el haber promovido la exoneración de responsabilidad de Facundo Rosas por el asesinato del niño Tlahuile, perpetrado en la brutal represión llevada a cabo en Chalchihuapan.

Represión, fue dirigida por el referido Facundo Rosas, encargado al momento de la seguridad en la localidad y, previamente, integrante destacado del estado mayor de Genaro García Luna, en los aciagos días en los que Felipe Calderón, socio por lo demás de un hermano de Juan Orlando Hernández, conducía los destinos de nuestro país.

Días antes de que la hoy fuga ex reina de belleza pidiese auxilio contra la ejecución de una orden de aprehensión girada en su contra aduciendo un falso intento de secuestro, los padres de familia de la institución educativa habían realizado protestas por lo que consideraron un aumento desproporcionado en el costo de las colegiaturas, lo que, dicho se de paso no pareciera propio de una comunidad unida en torno “de auténticos valores”.

Señalo la anterior ya que, al reseñar la actuación de Enrique Flota vinculada a Facundo Rosas, motivó a un sujeto paranoide que responde a los alias de “Charlez Bronzón” o “Marily Manson”, pero cuyo verdadero nombre es Carlos Bernal Díaz, para lanzar amenazas contra la seguridad e integridad de quien, en su opinión, atentaba contra “una comunidad unida en torno de los dichos valores”; las “auténticos”, por supuesto, aun cuando surge de inmediato la duda ¿Cuáles serán los falsos? ¿acaso los que hoy parecen romper el “huevo de la serpiente” como dijera el cineasta sueco Ingmar Bergman?

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