Lo sustancial es trabajar, con el ahora, en la dignidad humana

Miércoles, 22 Octubre 2025 08:54 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Artículo | Algo Más Que Palabras 
 
“Bajo un ciego andar se fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, transformando al mortal en un bien de compraventa y consumo”. 

Lo que importa, no es encandilarse con el pasado ni con el futuro, sino con el presente e intentar mantener firme la confianza de que, si se vence la injusticia, la concordia será terreno fértil para que nazca el espíritu conforme, sustentado en el bien colectivo y en la bondad como lenguaje. De este modo, se acabará con un contexto de dignificación humana, que suele vociferarse mucho, pero hacerse poco. Sólo hay que adentrarse en el ambiente, y ver que, cada día, es más complicado lograr una mejora sostenida en el bienestar individual y otorgar beneficios a todos. Sea como fuere, cualquier ser humano tiene que tener siempre el nivel de dignidad por encima del temor, de manera que se pueda reducir significativamente el afán dominador que no sólo corrompe, también esclaviza. ¡Liberémonos!

Uno realmente tiene que sentirse digno de sí mismo, para que nuestras sociedades sean verdaderamente honestas, pacíficas, sanas y, en suma, auténticamente humanitarias. El ahora nos llama, pues, a que no persistan los privilegios indebidos o las diferencias extremas de riqueza; al menos, para que no fracase el desarrollo en su propósito esencial. A mi juicio, la comunidad internacional debe hacer frente al reto de la era actual de oportunidades sin precedentes que ofrecen la ciencia y los avances tecnológicos, de manera que puedan ser compartidos equitativamente por todas las naciones y, a su vez, puedan contribuir a la aceleración del desarrollo económico en todo el orbe planetario.  ¡Socialicémonos!

Indudablemente, las tecnologías de la información y las comunicaciones son las que pueden aportar nuevas soluciones a los retos del ahora, especialmente en el contexto de la globalización, y pueden fomentar el crecimiento económico, la competitividad, el acceso y el conocimiento a la información, la erradicación de la pobreza y la inclusión social, lo que contribuirá a activar la integración de sus moradores, siempre que la brecha digital se subsane para no dejar a nadie en la exclusión. La realidad requiere de la sanación del aluvión de patologías sociales, que hacen una visión distorsionada de la persona, una mirada que, en multitud de ocasiones, ignora su natural decencia y su carácter relacional. ¡Fraternicémonos!

Bajo un ciego andar se fomenta una cultura del descarte individualista y agresiva, transformando al mortal en un bien de compraventa y consumo. De ahí, la importancia de trabajar en el ahora a corazón abierto, en comunión y en comunidad, al menos para mejorar la condición existencial de todas las gentes, con la promesa viva de traspasar fronteras y de tender puentes. En este sentido, quiero felicitar a las Naciones Unidas y a sus pueblos, que llevan ochenta años trabajando juntos para forjar la paz, combatir la pobreza y el hambre, promover los derechos humanos, suscitando alianzas en un planeta, que es de todos y de nadie en particular. Jamás olvidemos, que todos tenemos, por nacer, los mismos derechos; además, de idénticas obligaciones. Toca, pues, mantenerse humano. ¡Humanicémonos!

En efecto, tanto la deshumanización como la inhumanidad es manifiesta, dejándonos preso de intereses mundanos, en un letargo de frialdades y desconciertos totales. Ante este mezquino entorno, relegado hasta de sí mismo, porque a una criatura sólo le puede salvar otra, nos conviene mirarnos entre sí y reflexionar, cada cual consigo mismo, junto a los demás. Custodiar la vida sin amor es destruirnos. Este espíritu armónico, es el que nos lleva a reconocer la dignidad humana: fundamento de toda vida, coronada por la justicia, como signo de quietud y esperanza. Al parecer, y a juzgar por los hechos tan leoníferos que se producen y se reproducen por todos los rincones, esta honestidad humanística no estaba prevista en el plan de globalización. ¡Dignifiquémonos!

Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor
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