El señor sustenta y sostiene la vida

Lunes, 23 Septiembre 2024 06:22 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

(El Ser Supremo nos acompaña para que recorramos los horizontes de aquí abajo, también nos vive cada día y nos revive de sana fortaleza, a la espera de que las pulsaciones se conjuguen entre sí y con los demás. Ciertamente, nos requerimos unos a otros para darnos aliento y proveernos de una hoja de servicio, donde impere la verdad y la bondad).

I.- LA INVOCACIÓN DE JESÚS:
NOS HACE MÁS VIVOS, MÁS HUMANOS

Nuestro Salvador nos reconoce,
nos sirve para que seamos uno,
nos revela su amor hacia todos,
ya que todos somos parte de sí:
misterio de gozo y de santidad.

Cada uno por su vía peregrina,
toma su ruta y retoma el andar,
lo hace acorde a sus propósitos,
que han de elevarse armónicos,
para abrigar el cielo en la tierra.

No tengas temor de concebirlo,
el Altísimo nos cita a buscarle,
a hurgar por sus eternos pasos,
a mover la fuerza de la piedad,
y a remover nuestra fragilidad.

II.- LA VIVIENTE MÍSTICA DE LUZ:
NOS HACE MÁS ACTIVOS, MÁS EN MISIÓN

Al hacer la cruz sobre el cuerpo,
abrimos el corazón a Dios-amor,
forjamos relación en su nombre,
porque somos el verbo en verso,
la comunión celeste en placidez.

La instauración de la Eucaristía,
justo en la víspera de su muerte,
es un compendio de la entrega,
siempre real y en misión eterna,
como resplandor en las sombras.

Igual que el día clarea la noche,
hemos de esclarecer el espíritu;
ha de ser nuestro fiel cometido,
nuestro anhelo, afán y desvelo,
que es lo que injerta savia al ser.

III.- LA GRANDEZA DIVINA:  
NOS HACE MÁS DONANTES, MÁS DEL CREADOR

Lo sublime no está en lo físico,
ni en los aires vacíos del tener;
más bien habita en la atención,
en el tacto al camino a recorrer:
no a ser asistido, sino a asistir.

Nuestra fidelidad al Redentor,
nace de nuestra disponibilidad,
hacia todo aquel que nos llama,  
y esto causa desgaste, es cierto,
porque sabe a dolor y sacrificio.

Los gestos de Cristo están ahí,
son más fuertes que las voces,
Él mismo es quien se entrega,
lo hace por toda la humanidad,
dándose a todo latido andante.

Víctor CORCOBA HERRERO
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