La migración transfronteriza (México-Estados Unidos y México-Centroamérica) se cataloga como un fenómeno regional, los ríos Suchiate y Bravo dividen países, que comparten historia y cultura en común. Evidentemente, el ser humano tiene el tratamiento de mercancía, pues de acuerdo con el prestigiado internacionalista Alfredo Jalife-Rahme, México se ha vuelto el campo de batalla electoral entre Trump y el millonario George Soros, según él, Soros estaría financiando la crisis migratoria, además de haber sido acusado de financiar a diversas ONG en nuestro país para promover la forzada migración de Centroamérica, en particular de Honduras, por el otro, Trump utiliza a los migrantes centroamericanos como piñata con el fin de sacar raja política. Pero incluso, el estudioso de la geopolítica va más allá al concluir que en términos migratorios, se ha escenificado una batalla global entre dos ejes bien delineados desde Israel, pasando por Europa, hasta México/el Triángulo Norte.

Obviamente no es desconocido que en México el tema migratorio es muy complejo, al desarrollarse en el país diversos tipos o flujos migratorios como son: la migración de origen, tránsito, destino y retorno. Según información de la Organización Internacional para la Migraciones (OIM), el corredor migratorio México-Estados Unidos es el más transitado del mundo, al ser Estados Unidos de América el principal destino de la migración mundial actualmente.

De acuerdo con lo reportado por la Unidad de Política Migratoria (UPM) de la Secretaría de Gobernación (SEGOB) durante 2018: 138, 612 personas de distintas nacionalidades estuvieron detenidas en estaciones o estancias migratorias del Instituto Nacional de Migración (INM), cifra que, en 2017, era de 93,846,  siendo así que México se convirtió en el mayor receptor de migrantes provenientes principalmente de Estados Unidos, Venezuela y Honduras en América Latina. En contraste, disminuyó en 2.3% el flujo de mexicanos hacia el vecino del norte, revela el reporte anual Panorama de Migración Internacional 2019, de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), pese al menor flujo de mexicanos hacia Estados Unidos en busca de mejores oportunidades de vida, México se mantiene, junto con China y Cuba, como los líderes en desplazamiento hacia aquel país.

No obstante, de la noche a la mañana amanecimos con la noticia que, para México, el flujo de migrantes deportados del vecino del norte obligó a las autoridades a desarrollar medidas de muy corto plazo que garantizaran ayuda humanitaria para los retornados, incluso los no mexicanos, en lo que esperan la decisión final de su solicitud de asilo en Estados Unidos. Este apoyo incluye alimentos y atención médica, un esfuerzo para el que se ha coordinado el gobierno mexicano con la sociedad civil y organizaciones internacionales. La secretaria Olga Sánchez Cordero ha reiterado que México fue de los primeros países en suscribir el Pacto de Marrakech, que es muy específico y categórico en que la migración debe que ser ordenada, segura y regular.

A su vez, al presentar un informe de las medidas implementadas del Plan de Desarrollo y Migración, el Canciller ha señalado que un total de 25,000 elementos de la Guardia Nacional participan en las acciones de migración y seguridad, y que hasta ahora sólo se han recibido siete quejas, por lo que considera un despliegue exitoso y con respeto a los derechos humanos. Lo que se busca es emular los casos de Canadá, Alemania y otros países europeos que han logrado desarrollar políticas públicas de entrenamiento e inserción en su mercado laboral para un mejor aprovechamiento de las capacidades y talentos de los migrantes.

Para el padre José Alejandro Solalinde Guerra, conocido por su defensa férrea de los migrantes en México, señala que no son una amenaza, son una oportunidad para ser solidarios; sin embargo, no hace mucho refirió que ya no es posible acompañar a los indocumentados centroamericanos en su empeño de llegar a Estados Unidos, que es momento de cerrar filas alrededor del gobierno de México y evitar a toda costa que la migración se convierta en un problema diplomático para la administración de Andrés Manuel López Obrador. Al igual que Jalife, coincide en que hay mano negra de alguien que está financiando esos desplazamientos masivos.

Como quiera que sea, es verdad que nuestra vida histórica delata la presión de nuestro vecino del norte, nos ha quitado más de la mitad del territorio y siempre hemos tenido la deferencia de su intervención continua. No obstante, atender el fenómeno migratorio, necesariamente implica hablar de estrategia de política internacional, superar la violencia atendiendo sus causas, desde la pobreza hasta el apetito desmedido que las actividades ilícitas producen, sin embargo, pero estas causas no se dicen o se silencian.

Publicado en COLUMNAS

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