Columna | P U L S O   P O L I T I C O

         La Cuarta Transformación que encabeza el Presidente Andrés Manuel López Obrador, es una revolución pacífica, como él lo ha dicho desde su campaña política y lo ha repetido cada vez que se hace necesario y las revoluciones pacíficas, no destruyen, desmantelan a un régimen caduco para instalar un nuevo régimen con objetivos claros y concretos de beneficio colectivo.

         Las revoluciones violetas, como las de Reforma, en el siglo XIX y la anti-porfirista de 1910, destruyen; se enfrentan con armas a los opositores y fusilan a los integrantes de la clase gobernante y después de años de enfrentamiento armado, triunfan y forman un nuevo gobierno con fines totalmente diferentes al del gobierno derrocado. Y esas luchas armadas duran años (la de 1910, duró once años) y el país queda devastado y hay que reconstruirlo, y las familias de pobres y ricos, sufren las consecuencias: pérdidas de vidas, pobreza, escasez de alimentos, de todo lo indispensable para una vida digna. Hay que volver a empezar.

         ¿ES TAN DIFICIL QUE LOS OPOSITORES LLEGUEN a entender eso? Es cosa de sentido común.

         Vivimos durante décadas una farsa democrática, con instituciones políticas y económicas, para simular un sistema de beneficio para todos, pero la realidad era completamente distinta. Los beneficiados eran un puñado de personas que llegaron a sentirse, como los aristócratas franceses del siglo XVIII, dueños del país.

         El pueblo francés se hartó de su situación de generalizada pobreza y se fue contra los aristócratas que vivían en fiesta permanente y su odio hacia la clase gobernante era tan grande, que se dedicó a cortarles la cabeza hasta al personal de servicio de las clases dominantes.

         EN 1910, CUANDO ACABABAN DE PASAR LAS fiestas del centenario de nuestra Independencia de España y cuando se pensaba que don Porfirio Díaz, el dictador con más de 30 años en el poder, estaba en la cúspide de su gloria, estalla la Revolución encabezada por don Francisco I. Madero, al que asesinan los militares porfiristas después de una intensa campaña de desprestigio a través de los medios de comunicación de entonces. Y como Madero cometió el error de mantener, en vez de dispersar al ejército porfirista y sustituirlo por las huestes revolucionarias, lo sustituye al autor del golpe de estado, el torvo general Victoriano Huerta y entonces surgen Pancho Villa y sus tropas norteñas y Emiliano Zapata con sus campesinos surianos y durante once años, México tiene una guerra interna que termina con la vida de más de un millón de mexicanos.

         LOS PESIMOS GOBIERNO NEOLIBERALES, panistas y priistas, que se alternaron en el poder para representar una farsa democrática, agudizaron el descontento popular y estalló la guerra de los cárteles de la droga y del crimen organizado, que hizo estragos entre la población.

         El pueblo mexicano ya estaba desesperado. Los niveles de pobreza alcanzaron hasta a miembros de la clase media. El único medio que había para salir de la pobreza era la política. Miles aprovechaban un puesto público, aunque fuera pequeño, para poder vivir con decoro y los grandes políticos se hacían multimillonarios en la federación, los estados y los municipios importantes.

         Las armas para la delincuencia organizada y desorganizada, entraban con la mayor facilidad al país  procedentes de los Estados Unidos, mismo que surtía de armas al gobierno dictatorial y a los grupos revolucionarios en el Siglo XX. Al frente de la Seguridad Nacional, en el gobierno de Calderón, estaba un delincuente mafioso como el tal García Luna y había una confusión terrible ente los mexicanos.

         LLEGAN LAS ELECCIONES DEL 2018 Y EL CANDIDATO de la oposición que ofrece cambiar el rumbo del país; mandar al diablo al neoliberalismo e instaurar un gobierno que inicie la Cuarta Transformación, combatiendo la terrible corrupción que nos estaba ahogando y detener la entrega de nuestros recursos naturales, petróleo, gas, electricidad y yacimientos mineros, a los capitalistas nacionales y extranjeros y cobrar impuestos a los enormes negocios que no pagaban nada, mientras obreros, pequeños y medianos comerciantes y pequeñas industrias, no solo pagaban, sino eran extorsionadas por inspectores, y gana por más de 30 millones de votos. ¿Es raro esto? No, es completamente lógico, es de sentido común.

         LOS PARTIDOS POLITICOS TRADICIONALES, PRI, PAN y PRD, que se volvieron partiditos, pese a sus abismales diferencias ideológicas o tal vez por eso, no han podido implementar un programa que ofrezca un gobierno diferente al que está, pero también diferente al que estuvo. Ellos solo quieren regresar al poder, para seguir haciendo lo que saben hacer y lo que saben hacer es llevarnos al despeñadero económico, político y social, que obligue al pueblo a rebelarse con las armas en la mano, y a cortar cabezas.

         El pueblo llano ha comprendido perfectamente lo que está pasando y salvo algunos miembros de las clases medias de las medianas y grandes ciudades, no han creído en las mentiras que a diario se difunden para desprestigiar al régimen actual y López Obrador, sigue contando con el apoyo de las mayorías, aguantando los embates de los opositores que todavía controlan algunas de las instituciones del viejo régimen, como el Poder Judicial e instituciones autónomas.

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