El espíritu del señor vive en nosotros

Domingo, 26 Enero 2025 10:14 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Reflexión Poética | Compartiendo Diálogos Conmigo Mismo

ANUNCIO DE ALEGRÍA: Si la certeza de sentirnos acompañados florece una estupenda historia para compartir, testimoniar a Jesús es también una esperanza que no decae; coexiste en cómo hacer algo por los otros en su nombre, además de rehacernos en comunión por la caridad vertida, devolviéndonos el gozo a las entretelas y la quietud al alma.

I.- LA PALABRA DE DIOS
NOS HACE INTEGRANTES PARA EL REENCUENTRO

Bautizados bajo un idéntico hálito,
formamos un único latido místico,
al ser miembros del pueblo santo,
del que todos somos componentes,
con el Redentor como perspectiva.

Nos restablece cada nueva aurora,
mientras pone alegres a los tristes;
nos repone de cuerpos armónicos,
anuncia la liberación a los presos,
y recobra a los caídos con su don.

Sólo hay que alcanzarle sin decaer.
Estamos llamados a poner el oído,
a coronar su encaje de compasión,
de amor y de aceptación auténtica,  
de uno mismo unido en los demás.

II.- LA PALABRA DE DIOS
NOS ENTONA CON TINO EL TONO PARA EL REENCUENTRO

Las huellas dejadas por Jesucristo,
son nívea evocación de concordia;
nos curan y nos serenan las llagas,
cultivando la memoria penitencial,
dejándonos cautivar por la verdad.

Hemos de volver al verso para ser,
el ser que todo lo engendra de luz,
para no confundirse de orientación,
y poder refundirse de pulsaciones,
que nos lleven y nos eleven vivos.

Porque vivir es amar entregándose,
sumando fuerzas de bien en el mal,
y restando maldades con bondades;
engendrando una nueva existencia,
donde todo sea de todos y de nadie.

III.- LA PALABRA DE DIOS
NOS LLAMA A LA CONVERSIÓN PARA EL REENCUENTRO

La cruz está en la naciente pasión,
en camino hacia lo que le rubrica,
deseosa del hallazgo para la savia,
aspirante siempre en la asistencia,
pues la fe no crea ruido y redime.

La expresión penetra en nosotros,
nos injerta el vocablo del corazón,
haciéndonos discernir las huellas,
dejadas por el vacío de los vicios,
de las otras que nos llenan de sol.

Iluminados por la gracia celestial,
se desatan los amarres del mundo,
y se nutre el interior de docilidad,
con un proceder espiritual de paz,
que sólo mana y emana de Cristo.

Víctor CORCOBA HERRERO
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