Aprender unos de otros; es tan necesario como justo

Miércoles, 05 Noviembre 2025 09:52 Escrito por Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor

Artículo | Algo Más Que Palabras 

 “El único camino posible es la armonía, lo que nos demanda un mayor trabajo humanitario como obligación estética. De lo contrario, nos volveremos inhumanos y el futuro será un auténtico infierno de bombas e intereses mundanos”. 

La globalización nos ha puesto en bandeja de que estamos vinculados entre sí, lo que requiere cultivar la convivencia y dejarse acompañar, con la predisposición de la acogida y el deseo de compartir experiencias. En consecuencia, nuestra primordial tarea es hacer familia, sumar fuerzas y trazar objetivos conjuntos, no vivir los unos contra los otros, sino en el otro, abriéndose a nuevos horizontes universales, sin abecedarios que nos enfrenten, ni muros que nos separen, utilizando los lenguajes del corazón, que es lo que hace espigar el sentido compasivo. Lo importante reside en no desfallecer, tampoco se trata de vivir de nadie, sino de donarse para que las alianzas sean posibles y la concordia inunde nuestros pasos, ofreciendo el buen poso de la amistad. 

En unión y en unidad todo es posible llevarlo a buen término, comenzando por la crisis del hambre actual que no se debe a la falta de alimentos, sino a la desigualdad, los conflictos y las decisiones políticas, y acabando por la inseguridad, como es cualquier actividad nuclear que puede dar lugar a una escalada con resultados catastróficos. Sea como fuere, no debemos olvidar el desastroso legado de más de dos mil pruebas con dichas armas que se han llevado en los últimos ochenta años. Desde luego, las potencias nucleares deben retirarse, dejar de jugar con el futuro de la humanidad. El mundo precisa de una prohibición real y vinculante de dichos ensayos, ya que toda persona es titular del derecho inviolable a una vida íntegra, también desde el punto de vista anímico. 

Quizás tengamos que antes aprender a reprendernos a nosotros mismos, al menos si queremos vivir en el amor y en la verdad, sabiendo que el diálogo sincero es el camino hacia el encuentro de unos y de otros, más allá del odio y el prejuicio. Por ello, en lugar de artefactos, demos abrazos; pongamos alma y no armas, demos aliento y moral y no repitamos los errores del pasado. Ayudémonos a sobrellevar la creciente pobreza, a que cese la multitud de conflictos y el sufrimiento humano generalizado, pongamos el tesón en aminorar fuegos injustos que nos destruyen, siendo operarios de esperanza. Jóvenes y adultos, tenemos un papel concreto que desempeñar; hagámoslo sin miedo, juntos, podemos demostrar que cuando actuamos en coalición, conseguimos lograr el cambio. 

Es ineludible, por tanto, dedicar un esfuerzo adecuado a la formación en valores. Aquí es fundamental la experiencia del silencio, de la escucha, así como de la contemplativa hacia todo lo que nos rodea. Dejémonos de endiosarnos, bajemos a nuestro interior, compartamos pasos e interroguémonos sin cesar. Pensemos en cuantos trances se podrían evitar y resolver así, poniéndonos en sintonía con los demás, mediante el sincero deseo de entenderse y atenderse recíprocamente. En efecto, las naciones han de fusionarse, ya no sólo para desarrollar los marcos que nos permitan convertirnos en una civilización multiplanetaria, sino también para evitar la incitación de afrontar situaciones nuevas con sistemas antiguos. 

Cumplamos, pues, con nuestros principios comunes de acoplar pulsos y de hacer las debidas pausas, centrándonos en la ciudadanía y concentrándonos en el esfuerzo de dar vida y de donarla. Ahí radica el avance de la generación, en sumar buenos propósitos y mejores quehaceres, hermanados con nuestras diferencias, pero adheridos, siempre. Las divisiones no son buenas para nadie. El único camino posible es la armonía, lo que nos demanda un mayor trabajo humanitario como obligación estética. De lo contrario, nos volveremos inhumanos y el futuro será un auténtico infierno de bombas e intereses mundanos. Al fin y al cabo, nos conviene desechad la falsedad y volver a ese orbe auténtico; cada cual, con su prójimo, para hacerlo próximo siempre y tenerlo a nuestro lado. 

Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Valora este artículo
Más en esta categoría: « Presidenta vulnerable

Deja un comentario

Asegúrese de introducir toda la información requerida, indicada por un asterisco (*). No se permite código HTML.

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos