Columna | P u l s o P o l i t i c o
Para muchos observadores del acontecer nacional, más importante que el tercer debate de los presidenciables, fue el hecho de que Ernesto Cordero, senador panista y ex secretario de Hacienda en el gobierno de Felipe Calderón, haya ido a la Procuraduría para demandar que se investigue la acusación que hay contra el candidato presidencial de su partido, Ricardo Anaya, por fraude y lavado de dinero.
Eso habla de la grave crisis interna que existe en el partido representante de la derecha mexicana Acción Nacional y que pone en grave riesgo su existencia. Hace algunos años, cuando era presidente nacional de ese partido, Manuel Espino, hoy reclutado por Morena, dijo que había que tener cuidado con el arribo del PAN al gobierno, “no por ganar el poder, vayamos a perder el partido”, expresó. Y sus palabras fueron proféticas. Acción Nacional, el partido heredero del partido Conservador del siglo XIX, ya no es lo que fue, lo que sus fundadores quisieron que fuera: no es “escuela de democracia”, como propuso su fundador, don Manuel Gómez Morín, sino un partido más, con identidad casi perdida, con militantes que no se hicieron, que no se formaron en las filas del panismo y que desconocen su historia, su trayectoria a lo largo de casi ochenta años y lleno de oportunistas que buscan poder y dinero, sin importarles el país y su gente.
Ernesto Cordero dijo, que está pidiendo que la investigación siga y se deslinden responsabilidades: “Nunca se había tenido duda de la honorabilidad y honestidad de un candidato blaquiazul. No debe solaparse la impunidad” dijo.
Se sabe que desde hace poco más de dos años empezaron a agravarse los problemas internos del panismo como consecuencia de que don Ricardo Anaya, a quien los panistas llamaban “el niño maravilla” por su facilidad de palabra y sus poses retadoras al gobierno, se obsesionara con ser el candidato a la presidencia de la república.
Su obsesión no tuvo límites y en el camino atropelló a muchos, se confrontó con grupos y con legisladores y dirigentes y si bien llegó a su objetivo, dejó a su paso mucho resentimiento, mucho odio, mucha división.
Pero la descomposición del PAN se inició en los años ochenta, después de que José López Portillo nacionalizó la banca, provocando el enojo del sector privado que se decía priísta y que después de la nacionalización bancaria, busco formar su propio partido, pero al encontrar tantos escollos para lograrlo, decidió adueñarse de Acción Nacional y lo logró con relativa facilidad. La Coparmex, quedó como dueña de la franquicia panista y puso candidatos para la presidencia de la república, a Manuel J. Clouthier, “Maquío”, y a Vicente Fox, ambos miembros de la Coparmex, más que del PAN.
Maquío perdió en la contienda y Fox ganó. Después el candidato fue Felipe Calderón, de una familia michoacana tradicionalmente panista, pero rodeado de mucha gente ajena al PAN. Su triunfo muy discutido, provocó que la maestra Elba Esther Gordillo, que lo hizo triunfar en el último momento por menos de un punto porcentual.
Doña Elba Esther, había sido un pilar del priísmo tradicional, pero pese a que los panistas fueron sus críticos más duros, Fox y su esposa Martha Sahagún, lograron ganársela para su causa y luego del apoyo a Calderón para que ganara en el último momento, la líder del magisterio se perpetuó otros seis años en el poder, pues entre Fox y Calderón, la volvieron casi dueña de la Secretaría de Educación.
La descomposición interna del PAN se aceleró en los gobiernos de Fox y Calderón. Luego empezaron las alianzas, totalmente ilógicas, entre el PRD, de izquierda y el PAN de derecha, que provocaron descontento en las filas de ambos partidos.
Como dijo Manuel Espino, los panistas tenían el poder y estaban perdiendo al partido. Aquí en Puebla, ganaron el gobierno estatal con Rafael Moreno Valle, de origen totalmente priísta y eso provocó la creación de una corriente interna llamada “morenovallismo”, totalmente ajena al panismo tradicional.
Hay quienes afirman que el PAN podría desaparecer pasando esta elección, lo que vemos muy difícil, pues Acción Nacional, como el Partido Revolucionario Institucional, son partidos históricos de este país, que como conservadores unos y liberales otros, han participado en las luchas libertarias de México desde la Independencia, hasta nuestros días, pasando por la Reforma y la Revolución.
Lo que sí se puede afirmar es, que si pasado el actual proceso electoral, los panistas verdaderos no se preocupan por refundar a su partido, si no rescatan, adaptándola a los tiempos actuales, su ideología, si no se reinventan, el peligro que tienen de desaparecer, es real.
Respecto al tercer debate, en opinión de varias personas, fue plano. Hubo más propuestas que en los dos anteriores y menos pleitos e insultos, pero al parecer la gente lo que quería es que los participantes se siguieran sacando sus trapitos al sol, se siguieran insultando y de eso, hubo poco.
Los politólogos que después de observar el desarrollo de las comparecencias de los aspirantes, emitieron sus opiniones en programas especiales, opinaron que José Antonio Meade, mejoró mucho su actuación; que este tercer debate, no tendría consecuencias importantes entre los electores; que el candidato de Morena, fue el que salió mejor librado, pues supo esquivar los golpes, y que el perdedor, fue Ricardo Anaya, por sus poses de perdonavidas, por sus amenazas, por su prepotencia y altanería.
Partidos en crisis, PAN, PRD y PRI
Miércoles, 13 Junio 2018 18:07 Escrito por Gabriel Sánchez AndracaDeja un comentario
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