Derrumbe de partidos

Martes, 26 Septiembre 2017 21:59 Escrito por Ángel Soriano

Columna | Desde el portal

 Los sucesivos sismos que han sacudido gran parte de la República –física y solidariamente- han terminado por derrumbar la credibilidad de los partidos y la clase dirigente, no sólo porque no han estado a la altura de las circunstancias, sino porque el deterioro de sus estructuras viene de décadas luego del incumplimiento de su función para convertir esas instituciones en negocio familiar mediante la renta de las membrecías.

 Como instrumentos legítimos para acceder al poder mediante la oferta de programas de gobierno de acuerdo a las aspiraciones de la sociedad, los partidos se han coaligado en defensa de sus intereses, apuntalando a la clase gobernante y obteniendo para ellos, no para los electores, infinidad de privilegios y prerrogativas de las que hacían ostentación, como una clase elegida para gobernar al pueblo.

 Lo mismo ocurrió con las instituciones electorales; creadas y “perfeccionadas” para la vigilancia y transparencia de los comicios y dar certeza y credibilidad a la elección de autoridades, de la misma manera se corrompieron para avalar todo tipo de chapucerías y garantizar la permanencia en el poder del mismo partido. Ha sido fácil obtener la gracia de los consejeros electorales: simplemente se les otorgan sueldazos y bonos jugosos para obtener su incondicionalidad, y todo está resuelto.

 La complicidad ha sido tan descarada de partidos e instituciones electorales, que luego del sacudimiento telúrico la sociedad demandó la devolución de sus recursos que por la vía de los impuestos se otorgaban a los partidos, y éstos, sin autoridad moral ni legal para “defender” lo que no es suyo, han aceptado –unos si y otros no- entregar los dineros del pueblo en apoyo a las familias en desgracia.

 Desde luego que éste ha sido sólo el paso inicial, pues luego de la tragedia vendrán las consecuencias en las próximas semanas o meses, para que el pueblo mexicano se de el cambio que considere conveniente, mediante nuevas reglas o la reconstrucción de los partidos políticos, para que éstos de las ruinas encuentren su verdadera función social y vivan de las cuotas de los militantes, si es que los tienen, o de las obligadas cuotas de los dirigentes que se han eternizado, y enriquecido, en los cargos públicos.

 Junto con la desgracia de millones de familias mexicanas que han perdido su patrimonio, seres queridos u obligados a emigrar hacia otros rumbos, seguramente vendrá el nuevo despertar de la sociedad para construir, sobre cimientos firmes, una nueva sociedad o un nuevo país, y dejar sepultados bajo los escombros la corrupción que permitió la construcción de edificios endebles y sobre los cuales sólo se obtuvieron ganancias inmorales de inmobiliarias deshonestas que llevaron a la ruina a quienes confiaron en ellos.

 Lamentablemente hubo que ocurrir un movimiento de tal magnitud para buscar enderezar el rumbo de la Nación, que deberá ser guiada por auténticos líderes, con vocación social y sin ánimo de lucro.

 Cuando menos eso es lo que se espera después de los sismos.

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