Columna | P U L S O   P O L I T I C O

          Siempre hemos dicho aquí, que la falta de estructura, de organización, de unidad interna y se agrega la falta de ideologización de los militantes partidistas, es causa de los lamentables espectáculos que se dan en cada elección local o nacional.

            Los que se dicen políticos, salvo excepciones, no lo son realmente. Solo una minoría ha hecho carrera y tiene consciencia de lo que el partido en el cual milita, pretende lograr una vez en el gobierno. La gran mayoría, solo tienen intereses.

            AFORTUNADAMENTE AQUÍ EN PUEBLA, LOS DOS principales contendientes de Morena, por la candidatura a la gubernatura, son de esos políticos de carrera, ideologizados y por lo tanto con convicciones que los llevan a anteponer los intereses de la entidad, a sus ambiciones personales.

            Según declaraciones del triunfador de la contienda interna, Alejandro Armenta, desde el mismo viernes inició un diálogo con Ignacio Mier para llegar a acuerdos y pudo asegurar, que no habrá rompimiento, por el contrario, Morena se mantendrá unida y fuerte, pues Mier Velazco no solo acepta su derrota, sino que está dispuesto a colaborar con su partido, para que llegue a las elecciones con total unidad interna y con fuerza.

          Las encuestas sobre la intención de voto de los poblanos que se han dado a conocer recientemente, dan un muy elevado porcentaje de votación a favor del Partido Movimiento de Reconstrucción Nacional, y estas encuestas son muy recientes, hechas a consecuencia de los resultados obtenidos en las encuestas internas para la designación del que será el abanderado para la gubernatura.

          PERO AHORA VIENE LA LUCHA INTERNA POR LAS candidaturas a presidencias municipales, donde hay muchos aspirantes que ni saben lo que es Morena, ni lo que pretende como gobierno, aunque todos apoyen a López Obrador. Y así están muchos de los que aspiran a diputaciones locales y federales, a regidurías y sindicaturas. Siguen a líderes y no a principios ni programas.

            Este no es un problema solo de Morena, sino de todos los partidos políticos, incluyendo al PRI que fue en su tiempo, el mejor organizado partido político de América Latina, que se hizo partido único, por lo mismo y que tuvo que construir a su propia oposición, en el PPS partido de izquierda, creado por Vicente Lombardo Toledano y el PAN, heredero del conservadurismo del siglo XIX, creado por Manuel Gómez Morín, que fue rector de la UNAM y Secretario de Hacienda en el gobierno de Alvaro Obregón.

            Como esos y otros partidos pequeños no lograban crecer, el mismo PRI tuvo que inventar un sistema para tener diputados opositores en la Cámara respectiva, creando los diputados plurinominales y los senadores de representación proporcional. Con todo eso, el Revolucionario Institucional logró presentar ante la comunidad internacional, la imagen de una democracia mexicana, única en su tipo. Y así se mantuvo casi un siglo en el poder.

            AHORA YA NO PODRA SER IGUAL, EL LIDER AL que siguen las multitudes, se llama Andrés Manuel López Obrador, pero él ya se va el año próximo y si Morena no se organiza adecuadamente, se va a debilitar. Debe convertirse en un partido con espíritu auténticamente democrático y para eso debe convertirse en una “escuela de política” que cuente con una institución de educación política para sus militantes en cada estado, que imparta clases de historia de México, de ideología democrática, de economía política, es decir, de materias que formen a jóvenes y adultos, incluso mayores, en lo que debe ser un buen morenista.

          Y ESTO QUE DECIMOS  DE MORENA, DEBE aplicarse al PRI, al PAN, al PRD y todos los demás partidos que son propiedad privada de sus dirigentes y que deben dejar de serlo.

            Parece que México es el único país que tiene partidos que tienen propietarios y no dirigentes. Es parte de la corrupción que durante tanto tiempo vivimos y soportamos. Si realmente queremos avanzar en este aspecto y estoy seguro que todos queremos eso, debemos actuar en consecuencia.