Las incongruencias del PAN

Miércoles, 07 Marzo 2018 19:50 Escrito por Gabriel Sánchez Andraca

Columna | P u l s o    P o l i t i c o

         Eduardo Rivera, quien fuera presidente municipal en el trienio 2010-2013 en el municipio de Puebla, no tuvo desde el inicio, una buena relación con el gobernador Rafael Moreno Valle, de formación priísta, pero afiliado al PAN en razón de que en el PRI, no había logrado posesionarse como quería. Lo hostilizó desde el principio al grado de que en el primer grito de Independencia que les tocó realizar en el Palacio Municipal, como ha sido costumbre, toda la gente captó el distanciamiento que había entre ellos, pues las fotografías en los periódicos y las escenas captadas por las cámaras de televisión, lo revelaban claramente.

         Y esa relación no pudo componerse en los tres años al frente del gobierno municipal de Rivera Pérez. Por el contrario, el alejamiento se agudizó al grado de que cuando Eduardo, “Lalo” para los panistas, fue acusado de malversación de fondos en el ayuntamiento que le tocó presidir y el Congreso del Estado, de mayoría panista, recibió la orden de “aplicarle todo el rigor de la ley”, el ex alcalde tuvo que sufrir la humillación de que le exigieran la devolución de más de 20 millones de pesos y que fuera inhabilitado para poder ocupar durante varios años, cargos de responsabilidad pública.

         Tres años después, ese mismo Congreso lo exonera del pago referido y le levanta la excomunión, pues ahora “Lalo” es candidato del panismo morenovallista para ocupar por segunda ocasión, la presidencia municipal de la capital del estado.

         Todo mundo en Puebla, sabía de las pésimas relaciones entre el gobernador y el alcalde y lógicamente debió saberlo el comité nacional del PAN, que en ningún momento dijo “pío”. En cambio sí protestaron por “la persecución de que el gobierno estatal hacía objeto al ex presidente municipal” Josefina Vázquez Mota, ex candidata presidencial; Ana Teresa Aranda, panista destacada de Puebla (ahora ex panista) y hasta Margarita Zavala, la ahora candidata independiente a la Presidencia de la República, esposa del ex presidente Felipe Calderón, entre otros panistas de renombre.

        El candidato del PAN a la Presidencia de la República, de ahora, que fue dirigente nacional de su partido, anda quejándose por todos lados de “la persecución” que le está aplicando, dice, el gobierno federal de Enrique Peña Nieto.

        Don Ricardo Anaya, que es el nombre del candidato, se ha vuelto monotemático: su discurso no hace mención ni de la inseguridad que se padece en todo el país, del incremento en el costo de la vida, de los bajos salarios que perciben los trabajadores, del abandono que ha sufrido la agricultura en el país lo que nos ha vuelto dependientes alimentarios pues tenemos que importar maíz, frijol, arroz, leche, carne, etc. Todo su discurso lo dedica a la persecución política, que según él sufre, porque le tienen miedo.

         Los panistas han olvidado, que chistoso, la persecución política que ejercieron contra Andrés Manuel López Obrador, para impedir que fuera candidato a la presidencia, durante el gobierno de Vicente Fox y en la que tomaron parte nada menos que don Diego Fernández de Cevallos, don Santiago Creel y Miranda y otros paladines de la democracia, de la doctrina social-cristiana y del bien común.

        Y todo lo que pasó en Puebla con el licenciado Francisco Castillo Montemayor, Simitrio, Delfino Flores Melga, y otros más, que se asumieron como presos políticos, uno de ellos, Delfino, muerto en la cárcel a los noventa años de edad, la dirigencia panista lo ha ignorado olímpicamente.

        ¿O esa es la democracia al estilo panista? Pues es igual que la priísta. De qué se quejan.

         Los partidos y los políticos afiliados a ellos, definitivamente han decepcionado a la ciudadanía. Son partidos, todos, sin ideología, con una mayor parte de sus militantes, sin oficio político, sin entrenamiento para el servicio público, desinformados, alejados de la realidad nacional y local, con mucha ambición de poder y de dinero y sin nada o muy poco que ofrecer a cambio.

         Y ahora ha surgido un nuevo problema en esa clase política: la de convertir una actividad que debería ser muy noble y desinteresada, en un botín de familias y de grupos o camarillas de amigos.

         Hay que ver la lista de candidatos a diputaciones o presidencias municipales publicada ayer en CAMBIO, para darse cuenta de la gravedad de este asunto.

         Hoy se celebra en el mundo, el Día de la Mujer, que debería servir no solo para reconocer lo que es el importantísimo papel que desempeña en la vida y el poco avance que han tenido sus luchas para ser considerada con un ser humano digno de recibir oportunidades para su desarrollo intelectual, económico y social, igual que los hombres.

         Por desgracia, en todos los medios hoy se hará un recuento de los feminicidios que se han registrado en Puebla, en México y el mundo y que han crecido exponencialmente, de los maltratos de que son objeto en muchas sociedades del mundo; de los sufrimientos que tienen que soportar solo por el hecho de ser mujeres. No es por nada, pero parece que en este terreno, hemos retrocedido en pleno siglo XXI.

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