Domingo, 03 Septiembre 2017 19:08

Se inicia el último año de Peña Nieto

Columna | P U L S O   P O L I T I C O

     ¿Se acuerda cuando el primero de septiembre de cada año, era conocido como el Día del Presidente? Tiempos que no volverán. El Presidente de la República en turno, salía del palacio nacional con la banda tricolor cruzada en el pecho, en un auto convertible, rumbo al Palacio Legislativo, donde rendiría su informe de gobierno ante la representación nacional.

      Atrás del convertible iba un autobús cubriéndole las espaldas y al frente, un escuadrón de caballería del Heroico Colegio Militar.

      A lo largo del camino del Palacio Nacional a la Cámara de Diputados, se formaba una enorme valla de burócratas, trabajadores de todas las centrales obreras y sindicatos independientes y del pueblo en general, para aclamar al jefe de la nación.

      El Presidente, saludaba a la multitud y observaba mantas con leyendas como: “Gracias señor Presidente” que portaban trabajadores y burócratas y también miembros del llamado sector campesino.

      De azoteas y balcones de los pisos altos, caían papelitos de colores que hacían más festivo el ambiente.

       Al lado del jefe de la nación, iban sentados el Presidente del Congreso de la Unión y el de la Suprema Corte de Justicia.

       La llegada al recinto parlamentario, era apoteótica: diputados, senadores, embajadores de países amigos de México, autoridades eclesiásticas (éstas después de la reforma al 30 constitucional de Carlos Salinas) gobernadores, dirigentes empresariales, dirigentes obreros y campesinos, en fin, como decía un conocido cronista de sociales de aquéllas épocas: “Todo México”.

       Los informes duraban horas, pues los presidentes eran muy prolíficos en datos sobre el gasto público y las obras realizadas.

       El regreso al palacio nacional, se hacía en forma más discreta y ya ahí, empezaba el saludo a los representantes de las llamadas “fuerzas vivas” que el pueblo con ingenio calificaba de “besa manos”.

        Esos tiempos ya pasaron y por fortuna, ya no regresarán. El pueblo de México ha evolucionado y los informes presidenciales, en la forma en que se realizaban, se ven ya lejanos y como fuera de época.

        Como seguramente se verán en un futuro, los desfiles de los reyes europeos, en los países que todavía tienen ese sistema de gobierno, Sin duda que ya no somos los mismos.

         El informe, que por ley debe rendir el Presidente en turno ante la representación popular, se entrega por escrito a los representantes del Congreso de la Unión.

         La ceremonia del pasado día primero en el palacio legislativo, duró escasamente dos minutos y por los problemas internos de los partidos, principalmente del PAN, no hubo ni legisladores importantes para recibirlo, ni funcionarios de primer nivel para entregarlo.

         El día 2, en el palacio nacional, el Presidente Peña Nieto, dio un mensaje político ante representantes de los diversos sectores sociales, dando a conocer los principales datos del informe. Dijo en ese mensaje, que la política no es para dividir, sino para unir previo diálogo. Pero los partidos están ahora más divididos que nunca.

           En toda su historia de 78 años (los cumplirá el 15 de este mes) el Partido Acción Nacional nunca había enfrentado un división interna como la que hoy padece.

           La ambición es mala consejera. Acción Nacional, fue durante décadas, un partido de “gente decente”, personas de clase media que luchaban por la implantación en México, de un gobierno humanista y cristiano, que aplicara una política laboral basada en la Encíclica Rerum Novarum, de Pio nono, que impartiera la religión católica en las escuelas oficiales para formar ciudadanos con principios cristianos; un partido nacionalista, enemigo de la invasión cultural y religiosa de los gringos que eran odiados por la derecha conservadora, más por exportar su ideología religiosa, contraria al catolicismo, que por razones económicas o de otro tipo.

        Pero llegó al poder en el 2000 con un presidente panista, el primero de la historia, que era funcionario de la empresa trasnacional estadounidense fabricante del refresco Cocacola,  y se despertaron las ambiciones de los cristianísimos defensores de nuestras costumbres hispánicas.

        Partidarios de Francisco Franco, el dictador español, por ser católico a ultranza, aunque cruel y despiadado con su propio pueblo, los panistas dieron el cambiazo a partir del dos mil y su descomposición continuó con el gobierno de Felipe Calderón, hasta llegar a la época actual, en la que tiene a un presidente nacional, don Ricardo Anaya, que envía a sus hijos, niños aún, a estudiar a los Estados Unidos, para que aprendan inglés, antes de aprender español correctamente y a que conozcan otra cultura, antes de conocer la suya.

       Esos niños van a ser “gringuitos” y seguramente escalarán puestos políticos, como ocurre con todos o casi todos, los hijos de quienes están en el poder en México.

       Ahora los panistas están agarrados de la greña por posiciones políticas.

        También los perredistas tienen graves confrontaciones internas. Acaban de anunciar su salida de ese partido supuestamente de izquierda, Dolores Padierna, senadora y René Bejarano, figura muy destacada en el perredismo.

       Hace unas dos semanas, salieron otras importantes figuras del partido del sol azteca, para ir a engrosar las filas de Morena, entre ellas, Pablo Gómez, que fue dirigente nacional de ese partido.

        Y un poco antes varios senadores renunciaron al PRD y se pasaron a Morena.

        Pero Morena también está pasando por una crisis. Ricardo Monreal, aspirante a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, está por renunciar a Morena, por la jugarreta que le hicieron para no solo no postularlo como candidato, sino para bajarlo de la nube donde andaba. Si sale de las filas de Andrés Manuel, para ser postulado por un grupo de mini-partidos, es posible que gane la elección al PRD que ha gobernado a la capital del país desde hace ya varios periodos, y a Morena, que se ha visto como una fuerza importante en el antiguo Distrito Federal, pero ha desmerecido precisamente por estas maniobras que parecen tomadas del modelo priista al que tanto critican.

        Y si a todo lo anterior agrega usted que hay casi 7 mil millones de pesos extras, para repartir en este año electoral entre los partidos, comprenderá lo que está pasando y se extrañará de que no se hayan matado muchos de los protagonistas de la historia.

        Tenemos una noticia triste que comunicarle. Un reportera ya jubilada del Sol de Puebla, Margarita Carrasco, falleció la noche del sábado a avanzada edad.

          Fue durante muchos años, una activa reportera de fuentes oficiales y políticas y se retiró hace poco más de una década.

          Durante sus últimos años se dedicó a su casa, donde vivía acompañada de algunos sobrinos.

          Fue muy estimada en el medio periodístico, pues tenía muy buen carácter y cuando de elegir candidata a regidora del ayuntamiento en representación de la prensa, (cuando todavía había esa representación) todos le brindamos nuestro apoyo.

         Estuvo en el ayuntamiento que presidió Victoriano Álvarez, en el primer trienio del gobernador Guillermo Jiménez Morales y luego siguió desempeñándose en su labor periodística. Nuestro sincero pésame a todos sus familiares y amigos.

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