En el PAN poblano: guerra total

Jueves, 06 Abril 2017 20:06 Escrito por Gabriel Sánchez Andraca

Columna | P u l s o   P o l i t i c o
    
       Nunca imaginamos que en el PAN poblano, las cosas fueran a descomponerse al grado en que actualmente se encuentran. Los panistas eran en los años sesenta en que este reportero llegó a Puebla, personas muy tratables, casi todos de clase media, muy unidos. Nos parecían como el grupo de Acción Católica de mi pueblo, allá en Guerrero.

       Los sábados se reunían al mediodía para ir a algún pueblo cercano a hacer su labor de convencimiento y organizar a los ciudadanos. Generalmente comían con los simpatizantes de su causa, como si fuera un día de campo.

      El ingeniero Iguíñez y toda su familia, lo mismo que otros matrimonios como el de don Teodoro Ortega y la maestra Rosalía Ramírez, el del contador Alejandro Cañedo Benítez, doña Taide Samaniego, el de la periodista Carmen Morales y algunos más, algunos ya fallecidos. El que fungía como encargado de administrar al partido, con oficinas en la 2 norte y 4 oriente, era don José de la Luz León, una persona mayor que atendía en la oficina lo mismo a miembros del partido que a los pocos simpatizantes que llegaban a solicitar alguna orientación política o legal.

       Tenían un salón de actos espacioso, amplios corredores, en la segunda planta del edificio que se conserva igual hasta la fecha.

       Todo era paz y tranquilidad. Los panistas fueron invadidos por grupos empresariales a raíz de la nacionalización de la banca, que se adueñaron de la dirigencia, de las oficinas y de todo lo demás. Fueron conocidos como los primeros “neo-panistas”, esto fue en los años setenta-ochenta; la segunda oleada de “neo-panistas”, fue la del 2010, año en que el PRI vio mermadas sus filas cuando numerosos priistas, entre ellos el candidato a la gubernatura del Estado, Rafael Moreno Valle, entonces ya senador del PAN, se pasaron al partido considerado conservador o de derecha.

         A esas alturas, el PAN, partido de derecha clerical, ya había perdido su esencia: pasó a ser de derecha económica. Poco a poco los panistas fueron abandonando los postulados que abanderaron desde sus inicios: la conformación de un partido de tendencia cristiana; luchar contra el artículo tercero constitucional, que pretendía una educación socialista, decían, y acabar con el laicismo del gobierno, que negaba el origen católico de la nación. El ejemplo a seguir, en ese entonces, era el de la España franquista.

    Por todo eso es que nadie imaginó que llegaría un momento en que todo lo anterior se vendría abajo y ahora vemos como quienes fueran los héroes de la democracia cristiana en México, se amenazan, se dicen perseguidos, hay juicios por desvío de fondos contra panistas que estuvieron en el poder y son acusados por otros panistas; juicios y acusaciones a destiempo, que hacen sospechar de venganzas; amenazas de expulsión de viejos militantes, por los que llegaron hace solo unos años y así por el estilo.

      Hay un dicho que dice: “Si quieres conocer a un hombre, dale poder”. Lo mismo podría decirse de un partido político: “Si quieres conocer un partido, dale chance de llegar al poder”. La debacle panista se inició con el ingreso de gente que no fue formada política ni ideológicamente por el PAN y llegó a su punto culminante, cuando ocupó dos sexenios seguidos, la Presidencia de la República.

        Cambiaron hasta sus modos de hablar: hay que ver los spots publicitarios en los que aparece un Ricardo Anaya, dirigente nacional, hablando con soberbia de los errores cometidos por el partido que fue dueño del país durante mucho tiempo y ofrecer la solución de los problemas que confronta México, cuando ellos lleguen nuevamente al poder.

        Carente del más mínimo sentido autocrítico, no hace ninguna referencia a los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón, tiempo en el que los mexicanos se sintieron más desprotegidos, con mayor inseguridad física y económica. El solo cambio de personas no resolverá la complicada problemática nacional. Es más, la puede agravar. Nadie habla de que fue precisamente en los gobiernos panistas, cuando empezó la guerra entre las mafias de narcotraficantes, que en vez de combatirla con medidas y estrategias policiacas bien pensadas y con la gente adecuada, se pretende resolver con soldados y marinos y sin preocuparse de impulsar una política social que aminore el desempleo, la ignorancia y mejore la salud de la población más vulnerable. Se abandona el campo y crece la miseria en las ciudades. Ahora no solo los panistas, los políticos de todos los partidos, dan la sensación de que no saben nada de nada y eso solo conduce a incrementar la corrupción y todas sus secuelas.

      La noche del miércoles nos enteramos de que el licenciado Melquiades Morales Flores, ex gobernador del Estado, fue propuesto por el Presidente Peña Nieto, para ser el representante de México, en la hermana república de Costa Rica, en América Central. Es la mejor forma de compensar los servicios que Morales Flores ha prestado a su partido, el Revolucionario Institucional, durante tantos años.

      El ex gobernador, originario del distrito de Ciudad Serdán (Chalchicomula) militó en el PRI desde muy joven. Fue dirigente juvenil, dirigente de la CNOP, dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias, presidente estatal del PRI, diputado local, diputado federal, senador de la república y gobernador del estado, además de haber ocupado puestos administrativos.

        Su hijo Fernando Morales Martínez, de más de 40 años, tiene todo el derecho de militar o simpatizar con el partido que se le dé la gana, haciendo uso de su libertad y eso no tiene que afectar en lo más mínimo a su padre. Son dos personas diferentes, que piensan diferente y que tienen plena libertad para hacerlo. Los padres son responsables de la conducta de sus hijos, cuando estos están en su etapa de formación, pero pretender que los sigan controlando en la edad adulta, es absurdo.

        Otro ex gobernador, el licenciado Manuel Bartlett, ahora senador por el PT, vio crecer enormemente la bancada que lidera en el Senado de la República, al unirse a su fracción, los senadores del PRD, que renunciaron a su partido y se pasaron a la fracción de la del Partido del Trabajo.

      La fracción petista en el Senado, ha pasado a ser la tercera más importante, después de las del PRI y PAN.

      Si el licenciado Bartlett, está considerado como uno de los miembros de la Cámara alta, más capaces y experimentados manejando una bancada minoritaria, imagínese en lo que se convierte con más de quince senadores bajo su tutela. Seguro que les va a dar muchos dolores de cabeza a priistas y panistas, que para él, lo ha dicho en repetidas ocasiones, son lo mismo.

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