¿Nunca saldremos del caudillismo?

Miércoles, 15 Febrero 2017 19:42 Escrito por Gabriel Sánchez Andraca

Columna | P u l s o   P o l i t i c o

     Si los partidos políticos no se hacen fuertes, si continúan siendo los membretes que se alquilan como aliados al mejor postor, seguiremos padeciendo el mal que ha sido general en toda América Latina, el caudillismo.

     Seguiremos esperando al mesías que nos va a salvar de todos nuestros males políticos, económicos y sociales; continuaremos siendo un país inmaduro, con ciudadanos de tercera que lo esperan todo de “papá gobierno”.

      Esa es la conclusión a que se llega después de escuchar a politólogos latinoamericanos dialogar en un programa de la televisión alemana.

       ¿Por qué la señora Angela Merker puede pretender su tercera reelección como primera ministra de Alemania sin causar ninguna reacción negativa y un presidente latinoamericano no puede hacerlo sin que provoque rechazo, críticas, etc.? Por la sencilla razón de que todo mundo sabe que en Alemania sí hay democracia, instituciones fuertes y confiables y en los países latinoamericanos no?

     En el caso de México, ya ni el Partido Revolucionario Institucional, que se mantuvo durante ocho décadas en el poder, es un partido fuerte, menos lo son el PAN y el PRD, que al igual que Morena, el nuevo partido de izquierda que está creciendo pese al poco tiempo de haber obtenido su registro, tienen organización e infraestructura partidista.

     Los partidos políticos, de la ideología que sea, sin organización y sin estructura, son partidos débiles que en vez de ayudar a construir la democracia en un país, provocan un caos, desconfianza y confusión entre los ciudadanos.

    El fundador del PAN, Manuel Gómez Morín, dijo que los partidos deberían ser escuelas de política y si alguna vez el PRI y el PAN intentaron serlo, ahora ninguno de los dos lo es y tampoco lo son los partidos de izquierda, PRD y Morena, como sí lo fue el Partido Comunista Mexicano, antecedente de los dos.

     Sin militantes educados políticamente, capacitados para luchar por ideales, por llevar adelante programas de beneficio para la población, ningún partido será fuerte.

      El PRI que en sus inicios tuvo una clara visión social y que impulsó la educación pública, laica y gratuita en todos los órdenes; que se preocupó por la salud pública; por la vivienda popular, por los derechos de los trabajadores, por el impulso a las actividades del campo, la seguridad social, etc., logró el surgimiento de una clase media fuerte, que fue su sostén en el poder, durante mucho tiempo.

      El PAN, tuvo en sus inicios la intención de crear un gobierno basado en los principios del cristianismo, algo que ya había sido superado desde los tiempos de don Benito Juárez; con una educación católica en las escuelas públicas y con una clasificación social en la que cada uno asumiera el papel que le correspondía: Los empresarios arriba, al frente del gobierno; los profesionistas, maestros, artesanos, etc., en medio, como operadores, y el populacho abajo, pero ayudado por los del sector medio, para que pudieran crecer. (Eso lo dijeron líderes del Dhiac y de Acifen, en la reunión que tuvieron un 24 de febrero de los años ochenta, para conformar dichas organizaciones, que finalmente llegaron a Acción Nacional, como la segunda oleada de neopanistas, apoderándose de dicho partido en forma total)

      Y la izquierda, que durante varios años estuvo representada por el PRD y ahora se agrega Morena, como ha ocurrido siempre, se institucionalizó con una militancia dividida, que nunca logró tener la unidad. Por el contrario, sus divisiones llegaron al grado de que de ella surgió una corriente que creó el nuevo partido llamado Morena.

      Morena es un partido creado y dirigido por un caudillo, que por tercera vez, será candidato a la Presidencia de la República.

      Andrés Manuel López Obrador es el eje principal de Morena. Ese partido no tiene más figura que él. Hay gentes brillantes a su lado, como el senador Manuel Bartlett, el escritor Agustín Ortiz Pinchetti, y otros más que han destacado como dirigentes políticos de izquierda o como luchadores sociales, pero tal vez porque es un partido que apenas empieza, solo tiene una figura central, que es López Obrador.

      Los demás partidos no cuentan. Son membretes, como hemos dicho, que se alquilan como peones al mejor postor.

       Para que México llegue pues a tener una democracia real y confiable, tendrán que pasar muchos años. Cuando el priismo neoliberal decidió dejar en manos del PAN el gobierno, ante el peligro de que los mismos priistas echaran abajo el nuevo sistema económico que habían implantado los tecnócratas criollos, no supieron lo que hicieron.

        Los dos gobiernos panistas tuvieron una actuación fatal: Vicente Fox, dijo presidir un gobierno de empresarios y para empresarios y Felipe Calderón despertó al México Bronco, y ya van más de doscientos mil muertos y más de sesenta mil desaparecidos y no se ve ninguna lucecita al final del túnel. Y ahora, ante el desprestigio del actual gobierno, el PAN ya quiere regresar al gobierno federal y todavía dice, que con él sí se puede.

      En política lo que parece, es. Y parece que el gobierno estatal presidido por Antonio Gali, logró que el ayuntamiento del segundo municipio en importancia del Estado, el de Tehuacán, que preside la priista Ernestina Fernández, acepte colaborar con el gobierno estatal en todo aquello que beneficie a la ciudadanía.

      Y no solo eso, el Secretario de Gobernación federal, Miguel Angel Osorio Chong, estuvo de visita junto con el gobernador, en la ciudad de Tehuacán.

      Parece que la decisión del Congreso local, de poner fuera a la alcaldesa tehuacanera, ya se vino abajo.

      Y parece que contra lo que afirma el diputado panista Jorge Aguilar Chedraui, de que en la decisión de reformar la Constitución del Estado, para dar facultades al gobierno local de intervenir en el manejo o concesión del agua en los municipios, no habrá marcha atrás, pues sí la habrá. Tal vez no se elimine la nueva clausula, pero la Suprema Corte de Justicia, resolverá la controversia constitucional a favor de los ayuntamientos y quedará automáticamente eliminada, aunque los diputados locales se opongan, que ya sabemos que no se van a oponer.

      Y lo mismo puede ocurrir en el caso de los cinco municipios de la zona de la Ciudad Modelo, que se oponen a obedecer las decisiones de un organismo ajeno a los ayuntamientos, que tendría facultad para decidir sobre lo que esos ayuntamientos deberán hacer o no hacer.

      Como dicen los clásicos ¿pero qué necesidad?... 

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