Columna | P U L S O P O L I T I C O
Priistas militantes, que creen o son en realidad, expertos en interpretar los signos que observan en reuniones políticas tan importantes como su 22 Asamblea Nacional, nos dicen que “por lo que se vio”, no lo que se dijo, en la Asamblea Nacional reciente, el candidato a la Presidencia de la República, será el simpatizante priista don Antonio Meade Kuribeña, actual secretario de Hacienda.
Aurelio Nuño, otro simpatizante priista, actual secretario de Educación, será senador de la república y coordinador de la fracción priista en el Senado; don José Narro, otro simpatizante del PRI, podría quedar en el gabinete, como representante de la vieja guardia y Manlio Fabio Beltrones, se iría a la Secretaría de Gobernación. Más o menos así, varios de los priistas militantes consultados, empiezan a armar el próximo gabinete. Es una percepción derivada de las observaciones de priistas con muchos años de vuelo.
Los “candados” fueron quitados no para abrirse a la sociedad civil, sino a los amigos del presidente, a fin de ya no tenerles que extender credenciales de militancia priista con años de anticipación, para cumplir el requisito que se les exigía en el pasado reciente, que ese no fue el motivo de que se acordara la puesta de los candados, sino el fracaso político y económico de los gobiernos neoliberales integrados en su mayor parte, por expertos en economía gringa, con doctorados en prestigiosas universidades del país del norte, que en sus decisiones demostraron ignorar la realidad y la historia de México y por eso estamos como estamos.
Margarita Michelena, una brillante periodista de Excélsior, escribió un día: “Estos tecnócratas, fueron capacitados para ser gerentillos de algún supermercado de Texas, pero no para gobernar un país como el nuestro”.
Los otros acuerdos “importantes”, son simples medidas para acallar las voces de protesta de la militancia del PRI, que cada día se hacen más ruidosas y amenazan con dividir al partido que en otros tiempos era ejemplo de una disciplina que rayaba en la sumisión.
Con el gran número de puestos de elección popular, que estarán en juego en el 2018, la cúpula priista tiene medios para acallar las protestas y las inconformidades, distribuyendo equitativamente el botín político que abarcará desde gubernaturas, senadurías, diputaciones federales, diputaciones locales, presidencias municipales, sindicaturas y regidurías en todo el país.
El PRI será el único partido capaz de cumplir con el requisito de la paridad de género, 50 por ciento de mujeres en todos los puestos de elección popular, y con la exigencia de los jóvenes, de repartir las candidaturas de los diversos niveles de gobierno, al uno por tres, como en las ofertas de Comercial Mexicana. Por cada tres candidatos priistas, uno deberá ser joven.
Está claro que sin estructura, sin organización, ningún partido de oposición podrá con el PRI que como dice el dicho “tiene más el rico cuando empobrece, que el pobre cuando enriquece”. En la elección del 2018, el pobre enriquecido es Morena, el partido de López Obrador, que podrá tener mucha gente, pero sin estructura y sin organización. El rico empobrecido es el PRI, que pese a su aparente caída, tiene vigentes una estructura y una organización disminuidas, pero que la reviven en cada elección.
Crear estructura, base para tener una sólida organización, no es fácil. Lleva muchos años lograr eso. Solo el PRI tiene lo que se ha dado en llamar: “maquinaria electoral”. Esto no es un secreto, todo mundo lo sabe, pero crear esa maquinaria, los partidos opositores ni siquiera lo intentan, pues se conforman con las dádivas que reciben y solo protestan de dientes para fuera. Además de las llamadas prerrogativas, que reciben del gobierno federal y de los gobiernos estatales (prerrogativas millonarias) reciben puestos de elección popular muy bien pagados y ahora, con los que se llamarán “gobiernos de coalición” recibirán también algunos puestos administrativos. Por eso no se preocupan ni de formular algún pequeño proyecto para combatir la inseguridad o la pobreza extrema. Su objetivo es pelar por puestos dentro de la estructura de gobierno.
Personajes del partido Movimiento de Renovación Nacional, Morena, como Alejandro Armenta, senador Miguel Barbosa Huerta, el ex secretario general de gobierno en los inicios del gobierno de Moreno Valle, Fernando Manzanilla y el presidente municipal de San Pedro Cholula, José Juan Espinoza, ofrecieron ayer una conferencia de prensa en céntrico restaurant.
Explicaron sus razones por las que abandonaron los partidos en que militaban.
Todos expresaron razones que ya habían dicho en otras ocasiones. La que más llamó la atención fue la de Fernando Manzanilla, quien afirmó que él no es un colado del morenovallismo, sino un ciudadano común que se adhiere al proyecto de Andrés Manuel López Obrador y de Morena, de buena fe.
Explicó que su ruptura con el ex gobernador de Puebla, se dio desde el principio, durante el segundo año de ese gobierno, por no estar de acuerdo con la forma de gobernar, con la forma de hacer las cosas.
No he tenido ningún contacto con él ni tengo necesidad de tenerlo. Mi adhesión a Andrés Manuel y a Morena, no lleva implícito ningún interés personal. Yo esperaré a que el órgano partidista designado para tomar la decisión de las candidaturas haga lo que tiene que hacer y yo colaboraré en todo lo que pueda, para que la campaña sea exitosa.
Ya está decidido, dicen priistas
Lunes, 14 Agosto 2017 16:34 Escrito por Gabriel Sánchez AndracaDeja un comentario
Asegúrese de introducir toda la información requerida, indicada por un asterisco (*). No se permite código HTML.