Columna | P U L S O    P O L I T I C A

           Desde la semana pasada, le hemos venido comentando en este espacio, los graves problemas internos que confrontan los partidos PRI, PAN y PRD, que han sido el pilar de nuestra incipiente y muy defectuosa democracia.

           Hemos hecho un somero comentario de los problemas internos que confrontan esos tres partidos, que desde el año 2000 se ubicaron a la cabeza de nuestro proceso de democratización y que 18 años después, son repudiados por una gran cantidad de ciudadanos decepcionados por los resultados, que han sido nefastos para la vida nacional, pues hemos sufrido un grave deterioro de nuestra vida política, económica y social.

            No solo tenemos el gravísimo problema de la inseguridad, sino también el de la corrupción, el de la impunidad, el de la pobreza y la desigualdad, etc., sino que el principal, pues de él se derivan todos los demás, ha sido la descomposición interna de los tres partidos políticos sobre los que se hizo descansar, durante varias décadas, nuestro paso hacia un sistema más justo, más abierto, más cercano a la población.

            Los partidos representantes de las corrientes ideológicas liberal, conservadora e izquierdista, sufrieron un proceso de descomposición, por las ambiciones de sus miembros por el poder y el dinero, que dos décadas después de iniciada la alternancia en el poder, ya nadie los reconoce.

            Todos parecen lo mismo. Ni el PRI es el partido de los liberales de viejo cuño, ni el PAN es el partido de la gente “decente” que quiere una educación apegada a los valores de la Iglesia Católica; ni el PRD, es el representante de la corriente izquierdista de avanzada que busca el beneficio de los que menos tienen y la defensa de los derechos de las clases más desprotegidas (obreros y campesinos)

                En el proceso electoral que estamos viviendo, los candidatos de todos los partidos no han dejado “títere con cabeza”. Las acusaciones de corrupción, de enriquecimiento inexplicable, de traiciones recaen en casi todos los destacados funcionarios y ex funcionarios.

                 Además de todos los defectos y vicios que se han acusado mutuamente todos los que luchan por un cargo de elección popular, hay uno del que no hablan, es la ineficiencia, lo que junto con la corrupción, constituyen la más grave plaga que pueda sufrir un país.

                Bueno, pues apenas el domingo pasado, el diario capitalino La Jornada, publicó una entrevista de la reportera Andrea Becerril, al primer gobernador que tuvo el PAN en la historia de este país don Ernesto Rufo, que ahora es senador de la república e integrante de la dirigencia nacional de su partido, una entrevista que pone de manifiesto la calidad moral de los que se decían no solo católicos a ultranza, sino defensores acérrimos de nuestras tradiciones y costumbres de país occidental-cristiano. Pero como él mismo dijo: “Lo mejor para el PAN es que siga saliendo la pus”.

           Acusa a Felipe Calderón, expresidente de México, de ser el responsable de la división en el PAN, ya que en el 2006, el segundo presidente panista de la historia, pactó con el PRI para poder gobernar.

            “El responsable de la división y confrontación del partido Acción Nacional es el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, quien en 2006 pactó con el Partido Revolucionario Institucional, para poder gobernar, mantuvo la relación con Enrique Peña Nieto durante todo el sexenio y con la ayuda de los priístas intentó controlar a Acción Nacional, después de dejar Los Pinos”.

             El ex gobernador de Baja California, señor Rufo, señaló que Calderón siempre tuvo el apoyo del PRI y de Carlos Salinas de Gortari. “De hecho los del tricolor, lo respaldaron para conseguir la candidatura a la presidencia de la república”. El candidato del entonces presidente panista Vicente Fox, era su secretario de Gobernación Santiago Creel.

         Fox aceptó que fuera Calderón, pese a que no simpatizaba con él, pero lo prefería a Andrés Manuel López Obrador, por el que siente una gran antipatía hasta la fecha. Luego Calderón obtuvo el apoyo del Grupo Atlacomulco, el más poderoso grupo político priísta y así arribó al poder con Elba Esther Gordillo, la dirigente magisterial, como su gran aliada, pese a que esta dirigente había sido combatida con saña por los panistas.

          La alianza Calderón y su grupo, con el PRI, continúa. De parte de el ex presidente Calderón están entre otros, el senador Ernesto Cordero, a quien protege el priísta Emilio Gamboa Patrón.

          Rufo Appel, considera que la candidatura de Margarita Zavala, fue apoyada por el grupo priísta que impulsó a Calderón.

          Dijo que los Calderón, lo que han pretendido es controlar al PAN, algo que no han podido lograr.

          Alejandro Armenta Mier, ex dirigente estatal del PRI, dijo hace unas semanas a un grupo de columnistas locales, que la cúpula del PRI, ya había entregado al PAN a Puebla. Lo siento, afirmó, porque el doctor Enrique Doger es mi amigo. Armenta Mier, renunció al PRI cuando ese partido era dirigido nacionalmente por Enrique Ochoa Reza.

            Como diputado federal priísta, recurrió a él en varias ocasiones, para denunciar anomalías y abusos del gobierno estatal panista y no solo no se le hacía caso, sino que se le exigían pruebas y de mal modo. Un día el dirigente nacional del PRI ya no lo recibió y Ochoa Reza, decidió expulsarlo. Antes de que lo hiciera, Armenta renunció.

          Bueno pues él también, siendo el coordinador de la campaña de la candidata del PRI a la gubernatura, Blanca Alcalá, se dio cuenta que ya había sido negociada con el PAN y que el triunfo de doña Blanca, no era posible. Se lo dijo a la candidata y le anunció su renuncia. La ahora embajadora de México en Colombia, le suplicó que no la dejara y Armenta aceptó, sabiendo de antemano los arreglos que las cúpulas priísta y panista, ya habían tenido.

         ¿Usted cree que ahora ocurrirá lo mismo?

Publicado en COLUMNAS

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