Columna | P U L S O   P O L I T I C O
      
              La actitud del dirigente nacional del PRI, de declarar antes de tiempo, la supuesta derrota de su candidata a obtener la candidatura de la Coalición Amplia por México, para la presidencia de la república, Beatriz Paredes, fue reprobada ayer por siete importantes priistas poblanos entrevistados por este columnista, afirmando que quienes militan de buena fe en el partido tricolor, deben sentirse avergonzados.

            Nunca imaginaron que pasaría una cosa así y consideraron que este acontecimiento acelerará el final del partido surgido de la Revolución Mexicana de 1910, un partido que con todos sus defectos, gobernó al país durante 80 años en forma casi total.

           Respetamos su petición de no decir sus nombres, pero todos son priistas de buena fe, que han permanecido en las filas de su partido pese al desacuerdo que a veces tuvieron con las dirigencias nacionales y locales, Pero lo que ha pasado en estos días los tiene al borde de la deserción.

           “Entregarse, en la forma en que lo hizo el dirigente nacional, a un partido muy inferior al nuestro en todo sentido, no solo en el número de militantes, sino en todos los aspectos, a mí me parece vergonzoso”, dijo uno de nuestros entrevistados.

           Los siete estuvieron de acuerdo en que lo ocurrido el miércoles, pasará a la historia no solo del partido, sino a la historia nacional: se trata de la entrega de un partido liberal, revolucionario, con sentido social, con programas de beneficio a los sectores más desprotegidos de México; a los designios de un partido de derecha, conservador, enemigo del liberalismo, de la libertad de creencias, y al sector social, la burguesía, que siempre ha apoyado al panismo y que ahora incluso lo dirige.

           Si el partido Revolucionario Institucional, ha sufrido serios descalabros desde el año 2000, este podría ser su final. Ya no es nada de lo que fue, ni representa a la primera revolución social del mundo, como lo fue la Revolución Mexicana.

            DESPUES DE QUE LA DIRIGENCIA NACIONAL priista se fue a la cargada a favor de Xochitl Gálvez, la ex gobernadora tlaxcalteca, senadora Beatriz Paredes Rangel, una política con 50 años de carrera, con mucha dignidad se bajó de la contienda, sin declinar a favor de la panista Xochitl.

           Jorge Carlos Ramírez Marín, senador del PRI, lamentó abiertamente, que su correligionaria Paredes Rangel, fuera maltratada innecesariamente.

           Ella se mantendría como aspirante a la candidatura del frente opositor, hasta que se completara el proceso aprobado para este objetivo.

          Todo se aceleró, pues los dirigentes de la Coalición, miembros del sector privado encabezados por un señor de nombre Claudio X. González, así lo decidieron, pues tenían temores fundados de que la ex gobernadora tlaxcalteca ganara y para ellos la triunfadora, “por tener carisma”,  debía ser la panista.

          ANTES DEL AÑO 2000, NINGUN MEXICANO hubiera supuesto que el Partido Revolucionario Institucional, que desde 1929 empezó a gobernar al país en forma total, terminaría tan tristemente, entregándose a la derecha, al partido conservador que fue enemigo del liberalismo desde la guerra de Independencia, que fue el enemigo permanente al grado de luchar con las armas en la mano en la guerra de Reforma. Esto sería inconcebible para Juárez y liberales del siglo XIX y más para los revolucionarios del siglo XX, como Carranza, Calles, Obregón, Lázaro Cárdenas, Ruíz Cortines, Adolfo López Mateos, etc.

          Revolucionarios como Pancho Villa y Emiliano Zapata, hubieran fusilado a todos los que aclamaron a la panista como candidata presidencial, júrelo.

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