Columna | P u l s o P o l i t i c o
Los principales partidos políticos del país, PRI, PAN y PRD, están atravesando en Puebla uno de los peores momentos de su historia, que los pueden llevar al más estrepitoso fracaso en las elecciones del 2018.
Priistas, panistas y perredistas tienen conflictos internos que no han podido resolver, sino por el contrario, son problemas que se han ido agravando y que amenazan con ser catastróficos para dichas organizaciones políticas.
Los tres partidos, han perdido su ideología, su estructura se deteriora cada día más y lógicamente están desorganizados. Sus militantes de base además de desorientados, están enojados con sus líderes: los priistas de casi cuarenta municipios de la entidad, están molestos por lo que llaman imposición de sus dirigencias municipales; los panistas pelean entre sí, pues en ese partido hay dos grandes grupos: los morenovallistas, que son los neopanistas de los últimos seis años y los tradicionales que ahora se llaman “yunquistas” y sus diferencias, sus odios y rencores, son mayores a los que tienen con los priistas.
Los perredistas han iniciado una guerra de expulsiones a raíz de que el senador poblano Miguel Barbosa Huerta, se declaró partidario de Andrés Manuel López Obrador.
Los expulsados perredistas, y hasta muchos de los no expulsados, irán a engrosar las filas de Morena, el partido de izquierda que parece estar ganando la partida, pues es el único que crece, frente a las otras tres “fuerzas” políticas que decrecen.
Y también en el PAN se está amenazando con la expulsión a los miembros de ese partido que en las elecciones de junio pasado, sí de junio, apoyaron a la ex panista Ana Teresa Aranda, que participó en la elección como candidata independiente.
Esta sanción fuera de época, pues ya pasaron ocho meses de las elecciones locales y hasta ahora se han dado cuenta que hubo panistas que “traicionaron” a su partido y lo peor del caso, es que quienes pretenden expulsar a los “traidores” son quienes han sido panistas de unos meses para acá y los expulsados en su mayor parte, pertenecen al PAN desde antes que ese partido llegara al poder en la entidad poblana.
Hay quienes afirman, que la desestabilización de los partidos, ha sido provocada por Morena, pero la realidad es que desde hace tiempo, al arribar el neoliberalismo priista al poder, empezó la descomposición interna del priismo, empezó la salida de los viejos priistas y no ha habido jóvenes con oficio político que los sustituyan.
Quienes han llegado a ocupar puestos de relevancia en el PRI, empezando por su dirigente nacional, Enrique Ochoa Reza, carecen de experiencia política, carecen de conocimiento de lo que es, de lo que ha sido y de lo que representa su partido en la vida nacional. El PRI se ha llenado de oportunistas, al igual que los demás partidos, incluyendo a Morena, al que están llegando personas sin nada que ver con la política, pero que ven en la fuerza que esa organización está alcanzando, una oportunidad para pescar algún puesto político que los lleve al poder y a la riqueza.
Priistas con quienes platicamos ayer ampliamente sobre la situación de su partido en Puebla, nos dijeron, lo que otros militantes de ese partido ya nos habían dicho: el dirigente estatal, Jorge Charbel Chidiac, es un extraordinario financiero, por algo ha estado ya al frente de las comisiones del Congreso relacionadas con el presupuesto, con la hacienda pública, pero como político, deja mucho que desear.
No hemos visto, nos dicen, ningún esfuerzo, aunque sea mínimo, para reunificar al priismo poblano que cada día se divide más.
Las quejas de los priistas del interior del estado, que dicen que les están imponiendo dirigentes, son válidas, nos informan, porque no ha habido diálogo para conciliar a los grupos y conformar planillas en las que todos esos grupos participen.
Los perredistas poblanos que siempre han estado divididos, ya empezaron con sus grillas para deponer de la dirigencia, al grupo de Socorro Quezada Tiempo, que son del grupo de Barbosa Huerta, que sigue siendo el perredista fuerte de la entidad.
Proponen para dirigentes estatales, a neoperredistas, como el diputado Carlos Martínez Amador, que ha sido priista, panista y ahora es perredista y que muchos de los viejos militantes de la izquierda, lo ven con desconfianza.
Una recomposición de las principales “fuerzas” políticas de la entidad, no se concibe en el corto plazo. Se deriva de la descomposición política que hay en el país y no hay forma de remediarla por falta de líderes, de gente con oficio, que tenga la fuerza de convocar a todos los grupos, que logre su reconciliación y lógicamente su reestructuración y su reorganización.
Lo peor del caso es que en el 2018, a propuesta de los panistas de los tiempos de Calderón y con el apoyo de los priistas que son una oposición “responsable” cometieron la irresponsabilidad de aprobar la unificación de las elecciones para renovar los tres niveles de gobierno: presidencia de la república, gubernaturas de los estados, senado de la república, cámara de diputados federal, 32 cámaras de diputados locales y más de 2 mil ayuntamientos.
Según todos los pronósticos, los problemas post-electorales, serán tantos y tan complicados, que quienes conforman los organismos electorales federales y estatales, van a tener que desquitar sus elevados sueldos en forma que ni ellos se imaginan.
Además, pueden surgir brotes de descontento popular en varias entidades y en numerosos municipios, que podrían dividir al país, mucho más de lo que ya está.
PRI, PAN y PRD, en su peor momento
Lunes, 13 Marzo 2017 20:24 Escrito por Gabriel Sánchez AndracaDeja un comentario
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